drogas antihistaminicas - Revista Clínica Española

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DROGAS
N (')IERO 4
275
ANTIHISTAM/NIOAS
RESUMEN TERAPEUTICO DE ACTUALIDAD
EL EMPLEO TERAPEUTICO DE LAS DROGAS
ANTIHISTAMINICAS
sino que, por sus propiedades farmacológicas, han
contribuido al mejor conocimiento fisiopatológico de
los estados alérgico-anafilácticos.
J. PERIANES CARRO
Cllnica Médica Universitaria e Instituto de Inves tigaciones
Médicas. Prof. : Dr. C. jョLヲゥZMセez@
D IAZ.
CH,
CH,
"'-./
CH
En el cuadro que a continuación reproducimos,
procedente de un trabajo de WALDBOTT, se esq11ematizan una gran parte de los intentos terapéuticos
en las enfermedades alérgicas. Hasta hace sólo unos
cuantos años, los medios que se poseían para actuar
directamente sobre la formación de histamina eran
completamente nulos, ya que las esperanzas puestas sobre la histaminasa y sobre las inyecciones en
dosis progresivas de histamina sola o unida a una
proteína bien pronto se vieron defraudadas, y hoy
puede considerarse a esta terapéutica totalmente
fracasada.
/"'-._O- CH, - CH,
/ c,H,
N"'-. C,H ,
929. F.
/
1.571. F.
Antígeno
t
Eliminación
1
1
1
J.
Anticuerpo
protector
t
Desensibilización
-1,
Anticuerpo
scnsibilizante (Reagina)
1
!
,¡.
HISTAMIN A
Antihistamt
nicos
/
J.
Permeabilidad
capilar
1
Antergán.
de hislamina
,¡,
Broncoespasmo
t
t
Adrenalina
Efedrina
THistaminasa
! Inyecc iones
1
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t
1
Aminofilina
Cafe!na
Infección
secundaria
t1
Sulfamidas.
Penicilina.
.Aunque, indiscutiblemente, la liberación de histamma por parte de los tejidos es un hecho perfectamente comprobado en las enfermedades alérgicas
cfmo hace poco señalábamos en una revisión ウッ「イセ@
e probl.ema, er; colaboración con AGUIRRE, es muy
verosimll que esta no sea la única sustancia responsable de todas las manifestaciones que en estos
estados aparecen.
」ッlセ@
d:ogas antihistamínicas no sólo han venido a
nsbtU!r un arma más en el arsenal terapéutico,
Piribenza.mina.
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CH,
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Neoantergán.
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REVISTA OLINICA ESP A"bOLA
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Benadril.
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Derivados tiodifenilam!nicos.
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CH.CHOH -
CH3 -
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1
CH,
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1
Novargeno.
La historia de estos cuerpos empieza en realidad
cuando EDLBACHER, JUCK!ER y BAUR comunicaron en
1937 que ciertos aminoácidos (histidina, arginina y
cistina) eran capaces de inhibir la contracción histamínica del íleon terminal del cobaya. Sin embar go,
se precisaban para ello grandes dosis y su comunicación no pasó de tener un interés puramente farmacológico. En el mismo año, STAUB y BovET, en
FraRcia, indicaron que un compuesto de constitución
química timoxi-etil-dietilamina, llamado 929 F. en
su serie, era capaz de impedir el desarrollo del cho-
2S febrero 1ll49
que anafiláctico del cobaya, y posteriormente :)tros
autores (ROSENTHAL y BROWN) comprobaron que,
de igual manera, esta sustancia, inyectada al cobaya, dejaba sin efecto una ulterior inyección de histamina. Dos años más tarde, el mismo STAUB comunicó sus resultados experimentales sobre otra serie
de compuestos conteniendo en su molécula un radical etileno-diamínico, y entre los cuales el denominado 1.571 se mostró como el más eficaz.
