1 Análisis Experimental y del Desarrollo del Comportamiento Social: determinación múltiple, configuraciones y contexto Carlos Santoyo Velasco1 Laboratorio: “Desarrollo y Contexto del Comportamiento Social” Universidad Nacional Autónoma de México Este trabajo se dirige a la revisión de principios, supuestos y estrategias generales que sustentan las líneas de investigación sobre el análisis experimental y del desarrollo del comportamiento social. Se coloca especial énfasis en la investigación básica que realizamos en el laboratorio, tanto en su propio derecho, como para generar la plataforma necesaria que permita extender los principios derivados del laboratorio hacia el ámbito de los escenarios naturales donde ocurre el desarrollo de los patrones de comportamiento social. Se exponen datos recientes del campo de la investigación básica en conducta social, particularmente en el campo de los dilemas sociales. En este caso, como punto de inicio, nos basamos en estrategias derivadas de la psicofísica funcional (Anderson, 1996); transitamos a estudios de laboratorio con díadas y evaluamos diferentes modelos que dan cuenta de las reglas de decisión de los sujetos para enfrentar situaciones en las cuáles están implicadas más de dos personas. Donde los recursos, altamente valorados, son escasos, existen motivos mixtos y múltiples factores y actores en interacción (Kollock, 1998). Finalmente, se discuten las premisas básicas que sustentan nuestra investigación de campo, ubicada en una perspectiva de síntesis centrada en la persona (Cairns, Elder y Costello, 1996). Para ello, se ubican algunos ejemplos representativos del “Estudio Longitudinal de Coyoacán”. Se concluye describiendo prospectivamente las ventajas que aportan estos modelos ubicados desde una perspectiva contextual para el análisis del comportamiento social. 1 Este trabajo se deriva del financiamiento que PAPIIT in:307601 y CONACYT 40242-H, en distintos momentos, han otorgado al grupo del autor. Se reconoce especialmente, en estricto orden alfabético, la colaboración de: Colmenares, L., Espinosa, C., Fabián, A., González, N.M., Maciel, O., Menes, M., Ortega, V., Pulido, M.A., y de los diferentes Tesistas de Licenciatura, Maestría y Doctorado, que han participado en algunas fases del desarrollo de estas líneas de Investigación a lo largo del tiempo. 2 Principios y supuestos básicos El enfoque del análisis experimental del intercambio social, que emerge en la década de los 1970, enfatizaba el supuesto básico y eventual demostración de que el comportamiento social, siendo conducta operante, está regulado por sus consecuencias (Skinner, 1953) y no requiere de constructos ni de metodología diferentes a los utilizados para explicar la conducta individual. Posteriormente, en una segunda etapa encontramos una transición en conexión con los trabajos del enfoque de la economía conductual, se enfatiza el análisis de los aspectos estratégicos de los intercambios sociales, con base en los modelos contemporáneos de reforzamiento como la ley de igualación (Herrnstein, 1970), la teoría de la maximización (Rachllin, Battalio, Kagel y Green, 1978), los modelos de equilibrio (Allison, 1983;Timberlake, 1980) y su respectiva formalización cuantitativa. Así, en este contexto, nuestro grupo de investigación emergió tratando de aprender de la transición de la época. Los trabajos iniciales se encontraban ubicados en esta transición, pero también con la perspectiva de extender los alcances del análisis experimental de la conducta (A.E.C.) a situaciones de n = 2 y de n > 2. En realidad lo anterior nos conduce al estudio sistemático de procesos conductuales de decisión implicados en los intercambios sociales, que son factibles de estudiar sistemáticamente con dos propósitos: a. Evaluar los modelos de elección y preferencias, probando la generalidad de sus principios para dar cuenta de comportamientos complejos en medios ambientes más dinámicos (como lo es el medio ambiente social) y para describir situaciones de elección social interdependiente. b. Extender el conocimiento y principios derivados del AEC social, hacia un ámbito del contexto de elección inter-temporal que subyace al campo de la toma de decisiones. Algunos de los supuestos básicos de trabajo, utilizados en los inicios de esta línea de investigación, se expresan a continuación: 3 a. La conducta cooperativa es operante y por lo tanto está controlada por sus consecuencias, por lo que no se requieren de consideraciones ajenas al modelo vigente de la época (Keller y Schoenfeld, 1950; Skinner, 1953). b. El reforzamiento para un sujeto depende, en parte, de las respuestas de otro individuo (Hake y Vukelich, 1972). c. La mediación de reforzamiento descrita en b implica, generalmente, una división equitativa de respuestas y reforzadores (Hake y Vukelich, 1972). Para el estudio sistemático del intercambio social es necesario entender las estrategias que ponen en juego los sujetos, tomando en cuenta las restricciones impuestas por el medio ambiente físico y social. En este caso, consideramos interacción estratégica2 a aquella en la que las acciones de una persona están determinadas por las acciones de otra dentro de un episodio social. Supongamos que en una situación experimental, dos sujetos están en la disyuntiva de elegir cooperar o competir en una tarea experimental en la que, mediante ensayos alternados, pueden obtener 10 mil pesos para el ganador si uno de ellos elige competir ó 5 mil para cada uno si la elección es cooperar. Además, el sujeto i, dada su historia de intercambio con el sujeto j, sabe que si elige la opción de competir será muy probable que pierda porque en el pasado eso ha ocurrido 9 de cada 10 veces. Si elige, por otra parte, la opción de cooperar, ambos dividirán las ganancias. El sujeto j, por su parte, prefiere competir puesto que es más hábil que i pudiendo obtener todo el dinero en juego en ese ensayo. Este ejemplo, ilustra una situación