La conquista del Lejano Oeste

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Le Monde diplomatique / el Dipló / Mayo 2007
INVERSIONES MINERAS EN ARGENTINA
Una legislación a medida
por Nicolás Gutman*
La conquista del Lejano Oeste
Como en las viejas películas del Far West, en las que la “fiebre del oro”
empujaba a millares de individuos hacia el sueño de la rápida fortuna,
Argentina ha devenido el nuevo Eldorado, aunque esta vez como coto
exclusivo de grandes empresas multinacionales. El oro de la cordillera
Argentina se transformó en un país de
importancia en la minería mundial en 1997,
cuando la mina Bajo la Alumbrera entró en
actividad en la provincia de Catamarca.
Hasta entonces la minería consistía esencialmente en la explotación tradicional de
minas subterráneas enfocadas en los minerales usados para la construcción y la industria. El panorama actual no podría ser más
diferente: gigantescas minas a cielo abierto
van tomando cuerpo en todo el país, mientras cientos de proyectos esperan ser aprobados por la Secretaría de Minería de la
Nación. El crecimiento del sector es tal que
en el último año las inversiones aumentaron un 56,6% respecto de 2005. Por su
parte, el crecimiento de las inversiones acumuladas en el período 2003-2006 supera el
490% (1).
Según un estudio de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) (2) durante la década de los ’90
América Latina se convirtió en el principal
destino de las inversiones en minería aurífera del mundo y Argentina, a su vez, en
uno de sus principales receptores. La Secretaría de Minería argentina estima que el crecimiento acumulado de proyectos para el
período 2003-2006 se sitúa por encima del
800%. Esas inversiones, como la mayoría
de los proyectos, están dirigidos a la extracción de oro y, en menor medida, de plata,
cobre y metales estratégicos de muy alto
valor utilizados en la industria aeroespacial
de los países desarrollados. A diferencia de
las de la minería tradicional, estas explotaciones constituyen casi exclusivamente
minas a cielo abierto que utilizan el método
de lixiviación en pilas con soluciones de
cianuro (ver pág. 14) en procesos altamente
contaminantes que plantean el riesgo de
catástrofes ambientales si no son rigurosamente controlados.
El oro, reserva de valor internacional, tiene escasos usos industriales. Se lo
utiliza para la joyería, pero sobre todo se
lo atesora en los bancos centrales y su gran
liquidez lo asemeja más a un instrumento
financiero sólido que a una materia prima.
De hecho, esta nueva fiebre del oro no es
casual: a medida que el dólar y los bonos
del tesoro estadounidense se devalúan, el
precio del oro se ha disparado, pasando de
un valor de 277 dólares por onza en 2002
a 630 dólares en la actualidad. Sin embargo,
la ley argentina prohíbe explotarlo al propio Estado (Art. 9 y 346 del Código
Minero).
Paradigma de explotación
A principios de la década menemista, un
grupo de empresarios y políticos concibió
una estrategia clara para apropiarse de uno
de los últimos grandes recursos no renovables del país, a través de un mercado alta*MAGISTER EN ECONOMÍA Y POLÍTICAS PÚBLICAS,
GEORGE MASON UNIVERSITY, ESTADOS UNIDOS.
EXPERTO EN TEMAS DE MINERÍA Y MEDIO AMBIENTE.
y precordillera desató una carrera entre las grandes corporaciones
extranjeras y fijó en el país la nueva frontera minera. Espectacular crecimiento de un sector que cuenta con inmensas ventajas, apoyo internacional y la menor injerencia posible del Estado y la sociedad civil.
todas aquellas del Tercer Mundo en donde
el BM intervino en el diseño de las políticas públicas del sector.
En el reporte del BM de 1998 que
aprueba el crédito para la entonces Subsecretaría de Minería de la Nación el organismo admite –a pesar de estar directamente involucrado desde 1991 en el diseño
e implementación de las políticas del sector–, que los estudios de impacto ambiental han sido procesados “a pesar de la relativamente débil capacidad y nivel técnico
de las Unidades de Manejo Medioambiental Provinciales” (3), lo que sugiere
que el propio Banco no se interesó en los
aspectos sociales y ambientales hasta prácticamente una década después de haber
impulsado la explotación y apropiación del
recurso por las grandes corporaciones, en
las cuales tiene un interés económico
directo, a través de su brazo inversor, la
Corporación Financiera Internacional
(CFI). Irónicamente, el proyecto está catalogado bajo el ya famoso lema de la institución de “reducción de la pobreza”...
Oro, cobre, otros metales
Negocio fabuloso
Materiales indutriales
Rocas ornamentales
Piedras preciosas
Carbón
Minerales para la construcción
Turba
JIMENA DURÁN, Proyectos mineros en Argentina, año 2006 (Fuente: Secretaría de Minería,
Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación)
mente concentrado y en condiciones muy
ventajosas. Promovieron la creación de
un marco jurídico que contemplara el
ingreso de la gran minería mundial en
Argentina bajo el paradigma neoliberal de
explotación de los recursos naturales: las
mejores condiciones posibles para las
empresas involucradas y la menor injerencia posible del Estado y de la sociedad civil.
Un impulso determinante a la ingeniería
jurídica y técnica necesaria llegó por medio
de dos grandes préstamos del Banco Mundial en 1996 y 1998, de 30 y 39,5 millones
de dólares respectivamente.
La altísima concentración del sector
a nivel mundial, sumado al hecho de que el
oro es un recurso natural que no tiene un
uso social ni industrial indispensable y se
explota en zonas muy alejadas de los centros urbanos, contribuyeron a que el sector
y las leyes que reglamentan la actividad
minera se hayan desarrollado en las sombras y con una muy baja exposición pública.
En este contexto, el viejo Código
Minero ha sido modificado en varias oca-
siones, comenzando por la Ley 24.196 de
Inversiones Mineras del año 1993. Una lectura cronológica de la sanción de las leyes
no deja lugar a dudas sobre su intencionalidad: recién en 1995, dos años después de
que se legislara cómo se haría el reparto de
las riquezas mineras y quiénes tendrían el
control político del proceso, se sanciona la
Ley 24.585 de Protección Ambiental en
Materia Minera, que incorpora, al igual que
legislaciones más avanzadas, los principales aspectos medioambientales de la
industria, con llamativas omisiones como
la de reglamentar el cierre de las minas. La
diferencia es que no los hace instrumentar
por organismos técnicos políticamente independientes y efectivamente capacitados, lo
que hace difícil su ejecución.
