The role of the EU in the Middle East Peace Process Conference in the Institut Catalá de la Mediterrània d'Estudis i Cooperació, on May 31, 1998. El Institut Català d’Estudis Mediterranis ha desempeñado, sin ningún tipo de duda, lo que ha sido una sensibilización mediterránea en Cataluña, en España y en Europa. Creo que en este sentido cabe destacar el empeño de Maria Àngels Roque, Baltasar Porcely de todos los que han contribuido a construir desde lo que en aquel entonces, hace diez años, era una pequeña célula de sensibilización mediterránea, a través de publicaciones, investigaciones, exposiciones, hasta llegar a ese foro civil, que es el proceso Euromed de Barcelona. Éste ha tenido continuidad en Nápoles, donde el príncipe Felipe ha asistido acompañado del presidente de la Generalitat, para reforzar y reiterar la vigencia del proyecto. El Institut Català de la Mediterrània, lleva trabajando de forma científica, rigurosa, en favor de lo que Baltasar Porcel ha definido como "esa recuperación mediterránea que debe ser una realidad en el siglo veinte". Yo creo que estamos en esa vía, que la recuperación mediterránea es una realidad en el siglo veinte y tendremos que convertirla en una mayor realidad en el siglo veintiuno. Leyendo un libro de viajes, antes de llegar a Barcelona y en mis idas y venidas por el Mediterráneo y por Europa, topé con una cita del ilustre escritor catalán Joan Maragall, que decía que Barcelona es "la gran encisera". Y desde luego es "la gran hechicera", que tiene hechizo para contribuir a proyectos de dimensiones regionales e internacionales de gran importancia. Para mí, esta ciudad se encuentra vinculada a un proyecto profesional y personal de indudable trascendencia. Hechizo, porque permitió que lo que parecía una utopía, prácticamente irreal- y recuerdo ahora años de trabajo yendo a Londres, a Washington, a capitales nórdicas-, lo que era el proyecto Mediterráneo se hiciera realidad esa noche del 29 de noviembre de 1995. Me corresponde hoy, sin embargo, tratar de reflexionar con ustedes sobre la vinculación o relación entre lo que considero son dos elementos indisociables en el futuro de paz y prosperidad de nuestra zona: el proceso de paz de Oriente Medio, que es mi actual ocupación y preocupación, y el proceso de Barcelona, que es el que me dio la plataforma para que los ministros de la Unión Europea tuviesen a bien designarme como Enviado Especial de la Unión Europea. Proceso de Paz de Oriente Medio, Conferencia de paz de Madrid, Proceso Euro-mediterráneo, Conferencia de Barcelona. Madrid y Barcelona, dos capitales españolas, europeas, vinculadas, incrustadas ya en la historia del mediterráneo y de Oriente Medio. No habrá ya referencia histórica diplomática sin referirse a Madrid y Barcelona. Barcelona quizás ha tenido "el hechizo"; Madrid, de donde soy originario, tiene "el casticismo" que le permite ver lo que son los problemas reales. Y en ello precisamente radica la diferencia entre Oriente Medio, o el Proceso de Paz de Oriente Medio, y el proceso de Barcelona. El Proceso de Paz de Oriente Medio resolver contenciosos históricos difíciles que han enfrentado a sociedades y a pueblos durante décadas, y que todavía siguen coletando. Barcelona: Conferencia de Paz de Barcelona, conferencia euro-mediterránea de Barcelona, es el proyecto de futuro, es el proyecto ilusionador de crear un marco de prosperidad y solidaridad diferente. Decía el ex-primer ministro Simón Peres, al referirse al Proceso de Paz, que la banda bilateral es aquella que tiene que cicatrizar las heridas del pasado. Y que, sin embargo, la cooperación regional, multilateral que yo trasladaría al proceso de Barcelona, es la que tiene que construir el futuro de nuestras generaciones. Pues bien, yo me he visto involucrado, me siento vinculado a los dos procesos. Para comprender mejor las claves sobre el futuro de esta región, me van a permitir pasar en primer lugar, revista a lo que es el proceso de paz, para luego trasladarme a la otra arquitectura diplomática del proceso de Barcelona. No me detendré en los aspectos históricos del proceso de paz pero sí quisiera recordar que en ese Madrid otoñal, se enterraron cuatro décadas de enfrentamiento, 56 planes paz, más de cuatro