No obstante, la toxicidad de ambos preparados
impidió su extensión a la clínica, hasta que en 1942
HALPERN, también en Francia, obtuvo una serie de
sustancias con propiedades tóxicas menos intensas de
las que, especialmente la denominada 2.339 R. P. (antergán), pudo ser empleada en la clínica. En 1941,
BOVET, HORCOLIS y FURNEL dieron a conocer un nut vo compuesto: el 2,786, o neoantergán. El primero de
ellos, como puede verse en el cuadro adjunto, se diferencia del1.571 tan sólo por la sustitución del grupo
dietil por uno dimetílico y del grupo etílico por otrv
bencílico. El neoantergán se diferencia a su vez del
anterior por la sustitución del grupo bencílico por
otro piridínico con la adición de un grupo metoxi al
anillo bencílico.
En años posteriores, los investigadores de Nort•!·
amé rica han dado a conocer dos nuevos cuerpos: el
benadril (LOEW, KAISER y MOORE) y la piribenzamina
(MAYER, HUTTRER y SCHOLZ ) . El primero es un estcr
bencidrílico y la piribenzamina se diferencia dd
neoantergán por la ausencia del grupo metoxi en
el anillo bencílico. En 1946 los farmacólogos de la
Ciba, en Suiza (MEIER y BtJCHER), han señalado bs
propiedades de un nuevo compuesto denominado antistina, y cuya fórmul a química, parecida a la <Jel
antergán, difiere del mismo en qu<' <>1 enlace dimPtilamino ha sido r eemplazado por un anillo imidazólico.
Estos compuestos: el antergán, neoantergán, piribenzamina, b enadril y antistina han sido los que
más se han empleado en el tratamiento de las enfermedades alérgicas, pero, sin embargo, más recientemente se h an ido dando a conocer nuevos compuestos, de los cuales aún no se tiene una gran experiencia clínica. Entre ellos tenemos los siguientes:
la h etramina (FEINSTONE, WILLIAMS y RUBIN), de
fórmula muy semejante a la piribenzamina; el cl,oroteno y bromoteno, que derivan del neoantergan
por la sustitución del grupo metoxi por otro tio·
fenílico ; la n eoetr amina 2 (N-dimetilaminoetil -N-pmetoxibenceno) , monoclorhidrato de aminopirimidina. La decaprina, cuya constitución química es
2 -(a-2-(dimetilaminoetoxi ) -a-metilbenceno), succina·
to de piridina (BROWN, WEIS y MAIIER), la teforina
de CRIEP y AARON y el trimeton de WrrTICH. En·t947
HALPERN ha comunicado una serie de compuestos,
todos ellos derivados tiodifenilamínicos, y cuya :¡c·
tividad antihistamínica parece ser superior オセ。ウ@
cinco a diez veces a la del antergán y neoantergan.
En España, RANEDO ha sintetizado un cuerpo (ben·
cil-anilin-propanol-dimetil-amina) , que se encuentra
en el comercio con el nombre de novargeno, y cuyas
propiedades farmacológicas han sido estudiadas por
GARCÍA JALÓN.
F armacológicamente, es indudable que estos cuer·
pos son capaces de impedir una gran parte de 1os
efectos provocados por la histamina. Así la contrae·
ción del intestino delgado del cobaya provocada セッイ@
la histamina desaparece cuando al baño de pe. Q セ@
sión se le añade una pequeña cantidad de 」オ。ャアゥセイ@
s
de estas drogas, y de semejante manera los trabahJOn
de YONKMAN, ÜPPENHEIMER, RENNICK y PELLET a
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DROGAS
ANTIHISTAM/NICAS
demostrado que la piribenzamina es capaz de evitar
la broncoconstricción provocada por la histamina
en el pulmón aislado del cobaya, y MAYER, BRousSEAU y ErSMAN (1947) obtienen el mismo efecto cuando la piribenzamina se dió por aspiración en el animal íntegro.
Los primeros antihistamínicos poseían una acción muy inconstante sobre los fenómenos hipotensivos provocados por la histamina en perros y cobayas, hasta tal punto, que se consideraba esta falta de acción sobre la hipotensión histamínica como
una de las razones para señalar su falta total de
protección a todos los efectos originados por su inyección. Sin embargo, en 1948, BROWN, WEISS y
MAIIER han comunicado que la decaprina aplicada
intravenosamente bloquea por completo la acción depresora de la histamina en gatos anestesiados con
uretano, y que de igual forma dosis semejantes en
los conejos hacen desaparecer por completo el efecto
presor que, paradójicamente, la inyección de histamina provoca en estos animales.