de interacción estratégica simple en la que los sujetos identifican las características de su medio ambiente social (en este caso caracterizado por el conocimiento de las características relativas de su adversario); debido a lo anterior, cada uno de ellos tiene una opción preferida (con mayor pago relativo) y su elección está determinada por su historia de interacción. Si el sujeto j fuera más lento probablemente la elección de i sería diferente. Si i en ocasiones elige cooperar y en otras competir, la estrategia de j pudiera ser diferente, etc. 2 La idea de estrategia, en la teoría de los juegos, se apoya en la posibilidad que cada jugador tiene de analizar tanto cada movimiento en cuestión, como la conceptualización resultante del juego. Una estrategia es un plan que proporciona acción para cada posible elección del otro jugador. Por ejemplo, hacer las respuestas contingentes a las acciones del otro o jugar sin atender al rival, son dos estrategias diferentes (Rapoport, 1973). 4 Así, las acciones contingentes de los participantes en un intercambio configuran un patrón (o secuencia) de respuestas interdependientes, las que debemos identificar y describir en relación a los factores que permiten su surgimiento, así como su transformación y mantenimiento. Además, es factible descubrir la correlación e interdependencia existente entre las acciones contingentes de las personas implicadas, verificando si estos patrones de conducta son aleatorios, interdependientes y si se conectan con base a ciertas reglas. La mayoría de los analistas de la conducta de los 70s, han coincidido en señalar como hallazgos relevantes a los siguientes: a. La cooperación se altera cuando se incrementa la magnitud de reforzamiento para solo un miembro de la pareja (Schmitt y Marwell, 1972). b. Una vez que se produce equidad, los sujetos evitan aquellas situaciones en donde no reciben la misma cantidad de reforzamiento por opción, aunque reditúen en una mayor cantidad para uno o ambos sujetos (Marwell y Schmitt, 1975). c. Los sujetos distribuyen su conducta de manera que reducen las desigualdades de reforzamiento entre ellos (Shimoff y Matthews, 1975). Además, algunos autores han postulado que la inequidad de reforzamiento tiene propiedades aversivas y que por ello la pareja tiende hacia la búsqueda de una distribución simétrica de reforzamiento (Hake y Schmid, 1981; Schmid y Hake, 1983). Este tipo de explicación, aunque mantiene cierta coherencia derivada del "sentido común", tiene tres problemas: a) No se han diseñado estudios específicos a fin de probar este argumento. b) Omite el estudio de la situación de intercambio dejando de lado la posibilidad de estudiar de manera genérica al tipo de estrategia o regla de acción que adoptan los sujetos individualmente y como pareja. Este descuido ha mantenido fuera de consideración a los aspectos molares de decisión que regulan los intercambios sociales equitativos y no equitativos. c) Se ignora la información relevante proporcionada por trabajos previos dentro de la psicología social experimental respecto a los modelos cuantitativos sobre equidad, particularmente a la teoría de la equidad, los que representan una cobertura explicativa de amplia generalidad (p.e., 5 Adams, 1965; Hommans, 1974; Anderson, 1976; Mellers, 1982, Farkas, 1991). A continuación se describen algunos antecedentes significativos que permiten enmarcar el problema del comportamiento social en relación a contribuciones que, desde diferentes perspectivas, han venido matizando la comprensión de esta clase de fenómenos. Particularmente, la atención se centra en el estudio de los intercambios equitativos. Antecedentes sobre la teoría de la Equidad. De acuerdo a la teoría de la equidad, un intercambio social implica el análisis de la contribución que cada persona hace en una relación, y las “recompensas” que por ella obtiene (Adams, 1976; Berkowitz y Walster, 1976). Así, cualquier conducta motivada por lo que otra persona nos de a cambio, tangible o no, puede ser considerada como un intercambio social en donde las consecuencias que el organismo ha recibido en el pasado y recibe en el presente son de primordial importancia. Además, en un intercambio social las consecuencias potenciales son también un factor esencial (Heath, 1979). Dentro de la Teoría de la Equidad, las relaciones estudiadas se han expresado formalmente, mediante sistemas de ecuaciones lineales. En esos casos, se ha definido estado equitativo para dos personas como aquel en el que la razón de las ganancias o recompensas de una persona, en relación a las de otra, es igual a la correspondiente razón de su esfuerzo, méritos o contribuciones, lo que puede expresarse así: Oi / Oj = Ii / Ij (1) en donde Oi y Oj son los resultados o ganancias de las personas i y j; Ii e Ij son los valores correspondientes de sus contribuciones o esfuerzo. Una expresión equivalente ha sido la postulada por Adams (1965), en donde el sujeto compara a la persona i con la j, evaluando la razón de los resultados con las contribuciones o méritos de cada una de ellas: Oi / Ii = Oj / Ij (2) 6 De acuerdo con Anderson (1976), ésta relación puede expresarse como una proporción: Oi / Oi + Oj = Ii / Ii + Ij - (3) En todas estas ecuaciones, algebraicamente equivalentes, se asume una relación lineal entre méritos y resultados, aunque el proceso de comparación difiere de acuerdo con los componentes de cada modelo. La teoría de la equidad ha generado una gran cantidad de trabajos empíricos en campos tan diversos como los de la justicia distributiva, la teoría de las preferencias de asignación, el desarrollo del comportamiento social, la integración de la información, y la psicofísica (Messick y Cook, 1983; Mikula, 1980; Bierhoff, Cohen y Greenberg, 1986; Eisenberger, Reykowski y Staub, 1989; Luszacz y Nettelbeck, 1989; Masters y YarkinLevin, 1984; Anderson, 1976, 1991; Mellers, 1982). En la mayoría de los estudios de la Teoría de la