guerras convencionales, más la invasión de Líbano del 82 y la Intifada del 87-88. Se puso en manos de la diplomacia norteamericana una ingeniería diplomática diferente, dos concepciones opuestas a lo que era la arquitectura diplomática tradicional de abordar el problema de Oriente Medio: la bilateralización deseada y animada por Israel, contra la internacionalización apoyada y defendida por europeos y mundo árabe, se conjugaron, se sintetizaron, en lo que fue la propuesta imaginativa, y creadora, norteamericana que permitió al Secretario de estado norteamericano llamar desde el Hotel King David al Ministro de Exteriores, en aquel entonces Fernández Ordóñez, y anunciarle que en diez días la diplomacia española tenía que organizar una conferencia de paz sobre Oriente Medio. Conferencia de Madrid En Madrid se produjo ese espejismo extraordinario de que todo podía cambiar, y todos creíamos que en Madrid se estaban escribiendo los grandes titulares de la paz. Se fijaron los principios -paz por territorios-, se fijaron los términos de referencia, se estableció la necesidad de aplicación de la resolución del consejo de seguridad (242, 338), y se empezó ya a introducir una nueva visión, un concepto de seguridad que era necesario recoger en los debates de las negociaciones políticas. Tras las lógicas dificultades de un comienzo espectacular, las conversaciones se trasladaron a Washington, y allí, durante más de dos años, las partes comenzaron a romper barreras psicológicas, mejorar los procedimientos..., pero faltaba ese elemento dinamizador de la negociación política que permitiese dar un avance cualitativo a las negociaciones. Tuvieron que ser los académicos, quizás ellos tengan una visión y un distanciamiento que los políticos no poseemos, un grupo de estudiosos noruegos, los que iban a aportar ideas, propuestas y acercar posiciones entre israelíes y palestinos. Surgió Oslo-Washington con esa ceremonia en la Casa Blanca que todo el mundo recordará, y todos nos entusiasmamos cuando vimos que había un proceso, un calendario, unos plazos que, con mayor o menor dificultad, se iban cumplimentando. Se confirmó en julio del 94, cuando el presidente Arafat regresa por fin a su territorio, a Gaza, a su punto de origen. Y cuando, precisamente, los primeros elementos de construcción de lo que es la entidad palestina se ponen en funcionamiento: policía palestina, sistema educativo palestino, ministerios palestinos, y se va construyendo una estructura política administrativa que a todos nos hace pensar que el proceso, el proceso de paz iniciado en Madrid y continuado en Oslo, es irrevesible. Irreversibilidad: un diagnóstico al que nos acostumbramos y en el que nos apoyamos diplomáticos, políticos, periodistas, aferrándonos a lo que creíamos que era una realidad. Quizás pecamos de excesivo optimismo, o yo más bien diría de desconocimiento de la realidad. Sería en estos momentos quizás sencillo señalar que era algo ingenuo considerar que lo que antes mencionaba -dos años, o dos siglos de enfrentamiento cultural y civilizacional-, podía desaparecer por arte de magia, por la decisión de unos líderes políticos de firmar la paz de los valientes. Lo he dicho en varias ocasiones: es necesaria la paz de los valientes, es necesaria que los políticos tengan una visión de historia y una visión de compromiso futuro, pero lo que es necesario para consolidar ese proceso es la paz de los ciudadanos. Si los ciudadanos no creen en lo que firman los políticos, si los ciudadanos no están en la misma longitud de onda que aquellos que los dirigen, difícilmente pueden seguir el ritmo, el proceso que les imponen aquellos que les gobiernan. Y así ocurrió, que aquellos que eran enemigos de la paz, sobretodo en la banda palestina, se ocuparon, y se ocuparon bien, de dinamitar el proceso: acudimos a unas circunstancias históricas extraordinarias, negativas, trágicas, el asesinato del primer ministro Rabin, en noviembre del 95; y posteriormente, una serie sistemática de atentados terroristas contra la población israelí que, evidentemente, trastocó de manera extraordinaria la psicología colectiva de una sociedad que había apostado por la paz, que había apostado por el proceso de paz, pero que quería un ritmo y un