5 ACCIÓN LECTIO DIVINA JESÚS, ÚNICO REVELADOR DEL

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siempre en tu presencia lo que no quieres que esté en la presencia de Dios. Porque si echas a la espalda tus propios pecados, Dios volverá a ponerlos ante tus ojos cuando ya la penitencia será infructuosa (Agustín de Hipona, Comentario sobre
el evangelio de san Juan 12, 11-13).
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LECTIO DIVINA
IV°. Domingo Cuaresma Ciclo B.
15 MARZO 2015
JESÚS, ÚNICO REVELADOR DEL PADRE:
ACCIÓN
¿A QUÉ ME COMPROMETO? ¿A QUÉ NOS COMPROMETEMOS?
Propuesta personal:


Repite a menudo y vive esta Palabra: <<Tanto amó Dios al mundo que
entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él no perezca, sino
tenga vida eterna>> (Jn 3, 16)
Intentar contemplar diariamente la Cruz del Señor como medicina espiritual que me aleja del mal en todos sus formas.
Propuestas comunitarias:

Dialogar en tu grupo sobre la realidad de la cruz en los ambientes cristianos. ¿Cuáles son las principales “cruces” de los creyentes hoy? Buscar
siempre ser testigos entusiastas del amor de Dios por todos los hombres
del mundo.
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ORACIÓN FINAL
¡Oh Padre!, tú has constituido a tu Hijo Jesús templo nuevo
de la nueva y definitiva alianza, construido no por manos de hombre
sino del Espíritu Santo. Haz que, acogiendo con fe su Palabra, vivamos en Él y podamos así adorarte en espíritu y verdad. Abre nuestros ojos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que
son miembros del cuerpo de Cristo para que sirviendo a ellos te demos el verdadero culto que tú deseas. Te lo pedimos por Cristo
Nuestro Señor. Amén.
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JESÚS LUZ DEL MUNDO
LA PALABRA HOY
2 Crónicas 36, 14-16.19-23: Todos pecaron sin cesar.
Salmo 136: Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti..
Efesios 2, 4-10: Nos volvió a la vida junto con Cristo.
Juan 3, 14-21: Dios envió a su Hijo al mundo
para que el mundo
se salve por él.
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O
TODO EL QUE CREE EN ÉL
TIENE VIDA ETERNA
ORACIÓN INICIAL
Nos disponemos
Shadai, Dios de la montaña, que haces de nuestra frágil
vida la roca de tu morada, conduce nuestra mente a golpear la roca del desierto, para que brote el agua para nuestra sed.
La pobreza de nuestro sentir nos cubra como un manto en
la oscuridad de la noche y abra el corazón, para acoger el eco del
Silencio y así el alba, envolviéndonos en la nueva luz matutina, nos
lleve con las cenizas consumadas por el fuego de los pastores del
Absoluto, que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro, al
sabor de la santa memoria. Amén.
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Lectura
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Se presenta un fariseo ante Jesús: Nicodemo, quien confía
en el Maestro sólo por lo signos que ha visto; no tiene fe, tan sólo
opiniones (2). Nicodemo representa a los cristianos vergonzantes:
creyentes más o menos maduros, que silencian su fe porque la
manifestación de la misma perjudicaría sus intereses, su situación
social, e incluso haría peligrar su vida.
Jesús puede hablar de estos misterios porque los conoce.
Nadie ha subido al cielo. Sólo Jesús, que estaba en el regazo del
Padre, conoce aquellas realidades y “ha descendido” para revelarlas.
Hay una alusión al hecho narrado en Nm 21, 6s, a la serpiente izada en un estandarte como salvación para el pueblo. La
cruz de Jesucristo es la cumbre de la revelación, en donde se encuentra la salvación. Es el lugar del conocimiento verdadero de
Jesús, como Hijo de Dios y lugar de atracción, que Él ejerce sobre
toda la humanidad (8,28; 12, 32).2
Señor, cura a los mordidos, y, a causa de las mordeduras de las
serpientes y por los hombres mortales que halló injustos, se levantó en alto la serpiente, es decir, la muerte del Señor, ¿qué
sentido tiene lo que viene a continuación: El juicio es éste: que
la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas? ¿Qué significa esto?