En una serie de estudios r ealizados por Rosr:,
FEINBERG, FRIEDLAENDER y FEINBERG se señala el
efecto protector de varias de estas sustancias contra la intoxicación histamínica del cobaya, y se establece la potencia de las mismas. El benadril en
dosis de 3 mg. es capaz de impedir el efecto de 5
dosis letales de histamina; el antergán, 6; la piribenzamina, 37, y el neoantergán, 125. Para otros
autores (WINTER), la actividad en orden descendente de estos cuerpos sería la siguiente: neoantergán,
piribenzamina, 3.015 R. P., 3.277 R. P., benadril y
hetramina, indicando además que los efectos tóxic.os
máximos se observaron con el 3.277 y los mínimos
con el neoantergán.
Sin embargo, todos los autores están de acuerdo
en que ninguno de los antihistamínicos es capaz de
inhibir la secreción gástrica tras la inyección de
histamina. Los animales son perfectamente protegidos contra los efectos tóxicos de la misma, y no
mueren en el término de unos cuantos minutos, como
ocurre normalmente; pero su secreción gástrica aumenta considerablemente. No obstante, HALPETIN
(1947) ha señalado la frecuencia con la cual gran
número de estos animales así protegidos contra
grandes dosis de histamina mueren pasadas veinticuatro horas, y en su autopsia se encuentra una
intensa congestión gástrica con perforación del estómago y peritonitis secundaria, sin duda debida a
que la gran cantidad de jugo ácido segregado bajo
la influencia de tan grandes dosis de histamina es
capaz de digerir las paredes gástricas y dar lugar
a perforaciones tras las cuales muere el animal.
eセエ@
falta de protección que poseen los antihistamimcos para evitar la secreción histamínica es de lo
más desconcertante, y hasta el presente todavía no
se ha dado una explicación satisfactoria del por qué
de este hecho que se observa también en el hombre.
fenómenos de la anafilaxia son igualmente
. セッ@
mhibidos, y así, por ejemplo, GARCÍA DE JALÓN ha
señalado cómo el novargeno, al igual que otras drogas de este grupo, posee la capacidad de impedir el
desarrollo del fenómeno de Schultz-Dale en difcイセョエ・ウ@
órganos. No obstante esto, se ha señalado la
、セヲ・イョエ@
capacidad de estas sustancias para inhibir el choque anafiláctico en los animales, cuando
se coi?para con los resultados obtenidos trabajando
・クーセ
イNiュ・ョエ
L。ャNュ・ョエ@
,con su capacidad directamente
a?-hhistammiCa. As1 RosE y colaboradores señalan
セッN@
la capacidad de diferentes compuestos para
mh1b1r el choque anafiláctico del cobaya es seme-
277
jante de unos a otros y no presentan las grandes
diferencias en acción que antes citábamos cuando
lo que se trata de impedir es el choque producido
por la histamina. Tres miligramos de cualquiera de
los antihistamínicos antes citados son capaces de
proteger el cien por cien de los cabayas con provoca·
ción de choque anafiláctico. Semejantemente todos
los compuestos muestran la misma capacidad para
inhibir la contracción originada en el intestino aislado tras la adición del antígeno específico, al mismo tiempo que demuestran cómo la cantidad de droga necesaria para impedir la aparición de contracción tras el antígeno es mucho menor que la que SP
precisa para hacer desaparecer una contracción hi::;tamínica de la misma intensidad. Por parte de
YoNKMAN y colaboradores se ha señalado que la
protección lograda sobre el choque del pulmón aislado es mucho menor que la conseguida para impedir la broncoconstricción histamínica sobre semejantes preparados.
Estos hechos son recogidos por casi todos los autores para, una vez más, señalar las diferencias
entre el choque por la histamina y el anafiláctico, y
mucho más desde que CAl\IPBELL, BORONOFSKY y
Goon encuentran que el benadril es incapaz de proteger al conejo contra el choque anafiláctico. El
choque por la peptona (WEIS, MORRIS y DRAGESTEDT)
y los fenómenos tóxicos de la inyección de tripsina,
tampoco se logran hacer desaparecer ni siquiera
atenuarse tras el empleo de los antihistamínicos.