Así, el financiamiento del Banco
Mundial endeudó al país en 80 millones de
dólares para diseñar y –según la terminología del Banco– “reconvertir” al sector,
definiendo quiénes y cómo se quedarían
con los recursos minerales mediante una
legislación sorprendentemente similar a
Resulta ilustrativo que la aduana no haya
tenido durante casi una década, desde la
entrada en vigencia de las Leyes 24.196 y
24.224, un simple laboratorio para determinar la cantidad de minerales que eran
efectivamente sacados del país, remitiéndose para esto a una declaración presentada
por las empresas mismas preparadas en
laboratorios extranjeros.
La minería se encuentra protegida
por una legislación tan favorable al interés
de unas pocas empresas, que no puede
ser explicada racionalmente desde un punto
de vista económico. Las empresas mineras cuentan, entre otras ventajas, con estabilidad f iscal por treinta años, lo que
implica que no podrán ver afectada su carga
tributaria o arancelaria, ni disminuir sus
beneficios, ni ver modificado su régimen
cambiario pudiendo, además, deducir del
cálculo del impuesto a las ganancias el
100% del monto invertido en determinar
la factibilidad de un proyecto que incluye
las actividades de prospección, exploración, estudios especiales, plantas piloto e
investigación. Asimismo, las inversiones
en infraestructura también pueden ser
amortizadas del impuesto a las ganancias
y en virtud de la Ley 24.228 sobre Acuerdo
Federal Minero, las provincias y el Estado
Nacional acordaron eliminar todo gravamen y tasa municipal e impuesto a los
sellos. Además, las empresas están exentas de aranceles y tasas aduaneras, por lo
que no pagan derechos de importación o
de todo otro gravamen, derecho o tasa de
estadística por la importación de bienes de
capital, equipos o insumos. También están
exentas del impuesto al cheque y a los combustibles, se encuentran especialmente
favorecidas por la exención de retenciones
a las exportaciones y por el trato diferen-
Le Monde diplomatique / el Dipló / Mayo 2007
INVERSIONES MINERAS EN ARGENTINA
cial a sus ganancias, ya que pueden transferir al exterior el capital y las ganancias
en cualquier momento y sin pagar cargas
o impuestos sobre dichas transferencias,
sin tener que liquidar las divisas ni ingresar al país el 100% de lo producido por sus
exportaciones.
En octubre de 1999 la Ley 25.161,
modificatoria de la Ley 24.196 de Inversiones Mineras, agregó más incentivos, sin
mayor fundamento, para las multinacionales mineras aún reticentes. A partir de
esta modificación las empresas del sector podrán también deducir de las regalías
–ya ínfimas de por sí– los siguientes gastos: costos de transporte, flete y seguros
hasta la entrega del producto logrado, los
costos de trituración, molienda, beneficio
y todo proceso de tratamiento que posibilite la venta del producto final, los costos de comercialización hasta la venta
del producto logrado, los costos de administración hasta la entrega del producto
logrado, menos los correspondientes a la
extracción, y finalmente los costos de fundición y refinación. En otras palabras, se
puede dar el caso de que si los costos de
comercialización involucraran a un trader
en Londres o New York que cobra por
sus servicios tres millones de dólares, éstos
se pueden deducir de lo que queda en el
país de las regalías...
Cuando se trata de valiosos recursos
naturales no renovables, no es necesario
atraer inversiones; muy por el contrario,
éstas se dirigen por sí mismas hacia el
recurso, tanto en el marco de la más estricta
de las legislaciones y controles, propias de
los países avanzados, como en el de los más
recónditos rincones del planeta, tengan
estos últimos ventajas, desventajas o aun
guerras civiles. El discurso imperante de
los años ’90 legitimó la apropiación de los
recursos de los países subdesarrollados
mediante la retórica de la atracción y la
seguridad jurídica de las inversiones extranjeras, cuando en realidad su explotación es
generalmente un negocio fabuloso hasta
en la más desventajosa circunstancia jurídica o política. Confiar en que sin controles estrictos por parte del Estado las
empresas van a cumplir leyes muy laxas y
responder a cuestionados organismos de
control es cuanto menos ingenuo, máxime
teniendo en cuenta que algunas de estas
empresas están involucradas en graves
hechos de fraude en Canadá y de contaminación y violación de derechos huma-
cias son llevados al exterior, lo que queda
en el país es la regalía de un máximo del
3%; el costo de la mano de obra local más
una módica actividad económica generada
con la compra de insumos de escaso valor
industrial provistos por empresas locales,
sumas muy marginales respecto del valor
de los recursos extraídos.
¿Para quiénes brilla el oro?
En los últimos dos años, ante la concreción
de cada nuevo proyecto, los principales
medios de comunicación han aclamado las
cifras multimillonarias que se invierten en
el sector, al tiempo que varias voces de la
industria remarcaban que la minería ya
Un grupo de empresarios y políticos
concibió una estrategia clara para
apropiarse de uno de los últimos
grandes recursos no renovables del país.
nos en África y Asia.
Las empresas mineras funcionan en
Argentina con un contacto económico
mínimo con su entorno. Los métodos actuales de explotación y la legislación vigente
hacen que la extracción del oro del subsuelo
no se inserte dentro de una cadena productiva amplia e integrada económicamente.
¡Los proyectos actualmente en funcionamiento ni siquiera prevén el proceso de los
minerales en el país! Debido a que la tecnología necesaria se importa al país libremente y el proceso industrial y las ganan-
superó en exportaciones al tradicional sector cárnico o difundían las impresionantes
cifras que demuestran su notable crecimiento anual.