¿Quiénes tenían esas buenas obras? ¿No viniste por hacer justos a los impíos? Pero amaron, dice, las tinieblas más que la luz.
Esto ha querido resaltar. Hay muchos que aman sus pecados y muchos también que los confiesan. Quien los confiesa y
se acusa de ellos, se reconcilia con Dios, que reprueba sus pecados. Si tu haces lo mismo, te unes a Dios. “Hombre” y “pecador”
son como dos cosas distintas. Al oír “hombre”, oyes lo que hizo
Dios; al oír al “pecador”, oyes lo que es obra del hombre. Es preciso que aborrezcas tu obra y ames en ti lo que es obra de Dios.
Cuando empieces a detestar lo que hiciste tu, entonces
comienzan tu buenas obras, porque repruebas las tuyas malas.
El principio de las buenas obras es la confesión de las malas.
Practicas la verdad y vienes a la luz. ¿Qué es para ti practicar la
verdad? No halagarte, ni pasarte la mano, ni adularte a ti mismo, ni decir que eres justo, cuando eres un malvado. Así es como empiezas a practicar la verdad, así es como vienes a la luz
para que se manifiesten las obras que has hecho en Dios. No
existiría en ti lo que impulsa a aborrecer tus pecados si no te
iluminara la luz de Dios, si no te los mostrara su verdad. Mas el
que después de advertido ama sus pecados, odia la luz que le
llama la atención y huye de ella para que no le reprenda las malas obras que ama.
En cambio, quien practica la verdad reprende en el sus
malas obras; no se contempla, no se perdona para que le perdone Dios. Reconoce él mismo lo que quiere Dios le perdone y así
viene a la luz y le da gracias porque le muestra el objeto de su
odio. Dice a Dios: Aparta tu vista de mis pecados ¿Con qué cara
pronunciaría estas palabras si no continuase: Porque yo reco11 siempre delante de mí? Ten
nozco mis pecados y los tengo
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para aniquilar el poder de la serpiente. ¿Qué es esto? Se mira a
la muerte para aniquilar el poder de la muerte. Pero ¿de qué
muerte se trata? De la muerte de la vida, si es que se puede
hablar de la muerte de la vida. Y resulta admirable cómo es
posible hablar así. ¿Acaso no se ha de hablar de lo que hubo
de hacerse? ¿Dudaré yo en hablar de lo que el Señor se dignó
hacer por mí? ¿No es Cristo la vida? Y, sin embargo, murió. Pero en la muerte de Cristo encontró la muerte su propia muerte.
La vida muerta dio muerte a la muerte; la plenitud de la vida
devoró a la muerte. La muerte fue absorbida por el cuerpo de
Cristo.
El Salvador vino al mundo. ¿Por qué se le llamó Salvador del mundo, sino porque vino para salvar, no para juzgar al
mundo? ¿No quieres que él te salve? Tu mismo te juzgarás. ¿Y
por qué he de hablar en futuro? Atento a lo que dice: Quien
cree en él no es juzgado, mas quien no cree… ¿Qué esperas
que ha de decir, sino “es juzgado”, ya ha sido juzgado? (Jn 3,
18). Aún no ha llegado el juicio, pero ya ha tenido lugar. El Señor sabe quiénes son los suyos (2Tim 2,19): conoce quiénes
han de permanecer para recibir la corona y quiénes para ir a
las llamas; conoce quien es trigo y quien es paja en su era; conoce la mies y conoce la cizaña. Quien no cree ya está juzgado.
¿Por qué? Porque no creyó en el nombre del Hijo unigénito de
Dios (Jn 3,18).
Y el juicio es éste: que la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus obras eran
malas (Jn 3,19). ¿En quién hermanos míos, halló el Señor buenas obras? En nadie. En todos las halló malas. ¿Cómo entonces
algunos practicaron la verdad y llegaron a la luz?