proceso diferente en su aplicación que los que hasta entonces se iban aplicando. Esta situación nos lleva a las elecciones anticipadas en Israel y a la elección democrática del Primer Ministro Netanyahu, bajo una plataforma política e ideológica diferente. Esto no quiere, ni mucho menos, decir que los partidos políticos israelíes, incluidos los partidos religiosos, estén en contra de la paz y de alcanzar un acuerdo con sus vecinos árabes. Yo he vivido en Israel, conozco la sociedad israelí, y les puedo garantizar que si hay una palabra que brota de manera natural y espontánea en cualquier ciudadano israelí es la palabra paz. Pero el concepto de paz es diferente: es diferente entre árabes y israelíes, y es diferente porque parte de una premisa que en estos momentos es diferente. El gobierno de Israel, el Primer Ministro Netanyahu, asume sus compromisos de continuidad en el gobierno, los acuerdos firmados por su antecesor y el proceso de Oslo. Pero decide aplicarle ciertas revisiones que le permitan, según su plataforma ideológica y política, acompasarlo, acomodarlo a lo que son sus necesidades de seguridad. Y aquí vamos a un punto clave de lo que está hoy día ocurriendo en el proceso de paz. El concepto de seguridad: un concepto que se utiliza y a veces se manipula con excesiva generosidad en el contexto de Oriente Medio. Nadie renuncia a exigir seguridad para todas las partes en Israel y los vecinos árabes. Nadie niega que exista una legítima necesidad de seguridad para Israel. Pero el problema radica en que la seguridad es un concepto abstracto, que hay que definir, que hay que direccionarlo para conocer cuáles son las verdaderas exigencias de seguridad en la actual situación política de Israel y de su entorno. Y ahí es donde aparecen los matices, ahí es donde viene el énfasis de la negociación diplomática. ¿Seguridad nacional para Israel y su vecinos árabes? Desde luego: evitar guerras convencionales. ¿Seguridad personal para los ciudadanos israelíes de no sufrir más atentados terroristas? Desde luego; pero también para los ciudadanos palestinos de no sufrir las iras de fanáticos israelíes o judíos. ¿Seguridad en materia de agua? Desde luego, para Israel, pero también para sus vecinos árabes y palestinos. ¿Seguridad espiritual para el pueblo de Israel y los religiosos? Desde luego, pero también para aquellos que desean ir y acudir a la mezquita "Alaccha" todos los viernes a cumplir con sus obligaciones religiosas. Seguridad La seguridad es un debate que tiene que abrirse en Israel y en el contexto de Oriente Medio, pero un debate serio, científico, moderno, de final de siglo, no un debate de principio de siglo, o de comienzos de la construcción del estado de Israel en los años 48-49. Hoy día la seguridad de Israel no se garantiza con la ocupación de territorios, sino con unos métodos, unos mecanismos de seguridad internacional colectiva. Hoy día la sociedad de Israel ha sufrido la amenaza de misiles desde Irak, o de misiles bacteriológicos, que ha llevado desgraciadamente a que los israelíes tuvieran que agolparse ante las farmacias para comprar antibióticos o disponer de máscaras de gas. Ese debate sobre la seguridad es el que hay que utilizar de manera inteligente, razonable, y políticamente justo para hacer avanzar el proceso. Y es el debate que ha imposibilitado que en estos momentos, el proceso de paz avance de la misma manera que avanzó en los años 93 a 96. ¿Cuál es la situación actual? La Unión Europea, y luego hablaré con mayor detenimiento del papel de la Unión Europea, quiso, en momentos muy difíciles del proceso, precisamente crear un marco de confianza y de diálogo para permitir que los prejuicios y la ruptura psicológica que se produjo con el cambio de percepciones por parte de Israel o Palestina, se volviese a reconstruir. Debo recordar que en los meses difíciles de Marzo a Julio de 1997, en momentos en que los territorios quedaban cerrados por un atentado terrorista en Tel Aviv, en momentos en que la Administración Norteamericana, por razones varias, consideró que era mejor distanciarse del problema, la Unión Europea fue la única que estuvo sobre el terreno tratando de abrir puentes, crear canales de comunicación y permitir una reunión en Malta, para