Pero un análisis más pormenorizado
muestra una realidad muy diferente. En la
recientemente inaugurada mina Veladero,
explotada por Barrick Gold en la provincia de San Juan, se hizo público que se
esperaba que el valor de los minerales
extraídos y una vez procesados fuera del
país fuese aproximadamente de 12.000
millones de dólares. A cambio de seme-
jante riqueza la provincia de San Juan
espera recibir como regalía, a lo largo de
20 años, 70 millones de dólares… (4). La
situación de Veladero no es una excepción;
esta cifra irrisoria es reflejo del porcentaje
que las corporaciones multinacionales
deben pagar por todo concepto, según la
ley vigente, por la apropiación de un
recurso no renovable. Además, el Estado
no ejerce un verdadero poder de policía que
asegure que la ya de por sí exigua regalía
sea efectivamente representativa de la cantidad real de minerales extraídos y sacados
del país. Del mismo modo que las empresas petroleras, las mineras dan cuenta de
sus exportaciones mediante una simple
declaración jurada…
La respuesta es evidentemente que
no. Un muy alto porcentaje de todo el valor
de los minerales extraídos nunca verá el
suelo ni el sistema financiero argentino. Se
trata entonces de un acuerdo muy particular que transfiere el riesgo al Estado, al reasegurar éste por treinta años a las corporaciones multinacionales frente a todo lo que
previsiblemente pueda afectar sus inversiones, sus ganancias, su rentabilidad y hasta
el mínimo riesgo eventual. Un verdadero
capitalismo de rapiña.
Debido a que la minería en gran
escala requiere de cuantiosas inversiones
iniciales, tiene sentido que la legislación
impulse la iniciativa privada y el capital de
riesgo en el sector como una opción más
entre otras posibles formas de explotación,
pero no así que ésta sea la única forma legítima por expresa normativa, en detrimento
de la participación de otros actores. En otros
países existen empresas mineras estatales
y de participación mixta (el ejemplo es el
cobre en Chile, que ni Augusto Pinochet
Ola minera neoliberal en América Latina
La situación argentina no es la excepción, sino la regla. Las
leyes que regulan la industria minera en países tan diversos
como Perú, Guatemala, Filipinas o Indonesia tienen tantas
similitudes –todas producto de reformas hechas con pocos
años de diferencia durante la década de 1990– que es muy
difícil no encontrar en ellas las huellas digitales del Banco Mundial. Pero más allá de las leyes, impresiona el paralelismo de
lo que sucede en América Latina a la hora de ver quiénes
ganan con la extracción de la riqueza de la tierra.
Cuando la mina Yanacocha se instaló en 1993 a una hora de
ruta al norte del pueblo de Cajamarca, Perú, los habitantes se
entusiasmaron con la llegada del ansiado desarrollo y los puestos de trabajo que la mina traería. Las promesas seguían sin
materializarse cuando el 2 de junio de 2000 corrió la voz de
que un camión de la mina, la segunda mayor de oro del
mundo, venía desde hacía varios kilómetros derramando una
sustancia a través de los pueblos de San Juan, Magdalena y
Choropampa. Varios vecinos entraron en contacto con la
llamativa sustancia, que resultó ser mercurio… Choropampa
se convirtió en un desastre ambiental. Martina, una de sus
habitantes, recuerda que “brillaba como un espejo, como
algo hermoso” y que “los niños la juntaban en botellas y jugaban”. Aproximadamente 925 personas fueron afectadas y
muchos de quienes fueron envenenados con mercurio todavía sufren sus efectos. La empresa y el Banco Mundial, propietario minoritario de la mina a través de la CFI, lograron arreglos extrajudiciales con los afectados ofreciéndoles un pequeño
monto de dinero a cambio de no accionar en su contra en
la justicia. Una jugada cuanto menos llamativa la de dejar
sin acceso a la justicia y a una reparación digna a los más pobres
para una institución que proclama “trabajar por un mundo
sin pobreza”.
Fue en Cajamarca, en 1532, donde Atahualpa, el último emperador Inca, ofreció a los conquistadores españoles un cuarto
lleno de oro a cambio de su libertad. Francisco Pizarro se quedó
con el oro y ejecutó a Atahualpa. 475 años después las mayores corporaciones estadounidenses y canadienses siguen extrayendo miles de millones de dólares en oro y metales preciosos; los pueblos cercanos siguen tan pobres como siempre.
Los servicios públicos de Cajamarca se encuentran colapsados por el incremento de trabajadores que llegan enfermos
de la mina, y los campesinos denuncian que el agua baja de
la montaña “color marrón”. Cuando la empresa decidió extender la mina al cerro Quilish, sin más esperanzas infundadas
y con el sabor amargo de las promesas incumplidas, los pobladores de la zona bloquearon las rutas para impedirlo. Saben
que el desarrollo es sólo para unos pocos y que cuando se
acabe el oro, sus tierras cultivables van a estar arruinadas y no
van a valer nada.
Amenazas, dádivas y violaciones de derechos. El caso de
Guatemala –reformuló sus leyes mineras en 1997–, donde las
mineras pagan una regalía saqueadora del 1%, es también
ilustrativo. En 2003 la empresa canadiense Canadian Glamis
Gold Ltd. obtuvo el permiso para explotar la mina Marlin, en
el sur del país, con reservas superiores a 2.000 millones de
dólares, pese a que la población, en su mayoría campesinos
de subsistencia de las etnias indígenas Mam y Sipakapense
(en una región donde un 95% de la población vive en situación de pobreza extrema), se oponía al proyecto. Unos meses
después la empresa recibió 45 millones de dólares de la CFI.
En un clima enrarecido, en enero de 2005 más de 1.300
soldados y policías chocaron violentamente con los pobladores que bloqueaban pacíficamente la ruta Panamericana en
protesta por la instalación de la mina, con un resultado de
varios heridos y un campesino muerto y la comprobación de
los planes para matar al obispo del pueblo de San Marcos,
quien se oponía activamente a la mina.
En noviembre de 2004, representantes de las comunidades indígenas de Sipacapa y San Miguel Ixtahuacán
pidieron al Banco Mundial que se suspendiera el crédito
de 45 millones de dólares de la CFI a la compañía Exploradora Montana S.A., por violar el artículo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y que la licencia
fuera revocada. En 2005 también se presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión
de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra
(Suiza) un informe de la represión a las protestas de los
campesinos.