El texto sigue así: El que practica la verdad viene a la
luz, para que se manifiesten sus obras, pues están hechas en
Dios (Jn 3,20) ¿Cómo es que unos hicieron obras buenas y vinieron a la luz, esto es, a Cristo, y, por el contrario, otros amaron las tinieblas? Si los halló a todos pecadores y a todos sana
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de sus pecados; si aquella serpiente,
figura de la muerte del
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El versículo 16 constituye el momento cenit de todo diálogo,
una expresión suprema. El amor del Padre ha puesto en marcha toda la historia de la salvación.
Los restantes versículos hablan insistentemente del juicio.
Éste no consiste en una sentencia pronunciada al final de los tiempos, sino que se va realizando en la misma confrontación de los seres humanos con Jesucristo. Dios envió a su Hijo al mundo para que
la humanidad pudiera salvarse. Hizo una oferta de vida, que sigue
abierta. Debe ser aceptada en la fe. Lo contrario equivale a la autoexclusión de la vida. Ante la luz de Jesucristo la humanidad se divide: unos prefieren las tinieblas y esta opción existencial les lleva al
juicio; otros aceptan la verdad de Jesucristo y así llegan a la comunión con Él, y reciben la salvación.
†
Lectura del santo Evangelio según san Juan
(3, 14-21)
Gloria a ti Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo:
14
“Así como levantó Moisés la serpiente en el
desierto, así tiene que ser levantado el Hijo
del hombre, 15para que todo el que crea en él
tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que
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le entregó a su Hijo único, para que todo el
que crea en él no perezca, sino que tenga vida
eterna. 17Porque Dios no envió a su Hijo para
condenar al mundo, sino para que el mundo se
salvara por él. 18El que cree en él no será
condenado; pero el que no cree ya está
condenado, por no haber creído en el Hijo
único de Dios.
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La causa de la condenación es ésta:
habiendo venido la luz al mundo, los hombres
prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus
obras eran malas. 20Todo aquel que hace el mal,
aborrece la luz y no se acerca a ella, para
que sus obras no se descubran. 21En cambio, el
que obra, el bien conforme a la verdad, se
acerca a la luz, para que se vea que sus obras
3
están hechas según Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
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Algunas preguntas:
- Dios ha amado tanto al mundo…: cuántos juicios y prejuicios sobre un Dios lejano e insensible. ¿No será quizás que le
atribuimos a Él lo que son por el contrario nuestras responsabilidades?
- La luz ha venido al mundo, pero los hombres han preferido
las tinieblas: quien se ilusiona pensando que no es hombre y
vive por Dios, no puede escoger la luz porque la ilusión desaparecería. ¿Cuantas tinieblas rodean mis jornadas?
- Quien obra la verdad viene a la luz. No tiene temor de mostrarse quien obra por aquello que es. No se le pide al hombre
ser infalible. Sencillamente que sea hombre. ¿Somos capaces
de vivir nuestra debilidad como lugar de encuentro y de
apertura a Dios y a los otros, deseosos como yo de trabajar
fielmente en su espacio y en su tempo?
La palabra se ilumina:
vv. 14-15. Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre para que todo el que
crea tenga en Él la vida eterna. Para los hijos de Israel, mordidos por serpientes venenosas en el desierto, Moisés ofreció
una posibilidad de salvarse fijando la vista en una serpiente
de bronce. Si el hombre consigue levantar la cabeza y mirar
en alto, Dios prepara para él una alternativa. No obliga, está
allí, a disposición. El misterio de la libertad humana es de lo
más digno de amor que Dios ha podido inventar. Escogiendo
una mirada, un encontrarse, una nueva oportunidad… el Hijo
del hombre en el desierto del 4mundo será levantado sobre la
dad el que nos ilumine y nos oriente hacia el bien, a fin de que
siempre podamos estar del lado de la vida y no de la muerte, de
la luz y no de las tinieblas, y responder así de una manera generosa como verdaderos hijos a tu amor de Padre.
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CONTEMPLACIÓN
¿QUÉ CONVERSIÓN DE LA MENTE, DEL CORAZÓN Y DE LA VIDA ME Ó
NOS PIDE EL SEÑOR?
Para ver las cosas como Él.