favorecer la creación de un diálogo entre palestinos e israelíes. Posteriormente, en Bruselas, en el Consejo de asuntos generales de Bruselas, también permitió una reunión del presidente Arafat con el Ministro de Asuntos Exteriores, Levy. Pero es insuficiente: la Unión Europea puede y debe y hará y demostrará que su contribución es constructiva y positiva para el proceso de paz. Pero somos conscientes de nuestras limitaciones, y sabemos que sin una intervención y una involucración norteamericana será muy difícil mover el proceso de paz. De ahí que reclamásemos, desde el mes de Marzo a Julio, una mayor involucración norteamericana. Ésta llegó con la decisión del Secretario de Estado norteamericano de involucrarse personalmente en el conflicto empezó en Septiembre, y desde Septiembre ha habido una serie de actos y de participaciones importantes que culminaron en el mes de Enero con la entrevista entre el presidente Clinton, el presidente Arafat y el primer ministro Netanyahu. De ahí surgieron unas ideas, una agenda de negociación que es la que hemos estado apoyando, mejorando, calificando, clarificando, durante los últimos meses, y que la prensa y los medios informativos consideran estos días como prácticamente agotadas como vía de solución. Yo creo que no las ha agotado totalmente, pero sí es verdad que hemos llegado a un momento de toma de decisión. Un momento de reflexión profunda, un momento de la verdad, en el que la comunidad internacional, tanto Estados Unidos como la Unión Europea, debemos de empezar a asumir nuestra responsabilidad y empezar a buscar quizás un marco diferente para abordar de manera diferente, la manera que pueda ser más útil, para sacar el proceso de paz de su actual estancamiento. Unas breves palabras sobre Siria y Líbano, antes de pasar al Proceso de Barcelona. Creo que se habla muy poco de Siria y Líbano, y sin embargo, formaban parte de la banda negociadora de Madrid. Madrid tuvo no solamente él éxito de poner una delegación conjunta jordano-palestina ante los interlocutores árabes e israelíes, tuvo, asimismo, la gran virtud de poner a la delegación siria y libanesa en torno a una mesa. Y, sin embargo, parece que se han escapado, que no cuentan, que desde el año 96 la banda siria y libanesa tiene que ser relegada para que haya avances substanciales en la banda palestina. No es ésta la opinión ni la política de la Unión Europea, y de ahí que, durante todo el año 97, el enviado especial de la Unión Europea haya dedicado esfuerzos e imaginación para tratar de restablecer el diálogo y las conversaciones entre sirios e israelíes. Digo sirios e israelíes, y no digo libaneses, porque la aproximación a la re-negociación, o al reestablecimiento de nuevas conversaciones como mínimo, debe pasar -esa es mi opinión- por una aproximación global a la banda sirio-libanesa. En el año 95 se acercaron posiciones entre Israel y Siria; en el año 96 se llegó casi a un acuerdo político sobre cuál debía ser el compromiso de ambas partes, la retirada del Golán con unos acuerdos de seguridad. Sin embargo, cálculos políticos equivocados llevaron a ambas partes -como así me lo han confesado tanto el Primer Ministro Pérez como el Presidente Hafez El Assad- a equivocarse en la agenda política; a equivocarse ambos y perder una gran oportunidad histórica de sellar una paz definitiva entre Siria e Israel. Retirada del Líbano En estos momentos la situación es complicada. La nueva propuesta llevada a cabo por Israel de proponer la aplicación de la resolución 425 de retirada del Líbano siguiendo unas garantías de seguridad es una oferta que ha puesto enormemente nerviosas a las autoridades sirias, que la ven -con la sospecha tradicional que sigue existiendo entre sirios e israelíes- como una estrategia para desestabilizar o arrinconar la posición siria. Por lo tanto, nuestros esfuerzos se dirigen en la actualidad a concluir la actual situación de estancamiento y de crisis, pero yo no diría de una crisis absoluta y total. Tenemos que ver con cierta perspectiva histórica lo que han sido estos seis años de proceso. Y vemos que hay dos factores de enorme irreversibilidad. Uno de ellos es la existencia real de la realidad palestina: existe una realidad palestina, un liderazgo