ENCUENTROS CON JESÚS JESÚS y los APÓSTOLES: VIDA COMPARTIDA MIRADA A LA VIDA El acercarnos a las diversas expresiones de vida y cultura, a lo largo de la historia de la humanidad, es toda una ESCUELA donde se aprenden tantas y tantas cosas. Todos los pueblos, incluso los más pequeños en número o por el desarrollo alcanzado, nos ofrecen inmensas “lecciones” que es necesario tener muy en cuenta de cara a nuestro caminar por la vida. Es necesario mirar y aprender. La misma naturaleza, con sus riquezas de todo tipo, nos enseña fenómenos inconmensurables y que efectivamente nos muestran esas grandes “lecciones” que son necesarios aprenderlos. Simplemente contemplar un enjambre de abejas, los ires y venires incansables y el trabajo tan ordenado y efectivo… es toda una escuela de tantas y tantas cosas. Desde esta contemplación, no es nada complicado llegar a la conclusión de que la “unión hace la fuerza”. Es una experiencia tan evidente… La criatura humana necesita de los demás para todo, desde su mismo origen, como ser y como persona, hasta alcanzar la madurez más notable y llena de plenitud. Necesitamos de los demás y los demás necesitan de nosotros para desarrollar las dimensiones más humanas, pero también para llevar a cabo tantos y tantos proyectos que requieren de un ESFUERZO COMÚN, y que alcanzan su plenitud en esa conjunción y unión de fuerzas, de aportaciones personales, logrando así un objetivo deseado y buscado. Pero, al mismo tiempo, podemos observar otro dato que llama la atención: ¡Cuántas veces cada uno quiere “tirar” por su lado, sin tener en cuenta la fuerza de la unión y del grupo! Tantas actitudes de vida y tantos comportamientos concretos nos “hablan” de este fenómeno, aunque no sea fácil encontrar una “explicación” a este hecho contradictorio y que se da en nuestra vida. Ahí están los estudios que nos ofrecen unas conclusiones no fáciles de entender, pero que son irrefutables. En el “cuadro evangélico” que hoy se nos ofrece a nuestra contemplación, descubrimos cómo aquel grupo que se formó en torno a Jesús de Nazaret, tuvo que realizar un trabajo serio para alcanzar UNA UNIÓN NECESARIA con vistas a la MISIÓN que de esa experiencia iba a surgir. Según los diversos pasajes y testimonios evangélicos, la tarea no debió de ser nada fácil. Aquel grupo de Jesús fue de lo más variopinto, en los aspectos más diversos de la vida. Y Jesús tuvo que “echar mano” de sus cualidades pedagógicas (que las tenía) para “enderezar” aquel grupo y realizar una CONVIVENCIA POSITIVA con ellos. Porque es verdad que en aquel grupo había planteamientos diversos, tanto políticos como religiosos; había, muy posiblemente, fanáticos, y personas más moderadas. Por eso, la convivencia no tuvo que ser nada fácil. Que un recaudador (esto es, un vendido al poder romano) formara parte del mismo; que alguno (o varios de ellos) pertenecieran al grupo de los zelotes (fanáticos políticamente y violentos), con otros que podían ser más pacíficos y moderados… muestra la dificultad de una convivencia cordial. De ahí que los evangelios destacan el empeño que Jesús mostró de cara a crear una COMUNIDAD en torno a él, con vistas a la propuesta que planteaba: el PROYECTO DEL REINO que era la misión que él asumía como propia como deseo del mismo Dios, a quien él llamaba Abbà-Padre. Así, en diversas ocasiones, los evangelios nos recuerdan cómo Jesús explica un mensaje determinado a este grupo de seguidores; o que se retira a un lugar solitario con vistas a estar tranquilo con ellos y así poder ir “creciendo” tanto en la comprensión del mensaje, como también en el proceso de ir sintiendo esa fuerza del grupo de cara a la TAREAMISIÓN que les iba a quedar cuando no estuviera él presente. Además, es un hecho que participaron en la Misión del mismo Jesús, quien les envía a anunciar el MENSAJE central, y que incluso participaron de su fuerza curativa. Pero esto va mezclado con los deseos más vulgares de poder, de superioridad