Equidad, la emisión de juicios o distribución de recompensas se realiza, generalmente, una sola vez durante el experimento (aunque las condiciones de emisión pueden variar) y se implica que los sujetos están bajo situaciones en las que, inclusive, pueden no conocer con quién interactúan o a quién afectan sus decisiones.3 En el caso del AEC, los procedimientos cooperativos de tipo social (Hake y Vukelich, 1972) implican situaciones de intercambio repetitivo, en presencia de otra persona con la que interactúan durante la condición experimental. Además, la conducta de los sujetos, bajo estas condiciones, produce consecuencias tangibles, que dependen de sus acciones sociales. Lo cual no necesariamente es el caso dentro de los estudios convencionales de equidad. Adicionalmente, un enfoque conductual permite identificar directamente los mecanismos de micro-regulación de los intercambios. En la Teoría de la Equidad, se ponderan los juicios o verbalizaciones de los sujetos ante preguntas estructuradas de posibilidades de cursos de acción. En el AEC, se estudian esos cursos de acción de manera directa, aspectos metodológicos que asumimos en nuestra línea de investigación. 3 Sin embargo, existen excepciones importantes, algunas variantes han incluido juegos de tipo "iterativo" o repetitivo, y se ha manejado directamente el tamaño del grupo, la presencia o ausencia de otra persona en la decisión, la comunicación, entre otras modalidades (ver Colman, 1982, 2003; Rapoport, 1989). 7 Para el estudio de los intercambios equitativos se hace necesario desarrollar preparaciones de laboratorio en donde sea factible identificar las contribuciones y ganancias relativas que dos personas, de forma repetitiva, emiten y obtienen, respectivamente, en una relación. Para ello, la identificación o manipulación de contribuciones y/o ganancias cuantificables es indispensable para el estudio sistemático de estos intercambios. Es en este contexto en donde se ubican nuestros trabajos de laboratorio. En general, como un ejemplo de investigación empírica, el problema de investigación que abordamos radica en identificar el tipo de estrategias que ponen en juego los sujetos, bajo condiciones en las que pueden asignar "esfuerzo" a la contraparte (una tarea asociada con uno de tres requisitos de razón variable, RV 20, 40 u 80), en las condiciones de línea base. También, bajo otras condiciones experimentales, pueden asignar tanto "esfuerzo" como "ganancias" a su compañero (p.e., además de la tarea asociada a cualquiera de los requisitos de RV asignan una de cuatro magnitudes posibles de ganancia, a saber 1, 2, 4 u 8 puntos por ensayo). Por ejemplo, los sujetos pueden estar interactuando de tal forma que garanticen la simetría de sus ganancias, en tal caso la regla de interacción sería una de “igualdad”. La estrategia de estudio implica que si los sujetos asignan la tarea a su compañero, preservando una simetría en esfuerzo o ganancia, o si la asignación de pago para el compañero depende o no también del “esfuerzo” que el sujeto le asignó a éste, será factible evaluar si la cantidad de ganancias para ellos sigue la regla de equidad postulada por los modelos "aristotélicos", en el sentido de estar en función del esfuerzo del compañero, o bien si otras reglas de asignación han sido utilizadas en la relación. Así, la preparación experimental implica una combinación de resultados probables dadas las opciones elegidas por cada integrante de una díada en la relación, lo que puede expresarse en una matriz de pagos similar a las empleadas en el campo de la teoría de juegos (Colman, 1982) (ver tabla 1). 8 Esfuerzo asignado por i RV 20 RV 40 RV 80 Esfuerzo asignado por j RV 20 RV 40 1 2 .5 1 .25 .5 RV 80 4 2 1 Tabla 1. Matriz de asignación de esfuerzo. Razón del esfuerzo asignado al compañero por los sujetos i, j, en su rol de sujeto focal. Las razones se derivan de la combinación de los requisitos del programa de razón variable que asignan a su compañero (Adaptada de Santoyo, 1992). En general, los resultados obtenidos en nuestro laboratorio han sido consistentes y adecuadamente descritos, por la formulación de la equidad (ecuación 3), describiendo tanto las ejecuciones de los sujetos cooperativos, como las de los competitivos; y replicada bajo condiciones de contextos de baja, regular y alta cantidad de recursos para el sujeto elector (ver Santoyo, 1992, 1998). Para una detección de las estrategias de intercambio y de los mecanismos de regulación y aprendizaje, que den cuenta de los diferentes patrones de intercambio descubiertos en estos estudios, ha sido necesario adecuar técnicas de micro-análisis. Por ejemplo, datos recientes señalan la existencia de una correspondencia y correlación crecientes de asignación de esfuerzos y puntos al compañero, entre sujetos, como una función de la experiencia. Dicha correspondencia se centra, generalmente, en la asignación recíproca y sucesiva del juego asociado con la más alta tasa de reforzamiento (RV20-RV20), lo que sugiere una estrategia de asignación óptima entre pares (Santoyo, 2002; Santoyo y Colmenares, 2003a). Esta ha sido una de las líneas de investigación que ha dirigido nuestra atención, dentro del laboratorio, para el estudio de intercambio social entre díadas en los años recientes. A continuación, se exponen brevemente, algunos hallazgos derivados de la línea de investigación centrada en el estudio de los intercambios sociales en general y de las trampas sociales con n > 2, en particular. El estudio de los dilemas sociales. Un aspecto estratégico que hemos adoptado, para el estudio experimental de los dilemas sociales, ha implicado el análisis de las reglas de asignación o de uso de recursos escasos y altamente valorados en situaciones colectivas. Para ello hemos 9 asumido, como paso inicial, la metodología de la psicofísica propuesta por Anderson (1991, a, b, c, 1996), que posibilita el estudio de factores múltiples que determinan las