del deseo de hijo a la demanda de análisis

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DEL DESEO DE HIJO A LA DEMANDA DE ANÁLISIS
Lic. Duhalde Costanza
Lic. Wainstein Viviana
Lic. Jadur Silvia
Nuestra tarea en Filium, psicología y reproducción, se centra en poder trabajar
los aspectos intra e intersubjetivos de los problemas en la procreación y/o
diagnósticos de infertilidad. Trabajamos en un marco socio-cultural en cual la
intervención de la medicina ante la imposibilidad del embarazo y el uso de
técnicas de fertilización asistida de baja y alta complejidad se encuentran
instituidos. Las consultas de personas cuyo padecer se vincula con la “falta” de
hijo se dan, en casi en todos los casos, en situaciones en que el diagnóstico
médico ya fue realizado y los tratamientos iniciados.
El tema de este congreso, “Persona y Presencia del Analista”, nos invitó a una
reflexión acerca de nuestro accionar en la particular trama que se teje entre el
médico reproductólogo y la pareja con dificultades en la concepción. A nuestro
entender, la tarea del psicoanalista que aborda esta temática requiere el
acceso a cierta información científica, que le posibilitará minimizar el impacto
que produce ser testigo, casi presencial, de procesos que la naturaleza había
planteado como privados, del interior del cuerpo y, aún ciencia mediante,
difíciles de develar. El alojar esta particular demanda requiere también del
analista una tramitación interna que le posibilite no sólo resignificar los términos
maternidad y paternidad, sino además propiciar los desanudamientos de las
tramas del deseo en relación al deseo de hijo. Es necesario despojarse de
prejuicios, poder disminuir la ansiedad ante lo desconocido, y a su vez trabajar
con significantes estructurados por un discurso médico.
La pseudo-identidad “infértil” subsume otras definiciones del sí-mismo. En la
Argentina, la ausencia de una ley de reproducción asistida, desestima la
posibilidad de procesar esta padecer como una enfermedad. Esta particular
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falta, la ausencia del hijo, se vive y sufre en soledad. No es compartible con
otros. A los otros no les pasa. O eso, en principio es lo que se sospecha.
Más allá de los conocimientos concretos que el analista pueda detentar, en
estos casos se suele producir, por parte de los pacientes, la adjudicación de un
saber científico o particular acerca de la infertilidad. Esto instala en la
transferencia un espacio en el cual el paciente pretende, por ejemplo, constatar
qué les pasa a otros en esta situación, si es normal o loco lo que siente en
relación a la dificultad para procrear. Permitir que se desplieguen y se hagan
pensables estas preguntas, y que de allí se parta hacia otros aspectos no
necesariamente vinculados a este padecer es parte del trabajo a realizar.
La ciencia médica puede aportar instrumentos que colaboran con la voluntad
de tener un hijo. Equipara el desear a un querer. Pero la trama del deseo
puede ser mucho más compleja. El deseo de hijo surge de una configuración
en la que se vinculan aspectos narcisistas y objetales, inherentes a la propia
historia libidinal
Como equipo de trabajo tuvimos la enriquecedora experiencia de trabajar con
una pareja que presenta dificultades para procrear desde tres escuchas
analíticas diferentes. La demanda inicial proviene de la pareja que, derivada
por su médico reproductólogo, acude a una primera entrevista con una de
nosotras. Este primer encuentro funcionó como una escucha que posibilitó la
apertura de un espacio terapéutico individual para cada uno de los integrantes
de la pareja con otras dos analistas, miembros del equipo. En este sentido, se
trata de un caso que permitió sostener un espacio de intercambio y
seguimiento conjunto.
V. y C. están casados desde hace 6 años, su edad actual ronda los 35 años.
Después de un año de búsqueda infructuosa consultan a un especialista
reproductólogo. Este determina que la causa de infertilidad es mixta –dificultad
ovárica femenina e inadecuada calidad espermática en el varón- y sugiere un
tratamiento de alta complejidad (ICSI) al que ellos acceden en el mismo
momento en que les es propuesto y que se realiza de forma inmediata. Frente
al fracaso de este tratamiento la magnitud de la sorpresa, frustración y angustia
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que se ponen en evidencia, propician la derivación realizada por el médico al
equipo psicológico.