sobre los demás; de deseos de seguimiento, pero también de deserciones palpables. Éste es el contexto en el que “camina” este grupo de Jesús. Es claro que tiene mucho camino por recorrer y este aspecto queda bien reflejado en los testimonios evangélicos. Y, con todo, Jesús parte de esta realidad concreta para seguir caminando con vistas a construir esa COMUNIDAD, que la deseó y trabajó con cuidado. Todo este proceso, nos deja unas “CLAVES” que son necesarias tener en cuenta y cuidar con vistas a esta tarea. Por eso, vamos a tomar una doble referencia de textos evangélicos para descubrir todo el contenido que él cree que es necesario tener en cuenta. Vamos a adentrarnos en esos testimonios evangélicos para intuir cuanto ahí se nos está ofreciendo. Así podemos captar cuanto él nos propone y a lo que nos invita. A LA LUZ DEL EVANGELIO EVANGELIO: Lucas 9, 1-6 En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: - «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa». Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes. EVANGELIO: Juan 15, 1-5. 12-16 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto, lo arranca; y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Éste es mi mandamiento; que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé». HOY Y AQUÍ Diversos testimonios evangélicos nos ofrecen “elementos” muy sugerentes para tomar conciencia del TIPO de COMUNIDAD y de CONVIVENCIA que Jesús trabajó y quiso para su grupo. Algunos de estos testimonios serán hechos relacionados directamente con el mismo Jesús durante su vida terrena; otros testimonios serán reflexiones vivas que sus testigos realizan con el paso del tiempo, pero que tienen su origen en esa experiencia original vivida junto al Maestro. Ahí se nos están reflejando las CLAVES que se sintieron como válidas entonces y, también, son válidas ahora. Esa experiencia de vida COMPARTIDA tiene, antes que nada, una razón de ser: COMPARTIR LA MISIÓN. Jesús es un enamorado de su Padre y del Proyecto que el Padre tiene para con la humanidad y de la que el mismo Jesús es portador. De ahí que, además de poner en marcha ese proyecto, con sus palabras y con sus signos, quiere y busca un grupo que acoja, de corazón, este proyecto, lo haga suyo, de forma experiencial y viva, y lo lleve adelante. La TAREA es inmensa. Él, Jesús, no ha hecho más que iniciar esa puesta en marcha; ahora son ellos los que continuarán la obra. Eso sí: él les promete una “PRESENCIA NUEVA” y él mismo será su fuerza y fortaleza. Éste es un dato fundamental para entender todo cuanto va a sucederle a esta Comunidad. Otro elemento que también es esencial: cada SEGUIDOR de Jesús y su Comunidad necesitará estar estrechamente UNIDO a él, a Jesús. La comparación es de una fuerza tremenda: igual que el sarmiento unido a la vid es como puede tener VIDA, así ocurrirá también con sus discípulos. “Porque sin mí no podéis hacer nada”: así de claro y así de tajante es el Maestro. “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí”. Éste es el planteamiento de Jesús con su Comunidad. Ésta tendrá que sacar las conclusiones de esta convicción que les manifiesta el Maestro. La otra clave de la Comunidad de Jesús está también muy bien definida y trazada: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Esta “lección” que tanto le costó a su grupo aprenderlo y, aun más, llevarlo a la vida. ¡Cuántos testimonios evangélicos nos lo recuerdan! Y es que el objetivo es nada menos que “como yo os he amado”. Aquí está el núcleo. Eso supone vivir el amor desde la gratuidad y desde la fidelidad; y todo esto en una entrega sin límites. Es la Comunidad que quiere Jesús para ser signo de ese “sueño” de su Padre y que él, Jesús, realiza y pone en marcha. Desde ahí es capaz de manifestarles a los suyos, a su Comunidad, con la que comparte la Misión, algo realmente impresionante: “Ya no os llamo siervos… os llamo amigos”. La relación Maestro-discípulo ha cambiado del