decisiones implicadas en diferentes niveles de problemas, la forma como interactúan dichos factores, el contexto bajo el cual se ubica la decisión y de cómo se configuran los patrones de asignación o uso de recursos, como una función de las variables antes mencionadas. En general, para la teoría de juegos, los dilemas sociales representan un “equilibrio deficiente”; “equilibrio” en tanto que nadie tiene, por el momento, un incentivo para cambiar su conducta de consumo; “deficiente” en el sentido de que existe al menos un resultado alternativo que a los participantes les convendría conseguir y en el cuál muchos consideran que estarían mejor (Kollock, 1998). Aunque la mayoría puede expresar que “comprende” la situación y que está contribuyendo a un resultado desfavorable, ni los políticos, ni los administradores, ni los científicos sociales han podido enfrentar de manera eficiente esta problemática. Por ello, se hace necesario el desarrollo de trabajos de investigación básica, puente y aplicada (Fisher y Mazur, 1997), sobre todo en México, debido a la abrumadora cantidad de problemas sociales derivados de la manera en que la gente enfrenta estas situaciones-dilema, y porque el estudio científico de las trampas sociales es aún incipiente en nuestro medio. Un dilema de bienes públicos (DBP) implica a más de dos personas, en donde cada una enfrenta el problema de contribuir o no al bien público. La contribución, en efecto, implica un costo inmediato para quien lo hace. Pero al aportar se genera un beneficio que comparte con toda la unidad social considerada. Así, cada sujeto tiene el incentivo de evitar el costo pero gozar del beneficio (p.e., no pagar los impuestos, no aportar cuotas de mantenimiento en una unidad habitacional, no hacer fila para ingresar a un espectáculo o adquirir sus boletos con la “reventa”). Cuando todos evitan el costo, los recursos se agotan o los servicios se deterioran, a mediano o largo plazo, y todos obtienen un pésimo resultado como consecuencia, de ahí el término “trampa social” acuñado por Platt (1973). En otras palabras, un bien público es un recurso del cuál todos pueden beneficiarse, hayan contribuido o no a su disposición. El bien público, 10 además, se caracteriza por que el uso que de este hace una persona, generalmente no disminuye la disponibilidad de corto plazo para cualquier otra. Un dilema de recursos (DR), por otra parte, se define por la no-exclusividad del consumo (dado que cualquiera puede aprovecharlo), pero a diferencia del bien público, se caracteriza por la “sustractibilidad” de los beneficios al bien común (el agua que derramamos o desperdiciamos ya no la puede utilizar nadie más). Por ende, el mantenimiento del bien público dependerá de la cantidad de recursos disponibles, de la tasa de agotamiento o de uso del recurso en el tiempo, de la relación de disponibilidad y del número de usuarios del recurso, así como de la tasa de regeneración del mismo (cuando este es renovable). En resumen, las trampas sociales que se abordan en este campo se caracterizan por una estructura que implica la operación de dos mecanismos: 1) Las personas responden por consumo excesivo o abstención de cooperación, en la búsqueda de ganancias o la evitación de costos inmediatos; 2) A mediano o largo plazo se produce el resultado de pérdidas considerables individuales y comunitarias, con la correspondiente devaluación de los recursos. A manera de ejemplo presentamos algunos datos derivados de estudios que se han desarrollado en nuestro laboratorio respecto de los DBP y los DR. En un primer nivel, basados en la Teoría de la Integración de Información (Anderson, 1991, a, b y c, 1996), exponemos datos de dos estudios recientes sobre las aportaciones “voluntarias” que los participantes están dispuestos a dar a un fondo común en una unidad habitacional en régimen de condominio, fondo que servirá para gastos de mantenimiento de emergencia antes no contemplados. La preparación experimental representa un dilema, en el sentido en que los sujetos tienen la opción de contribuir con lo mínimo (p.e., $30), bajo el supuesto de que representa el menor costo posible y de que “otros serán los que aporten”; por lo que, a fin de cuentas, la contribución propia puede ser dispensable; el dilema se concreta cuando la mayoría asume esa postura con la consecuencia potencial de una insuficiente contribución global y, por lo tanto, una baja calidad en la prestación de servicios para todos. 11 En una serie de estudios sobre DBP se han evaluado contextos de unidades habitacionales, (Santoyo y López, 2003; Santoyo y Colmenares, 2003b), desde la perspectiva de la teoría de Anderson (op cit). La información que los sujetos ponderan para efectuar sus contribuciones al bien común, se basa en factores como: el porcentaje de vecinos dispuestos a realizar aportaciones (10, 30, 50, 70 y 90%), la cantidad promedio que los condóminos están dispuestos a aportar (p.e., 30, 150 ó 330 pesos), ó el momento en que se deberá realizar la aportación (p.e., hoy, en 6 meses ó en un año). La estructura, de estas preparaciones experimentales, implica un diseño factorial de medidas repetidas en donde cada persona resuelve cada combinación de valores. De acuerdo con la teoría de la integración de la información, es factible la representación gráfica de las reglas de integración empleadas por los sujetos; estas reglas pueden expresarse de forma algebraica y pueden verificarse con base en un ANOVA factorial de medidas repetidas. En la figura 1a, se presentan datos de la cantidad que los sujetos están dispuestos a aportar a un fondo comunitario de una unidad habitacional, como una función del porcentaje de vecinos que se espera realicen una aportación y la cantidad de dinero correspondiente que aportarían (las instrucciones señalaban que la información presentada, para cada situación de decisión, se había obtenido mediante una encuesta a una muestra de una unidad habitacional). En