Paulatinamente, y habilitado por el encuentro de este nuevo espacio de
elaboración, pudieron ser desplegadas, en ambos casos, problemáticas que
distaban al menos en forma manifiesta de la demanda inicial. Comenzaron a
circular por medio del discurso situaciones familiares de marcada conflictiva
edípica, que no propiciaban una genuina salida exogámica con el corolario de
un hijo de la pareja. La demanda original del queremos un hijo “ya” fue dando
lugar a preguntas personales, a cuestionamientos en relación a posiciones
pasivisadas en el entramado familiar, a lo dificultoso que resultaba abandonar
el lugar de hijo, al desarrollo laboral y básicamente a la descentralización de la
obtención del embarazo como única posesión posibilitadora de corte
generacional.
La preocupación ante la falta de hijo, si bien persiste, pasó a ser un territorio
paradójicamente fértil para la elaboración de otras cuestiones que clamaban
por encontrar un lugar donde demostrar “el yo puedo”, aceptar el “yo no puedo”
y desplegar el “yo deseo”.
En el caso particular de esta pareja, el peso de la acción parecía estar
depositado en la mujer, V., quien ocupaba el lugar ilusorio de la potencia. Se
daba un desequilibrio manifiesto de roles, que generaba en ambos un gran
padecimiento.
Marie Chatel (1993) sostiene que “la paternidad comienza cuando un hombre
actualiza un símbolo clave para la mujer que desea sexualmente. Eso será el
resorte fecundante de la concepción. Encarnar el símbolo de don creador para
aquella a la que encuentra”. Esto si la biología acompaña el proceso. Para C.,
miembro masculino de la pareja, la cuestión del desempeño laboral pasó a ser
eje de su cambio de posición pasiva, tanto en lo que se refiere al vinculo con su
mujer, como con sus propios padres, ocupando paulatinamente un lugar del
que pudiera estar orgulloso y al decir del paciente “poder llevar el apellido”
donde podríamos agregar… y transmitirlo. Ser un hombre, y poder tener un
hijo. Acceder al don creador, aún ayudado con técnicas de fertilización.
En paralelo, para V., su mujer, durante un largo período de trabajo, el deseo de
hijo y el dolor por las dificultades encontradas en la búsqueda de un bebé,
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pasaron a un segundo plano. Un importante espacio de elaboración fue
ocupado por el vínculo con sus propios padres, en particular la revisión de la
imagen idealizada-omnipotente que le adjudicaba a su padre, a quien se
sometía de algún modo como objeto de deseo, sin obtener de él la satisfacción
buscada.
Piera Aulagnier (1975) sintetiza esta problemática organizando la serie de
posiciones que adopta la proposición “deseo de un hijo” en la evolución
psíquica de la mujer. Se trata de una “....serie sintáctica que coincide con la
evolución de las posiciones protoidentificatorias e identificatorias del que pone
en escena y del que pone en sentido [y que] mostrará cómo se elabora una
dialéctica del ser y del tener...” (ibidem p.123). La autora parte de un enunciado
que, en su visión teórica, corresponde al orden de lo primario “ser el objeto de
deseo de la madre”. A partir de allí, ella avanza hasta la transmisión de ese
deseo de hijo a la generación siguiente proponiendo las transformaciones que
siguen:
“...ser el objeto de deseo de la madre Æ tener un hijo de la madre Æ tomar
al objeto de deseo de la madre Æ ser el objeto deseado por el padre Æ tener
un hijo del padre Æ dar un hijo a un padre Æ (y, a partir del momento en que se
es madre) Æ anhelar que su propio hijo se convierta en padre (o madre)...”