La Procuraduría de Derechos Humanos de ese país y varias
Organizaciones No Gubernamentales internacionales concluyeron que la mina aurífera a cielo abierto Marlin vio-
laba los derechos consagrados en el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones
Unidas en lo referente al derecho al agua y a los alimentos, como así también el artículo 169 de la OIT, que reconoce el derecho de los pueblos indígenas a ser informados
y consultados previamente.
A pedido del Banco Mundial la minera creó, a través de una
organización estadounidense, la “Fundación Sierra Madre”
para, en sus palabras, ayudar al desarrollo sustentable de la
comunidad. Los proyectos de la fundación eran, por ejemplo,
una panadería o cursos de costura, para los que las mujeres
debían comprar las máquinas de coser a la propia fundación.
Ésta dependía por completo de la minera y se centraba más
en promover sus intereses en la región que en el bienestar de
los pobladores. Por ejemplo, la empresa organizaba reuniones en las que los pobladores firmaban para recibir almuerzos gratis, firmas que después eran utilizadas como prueba
de que habían informado a la población y obtenido su consentimiento para el proyecto.
Las comunidades llevaron a cabo un referendo, en el que
un 96% de la población se manifestó contraria a la mina, a
pesar de las amenazas y la violencia contra los opositores al
proyecto. Sin embargo, y en contra de la posición de la Corte
Constitucional de Guatemala, el gobierno nacional desestimó
el referendo como no vinculante.
En el Valle de Siria, Honduras, donde la misma empresa tiene
una mina a cielo abierto, los pobladores están sujetos a las
mismas tácticas de amenazas, dádivas a los líderes comunitarios y pequeños regalos y prebendas a pobladores y funcionarios locales. La empresa se defiende cínicamente, afirmando que quienes se oponen a la minería lo hacen en
contra de los pobres, sin mencionar, por ejemplo, que Caritas Honduras denunció que más del 70% de la población
del Valle sufre severas enfermedades dermatológicas desde
que la mina comenzó a operar en 2001 y que el uso de agua
subterránea es tan intenso que ya secó varios ríos dejando
a los campesinos al borde de la pobreza y el desamparo más
absolutos. u
N.G.
© LMD ed. Cono Sur
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Le Monde diplomatique / el Dipló / Mayo 2007
INVERSIONES MINERAS EN ARGENTINA
se atrevió a privatizar), que son exitosas
y competitivas y están sujetas a un proceso
de control que contempla los diferentes intereses en pugna. Se favorece así una política
pública más transparente respecto de un
recurso estratégico.
Bien al contrario, los procesos cerrados, en los que la legislación no permite un
chequeo de otras fuerzas e intereses que no
sean los que están designados a priori para
tales efectos, incentivan prácticas que se
alejan del bien público, a medida que
controladores y controlados se encuentran
separados por una línea cada vez más
difusa.
Materias primas y desarrollo
Mientras el precio de los minerales en el
mercado internacional sigue incrementándose sostenidamente empujado por la gran
demanda de China, India y otros países
emergentes, la oferta no puede reaccionar con suficiente velocidad a este nuevo
escenario, por lo que las empresas del sector amasan verdaderas fortunas. Las operaciones de la anglo-australiana BHP Billiton en Chile la convierten en la empresa
más rentable de América Latina; sin
embargo, su masa salarial es de 70 millones de dólares, ¡menos del 1% de las
ganancias del grupo y sus socios! (5). Éste
no es un dato menor, ya que las empresas
buscan una amplia legitimación social
mediante la promesa de creación de puestos de trabajo, especialmente en las zonas
más pobres y alejadas de las grandes ciudades, donde la llegada de los nuevos
emprendimientos suele dividir a las comunidades entre quienes los apoyan por las
Esquel dice “No a la mina”
En marzo de 2003, el pueblo de Esquel, conocido por sus atractivos turísticos como el centro de ski de La Hoya y el Parque Nacional
Los Alerces, además de una actividad económica centrada en la agricultura y el turismo,
decidió decirle no a la explotación de un yacimiento de oro y plata localizado a 6 kilómetros de la ciudad, entonces en manos
de la empresa Meridian Gold de Canadá.
Los vecinos constituyeron un movimiento
transversal, que integra a todos los sectores sociales de la localidad y en un debate
público sin precedentes optaron por rechazar, a través de manifestaciones masivas, la
instalación de la mina en favor de un desarrollo local más equitativo y sustentable. Sin
embargo, la lucha se reveló desigual frente
a los recursos de las grandes corporaciones
oportunidades laborales que prometen y
quienes prefieren no arriesgar el futuro ante
la amenaza de contaminación y la pérdida
de los medios de vida sustentables, como
la agricultura y el turismo.
Las externalidades de la gran minería son tan altas, que desarrollar el sector
como política de Estado priorizando los
puestos de trabajo y las inversiones requiere
de una seria reconsideración de los costos
y beneficios que otorga el marco jurídico
actual. La industria minera emplea en el
mundo al 0,9% de los trabajadores; sin
embargo según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es responsable por
el 5% de las muertes laborales reportadas
para decidir cuándo y dónde explotar los
recursos minerales.
El 23-3-03 el 81% de los habitantes de
Esquel votó en contra de la instalación de la
mina, en un plebiscito no vinculante. Sin
embargo, todavía no esta dicha la última
palabra, y las denuncias por violencia e intimidación a aquéllos que se oponen a la mina
ya son parte de la vida de Esquel (1). u
1
Finalmente, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación rechazó un recurso de queja de la empresa El
Desquite S.A. y dejó firme la prohibición de “desarrollar trabajos de explotación de un yacimiento a cielo
abierto con la utilización de cianuro en los procesos
de producción”, Página/12, Buenos Aires, 18-4-07.