general, los sujetos estaban más dispuestos a contribuir con mayor cantidad de dinero, conforme aumentaba la cantidad de aportaciones vecinales. Sin embargo, se aprecia un efecto del porcentaje de vecinos que aportan. Así, en algunos casos (p.e., ante la aportación vecinal de $150), el porcentaje de vecinos no ejerce efecto alguno; mientras que, cuando la aportación vecinal es mínima, la contribución de los sujetos disminuye conforme aumenta el porcentaje de vecinos; efecto que parece ser de compensación o satisfacción del mínimo suficiente para preservar los servicios asociados, y es congruente con el mecanismo de nivel de provisión señalado en la literatura de los DBP (Van de Kragt, Orbell y Dawes, 1983) . Finalmente, aportaciones vecinales altas tienden a inducir mayor cantidad de contribución en los sujetos. Así, en 12 la figura 1a, la regla algebraica implicada es una de multiplicación, de acuerdo con Anderson (1996). Aportacion vecinal 30 150 330 Hoy 1 Contribucion promedio de los sujetos Indice de aportacion 1 año 300 1a 0.8 0.6 0.4 0.2 0 Plazo 6 meses . 10 30 50 70 90 Porcentaje de vecinos que aportan . 250 1b 200 150 100 50 0 30 90 150 210 270 330 Aportacion promedio de los vecinos . Figura 1. Integración de la Información en Dilemas de Bienes Públicos. Índice de aportación monetaria al bien público en función del porcentaje de vecinos dispuestos a contribuir y de su aportación promedio (gráfica 1a, modificada de Santoyo y López, 2003). Aportación monetaria al bien público en función de la contribución vecinal promedio y el plazo para realizar la aportación (Gráfica 1b, modificada de Santoyo y Colmenares, 2003b). Posteriormente, análisis mas finos mostraron que, en todas las condiciones (excepto en aportaciones mínimas, $30), los sujetos tienden a aportar cantidades ligeramente menores a las que aportan los demás. Cuando todos se comportan de esa forma, la cantidad a obtener es menor a la deseada con la consabida consecuencia de disminución de la probabilidad de obtención de los recursos mínimos necesarios para satisfacer las necesidades comunitarias. Las aportaciones que se hacen en los DBP no se realizan en un “vacío temporal”, más bien ocurren en una perspectiva de plazos a cumplir, en donde las decisiones se ubican en un contexto del momento en que habrá de asumirse el “costo” de la contribución. Así, se hace necesario evaluar el efecto sobre la disposición de los plazos en que la aportación deberá realizarse. ¿Existirá mayor contribución si la aportación debe hacerse hoy mismo, a si deberá realizarse en un semestre o un año? Aunque los montos específicos de dinero puedan ser “objetivamente” similares, ¿el hecho de imponer una restricción de tiempo afectará significativamente la cantidad de dinero 13 “invertida” al bien común?. Estas preguntas han sido tratadas de responder, por Santoyo y Colmenares (2003,b), desde una perspectiva de análisis del proceso de “descuento temporal” implicado. En general, se esperaría que cada individuo fuese consistente al elegir la cantidad preferida de dinero a aportar (p.e., la que le implique el menor costo), sin importar en qué momento deberá hacerlo (Frederick, Lowenstein y O’Donoghue, 2003), dado el supuesto de que las preferencias son consistentes a través del tiempo (Dawes, 1988; Coombs, Dawes y Tversky, 1981). No obstante, la literatura en el campo de la elección intertemporal (p.e., Ainslie, 1992; Rachlin, 1994) muestra que los sujetos son inconsistentes en distintos contextos, lo que representa una anomalía en el área de la toma de decisiones. El trabajo de Santoyo y Colmenares (2003b) se ubica en esta perspectiva, en el ámbito de un DBP. La forma como los sujetos integran la información temporal para eventuales contribuciones, se presenta en la figura 1b. En general, los sujetos tienden a “ofrecer” una mayor cantidad de dinero conforme más distante en tiempo se encuentre el plazo de aportación. Las aportaciones, además, tienden a incrementar como una función directa de la contribución vecinal. La regla algebraica implicada corresponde en este caso a una de tipo aditiva, con líneas paralelas entre los plazos. Estos hallazgos se suman, entonces, a la innumerable lista de anomalías en el campo de la elección intertemporal. En un segundo nivel, para el estudio de los dilemas de recursos, González y Santoyo (2002) han desarrollado preparaciones experimentales para estudiar los intercambios sociales implicados en una situación de consumo, en donde cada participante interactúa con compañeros con consumos elevados (denominados pares competitivos) o con compañeros con consumos moderados (denominados pares cooperativos). En un primer estudio, se evaluó la hipótesis de que se produce mayor autocontrol en la situación, y por ende mayor cooperación, cuando se agrupan los ensayos de elección, que cuando estos se realizan uno a uno (Silverstein, Cross, Brown y Rachlin, 1998). Los sujetos se expusieron a situaciones en donde decidían la cantidad de consumo en cada ensayo y los puntos asociados se otorgaban de inmediato, o bien bajo situaciones 14 en donde decidían la cantidad que tomarían de la urna cada dos o cuatro turnos. En general, los sujetos fueron sensibles a los consumos de los compañeros. La exposición a bloques de ensayos de diferente tamaño tuvo un efecto directamente proporcional al consumo de los sujetos, siendo este más alto al final del estudio, mientras mayor número de ensayos se integraban al bloque de decisión (ver fig. 2). Consumo de acuerdo al grupo 3000 total de puntos 2500 2000 cooperativos 1500 no cooperativos 1000 500 0 1 2 Bloque de turnos 4 Figura 2. Consumo en un dilema de recursos como función de los compañeros de grupo y el agrupamiento de decisiones. Total de puntos totales obtenidos en los distintos grupos con ensayos sencillos, en bloques de dos y de cuatro turnos. Las barras oscuras representan a los sujetos en grupos cooperativos y las barras blancas a los sujetos con compañeros no cooperativos (modificada de González y Santoyo, 2002). Finalmente, los sujetos que exhibieron patrones moderados de consumo, obtuvieron una mayor cantidad de puntos al final de la sesión (dada la función de renovación del recurso). Aquellos sujetos que exhibieron “impulsividad” (bajo auto-control), tratando de obtener una mayor cantidad de ganancias a corto plazo, obtuvieron al final una menor cantidad de ganancias, hecho que produjo un deterioro en la función de renovación del recurso, con el consabido agotamiento del mismo. Inclusive, observamos que los sujetos impulsivos no parecen beneficiarse de la demanda de integrar decisiones en bloques, por lo que el proceso de agrupamiento no se confirma con los sujetos expuestos a estas condiciones, efecto que deberá analizarse en próximos estudios. 