Tomó, pues, la muerte y la suspendió en la cruz. De esta
manera los mortales son librados de la muerte. El Señor recuerda lo que aconteció en figura a los antiguos: Y así como Moisés,
dice, levantó en el desierto la serpiente, así también conviene
que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que
crea en él no perezca sino tenga la vida eterna (Jn 3, 14-15).
Gran misterio es éste; quienes lo han leído, lo conocen.
Por tanto, óiganlo ahora quienes no lo han leído o lo han olvidado después de leerlo u oírlo. El pueblo de Israel caía en el desierto a causa de las mordeduras de las serpientes, y las numerosas
muertes producían una hecatombe (Nm 21, 8-9). Era castigo de
Dios, que corrige y flagela para instruir. Allí se manifestó un
gran signo de una realidad futura. El mismo Señor lo indica en
esta lectura, para que nadie lo interprete de forma distinta a
como lo hace la Verdad refiriéndolo así. El Señor ordenó a Moisés que hiciese una serpiente de bronce y la levantara sobre un
madero en el desierto, y que exhortase al pueblo de Israel a
que, si alguno había sido mordido por las serpientes, mirase a la
levantada sobre el madero. Así se hizo. Los hombres mordidos
la miraban y sanaban.
¿Qué son las serpientes que muerden? Los pecados de la
carne mortal. ¿Qué es la serpiente levantada en lo alto? La
muerte del Señor en la cruz. La muerte fue simbolizada en la
serpiente porque procede de ella. La mordedura de la serpiente
es mortal, y la muerte del Señor
9 es vital. Se mira a la serpiente
8
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bre sigue siendo el único juez de sí mismo a lo largo de su
vida.
Al final de esta progresiva y amplia revelación a la que
Jesús condujo a Nicodemo –y, en él, a los judíos a los que representa, a nosotros, sus discípulos-, no nos queda más que
hacer nuestra su invitación a la conversión y al cambio radical
de vida. La luz de Jesús es tan penetrante que derriba toda
seguridad humana y todo orgullo, incluso el más escondido.
Quien acepta a la persona de Jesús y deja espacio a un amor
que le trasciende, encuentra lo que nadie consigue darse por
sí mismo: posee la vida. Ahora bien, la condición para entrar
en comunión con Jesús es la pobreza como dimensión del
espíritu, es hacerse pequeño y humilde. Esto es para nosotros más una meta que un punto de partida, y la alcanzamos
a través de la lucha contra la autosuficiencia y contra el
egoísmo, el único camino que permite una apertura a la iluminación interior y siempre nueva del Espíritu Santo.
Escuchar la enseñanza de Jesús, como hizo Nicodemo,
a fin de buscar el Reino de Dios, significa para cada una de
nuestras comunidades de fe convertirse en una comunidad
de confidentes de Dios
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cruz como signo de salvación para todos aquéllos que sientan la necesidad de continuar viviendo y no se abandonen a
mordidas venenosas de preferencias erróneas. Cristo está
allí: maldito para el que no tiene fe, bendito para el que
cree. Un fruto que escoger, colgado del leño de la vida.
También nosotros como los israelitas en el desierto hemos
sido “mordidos” por la serpiente en el Edén y tenemos necesidad de mirar a la serpiente de bronce levantada sobre el
madero para no morir: “Quien cree en Él tiene vida eterna”.
v.16. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que
tenga vida eterna. El amor con que Dios nos ama es un
amor de predilección, un amor tangible, un amor que habla… ¿Podía venir directamente el Padre? Sí, ¿pero no es
más grande el amor de un padre que da a su hijo? Toda madre pudiendo escoger, prefiere morir ella antes que ver morir a un hijo. ¡Dios nos ha amado hasta tal punto de ver mo-
ORACIÓN
rir a su Hijo!