N.G.
y dadas las prácticas del sector en los países en desarrollo, el número suele llegar
hasta el 7% teniendo en cuenta las muertes
no reportadas y la alta morbilidad de los
trabajadores por las enfermedades laborales que se manifiestan tardíamente. Además, Argentina no ratificó la Convención
Nº 176 sobre “Seguridad y salud en las
minas a cielo abierto” de la OIT, a pesar de
que el texto es operativo desde 1991 para
los países que quieran ratificarlo.
Por otra parte, las experiencias de
otros países parecen no haber suscitado el
interés de los legisladores locales a la hora
de reglamentar el sector. En los países desarrollados, la minería a cielo abierto sur-
Efectos en el medio ambiente
gió a mediados de la década del ’70. Si se
tiene en cuenta que estas minas tienen una
vida útil promedio de 20 años, allí pueden estudiarse los primeros resultados económicos, sociales y ambientales de esta tecnología. A modo de ejemplo, en 1992 la
pequeña mina de Summitville, en Colorado, Estados Unidos, que sólo pudo explotar minerales por un valor de 130 millones
de dólares, significó para los contribuyentes locales un costo de 200 millones de
dólares (hasta la fecha) para limpiar el río
Alamosa, contaminado con cianuro desde
el primer día de operaciones. Los ejemplos
abundan, y queda claro que las ínfimas
regalías que van a dejar los nuevos megaproyectos de la cordillera no podrían cubrir
el costo de la más mínima eventualidad o
accidente. Se trata del gran saqueo del
último recurso natural de la Argentina,
“el cofre sellado de la minería Argentina”,
como dijo Joaquín V. González al hablar de
las riquezas del país. Un cofre que se está
comenzando a abrir. u
1
Información provista por la Secretaría de Minería de
2
Ariela Ruiz Caro, Situación y tendencias de la minería
la Nación.
aurífera y del mercado internacional del oro, Cepal,
Naciones Unidas, Santiago de Chile, julio de 2004.
3
Argentina: Second Mining Development Technical
Assistance, Report Nº 6709, World Bank, Washington
DC, 1998.
4
“Arrancó la mina de oro Veladero”, Clarín, Buenos
Aires, 12-10-05.
5
“Chile: huelga en la mayor mina de cobre del
mundo”, Clarín, 27-8-06.
N.G.
© LMD ed. Cono Sur
por Nicolás Gutman
Tan peligrosa como
los desechos nucleares
Todas las actividades humanas e industriales generan algún tipo de
contaminación; el debate no debe plantearse entonces como desarrollo versus contaminación. Es necesario más bien analizar cómo se
pueden minimizar las consecuencias negativas del desarrollo industrial,
que en el caso de la minería presenta graves peligros e inconvenientes.
Para ello, la ciudadanía debe poder participar del monitoreo.
Esta situación es especialmente relevante
para la gran industria minera, ya que por sus
características es única. En Estados Unidos,
donde existe la mayor cantidad de datos
científicos y estadísticos disponibles sobre
el sector, la Environmental Protection
Agency (EPA), of icina de protección
ambiental del gobierno, considera que la
minería es después del calentamiento global la mayor amenaza a los ecosistemas del
planeta, además de ser la mayor industria
generadora de contaminación tóxica de ese
país, superando a cualquier otro sector industrial (1). En un estudio sobre la calidad del
agua y el desafío y los costos económicos
que implican su contaminación, la EPA concluye que “la minería en el oeste de los Estados Unidos ha contaminado más del 40%
de las cuencas hidrográficas de la región” y
agrega que “el saneamiento de las minas
abandonadas en 32 estados de los Estados
Unidos puede costar 32.000 millones de
dólares o más” (2).
Cianuro, residuos y agua
Una mina a cielo abierto remueve cientos de
millones de toneladas de tierra y roca, que es
pulverizada para extraer los minerales. En el
caso de sustancias de alto valor como el oro
y la plata, se ha vuelto rentable extraerlo
volando montañas, mesetas y suelos con
explosivos en extensiones kilométricas,
haciendo cráteres en la tierra de hasta dos
kilómetros de ancho por uno de profundidad
que bien podrían contener un pueblo. A
medida que las mejores reservas se van agotando, la búsqueda de metales preciosos se
intensifica, tanto hacia nuevos países como
hacia la explotación de minas con menos porcentaje del mineral buscado. El metal obtenido es sólo una ínfima cantidad del total de
tierra removida; en el caso del oro, se estima
que fácilmente se pueden generar hasta dos
toneladas de desechos por cada gramo de oro.
En la minería moderna a cielo abierto
se utiliza, predominantemente para la extracción del oro, el proceso de lixiviación. La
roca dinamitada se tritura y muele, se junta
en pilas y se riega con millones de litros
de agua mezclada con varias toneladas de
cianuro de sodio. Esta solución se amalgama
con el oro en una solución oro-cianuro soluble en agua que se colecta al pie de las pilas;
una vez que estas pilas llegan a medir 100
metros de altura –lo que equivale a un edificio de 30 pisos– el proceso comienza de
nuevo. La efectividad del cianuro (3) para
extraer oro es tanta –supera el 95%– que ha
permitido que desde 1973, cuando se lo utilizó por primera vez, la explotación se tornara rentable allí donde hubiera sido imposible o económicamente inviable. Así, la
minería moderna se asemeja más que cualquier otra a la industria química, pero sin
embargo no es regulada como tal.
El resultado del proceso de lixiviación es una solución viscosa que se destina
a una suerte de grandes lagos llamados
“dique de cola”. Éstos contienen millones
de toneladas de tierra y minerales mezclados con el cianuro, utilizado además en la
extracción de los metales pesados presentes en las rocas removidas. Pero en este caso
“dique” no hace referencia a las represas
convencionales; los “diques de cola” se
construyen a medida que va creciendo el
cráter de la mina con la tierra removida, por
lo que su integridad estructural queda comprometida. Es así que los accidentes por
rotura de los diques de cola explican más de
un tercio de todos los accidentes mineros
ocurridos en las últimas dos décadas.
Para comprender la magnitud del
potencial contaminante de estos procesos,
dos cifras son más que ilustrativas: en
Canadá la minería genera más de dos millones de toneladas diarias de desechos sólidos; más de 650 millones de toneladas al
año. En Estados Unidos, genera 1.700 millones de toneladas anuales; diez veces los
desechos producidos en el mismo lapso por
todos los hogares, industrias y comercios
del país combinados.