Un problema de sumo interés lo constituye el saber si los antihistamínicos son capaces de alterar la
formación de anticuerpos. Indudablemente, si est,)
fuera así, sería un grave inconveniente el de que suprimiesen o impidiesen la aparición de la inmunidad.
Con la antistina, MEIER y BUCHER han demostrado
en el conejo que la antistina no influye para nada
en la formación de los anticuerpos. Estos autores
han podido ver cómo la inyección del antígeno desencadenante se acompaña de una desaparición transitoria de los anticuerpos circulantes, que se sigue
de un aumento de los mismos bastante considerable.
Cuando al mismo tiempo que el antígeno se inyecta
antistina, se puede ver la formación mucho más
grande de anticuerpos que en los animales testigos.
Este hecho podría tener, para la obtención de sueros con gran poder antigénico, una gran utilidad,
pero hasta el momento presente nada se ha llevado
a cabo en este sentido.
Pero la acción antihistamínica de estos cuerpos,
aunque sí la más específica y la que se logra con
dosis más pequeñas, no es la única que poseen. Los
primeros compuestos, como el 929 F., tenían un
f?erte efecto potenciador del de la adrenalina, que,
sm embargo, en el benadril, neoantergán y piribenzamina se torna en un efecto simpaticolítico, demostrable hasta el presente tan sólo en los preparados
biológicos, pero no en el animal anestesiado ni en el
hombre. Semejante acción, así como otras que más
tarde indicaremos, creemos que tienen interés conocerlas, aunque sólo sea desde un punto de vista toxicológico.
La acción de la acetilcolina es también interrumpida por estas sustancias, aunque este efecto, comparado con su potencia antihistamínica, es prácticamente despreciable, y para la antistina es unas 100
veces menor.
Poseen además otros efectos, entre los que citaremos el anestésico, que para GRAHAl\1 estaría en
cierta relación con su potencia antihistamínica, señalando además que la capacidad anestésica es más
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REVISTA OLINIOA ESPAÑOLA
marcada en el neoantergán, siguiéndole el benadril
y luego la antistina. Al ocuparnos de la acción sobre el hombre, veremos la importancia que se le ha
querido dar a este efecto anestesiante para explicar muchos de los resultados conseguidos セョ@ el tratamiento de las enfermedades alérgicas de la piel.
Sobre el aparato circulatorio, fundamentalmente
la neoetramina y la piribenzamina producen en el
gato en dosis pequeñas un ligero aumento de la presión arterial, pero dosis más altas originan una caída de la misma. En el corazón aislado de la rana, tanto con los cuerpos antes citados como con el benadril, se produce una disminución del sístole sin variar la amplitud de la diástole y sobre el corazón
de mamífero la neoetramina disminuye las contracciones en número y amplitud con parálisis del vago.
La piribenzamina y el benadril originan lo mismo.
La acción atropínica de estas drogas se sugiere por
el hecho de que el vago no responde a los estímulos
algún tiempo después que el número de contracci<>nes y la amplitud de las mismas han vuelto a la
normalidad (SCUDI, REINHARD y DREYER).
Los trabajos de DEWS y GRAHAl\I han señalado un
efecto quinidínico del neoantergán sobre la aurícula del conejo, aunque HUNTER, en 1947, no haya podido demostrar semejante efecto en el hombre.
En virtud de su efecto antiacetilcolínico, quinidínico y anestésico local, las drogas antihistamínicas
pueden ser incluidas en un grupo de sustancias que
poseen igualmente estas acciones, y en el cual quedarían incluidas espasmolíticos, como la trasentina;
analgésicos semejantes a la petidina; anestésicos locales, como la procaína, y, por último, sustancias
de acción semejante a la atropina. Las propiedades
comunes de estas drogas sugieren un punto de acción
semejante en Jos tejidos.