15 Hasta ahora, hemos descrito algunas de las estrategias seguidas en el trabajo de investigación básica en el laboratorio. En general, estos trabajos se complementan con el ámbito de la investigación de campo, en la cuál se pretende evaluar y extender principios básicos descubiertos en el laboratorio hacia el comportamiento de los organismos en escenarios naturales, generalmente sin manipulación experimental alguna. Además, el ámbito de las interacciones sociales en escenarios naturales, en nuestro caso el escolar, nos ha inducido a interesarnos por el estudio de la configuración, estabilidad, cambio y diferencias individuales de las personas. En tal sentido, la siguiente sección integra un enfoque centrado en el análisis de las consecuencias que cada sujeto recibe en sus interacciones habituales, con base en una perspectiva de síntesis, la cuál permite la integración de información de antecedentes y consecuencias múltiples respecto a una unidad de análisis centrada en la persona. El estudio “Longitudinal de Coyoacán”. Desde una perspectiva centrada en la persona, por considerarla la más adecuada para el estudio del desarrollo conductual, hemos generado un estudio longitudinal y transversal de campo. A continuación se describen las características conceptuales y metodológicas que regulan las decisiones respecto al trabajo de investigación. Dada la escasa gama de investigación longitudinal sobre el desarrollo psicológico en general en el país y, en particular, sobre la adquisición, estabilidad y cambio de los patrones de comportamiento social de niños escolares mexicanos, es necesario ubicar no sólo el estudio y comprensión de los mecanismos básicos implicados en la configuración de dichos patrones, sino también el estudio de factores de riesgo y/o de protección, para poder determinar qué tipo de perfil representa escollos potenciales para el desarrollo, y poder generar vías de detección temprana y preventivas para problemas de ajuste social de los niños. En general, enfoques previos han abordado las temáticas del desarrollo a manera de “micro-teorías” donde se centra la atención sobre procesos específicos (p.e., atención, agresión, habilidades sociales, problemas académicos, hiperactividad, etc.). En este proyecto asumimos una estrategia de investigación integrativa, donde se trata de indagar sobre las interacciones entre mecanismos y fuentes múltiples de influencia sobre el comportamiento social, las diferencias 16 individuales, así como la estabilidad y cambio de patrones de comportamiento social. En tal sentido, se pretende evaluar las posibilidades que ofrecen los modelos contemporáneos en la “Ciencia del Desarrollo” (Cairns, Elder y Costello, 1996), desde la perspectiva del contexto de niños escolares mexicanos. En los últimos lustros, a través de investigación de campo, distintos investigadores se han dedicado a analizar la plasticidad, maleabilidad y organización de los patrones de comportamiento social en escenarios naturales, principalmente en la escuela (Cairns, 1979; Cairns y Cairns, 1994; Eckerman, 1996; Farmer y Cairns, 1991; Patterson, 1982). El estudio de la organización del comportamiento social, es fundamental para tener un entendimiento amplio de los mecanismos básicos de regulación, así como para el análisis de sus consecuencias potenciales (sean benignas o nocivas), sobre otras áreas del funcionamiento humano. No sólo es importante el análisis de tales mecanismos para comprender los factores proximales en la regulación de los intercambios sociales “in situ”, sino que, dado que se ha demostrado que estos intercambios exhiben un amplio grado de plasticidad, su estudio nos permite explicar la configuración de patrones y trayectorias de desarrollo social a lo largo del ciclo de vida del individuo (Cairns, 1979; Magnusson, 1988; Cairns, Elder y Costello, 1996). En su mayoría, los enfoques de investigación sobre el desarrollo se han centrado, fundamentalmente, en el aislamiento de procesos psicológicos simples y su análisis de manera directa, sin una vinculación con otros procesos o mecanismos del funcionamiento humano (Magnusson, 1998). Una contribución del “Estudio Longitudinal de Coyoacán”, radica en extender el enfoque antes mencionado más allá de procesos simples, investigando la forma en la que “diferentes” mecanismos psicológicos se conectan e influyen recíprocamente. En otras palabras, este trabajo asume una perspectiva de síntesis (Cairns, Elder y Costello, 1996). Existe amplia evidencia acerca de que tener pocos amigos o no ser aceptado dentro del grupo genera consecuencias negativas. Por ejemplo, es probable que niños poco populares exhiban bajo logro en la escuela, experimenten dificultades de aprendizaje y eventual deserción escolar, o que incluso sean sujetos en riesgo para exhibir conductas problema y hasta delictivas (Cairns y Cairns, 1994; Putallaz y Gottman, 1981). 