Como la legislación argentina actual
no prevé la participación pública en la aprobación de los emprendimientos, crecen los
temores y los conflictos en las comunida-
Le Monde diplomatique / el Dipló / Mayo 2007
INVERSIONES MINERAS EN ARGENTINA
des cercanas, relacionados con el acceso
al agua y las probabilidades de un serio deterioro en su calidad y disponibilidad, especialmente en las zonas áridas. En efecto, las
minas a cielo abierto requieren miles de
litros de agua dulce por minuto, por lo que
los emprendimientos se abastecen de todas
la fuentes cercanas a disposición.
Así, se desvían ríos o se extrae el agua
subterránea en las zonas áridas. Si al abrir
grandes tajos en la tierra se llega hasta las
napas subterráneas, es preciso bombear el
agua constantemente; de lo contrario se
crean lagos artificiales que podrían contaminarse con facilidad, ya que en las paredes
expuestas de la excavación comenzará el
proceso de drenaje ácido, lo que a su vez
facilita el arrastre de los metales pesados
presentes… Si en el proceso se llegara a filtrar el agua ya expuesta a los compuestos
químicos, la integridad del sistema de aguas
y napas subterráneas, la fuente para consumo humano y la agricultura, podría terminar gravemente contaminada.
Este riesgo es muy alto, y por lo tanto
el monitoreo de la calidad del agua es una
herramienta imprescindible, aunque el diagnóstico suele resultar tardío debido a la baja
dinámica del agua subterránea. Cuando los
primeros síntomas de contaminación aparecen, el grado de deterioro generalmente es
muy severo y por ende muy difícil de remediar. Los procesos de contaminación del agua
subterránea son muy lentos y pueden durar
decenas de años, al igual que los de limpieza.
Comunidades afectadas
Argentina todavía está en los comienzos de
la “revolución minera” a cielo abierto.
Sin embargo, los problemas con las comu-
JULIO PANTOJA, Mina de cobre y oro Bajo la Alumbrera, Catamarca (Archivo Latino)
nidades ya comenzaron. Los vecinos de
Concepción, en la provincia de Tucumán,
solicitan que se inicie una investigación
penal señalando a la mina Bajo la Alumbrera en Catamarca como la responsable
de la contaminación del agua destinada al
consumo humano.
Los ciudadanos afectados se encuentran excluidos de la toma de decisiones, ya
que la legislación federal no contempla un
mecanismo efectivo para su participación
real y ni siquiera incorpora los mecanismos
básicos –previstos por la mayoría de las agencias internacionales de desarrollo en los proyectos de gran escala– de “consentimiento
previo e informado” de las comunidades cercanas. Ante esta indefensión, los ciudadanos
han creado nuevos conceptos, como el de
“licencia social”, para llevar adelante una
movilización política en defensa del medio
ambiente de una dimensión inédita en el país.
Frente a esta situación, que abarca también
a otros sectores industriales, la legislación
nacional debería incorporar mecanismos y
procesos participativos en la toma de decisiones, aplicables a proyectos de alta potencialidad en la afectación al medio ambiente
y a la calidad y medios de vida de las comunidades cercanas.
Los temores no son infundados, más
aún cuando los organismos de control
nacionales y provinciales son pequeños,
técnica y financieramente, para una tarea
de control efectiva. Los vecinos de Cata-
marca y Tucumán denuncian las constantes roturas del mineraloducto que lleva las
tierras a ser procesadas desde la mina Bajo
la Alumbrera, en Catamarca, hasta Tucumán. De allí es transportada en tren hacia
los puertos para ser enviada al extranjero,
donde se realiza el proceso del que se obtienen los metales. Si bien el mineraloducto
debía estar enterrado a ocho metros bajo
tierra, en varios tramos se encuentra a sólo
un metro de profundidad bajo el lecho
del río.
Esta situación repercutió en los principales diarios del país pero es sistemáticamente minimizada por la empresa. Los
vecinos de Tucumán, a través de la Federación de Organizaciones Ambientales No
Gubernamentales (FOANG), recurrieron a
la Comisión Nacional de Energía Atómica
(CNEA) para hacer los estudios del agua.
El resultado señala que la muestra contenía cobre, plata, arsénico, vanadio, cromo,
plomo, níquel, mercurio, selenio, molibdeno y oro; y que los valores para el cromo
y el plomo son muy críticos y superan los
límites tolerables establecidos por la OMS
para el consumo humano. Se confirmaban
así estudios previos realizados en el
Embalse de Río Hondo.
Los vecinos del sur de Tucumán tienen fuertes sospechas de que la contaminación del agua está relacionada con los
desechos contaminantes generados por la
rotura del mineraloducto de Minera Alumbrera, que se enterraron años atrás en las
inmediaciones del dique de Villa Lola, en
Alpachiri. Afirman también que los desechos –barros contaminados con cianuro y
metales pesados– diseminados por roturas ocurridas en otras oportunidades son
enterrados impunemente, por lo que las
15
16
Le Monde diplomatique / el Dipló / Mayo 2007
INVERSIONES MINERAS EN ARGENTINA
napas freáticas de las que se abastecen de
agua quedan afectadas.
Drenaje ácido
Vía rápida de integración
A diferencia de los vaivenes del Mercosur,
una integración menos conocida funciona
ya perfectamente y sin contratiempos entre
dos países con una muy disímil estructura
arancelaria. Gracias al Convenio Binacional Argentino-Chileno sobre integración y
complementación minera, firmado por los
gobiernos de Carlos Menem y Eduardo Frei
el 29 de diciembre de 1997, para las empresas mineras entre Chile y la Argentina no
hay frontera ni aduanas.