No se conoce todavía bien el mecanismo de acción
de las sustancias que nos ocupan. En este sentido
señalaremos que una droga puede interferir las acciones farmacológicas de la histamina actuando de
diferentes formas: 1.• Impidiendo la liberación de
histamina por parte de los tejidos. 2.• Combinándose
químicamente con ella y transformándola en una sustancia inactiva biológicamente. 3.• Dando lugar a
acciones antagónicas a las de la histamina; y
4.• Bloqueando la acción de la histamina uniéndose
con receptores aún no conocidos de las células, y de
esta manera impidiendo que actúe sobre ellas.
Parece poco probable que los antihistamínicos i,npidan la liberación de histamina por parte de los
tejidos. Si esto fuera así, serían eficaces para prevenir el choque anafiláctico, pero no tendrían ningún efecto sobre los fenómenos que sobrevienen
después de la inyección intravenosa de histamina
en los animales. Que su acción no se debe puramente a un efecto químico de combinación está suficientemente demostrado, pero es que además, biologicamente, se puede demostrar que ésto no es así
por el hecho de que una mezcla de histamina y píribenzamina es aún capaz de provocar la contracción
del intestino aislado del cobaya, aunque llegado a
un cierto nivel la contracción cae bruscamente, como
nunca ocurre cuando se añade al preparado, sólo
histamina. Sin duda alguna, la combinación de la
histamina con las células del órgano aislado se realiza en un tiempo en que todavía no ha podido actuar
la piribenzamina. Si existiera una combinación química de ambas sustancias, este efecto no sería posible, y la histamina, tras su combinación con la
piribenzamina, carecería por completo de acción. El
tercer postulado para explicar su acción tampoco
28 febrero 1940
es verosímil, ya que los antihistamínicos no poseen
acciones farmacológicas contrarias o antagónicas a
las de la histamina. En este sentido, muchos autores se han pronunciado en contra del nombre genérico que a este grupo de sustancias se le ha impuesto, ya que ninguno de los efectos histamínicos es
antagonizado por ellas. Farmacológicamente hablando, antihistamínico verdadero es la adrenalina, l::t
cual es capaz de producir acciones contrarias a la
histamina. Pudiera pensarse en este sentido que sus
efectos fueran debidos al antes ya indicado para
algunos compuestos de potenciar los efectos de la
adrenalina, pero es que cuerpos más イ・」ゥ
・ ョエ・ュセ@
descubiertos y que poseen una marcada acción SÍltl·
paticolítica no pierden por eso los caracteres generales de bloquear la acción histamí nica.
Todos los autores están de acuerdo en que el punto de ataque de estas drogas se encuentra en los tejidos impidiendo en las células los efectds farmacológicos de la histamina (HALPERN y 1fAURIC, 1946),
aunque sorprende, como dicen SANGSTER, GROS.3MA:-<
e IVY, su incapacidad para impedir el aumento de la
secreción gástrica tras la inyección de histamina.
Los antihistamínicos se combinarían con las células de los tejidos, impidiendo, por un mecanismo
todavía no conocido, las acciones de la histamina.
Esta unión, aunque lábil, no lo es tanto como ocurre con otras sustancias, ya que In. adición de piri·
benzamina, por ejcmpo, al baño de un intestino
aislado de cobaya, no permite desprenderse de ella
por el lavado simple del preparado, y su acción persiste durante bastante tiempo, instalándose una recuperación de la respuesta a la histamina de manera lenta y progresiva, cosa que no ocurriría si la
unión con las células no fuera tan intensa.
Sobre el hombre se han realizado también una
serie de experiencias, unas de orden puramente
farmacológico y otras las que suministra la práctica diaria del tratamiento de las enfermedades alérgicas por estas drogas.
Existe una extensa literatura sobre la acción de
los antihistamínicos en las manifestaciones cutáneas
de la alergia, de la histamina y de la inyección cutánea del antígeno específico. Se consideran estas
manifestaciones cutáneas como algo muy impor·
tante en todos los fenómenos alérgicos, ya desde los
clásicos trabajos de LEWIS en 1927, cuando 、・ウセZイゥ「￳@
su triple r espuesta cutánea tras la inyección en el
espesor de la piel de una pequeña cantidad de bis·
tamina, y desde entonces se ha mantenido la similaridad de esta reacción con la que espontáneamente
aparece en el hombre durante la urticaria. Los impulsos provocados por la inyección cutánea de histamina serían conducidos antidrómicamente a Jos
vasos de la piel.