palestino legitimado por las urnas, existe un contacto permanente entre las autoridades palestinas y las autoridades israelíes, a pesar de las enormes dificultades no hay día, no hay hora que no haya oficiales palestinos e israelíes que no se encuentren, existe una relación económica financiera entre los territorios palestinos e Israel, y existe, desde luego, una voluntad de salir de su actual estancamiento. Pero existe también un irreversibilidad de un fenómeno de intervención de la comunidad internacional. La comunidad internacional no va a poder, o no va a querer dejar más tiempo sin resolver este problema de Oriente Medio. Pasando a la otra arquitectura diplomática, el proceso de Barcelona, empezaría diciendo que Barcelona fue una revolución diplomática, en cuanto al concepto, en cuanto a los instrumentos y en cuanto a los objetivos. Y creo que se escribirá en el futuro lo que supuso Barcelona en lo que es la creación de un nuevo mecanismo, de una nueva oferta diplomática, en el contexto de final de siglo. Fue revolucionaria porque partíamos de un enfoque que, desgraciadamente, se abandona o se pierde de tiempo en tiempo, que es la globalidad. Siempre habíamos tratado de compartimentar el Mediterráneo temática y geográficamente. Barcelona, sin embargo, aporta una visión global temática y geográfica, y no solamente una visión global, sino una visión interactiva, através de la cual lo político, lo relativo a la seguridad, lo económico, lo financiero, lo cultural y lo social quedan en un entramado interactivo de relaciones. Y el problema que ahora surge, que algunos de los que se ocupan de Barcelona no saben ver y no saben entrever, es que se ha perdido el concepto, la riqueza, la innovación de Barcelona. Y se atacan los aspectos económicos, o los conceptos de seguridad y políticos, y se olvida que si Barcelona debe ser un éxito, tiene que mantener su esencia innovadora, creativa, su globalidad interactiva de los aspectos políticos, de seguridad, económicos, sociales, humanos y culturales. ¿Por qué? Porque así de compleja es la realidad mediterránea. Todos aquellos que tratamos de compartimentar, o dividir, o diseccionar esa realidad, lo haremos de forma fragmentaria, marginal, secundaria, sin el proyecto innovador que supuso Barcelona. Es lógico que, desde el año 95 al 98, pueda existir una cierta decepción de lo que ha sido Barcelona. Es lógico que después de una borrachera triunfal venga la resaca; y desde luego, es que fue un gran momento triunfal. Barcelona sacudió los espíritus del Norte y del Sur, y hace falta tiempo para sedimentar lo que son los mecanismos y los instrumentos que pone en marcha Barcelona. Es lógico que se haya producido en estos tres años una falta de identificación de proyectos, pero lo más importante, es lógico -y lamentable- que se produzca una falta de horizonte político. Lo que ahora requiere el proceso euro-mediterráneo de Barcelona es un nuevo golpe de timón político. Y para ello hacen falta unos actores políticos que tomen la responsabilidad de llevar a buen puerto el proyecto Barcelona. Los mecanismos están creados: la Comisión Europea ha llevado a cabo su trabajo, ha sido complejo. Sé que hay críticas a las labores de la Comisión por su tardanza y dificultades, pero no es sencillo poner en marcha unos acuerdos bilaterales de asociación. ¿Cuál es el balance? Tenemos un acuerdo de asociación con Marruecos, muy complejo, que fue interferido con la difícil negociación de pesca. Tenemos un acuerdo de asociación con Túnez, y ya vemos en Túnez y en Marruecos que la nueva dinámica de codesarrollo, de partenariado, de asociación, está dando sus frutos. ¿Quién iba a pensar que en Marruecos íbamos a ver un proceso de alternancia política?. Lógicamente con sus limitaciones , pero con un proyecto claro de cuál debe ser el futuro de ese país. Muchos de los actuales ministros han pasado por estas aulas, o por este centro, en aquel entonces, en la oposición, en aquel entonces todavía jóvenes economistas deseosos de descubrir esos modelos. Tenemos un acuerdo de asociación con Jordania, que fue difícilmente negociado por unas toneladas de pasta de tomate. La pasta de tomate es importante, y los productos agrícolas también. Yo soy de Madrid, por lo tanto