17 Además, se ha señalado que es posible que la carencia de habilidades sociales pueda ser, eventualmente, un factor que predisponga el desarrollo de psicopatología (Arkowitz, 1981; Putallaz y Gottman, 1981). En este contexto, interacción social se define como aquella clase especial de organización de la conducta, en donde los actos de un individuo contribuyen a la dirección y control de los actos de otro, en una relación de bidireccionalidad y reciprocidad (Cairns, 1979). Habilidad social se define como aquella clase de acciones de la persona que le permiten maximizar la tasa de reforzamiento y minimizar la tasa de eventos aversivos que otros individuos le dirigen (Arkowitz, 1981). Por otra parte, los niños pasan varias horas de su vida en el medio escolar, por lo cual este medio es idóneo para analizar la forma como se van estructurando las relaciones interpersonales en su desarrollo. Siendo éste un medio accesible y relativamente ordenado, en donde se pueden estudiar los procesos interactivos con sus “iguales” y los efectos relativos de los aspectos normativos e institucionales, como parte del contexto y ecología social en el que los niños están inmersos. Además, el ajuste social en la escuela mantiene una relación importante con el ajuste académico actual y el ajuste social potencial en otros escenarios; por ello es conveniente realizar seguimientos a grupos de niños, a lo largo de periodos amplios de tiempo. A continuación se presenta el modelo general que nos ha permitido asumir decisiones consistentes con el enfoque expuesto; se describen sus componentes y aspectos estratégicos, así como algunos de los principales resultados obtenidos a lo largo del tiempo. En la figura 3 se presenta el modelo donde se delimitan los componentes que configuran a nuestro trabajo como un enfoque de síntesis, en los cuáles los diferentes elementos considerados representan el énfasis de las estrategias de investigación. De manera resumida, en la figura 3, se expone el modelo para el estudio contextual de las interacciones sociales en escenarios naturales. En este caso, la unidad de análisis se constituye por la persona. Por ser una perspectiva de síntesis lo que se estudia es la configuración o patrones de organización del comportamiento, en la “ecología social” 18 del escenario escolar. En general, la estrategia procede desde el análisis, hasta la integración de relaciones e interacciones entre los componentes y factores a considerar en el estudio. Lo anterior implica un enfoque metodológico que incluye tanto datos individuales de campo, datos de auto-reporte, informes de terceras personas (pares y adultos), indicadores sociométricos (de nominación, de consenso y conductuales), observación conductual en distintos escenarios escolares, técnicas de micro-análisis, etc. Todos ellos tratando de garantizar la calidad del dato y el rigor exigido para la validez y confiabilidad del proceso. Estabilidad, cambio y diferencias individuales de perfiles de desarrollo Unidad de Análisis: PERSONA Consecuencias Antecedentes proximales •Conducta del par •Conducta del grupo •Conducta del profesor •Flujo conductual del SF •Interacción contingente… Contenidos de los patrones de desarrollo: •Conflicto •Actividad académica •Preferencias sociales •Nivel de actividad •Competencia social… Para: Por parte de: • el SF • el grupo • el par •el profesor •el grupo Mecanismos micro- regulatorios •Efectividad social •Correspondencia social •Reciprocidad social •Preferencias conductuales •Persistencia Distal/ Diacrónico – Sincrónico/ Recursos/ Normativo/ Escenario conductual/ Diada/ Red Social CONTEXTO TIEMPO Figura 3. Modelo para el estudio contextual de las interacciones sociales en escenarios naturales, desde una perspectiva de síntesis. En una primera instancia, se ponderan tanto los antecedentes proximales, como el contexto distal global donde se ubican las interacciones a lo largo del tiempo. Como antecedentes proximales más evidentes, se analiza el impacto de la conducta de los compañeros del grupo y de los profesores, sobre la conducta del sujeto considerado 19 como focal. El comportamiento de los niños se exhibe en un flujo conductual de variantes susceptibles de categorización. El análisis del flujo conductual permite descubrir e identificar patrones organizados de conducta y dependencias secuenciales, susceptibles de rigurosa evaluación. Por ejemplo, uno de los primeros pasos en la determinación de patrones de conducta, radica en la demostración de la no aleatoriedad de los mismos. Algunas de las aplicaciones realizadas al respecto han sido conducidas con los patrones conductuales de niños lactantes y maternales (Espinosa, Anguera y Santoyo, en prensa) o con poblaciones determinadas, como serían los niños con necesidades educativas especiales (Rubio, en proceso). En ambos casos, se ha podido demostrar la no aleatoriedad de los patrones, realizando análisis secuenciales rigurosos, en donde se incorporan únicamente las probabilidades condicionales, cuyos residuos ajustados excedan el nivel de significancia estadística > 1.96, para secuencias excitatorias (Haberman,1978) Son muchos los contenidos sobre los cuales centramos el foco del análisis. Por ejemplo, es factible analizar los factores responsables de la organización del comportamiento coercitivo entre pares analizando la reciprocidad de acciones coercitivas de niños identificados como agresivos respecto de aquellos que no lo son (Santoyo, Espinosa y Maciel, 1996). También puede procederse a ampliar la perspectiva considerando la red social de los niños agresivos. Así, datos de González (1998) demuestran que, a diferencia de algunas creencias erróneas, los niños agresivos no necesariamente son rechazados ni exhiben una baja competencia social. Por el contrario, algunos de ellos son centrales en su red social y pueden conectarse tanto con niños agresivos, como con el resto del grupo. No obstante, su relación con otros niños agresivos constituye un factor de riesgo, dada la alta probabilidad de interacciones recíprocas que mantienen y que permiten que intercambios de tipo coercitivo se consoliden. Los niños exhiben diferentes niveles de persistencia en sus