todo y para siempre. En este caso, el discípulo es llamado a “ser como el Maestro”, con todas las consecuencias. Es desde la fuerza de la amistad vivida y experimentada desde donde Jesús es capaz de plantear a los suyos esta meta, porque es una “meta” que hay que trabajar con constancia y tesón; como lo ha hecho el mismo Jesús, que es capaz de aceptar a los suyos a pesar de las deserciones y olvidos para con el Maestro. Y para terminar… todo esto será posible, a pesar de las debilidades de los suyos, porque la fuerza está en el mismo Señor: “Soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure”. Aquí está la raíz de esa Comunidad, con toda una vida compartida; sólo desde aquí es posible asumir el reto y el desafío que supone ser SU COMUNIDAD. HOY y AQUÍ, para nosotros… ¡todo está claro! Seguro que el proceso vivido por el grupo de Jesús nos viene como “anillo al dedo”. También hoy, para cada uno de nosotros, para cada Comunidad que nos preciemos de ser de Jesús. ¡Acaso, cuántas veces hemos olvidado las claves y… así nos ha ido! La conclusión es clara: sólo desde una experiencia VIVA y PROFUNDA junto al mismo Jesús, de un ENCUENTRO transformador, será posible intentar vivir lo que él vivió y como él vivió. Mientras no nos hayamos ejercitado, como DISCÍPULOS, en esta ESCUELA junto al Maestro… ¡casi mejor no intentarlo! Es la gran propuesta de este encuentro. Es el desafío que, también hoy, tenemos sus seguidores. Y que conste que… “el asunto no está nada fácil”. ¡Feliz experiencia! ORACIÓN Padre bueno, que en Jesús te haces cercano a nosotros. Tú lo quisiste así, y por eso enviaste a tu Hijo amado, para que estuviera en nosotros y con nosotros, y así no nos sintiéramos huérfanos ni abandonados. Gracias a él, Padre lleno de amor, hemos aprendido a ser hermanos, a vivir EN COMUNIDAD estrechando, cada día, los lazos de unión y que nos hacen sentirnos hijos tuyos. Con la ayuda de tu Espíritu, Padre bueno, haz que disfrutemos siempre de su presencia, de forma que podamos ofrecer a nuestro entorno esos deseos profundos de vida y esas dosis de optimismo de las que tanta necesidad tiene, y que seamos así, con nuestra vida, signos vivos de esa PRESENCIA NUEVA de Jesús y testigos cualificados de su hermoso proyecto. PLEGARIA SER TESTIGO ES ARRIESGADO Yo sé, dice el Señor, que la misión es arriesgada. Duros son los trabajos evangélicos: sembrar buena semilla en tierra dura y limpiar los campos de espinas y zarzas. Y los frutos, ¿quién sabe?, tan exiguos, y con ellos la cizaña siempre mezclada. Es dura la misión: hablar de Dios, defender a los pobres y oprimidos, estar con los que pierden, las víctimas, decir no a los poderosos y violentos. Se reirán de vosotros los que mandan, irán contra vosotros los que tienen. ¡El vuelo de la paloma dispersado por halcones terribles, sin entrañas! Es dura la misión: continuar mi obra, ser testigos del Evangelio día a día y encarnar las bienaventuranzas en vuestras entrañas yermas. Por eso, yo estaré junto a vosotros alentando la fuerza del Espíritu, y seréis mis testigos elocuentes: profetas, servidores y mis mártires. No se perderá vuestra semilla, no; ni quedará infecunda vuestra sangre. Veréis a la justicia florecer, aunque sea invierno, más allá de vuestros sueños. Os lo aseguro. Es dura la misión que nos encomendaste, Señor. Cumple tu palabra; no nos dejes a la intemperie. CANTO JUNTOS PARA SOÑAR NUEVAS INMENSIDADES, JUNTOS PARA MARCAR RITMOS DE NUEVO AMOR. Juntos miramos la vida, juntos al amanecer, juntos formamos la espiga, del día nuevo que va a nacer. Juntos alzamos la copa llena hasta el borde de luz, juntos bebemos estrellas en brindis nuevo de juventud. Juntos marchamos unidos como escuadrón del amor, juntos templamos en forja la paz de un mundo nuevo y mejor. Juntos tendemos los ojos sobre el espejo de Dios, juntos sentimos la tierra mientras cantamos: Dios es amor. (T. Aragües – Disco: “Himnos de juventud” – Edic. Musical PAX Paulinas)