no soy agricultor, pero comprendo cuáles son los intereses de España.Aunque los intereses de España tienen que ser intereses globales, no tienen que ser intereses sectarios. Se pueden defender el aumento de la producción y de las exportaciones de tomates, de agrios, de cítricos, con la suficiente amplitud, sin menoscabar lo que es el gran proyecto de una paz y prosperidad del Mediterráneo. Y si no, las estadísticas están ahí para demostrarlo. Me quedé sorprendido recientemente cuando, viajando con el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, en El Cairo, en esa ciudad cairótica, me decía "Miguel, cada año hay un millón de egipcios que se incorporan a Egipto, un millón de personas que nacen. ¿Y qué vamos a ofrecer a esta población, si no son puestos de trabajo, si no son sectores de desarrollo?" Por cinco mil toneladas de naranjas, de patatas, creo que la sociedad española es suficientemente adulta, madura, para asumir los riesgos y los compromisos, que están a la altura de las circunstancias. Y lo digo: se puede llevar a cabo sin menoscabo, ni a corto ni a medio plazo, de los intereses de agrícolas españoles. Pero un exceso de egoísmo puede trasladarnos o traducirse en un exceso de riesgo. Tenemos otros acuerdos de asociación como el de Túnez que también Barcelona ha producido, como el de asociación con Siria. Poco se ha hablado de la apertura de las negociaciones con Siria. Sin embargo, estratégicamente, es el acuerdo de asociación más importante para aportar paz y estabilidad al proceso de Oriente Medio. Siria, precisamente, es un país ciertamente aislado, carente de tecnología occidental, con unas inercias del pasado del socialismo árabe, con una propiedad estatalizada, pero que desea anclarse a la modernidad. Siria ha adoptado estratégicamente la decisión de abrirse a Europa y de iniciar las negociaciones con nosotros. Esto es gran política, lo que va a hacer cambiar las estructuras económicas, sociales y políticas de Siria, y permitirá que haya una posibilidad de éxito de apertura y de acercamiento con los países del entorno. En definitiva: Barcelona no sólo ha producido efectos concretos, sino que está proyectada para producir todavía consecuencias más positivas para la región. Pero ya que hablamos del Mediterráneo y del proceso de Barcelona, hablemos en términos medioambientales, en términos ecológicos. Yo he recibido las críticas de la "contaminación" del proceso de Barcelona. Está muy en la mente de políticos, medios periodísticos ...que hay que evitar la contaminación de Barcelona por el proceso de paz de Oriente Medio. Es de tal ingenuidad ese planteamiento, que es como decir que no podemos contaminar algo que forma parte del propio entorno del proceso. Debemos de reconocer que si hubo una conferencia de Barcelona fue precisamente porque el proceso de paz de Oriente Medio en aquel momento tenia una dinámica esperanzadora. No por los logros y las noches en vela que yo pasé negociando con el ministro sirio, sino porque el contexto histórico político permitió que sirios, libaneses, egipcios, palestinos, se sentasen en la mesa con los palestinos y los israelíes. Por lo tanto, ignorar que el proceso de paz de Oriente Medio afecta directamente al proceso de Barcelona es querer ignorar la cuestión evidente; y, por la tanto, querer dividir y compartimentar el discurso de Barcelona para que no afecte o contamine al proceso de paz es también un error. ¿Cuál es entonces la estrategia? La estrategia es ayudar a que el proceso de paz vuelva a tomar el dinamismo y las esperanzas de futuro. Y utilizar Barcelona como red de seguridad, como plataforma de creación de confianza, para permitir que esas condiciones que permitan al proceso de paz salir de su estancamiento sean una realidad. Pero tratar de ponerse una venda en los ojos y decir que Malta fue un fracaso porque el proceso de paz se trasladó a las reuniones y no permitió el debate de los fondos MEDA el debate de los proyectos ecológicos, es hablar sobre una hipótesis de futuro no realista. Papel de la Unión Europea Ésta es la realidad de los dos procesos. ¿Cuál es el papel de la Unión Europea?. Sé que existe un enorme escepticismo en Europa sobre el papel político, el papel exterior de la Unión Europea. No