Los vehículos de las empresas mineras pueden transitar libremente de un país
a otro, por lo que es necesario confiar en
que los gigantescos camiones que transitan la cordillera lo hagan cargados solamente con los metales preciosos que se llevan por migajas y no aprovechen la
oportunidad para transportar otro tipo de
cargamentos tanto o más lucrativos que
el oro. Pero no sólo es preocupante que un
convenio haya eliminado una de las más
extensas fronteras internacionales del planeta para un exclusivo grupo de corporaciones internacionales. En el tratado no
existe cláusula alguna que preserve la integridad de los parques y reservas –tanto provinciales como nacionales– ni de las áreas
turísticas que se encuentren en su ámbito
de aplicación (4). En San Juan, las minas
de Veladero y Pascua Lama se encuentran literalmente sobre la Reserva de Biosfera San Guillermo, declarada tal por la
UNESCO en 1981. Con casi un millón
de hectáreas de extensión, forma desde
1998 el Parque Nacional San Guillermo.
Según Radio Universidad de Chile,
en 2000 la empresa canadiense Barrick Gold
presentó a las autoridades de ese país el
informe de impacto ambiental del proyecto
binacional de Pascua Lama, en el que la
empresa olvidó mencionar que parte de
las riquezas a extraer se encontraban bajo
los glaciares Toro I, Toro II y Glaciar Esperanza. Un estudio más profundo e independiente señaló que la destrucción de los
glaciares no sólo sería irreversible sino que
afectaría gravemente a agricultores y ecosistemas a ambos lados de la cordillera.
En este estudio, un concejal de la
comuna chilena de Alto del Carmen aseguró que “van a utilizar más de 16.000 toneladas diarias de cianuro y 80.000 kilos diarios de explosivos, que van a producir un
daño estructural de hasta 900 metros fuera
del área de la mina. El material particulado
es inmenso y eso nos hace pensar que va a
ser todo contaminado, todo destruido”. Y
agrega: “En lo que respecta a nuestros vecinos argentinos, las autoridades tienen poca
información sobre este tema puntual” (5).
De hecho, en Argentina la empresa no
encontró ningún obstáculo para iniciar
las operaciones, mientras que Chile ha
tomado con más seriedad la preservación
de los glaciares.
A la espera del temblor
Es en el terreno donde se cruzan la ciencia y
la política donde se debe trabajar para prevenir los desastres ambientales. Los accidentes ocurren en la mayoría de los casos en
países con instituciones débiles, poca independencia de los organismos de control, una
sociedad con bajos niveles de acceso a la educación y con altos índices de pobreza. Empresas que en sus países de origen se comportan
como agentes sociales comprometidos, invirtiendo en las comunidades en donde están
presentes, en otros contextos y latitudes son
acusadas de graves hechos de corrupción y
hasta de violencia.
El drenaje ácido ocurre cuando al extraer el oro, la plata o el cobre que se encuentran
en rocas ricas en minerales sulfúricos como la pirita, éstos son expuestos al aire y el agua
por primera vez desde que se formaron hace millones de años, generando una reacción
química que produce ácido sulfúrico; lo que a su vez crea un medio propicio para microbios que aceleran el proceso, perpetuando así una reacción en cadena. El drenaje
ácido de las minas se puede ver como una capa de color naranja en el fondo y bordes
de los ríos; dentro de muchas minas el agua contaminada es tan ácida que puede disolver herramientas de hierro con facilidad y llegar a un pH de -3,6, lo que representa 10.000
veces más ácido que el contenido en la batería de un automóvil. Si bien existen formas
de atenuar la contaminación del drenaje ácido, en la práctica este proceso es irreversible. En Andalucía, España, se detectó drenaje ácido en el Río Tinto… residuo de minas
explotadas en tiempos del Imperio Romano. El ácido sulfúrico tiene la cualidad de facilitar la disolución en el agua de otros metales pesados presentes naturalmente en las
rocas como el plomo, arsénico, mercurio, cadmio y selenio, facilitando así su introducción en ríos, aguas subterráneas y de deshielo. u
N.G.
Mientras los congresistas argentinos se apresuraban a legislar cómo se repartiría la riqueza minera nacional, las grandes
multinacionales, ya varios pasos adelante,
depuraban las mejores técnicas legales y
financieras para disponer de una rápida vía
de escape para cuando las cosas no salieran
bien. Es que los costos asociados a la
reparación de accidentes y a la posible contaminación de las minas después de que
dejan de operar son siempre altos y en algunos casos multimillonarios.
Porque si bien los accidentes son
infrecuentes, cuando suceden son devastadores. En el año 2000 una rotura del dique
de cola de una mina en Baia Mare, Rumania, contaminó con millones de metros cúbicos de barros con cianuro el río Danubio
hasta el Mar Negro, pasando por Hungría y
Yugoslavia: el cianuro de sodio y los metales pesados que eliminaron toda vida acuática kilómetros río abajo. Según las autoridades húngaras, se vio afectada el agua
potable que consumen más de dos millones
de personas. Las consecuencias ecológicas
al diario español ABC la empresa “explicó
que no piensa pagar un solo céntimo de
multa” (7). Hasta el momento, el gobierno
español lleva gastados 276 millones de
euros en limpiar el desastre. Si para España,
con el respaldo de la Unión Europea,
resulta difícil lograr que una empresa de
origen sueco pague los costos del mayor
desastre ambiental de la península en los
últimos tiempos, poca esperanza queda de
que el Estado argentino pueda intervenir
con éxito ante un caso similar.
Según un artículo de The New York
Times, las grandes corporaciones mineras
se aprovechan de agujeros legales, crean
subsidiarias que protegen sus activos, están
desligadas penalmente de la verdadera
empresa madre y se aprovechan de un débil
control federal para pasar a los contribuyentes el costo de limpiar la contaminación resultante. Según diversas fuentes, el
costo de limpiar la contaminación de las
minas en Estados Unidos, incluyendo las
que cerraron y siguen contaminando y las
que están hoy en operación, fluctúa entre
Hasta para los reguladores gubernamentales es en muchos casos difícil saber a ciencia cierta quiénes son los verdaderos accionistas de las empresas. Lo cierto es que
muchos de los altos dirigentes del Partido
Republicano estadounidense, al que pertenece el actual presidente George W. Bush,
tienen debilidad por invertir en las pocas y
altamente concentradas corporaciones mineras. En la página de internet de la corporación Barrick Gold (10), propietaria de las
minas de Veladero y Pascua Lama en San
Juan, se lee que el ex presidente de los Estados Unidos y padre del actual mandatario
formaba parte de su consejo asesor internacional, aunque no aclara que era amigo y
frecuente partenaire golfístico del ex presidente Carlos Menem.
