Mente inocente cuerpo culpable Daniel Guarín Estudiante de Licenciatura en Lenguas Modernas Universidad del Quindío -¡De acuerdo! ¡Lo confieso! ¡Yo la tenían en su mira a aquel monstruo que asesiné, yo fui el culpable! ¡Fui yo! seguía en silencio mirando fijamente un En ese momento el silencio invadió la sala y de repente, los murmuros comenzaron a surgir. lentamente. - En un mundo donde nuestro sentimientos -Sin embargo, si quieren que relate la historia, tendré que pedir que por favor todas las mujeres presentes se retiren, no podría narrar mi relato con su presencia ante mis ojos. Las ventilador que del techo colgaba y giraba nos manipulan –Comenzó diciendo el asesino – algunas veces es mejor extinguir una llama por completo que esperar a que esta se vaya apagando poco a poco y mientras tanto, queme todo a su alrededor. ¿Amor? ¿Odio? ¿Cuál es la diferencia? No personas petrificadas se miraban unas a otras, la confusión reinaba en el lugar y poco a poco las mujeres evacuaron el tribunal de la corte hasta que allí solo quedaron hombres, quienes con la ira en su mirada analizaban los gestos y una pequeña risa que se escapaba de los labios de aquel hombre desconocido a quien tanto habían buscado y a quien tanto habían temido. hay nada en medio, todos son extremos. Una blusa azul, un jean claro y un par de tenis que llevaba casi a diario; recuerdo muy bien como su hermosa y delicada silueta se ensuciaba con cada palazo de tierra que caía sobre ella y como cada lágrima que salía de mis ojos iba extinguiendo aquella llama de amor que alguna vez fue magnánimo. Ustedes dirán que aquellas que rodaron por mis mejillas -Ya que estamos solos, sin nadie que me fueron lágrimas de arrepentimiento, sin juzgue, he de contarles lo sucedido… embargo, aquellas fueron lágrimas de Silencio, solo eso hubo. Los hombres presentes, ahora impacientes, victoria, de euforia y de tranquilidad; finalmente mi alma y mi mente podrían compartimos juntos, era para dedicárselo a descansar tranquilamente. ella. Nuestro amor fue tan grande… Aunque Aquella mujer, quién amarrada y con sus ella nunca me lo dijo ni lo expresara, yo ojos vendados me ofrecía su amor, tiempo podía sentirlo; nuestro amor era sublime. y paciencia, fue la persona que robó mi Sus labios eran tan suaves como una alma. Mi vida solo giraba en torno a ella, a caricia hecha por el viento al atardecer. sus necesidades y caprichos, ya no era mi Alimentarla era un placer para mí; el poder vida, era de ella y eso no me estaba palpar sus fríos labios, sentir que aceptaba gustando, sentía que no podía controlarlo estar conmigo y agradecía mis cuidados. por mucho tiempo. Mis noches dejaban de Esa sensación, esa, era la recompensa más ser tranquilas al pensar que sentiría ella, el grata y la prueba más válida para saber que amor de mi vida, cuando yo me alejara y la allí existía un amor puro. Además de eso, dejara sola, el día que yo quisiera volver a sus hermosos ojos que brillaban como el mi frívola e inapetente rutina diaria, ¡no más bello lucero expresaban dentro de su podría soportar el sentimiento de culpa! sumisión, que ella era solo mía, que me ¿Qué podría ser mejor, o al menos, un amaba y que amaba que yo la amara. poco menos dañino para ella y sus Lastimosamente, la mayor parte del inocentes sentimientos? Todas las noches tiempo sus ojos estaban cerrados y me preguntaba lo mismo. cubiertos por una venda, no quería que ese brillo desapareciera, quería su luz solo para mí, su luz y su cuerpo, quizá por eso sus manos estaban cubiertas por un par de cadenas que lastimaban sus pequeñas y frágiles manos, sus muñecas comenzaban a agrietarse pero ella no decía nada, nuestro amor era más fuerte. // La locura se estaba apoderando de mi mente, diría que también de mi alma, pero de mi alma ya se había apoderado ella. Sentía que el final estaba cerca, el final de mi romance, de mi aventura, el final de su vida y con ella el final de mis problemas. Decidí entonces hacer que nuestro amor llegara al clímax y el fuego de nuestra Cada día me hacía cargo de ella; asearla, pasión ardiera con tanta fuerza que hablarle, observarla, cada segundo de mi estallara y se apagara para siempre, estaba vida, dispuesto a destrozar su vida de un golpe y durante el poco tiempo que no a esperar que mi frialdad destruyera sus mi tiempo a su lado; del resto de cargos me sentimientos poco a poco hasta llevarla a declaro inocente. una depresión sin igual. La muerte, la más cobarde pero más segura solución. La muerta, mi hermosa y perfecta solución. Oscuridad, no hay colores. De fondo el croar de una rana, el canto de algunos grillos y el sonido de la corriente Todo estaba planeado, no más de ella en del rio arrebatando con fuerza las piedras mí, no más de mí en ella; no más al menos y las ramas que en él se encontraban. en este mundo carnal. Todo parecía en orden, el plan, la solución, el proceso postmortem, mi vida se sentía aliviana, mis noches estaban tomando sentido entonces, todo parecía seguir un rumbo y una dirección, el asesinato de la mujer que amaba estaba listo, ¡todo estaba listo! Todo menos un pequeño inconveniente. Cuando quise matarla, la penetración de mi puñal en su cuerpo, la sensación de traspasar su carne me hizo despertar y ver a mi alrededor. Tenía frascos de acetona y lejía en toda la habitación, su cuerpo estaba lleno de una especie de cloroformo casero, su corazón no latía más, nunca había latido, el cuerpo de mi acompañante era un cadáver, siempre lo había sido, pero el brillo de sus ojos, de aquel par de bellos luceros me habían cegado y hecho caer en una realidad alterna, estaba hipnotizado. La asesiné, pero no lo hice, lo intenté, pero - No sé si tener una imaginación tan desarrollada es una fortuna o simplemente una pérdida de tiempo, mira toda la historia que me he creado en tan pocos minutos, ilógico, ¿eh? Una aventura completa, el tribunal, los testigos, hasta imaginé con detalle la sala de la corte, ¡qué locura! (Se ríe de sí mismo en todo burlón). Es tarde ya, iré a descansar, mi trabajo aquí ha finalizado, no sabes cómo envidio el saber que tú ya estás tranquila, sin el corazón roto. El viento soplaba y el respirar agitado del hombre cortaba el silencio. - ¡Qué gran imaginación! Al menos, el día que me descubran, ya sabré como narrar la historia y podré ahorrarme mucho tiempo buscando en mis miserables recuerdos los momentos a tu lado, así quizá nos encontraremos con prontitud. ella ya estaba muerta. ¡La asesiné cuando ya estaba muerta! Si de algo soy culpable es de haber cuidado de ella y desperdiciar Diciendo esto, aquel hombre echaba la última pala de tierra. Aplanó el terreno y en la oscuridad de la noche, caminó hacía la espesura de la montaña y se perdió en ella. -Hasta nunca, mi amada inmortal.