actividades, niveles que pueden tomarse como base para realizar estimaciones sobre la motivación del niño, respecto de la tarea académica o de sus preferencias sociales. En una serie de estudios 20 (Santoyo, Espinosa y Bachá, 1996; Santoyo, Fabián y Espinosa, 2000), se ha encontrado que la persistencia que exhiben los niños en las actividades académicas demandadas por su medio escolar es relativamente baja. Por ejemplo, los niños exhiben entre tres y cuatro cambios de actividad por minuto, la tercera parte de ellos provocados por acciones de terceras personas. Comúnmente, los escolares sólo dedican una cuarta parte del tiempo en el aula a actividades académicas; dedicándose el resto del tiempo a conversar, jugar y al ocio. Estos hallazgos han sido replicados por Hernández (1996), con niños de cuarto grado de primaria. En trabajos recientes, se ha encontrado que el número de transiciones que los niños exhiben, en diferentes escenarios, puede ser un adecuado predictor del impacto de factores de la ecología social en el aula, como son la densidad social y el impacto de la conducta de los demás, como evento disruptor que afecta el tiempo que los sujetos se mantienen involucrados en la tarea (Flores, 2003). Esta clase de evidencias es consistente con los trabajos que, sobre “dedicación a la tarea” versus “tiempo fuera de la tarea”, han venido desarrollando analistas de la conducta (Heward, 1994). No basta con identificar si el niño puede ser “agresivo” o no, sino que también éste puede exhibir períodos amplios de alejamiento de la tarea, lo que constituye parte de su patrón de comportamiento exhibido en el aula. El problema se agranda si el niño, además, exhibe bajas habilidades sociales y pocos vínculos significativos dentro de su red social. Si también se concibe a sí mismo como limitado, y sus profesores lo reconocen como tal en diversas áreas, el perfil se va constituyendo como uno de alto riesgo. El estudio de las preferencias sociales es otro de los contenidos de los patrones de desarrollo que se enfatiza en nuestros estudios. El interés es identificar, del flujo conductual, aquellos aspectos que constituyen mecanismos de control y regulación de comportamiento. Para ello, se ha hecho uso de la metodología observacional, previos estudios de categorización, confiabilidad y optimización y validación (Santoyo, Espinosa y Bachá, 1994). De esta forma, ha sido posible evaluar la función de la efectividad social, la correspondencia social y la reciprocidad social como índices funcionales que dan cuenta de la ubicación de los sujetos dentro de la red social 21 (Rubio, en preparación), de la ubicación geográfica del niño en el aula (Espinosa, 1995), e incluso de la persistencia de actos coercitivos de niños agresivos (Maciel, 1996; Santoyo, Espinosa y Maciel, 1996). En otra línea de trabajo, la determinación de índices funcionales como la efectividad, la correspondencia y la reciprocidad social (Santoyo, 1996), ha permitido inferir el papel de las consecuencias sobre la conducta social de los sujetos y de la de sus compañeros, a partir de la identificación y análisis de la dirección de las acciones sociales que los niños se emiten entre sí y de los patrones de interacción resultantes como consecuencia de ello. Actualmente, con base en estrategias politéticas (Cairns, 1979) de multi-método y multi- determinación, está siendo posible el estudio de la estabilidad y/ o cambio de los patrones de comportamiento que los niños exhiben en el medio escolar. Para ello, estamos estudiando la consolidación de configuraciones de comportamiento, tomando como unidad de análisis y estrategia el enfoque centrado en personas (Cairns, Bergman y Kagan, 1998). Este enfoque permite el análisis diacrónico o sincrónico con base en diseños observacionales (Anguera, Blanco y Losada, 2001) y seguimientos múltiples, a lo largo de un mínimo de tres años en el mismo ambiente escolar. Prospectiva La tarea de realizar investigación longitudinal de campo, además de su complejidad inherente, implica un elevado esfuerzo y costo de instrumentación. Sin embargo, consideramos que esta tarea reditúa en un mejor conocimiento de los factores proximales presentes en la ecología social del niño, y que se constituyen en factores de investigación que coadyuvan a la comprensión de la forma como se configuran patrones complejos de comportamiento a lo largo del tiempo. No basta con detectar el estado actual del comportamiento social, a manera de “fotografía”. Se requiere de la detección del movimiento y dinámica de la organización del comportamiento a manera de una “película”, con cambios a veces graduales, a veces inapreciables y en ocasiones abruptos. Esta información, para el teórico y el metodólogo, se presenta como un reto, y es uno de los que tratamos de enfrentar. 22 Otro desafío lo constituye el desarrollo de preparaciones experimentales para el estudio sistemático de trampas sociales de una manera ecológicamente válida. En un escenario en donde los trabajos de investigación se han venido desarrollando con tareas arbitrarias, incentivos poco realistas y con sujetos poco representativos (léase estudiantes universitarios, principalmente), tenemos la demanda de diseñar de manera más creativa y con mayor validez ecológica, preparaciones de laboratorio que den cuenta de los mecanismos sustantivos más representativos que configuran la estructura de los diferentes niveles de trampa social. El esfuerzo no debe parar en ese punto. El desarrollo de investigación puente y de campo, representa un paso en la dirección correcta, hacia la extensión de la generalidad de los principios que actualmente sustentan el marco explicativo de los intercambios sociales. Referencias Adams, J.S. (1965). Inequity in social change. En L. Berkowitz (ed.). Advances in Experimental Social Psychology. Vol. II, (Pp., 267-299). Nueva York: Pergamon. Ainslie, G. (1992). 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