sé si porque una parte del mandato que me atribuyó el Consejo de Ministros me obliga o me incita, precisamente, a demostrar que una Política Exterior y de Seguridad Común es posible, no es una utopía, y hace que haya llegado a convertirme de un euro-pesimista a un euro-optimista. Y lo digo sin ningún tipo de duda. Yo he visto el proceso de concienciación que los quince ministros, que los distintos países miembros han tenido a lo largo de este año y medio de mi mandato. Quizás, como diría Ortega y Gasset, hace falta tener un proyecto común para que los europeos puedan vivir bien y juntos; o quizás, como también señalaba Ortega y Gasset, lo que ocurría es que, como aquel pájaro que chocaba sus alas contra la jaula porque no le permitía la estructura volar, es verdad que hace falta un mecanismo. Yo tengo ese mecanismo como enviado especial de la Unión Europea, que me permite representar, manifestar la opinión de la Unión Europea de una manera única y coherente. No es fácil el proceso: hace falta una cantidad de esfuerzos diarios permanentes para, al menos, como primer objetivo, auto-convencernos de que Europa puede llevar a cabo esa Política Exterior y de Seguridad Común. Si no estamos convencidos nosotros mismos que somos capaces, los otros, las otras partes, los otros actores estarán felices; pero si nosotros nos fustigamos diariamente con esta impotencia no llegaremos a la conclusión de que Europa es capaz porque tiene el compromiso político, tiene la capacidad económica y financiera, tiene la creatividad intelectual y la sensibilidad cultural para abordar esta nueva tarea. ¿Qué era Europa en el año del Tratado de Roma, 1957, y cuál es la Europa de ahora? ¿Es que no tenemos perspectiva histórica? ¿Cuál será la Europa del año 99 y comienzos de siglo, cuando tenga una moneda única europea? ¿Es que eso no tendrá consecuencias políticas, psicológicas, financieras de trascendencias inimaginables? ¿O es que ignoramos lo que es el transcurso del devenir histórico? Por lo tanto, las partes tienen que empezar a comprender que el impacto -que será impresionante- de la construcción de la moneda única, llevará de manera inmediata y consiguiente a la creación, a la necesidad de tener una Política Exterior y de Seguridad Común. ¿Por qué? Porque habrá intereses económicos y estratégicos en juego. Y vamos a dejar, como exponía de manera clarividente el Vicepresidente Marín en su comunicación al Consejo, que poniendo más de mil ochocientos millones de ecus, la economía palestina descienda un 35 %. Todo porque la política que se aplica, porque los mecanismos que se emplean no se corresponden con los desafíos y la capacidad de interlocución que Europa exige y reclama. Los ministros ya no están dispuestos, ni las sociedades europeas van a permitir, que el contribuyente europeo dilapide, utilice de forma negativa lo que es su contribución positiva a la paz y a la defensa de sus intereses. Por lo tanto, me siento extremadamente optimista, confortado, en lo que es la misión de la Unión Europea. Sé que todavía es un proceso; sé que, posiblemente, dentro de unos meses aún se escuchará en los medios de comunicación: "ausencia de la Unión Europea", "pax americana", "ignorancia europea", "los europeos no conocen nada de Oriente Medio". No me preocupa en absoluto, porque creo que la tendencia es la marcada por los factores estratégicos, políticos y económicos que van a configurar el futuro de nuestra región. Termino reiterando que es una empresa compleja, desafiante, pero con la cual me siento plenamente identificado. También en mis lecturas mediterráneas leí varias intervenciones y escritos de Ramon Llull, que fue en el siglo XIII quizás un precursor de lo que modestamente yo trato de aplicar actualmente al Mediterráneo y a Oriente Medio. Pero no quiero terminar como Ramon Llull, y no quiero escribir en el "Cant Ramon" lo que escribió Ramon Llull. Y lo leo para, precisamente, erradicarlo de mi pensamiento y mi acción, aunque insisto en que lo aprecio por venir del gran mediterranista que es Ramon Llull: "Som homs vel pobre et menyspreat. No hay ajuda d'home nat, i Hai trob gran fet empearat. Gran res hai del mon cercat, mon bon est sempre hai donat, poc som conegut i amat". Muchas gracias.