Lectura Orante del Evangelio de Mateo Universidad Pontificia Comillas MATEO 10,5-15 5 A estos doce [apóstoles] los envió Jesús con las siguientes instrucciones: –No vayáis a regiones de paganos ni entréis en los pueblos de Samaría. 6 Id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Id anunciando que está llegando el reino de los cielos. 8 Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos y expulsad a los demonios; gratis lo recibisteis, dadlo gratis. 9 No llevéis oro, ni plata, ni dinero en el bolsillo; 10 ni zurrón para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni cayado; porque el obrero merece su sustento. 11 Cuando lleguéis a un pueblo o aldea, averiguad quién hay en ella digno de recibiros y quedaos en su casa hasta que marchéis. 12 Al entrar en la casa, saludad, 13 y, si lo merecen, la paz de vuestro saludo se quedará con ellos; si no, volverá a vosotros. 14 Si no os reciben ni escuchan vuestro mensaje, salid de esa casa o de ese pueblo y sacudíos el polvo de los pies. 15 Os aseguro que el día del juicio será más llevadero para Sodoma y Gomorra que para ese pueblo. Cuando leas - Fíjate que el pasaje pertenece al segundo gran discurso de los cinco que estructuran el primer evangelio (5-7; 10,1-42; 13,1-52; 18,1-35; 24,1-25,46). Se le suele llamar discurso misionero, porque su tema es la misión. Los versículos de hoy tienen paralelo (con alguna variante) en Marcos (6,7-13) y Lucas (9,1-6). - Observa la estrecha relación entre nuestro pasaje y el anterior (10,1-4): allí Jesús elegía doce “apóstoles”; aquí, sin solución de continuidad, esos apóstoles son “enviados” (en griego apostello). El apóstol no es elegido sólo para que “sea”, sino también para que “haga”. - Presta atención a los dos párrafos en que está dividido el texto. El primero de ellos está lleno de las acciones que tienen que desarrollar los enviados (acumulación de verbos: “ir”, “anunciar”, “curar”, “resucitar”, “limpiar”, “expulsar”, “dar”, “no llevar”). El segundo tiene que ver más bien con la actitud con la que pueden ser recibidos esos enviados, es decir, con la hospitalidad (eso encajaría perfectamente con la mención de Sodoma, cuyo gran pecado fue precisamente la falta de hospitalidad, sagrada en Oriente, cf. Gn 19). - Fíjate en algunos detalles interesantes del texto: 1) La aparente contradicción entre la orden de no ir a “regiones de paganos” y el mandato misionero universal de 20,19: “Haced discípulos a todas las naciones…” Quizá se deba a fases distintas en la vida de la comunidad. 2) Las “ovejas perdidas de la casa de Israel” puede referirse a los judíos que vivían en territorios paganos (al norte), pero sobre todo al ‘am ha’arets, el “pueblo de la tierra”, gente marginada social y religiosamente en razón de su oficio, falta de instrucción, etc. 3) “Curar enfermos, resucitar muertos…”: exactamente las mismas actividades que lleva a cabo Jesús. “El enviado [hebreo shaliaj, griego apóstolos] de una persona es como si fuera ella misma” (Misná, Berakot 5,5). Lectura Orante del Evangelio de Mateo Universidad Pontificia Comillas 4) “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”. Recuerda a Rom 3,24 y 2 Cor 11,7. Difícil equilibrio: uno no debe enriquecerse con la predicación del Evangelio, pero a la vez el “obrero merece su sustento” (cf. Nm 18,31, que se refiere al salario de los levitas: una porción de los dones ofrecidos a Dios). 5) “Zurrón, túnicas, sandalias…”: se trata del equipaje del viajero. En la Misná leemos: “Nadie puede entrar en el monte del Templo con su bastón, o con sus sandalias, o con su zurrón, o con polvo sobre sus pies…” (Berakot 9,5). ¿Se equipara la misión con la peregrinación al Templo de Jerusalén? En todo caso, la misión es tarea urgente. 6) “Cuando lleguéis a un pueblo… digno de recibiros”. En griego, la axía es “dignidad”, “merecimiento”, pero también “recompensa”, “salario”. La axía del obrero-enviado es la que deben saber reconocer y a su vez ofrecer quienes le acojan. 7) La acogida de “la casa” al enviado, si es verdadera (“digna”), hará efectiva la paz (shalom) del saludo. Cuando medites - - - Reflexiona sobe el apostolado. Los apóstoles no son solamente los “Doce”, sino que cualquier discípulo de Jesús es apóstol: también tú. A ti también te envía el Señor para que hagas lo mismo que él: curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, expulsar demonios. Hacerlo es tu modo de colaborar en la llegada del reino de los cielos. Piensa en todas aquellas personas que puedan necesitar de tu actuación como enviado. Date cuenta de que, para ellas, tú eres Cristo. Piensa especialmente en el ‘am ha’arets, el “pueblo de la tierra”, de nuestro tiempo: ¿quiénes son?, ¿qué me pide el Señor que haga por o con ellos? Recuerda que, aunque apóstol, también tú eres destinatario de otros apóstoles que el Señor envía. Muéstrate digno de acogerlos y compórtate como un buen anfitrión, haz que su estancia en tu casa les resulte agradable. Así la paz será efectiva. Cuado ores - - - - Da gracias a Dios porque el Señor te ha elegido para ser compañero y enviado suyo. “Designó entonces [Jesús] a doce, a los que llamó apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar” (Mc 3,14). Descubrir que el Señor te pide que colabores con él en la instauración del reino de Dios debe ser motivo de permanente agradecimiento. Pídele a Dios que cada día puedas parecerte más a Jesús, hasta que llegues a poder decir como san Pablo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gál 2,20). Pídele también que te ilumine para descubrir la misión a la que te envía y te dé fuerzas para llevarla a cabo. Y asimismo que te ayude a tener el oído atento a su llamada: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20). Alaba a Dios, “Padre de nuestro Señor Jesucristo, que desde lo alto del cielo nos ha bendecido por medio de Cristo con toda clase de bienes espirituales” (Ef 1,3), por el mayor de todos ellos, el de ser hijos en el Hijo.