(Aulagnier, 1975, p. 124)
Fue sugestivo constatar que en el caso que relatamos, ninguna de las
familias de origen, los “abuelos” del niño por venir, parecía portar el deseo de
ver a sus hijos transformarse en padres. En este sentido los rodeaba el
silencio. Pero no se trataba de un silencio “respetuoso” del espacio de cada
quien, sino de una falta de palabra que parecía expresar el no lugar –aún- para
la apertura hacia una siguiente generación. El varón de esta pareja posee dos
hermanos mayores sin hijos, y su esposa tiene una hermana mayor que ella
también sin hijos.
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¿Cómo debe posicionarse una analista ante la escucha de esta demanda,
donde la ausencia de algo tan deseado como un hijo aparece, en muchos
casos, como “la falta más importante”?
La ciencia genera a un ritmo difícil de seguir avances que permiten la ilusión
de que de algún modo siempre se puede procrear. Pero las mujeres y hombres
que padecen esta dificultad temen que la “poción” mágica falle. ¿Y si conmigo
no pueden? La falta de hijo, la falta, amenaza silenciosamente. Convengamos,
es verdad,
que trabajar la falta, ante la falta cierta de hijo, constituye un
sacrificio con un precio muy alto.
La pregunta que generan algunas de estas situaciones clínicas es si lo que
falta es la posibilidad de embarazarse o falta el hijo. En ciertos casos sólo es
tenido en cuenta el cuerpo como responsable de la procreación y de esta forma
la demanda de hijo asume la forma de satisfacción de una necesidad. El
cuerpo funciona como fábrica de bebés; tal como fue trabajado por Monique
Bydlowsky (1997), el deseo de embarazo no da a lugar a un deseo de hijo.
¿Qué se pretende del analista ante la angustia emergente de esta particular
falta?
En primer lugar podríamos pensar en la diferencia existente entre la
elaboración de la dificultad para procrear y la sustitución como mecanismo. La
sustitución
propiciada
por
la
respuesta
médica,
en
algunos
casos
indiscriminada, reemplaza gametas deficientes o poco efectivos por otros
eficaces, en ciertos casos, sin la debida elaboración de la renuncia genética
que ello implica. La elaboración de la problemática, va a incluir la sustitución,
en estos casos concretos de gametas, pero reconociendo la alteridad. En los
casos de ovodonación o espermodonación, con la debida renuncia a la
herencia genética. En los casos en que se recurra a la ayuda médica
conservando las propias gametas, aceptando la intervención como una acción
posibilitadora, que puede no dar resultado favorable y que inevitablemente va a
requerir un esfuerzo físico, psíquico y emocional para ser llevado a cabo que
conviene ser sopesado en cada caso para evaluar las posibilidades reales para
ser sostenido.
Y en este derrotero, ¿a qué objeto apunta ese deseo de procreación que quiere
ser realizado a cualquier costo? Es la conclusión de ese primer desfile de
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objetos de deseos al cual el sujeto ha sabido renunciar? Esto implica una
elaboración.
Piera Aulagnier (1992) sostiene que la renuncia al deseo es equivalente a una
muerte psíquica, pero no poder tolerar los límites que encontrará su realización
puede concluir en un resultado catastrófico. Es por esto que toda demanda de
hijo debiera ser desplegada en pos de proteger tanto la llegada de un sujeto a
la escena del mundo como el derecho psíquico de ocupar la posición de madre
o padre en el tablero de las identificaciones del niño.
En este caso clínico se fueron entramando la demanda de hijo y la demanda de
análisis. Para propiciar, en palabras de Marie Chatel, la erotización del
parentesco, volver a vincular libido, palabra y el cuerpo. Es así como a través
de la articulación de la demanda pronunciada en la palabra dirigida a alguien
como puede emerger el sujeto. Ese fundamentalmente es nuestro objetivo.
Bibliografía
Aulagnier, P. (1975) La violencia de la interpretación, del pictograma al
enunciado. (1991).Buenos Aires: Amorrortu
Aulagnier, P. (1992) ¿Qué deseo, de qué hijo? Revista psicoanálisis con niños
y adolescentes. N- 3.