¿QUÉ NOS HACE DECIRLE A DIOS?
v. 17. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para
Padre infinitamente bueno, Nicodemo esperaba al
Mesías glorioso que habría de hacer justicia a Israel y juzgar
al mundo con poder. Cristo, sin embargo, se presentó entre
los hombres pobre y débil, y en vez de juzgar a los hombres
aceptó ser juzgado por ellos: no vino a condenar, sino a salvarnos a todos nosotros. Nos sigue correspondiendo a nosotros el juicio personal frente a la verdad y a la Palabra de
Dios, un juicio que realizamos cada día con nuestra libres opciones por el bien o por el mal. Señor, no nos dejes solos en
nuestra labor cotidiana. Que sea
siempre tu Espíritu de ver8
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. Un
Dios capaz de juicio perfecto manda al Hijo, no para juzgar,
sino para ser lugar de salvación. Verdaderamente es necesa-
rio suspender todo pensamiento y sentirse anonadado frente a tanto amor. Sólo quien ama puede “juzgar” , esto es,
“salvar”. Él conoce la debilidad del corazón humano y sabe
que su imagen ennegrecida tiene la posibilidad de volver a
ser nítida, no hay necesidad de rehacerla. La lógica de la vi5
da no conoce la muerte: Dios que es vida no puede destruir
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lo que Él mismo ha querido crear, se destruiría en algún modo
belleza, Quien vive la verdad de sí mismo y acoge su fragilidad
a sí mismo.
como parámetros de su ser hombre, no tiene temor de la luz,
v.18. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya
porque no tiene nada que esconder. Sabe que como criatura
está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo unigé-
trabaja con la lógica del límite, pero esto no disminuye la gran-
nito de Dios. La fe es la discriminante de toda existencia. No
deza de su obrar, porque su vida es un todo con la verdad
creer en el nombre del unigénito: ésta es ya una condena, por-
eterna.
que se excluye del amor quien no acoge al amor.
vv. 19-20. Y el juicio está en que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras
eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no
va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. El único
juicio que abarca a toda la humanidad es la llamada a vivir en
la luz. Cuando el sol sale, nadie puede substraerse a sus rayos…y así también los hombres. Cuando Cristo nace, ninguno
puede substraerse a esta luz que todo lo inunda. Pero los
hombres se han construidos casas para poder escapar de la luz
del Amor que se expande por doquier, casas de egoísmo, casas de oportunidad. Han perforado túneles y escondrijos para
continuar libremente haciendo sus obras. ¿Puede una obra
falta de luz dar la vida? La luz de la existencia tiene una sola
fuente: Dios. Quien se aparta de la luz, muere.
v. 21. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede
de manifiesto que sus obras están hechas según Dios. Todo lo
que cae bajo los rayos del amor eterno, se viste de luz, como
sucede en la naturaleza. Parece que todo sonríe cuando sale el
sol. Y las cosas que durante el día son familiares y bellas, de
noche toman formas que infunden temor por el solo hecho de
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no ser visibles. El sol no cambia la forma, pero la exalta en su
2
MEDITACIÓN
¿QUÉ NOS DICE EL TEXTO?
Ayudas para reflexionar
La misión de Jesús es traer la salvación a los hombres:
“Y tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para
que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna” (Jn 3,16). Gracias a la fe, el hombre puede acoger y dejarse transformar por este acto de amor de Dios, que tuvo su comienzo en la encarnación y su punto más elevado en la crucifixión de Jesús. Ésta es la elección fundamental con la que encuentra el ser humano, cada uno de nosotros: aceptar o rechazar el amor del Padre, que se ha revelado en Cristo. Con
todo, este amor no juzga al mismo tiempo. Este amor no se
impone, se propone.
Situados ante la propuesta de salvación y de amor, que
es el único objetivo de la misión del Hijo, a nosotros nos corresponde tomar postura, manifestando nuestras libres opciones. No podemos dejar de revelarnos a nosotros mismos y lo
que hay en nuestro corazón, decidiéndonos en favor o en contra. El que cree en Jesús no será condenado, pero el que lo
rechaza, por no creer en el nombre del Hijo de Dios, ya está
condenado (v. 18). Tampoco es Dios quien lleva a cabo el juicio, sino que lo realiza el hombre a través de su actitud de acogida o rechazo de Jesús. Todo, vida o muerte, está en las manos del hombre y no en las manos de Dios (cf. 12,47s). El hom7
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