Entregar la riqueza del subsuelo del
país a estas empresas es abrir las puertas a
un grupo que incluye desde empresas serias
hasta aventureros del momento, pasando por
fuertes lobbies políticos y gigantescas corporaciones, cuyo punto en común es que
todos pueden causar una catástrofe ambiental. Por esta razón, las mejores legislaciones
se adelantan a los hechos y ante los proyectos de minas a cielo abierto plantean estrictos requerimientos financieros y penalidades: desde fideicomisos manejados por el
gobierno; requisitos de seguros para el
cierre de operaciones adquiridos en el mercado y en relación a los costos estimados
(no sólo de ganancias sino también de la
potencial afectación ambiental), hasta el cierre efectivo de la mina, entre otros muchos
complejos mecanismos. Aun así, estas sofisticadas baterías jurídicas han demostrado
no ser totalmente eficaces. u
1
Robert Repetto, Disclosure of material environmental
information in the hard rock mining industry, julio de
2004.
2
Liquid Assets 2000: America's Water Resources at a
Turning Point, U.S. Environmental Protection Agency,
2000, p. 10.
3
El cianuro es utilizado en minería por su gran poder de
combinación con los metales ya que extrae entre el 96
y el 99% del oro contenido en la roca molida. Éste era
el agente utilizado en las cámaras de gas en la
La mayor parte de la gente (…)
no está familiarizada
con los peligros que implica
la gran explotación.
Segunda Guerra Mundial. Una cantidad de cianuro
equivalente a un grano de arroz es suficiente, por contacto, ingesta o por respiración cuando está en estado
gaseoso, para matar a un hombre adulto; en menor
cantidad provoca trastornos cardiovasculares, neurológicos, respiratorios, intestinales y reproductivos; un
microgramo o millonésima de gramo por litro es mortal para toda vida acuática.
4
y sanitarias persistirán por cientos de años
(6). En 1995 falló el dique de la mina a cielo
abierto Omai Gold Mine, en Guyana, liberando 3.000 millones de litros cúbicos de
escombreras con cianuro y metales pesados
al río Omai y eliminando toda vida acuática
y silvestre. El presidente de Guyana declaró
el lugar afectado, residencia de 30.000 personas, como “zona nacional de desastre
ambiental” y a más de 80 kilómetros de río
como zona ecológicamente muerta.
Sin embargo, el poder político y económico de las multinacionales mineras
logra trabar herramientas efectivas para
que los daños y los costos millonarios de
reparación de estos desastres, cuando ocurren, sean afrontados por las propias empresas. Es el caso del dique de la mina Los
Frailes en Aznalcóllar, cerca de Sevilla,
España, que se rompió en 1998 y liberó
abruptamente 5 millones de metros cúbicos de lodos con arsénico, contaminando
a los ríos Agrio y Guadiamar, a 4.500 hectáreas de tierras agrícolas y al parque natural de Doñana, declarado patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO. El
gobierno de España sancionó a la empresa
Boliden Apirsa con 45 millones de euros,
pero según declaraciones de la compañía
los 12.000 y los 54.000 millones de dólares (8). El mismo informe, resultado de
una profunda investigación sobre minas de
oro en América Latina, Estados Unidos,
África y Europa, concluye que la minería
actual equivale, por su capacidad de afectación ambiental y riesgo a la población, a
los basureros nucleares, ya que en ambos
casos la contaminación debe ser tratada a
perpetuidad.
En un reporte presentado al Congreso
en 2005, el Tribunal de Cuentas del gobierno
de Estados Unidos concluye que la contaminación producida por las minas a cielo
abierto es generalmente grande, compleja
y muy costosa de limpiar, promediando los
50 millones de dólares para cada uno de los
casos estudiados. El reporte estima que el
costo de los 63 casos prioritarios –entre los
cientos de minas que hoy deberían estar sujetas a limpieza– sería de 7.800 millones de
dólares; de los cuales 2.400 millones deberían ser afrontados por el Estado. El reporte
concluye que la limpieza precisaría desde
40 años hasta perpetuidad, según el caso (9).
La mayor parte de los ciudadanos,
excepto aquellos que resultan directamente
afectados, no está familiarizada con los peligros que implica la gran explotación minera.
Se ven afectados por el tratado de integración minera:
Parque Provincial y Reserva Nacional de Ischigualasto
y Reserva de Biosfera San Guillermo (San Juan); Parque Provincial de Talampaya (La Rioja); Parques Nacionales de Laguna Blanca y Lanín (Neuquén), Nahuel
Huapi (Río Negro), Lago Puelo y Los Alerces (Chubut),
Perito Moreno (Santa Cruz), Las Termas de Fiambalá
(Catamarca), Pismanta (San Juan), El Sosneado (Mendoza), Copahue y Caviavue (Neuquén); y los Embalses
los Nihuiles I, II y III y Valle Grande sobre el río Atuel,
Los Reyunos sobre el río Diamante y Agua del Toro
(Mendoza).
5
Grace Albornoz, Diario electrónico, Radio Universidad
de Chile, 29-4-2005. Disponible en
www.radio.uchile.cl/Default.aspx
6
Report, United Nations Environment Programme
(UNEP), Assesment Mission, Ginebra, marzo de 2000.
7
Carmen Villar Mir, “Cinco años después del vertido de
la mina de Aznalcóllar no hay responsables por la
catástrofe”, ABC, Madrid, 4-08-02.
8
Jane Perlez y Kirk Johnson, “The Cost of Gold. Behind
Gold's Glitter”, The New York Times, 24-10-05.
9
Informe ante el Congreso del United States Government
Accountability Office (GAO-05-658), Environmental Liabilities. EPA should do more to ensure that liable parties
meet their cleanup obligations, agosto de 2005.
10
“Corporate responsability” en www.barrick.com
N.G.
© LMD ed. Cono Sur
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