Bydlowsky, M. (1997), La Dette De Vie, Itinéraire Psychanalytique De La
Maternité. Paris, PUF, Col. Le Fil Rouge
Chatel, M (1993) El malestar en la procreación. Buenos Aires: Nueva Visiòn
Freud, S. (1905) Tres ensayos de teoría sexual. Buenos Aires. Amorrortu.
1987. Vol 7.
Jadur, S, Salama, E. La consulta médica en infertilidad. 1ras Jornadas de
infertilidad, adopción y fertilización asistida. APdeBA. 1999.
Jadur, S Duhalde, C. Sexualidad y trastornos reproductivos. Otra mirada
Nº 5. APA. 2006.
Jadur, S Duhalde, C. Aspectos emocionales y la relación médicopaciente en la consulta por infertilidad. Revista SAMER. 2006.
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RESÚMEN:
Nuestra tarea en Filium, se centra en poder trabajar los aspectos intra e
intersubjetivos de los problemas en la procreación y/o diagnósticos de
infertilidad. A nuestro entender, la tarea del psicoanalista que se vincula a esta
área requiere del acceso a cierta información científica, así como una
tramitación interna que le posibilite optimizar el trabajo con esta temática. Esto
implicará además resignificar los términos maternidad y paternidad, para
propiciar los desanudamientos de las tramas del deseo en relación al deseo de
hijo. La ciencia médica puede aportar instrumentos que colaboran con la
voluntad de tener un hijo aunque equipara, a veces, el desear a un querer. El
deseo de hijo surge de una configuración en la que se vinculan aspectos
narcisistas y objetales, inherentes a la propia historia libidinal.
A partir de un caso clínico fue posible derivar de la demanda de un hijo a la
demanda de análisis propiciando la elaboración y puesta en escena de otras
problemáticas que distaban al menos en forma manifiesta de la demanda
inicial.
La pregunta que generan algunas de estas situaciones clínicas es si lo que
falta es la posibilidad de embarazarse o falta el hijo. En ciertos casos sólo es
tenido en cuenta el cuerpo como responsable de la procreación y de esta forma
la demanda de hijo asume la forma de satisfacción de una necesidad.
¿Qué se pretende del analista ante la angustia emergente de esta particular
falta?
Básicamente fomentar la elaboración y constatar como a través de la
articulación de la demanda pronunciada en la palabra dirigida a alguien puede
emerger un sujeto, lo que permitirá proteger al niño por nacer. Ese
fundamentalmente es nuestro objetivo.
Descriptores: deseo de un hijo - fertilidad asistida - esterilidad
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Fecha: Bs. As, 3 de Abril de 2008
Sr. Director
Comisión de Publicaciones de FEPAL
Estimado colega:
Me dirijo a Ud. con el fin de solicitarle ponga a consideración de esa Comisión
para su eventual publicación en la Revista Latinoamericana de Psicoanálisis que Ud.
dirige, el artículo “Del deseo de hijo a la demanda de análisis”
del que soy autor.
Por la presente, cedo mis derechos de autor sobre este artículo a FEPAL, que
podrá publicarlo además por cualquier otro medio que considere conveniente, incluido
internet o cualquier otro tratamiento informático. Me comprometo en consecuencia a
solicitar autorización de esa publicación para cualquier otro destino que quisiera dar a
este trabajo.
El
trabajo
fue
presentado
en:……………………………………………………………...….
........…………………………………………………………………………………….. y
ha
sido
publicado
ya
en:…………………………..……………………………………………………………
en idioma: …………………………………….. y me comprometo a gestionar ante los
editores de esa publicación la cesión de los derechos a favor de FEPAL o una
autorización para su publicación en Revista Latinoamericana de Psicoanálisis.
En el trabajo de referencia sí/no se expone material clínico. En caso afirmativo,
me hago responsable ante eventuales problemas de confidencialidad profesional y/o
éticos, como así también de las citas bibliográficas, su corrección y fidelidad.
Sin otro particular, y en conocimiento de que recibiré una respuesta antes de
los 90 días de la fecha, lo saludo con cordial estima,
Lic. Viviana Wainstein
Dra. Constanza Duhalde
Lic. Silvia Jadur
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