Una serie de datos acumulados en los últimos años
han permitido demostrar que todos los agentes que
actúan provocando una irritación cutánea, así como
las reacciones urticariales, se acompañan de una
liberación de histamina por parte de la piel, que
sería la responsable de todos los fenómenos vascu·
lares.
El efecto de las drogas antihistamínicas sobre
las reacciones cutáneas es muy discutido, y los resultados comunicados por los diferentes autores オセ@
tanto discordantes. Algunos, como MEXMAND Y 5rr
VEST, señalan que carecen de toda acción protectora
contra la inyección cutánea de histamina y セ・@ セョ@
0
tígeno. Sin embargo. estudios muy finos イ・。ィコセ@
r
en Italia por SERAFINI, le han permitido 、・セッウ@
ra_
una clara influencia del antergán, neoantergan Yan
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XXXII
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4
DROGAS
ANTIHISTAMINICA.S
tistina, tanto administrados oral como intravenosamente. Por vía oral son capaces de dar lugar al cabo
de una hora a una intensa disminución de la reacción cutánea provocada por la histamina. Acción
que se manifiesta ya a los treinta minutos, cuando
la droga protectora se administró por vía ゥョエイ。カセᆳ
noE<a. Similares resultados ha podido conseguir en
enfermos alérgicos, observando la reacción cutánea
después de la inyección del antígeno específico. Para
SERAFINI, los resultados discordantes y denegatorios comunicados por otros autores se deben, sin
duda, a que los resultados son tomados empleando
intervalos después de la administración de los antihistamínicos, en los que éstos todavía no han tenido tiempo de actuar. Generalmente, la unión de
estas drogas a los tejidos es bastante firme, de tal
manera, que hasta ocho horas después de la inyección intravenosa de cualquiera de ellos es ーッウ■「ャセ@
demostrar un efecto inhibitorio sobre las manifestaciones cutáneas. De manera similar NILZEN ha demostrado que la inyección simultánea de ciertas
sustancias capaces de producir pápulas, como la histamina, peptona, morfina, etc. con antihistamínicos,
reducen la formación papulosa intensamente.
Desde los trabajos de LEWIS se sabe que todas
aquellas sustancias capaces de interrumpir las conducciones nerviosas, y en nuestro caso particular,
las de tipo antidrómico, como ocurre con los anestésicos locales, eran al mismo tiempo sustancias que
impedían el desarrollo de la triple respuesta. Por
ésto, y por presentar todos los antihistamínicos una
acción anestesiante local más intensa de unos a
otros, se ha formulado la suposición de que su acción antipapuliforme se debiera única y exclusivamente a su efecto local anestesiante. Parece que este
punto de vista no puede mantenerse por dos razones: la primera, porque en un momento que su
efecto anestesiante ha desaparecido, aún persisle Intensamente su capacidad antihistamínica, y en se·
gundo lugar, porque de los trabajos de ConE, KEATING
y LEAVITT, comparando ambos efectos con el benadril,
piribenzamina, antistina, 3.277 y 3.015, se desprende que los dos últimos fueron los de mayor potencia
anestesiante, y, sin embargo, su capacidad antipapulosa fué mucho menos intensa que en los restantes.
Además, la anestesia conseguida sobre la piel
cuando se administran oralmente, puede considerarse como inexistente, en tanto que ya tienen un marcado valor contra las r espuestas cutáneas produci·
das por los fach•res que pueden originar la triple
respuesta.
La prueba cutánea de PRAUSNITZ-KUSTNER es también intensamente inhibida cuando al sujeto receptor se le administra una dosis de cualquiera de los
antihistamínicos conocidos.
En cambio, otra serie de fenómenos cutáneos de
indudable origen alérgico, pero cuyo desarrollo deja
、セ@ ser tan simple como el enunciado para las reacCiones cutáneas antes citadas, son poco influenciables. Así WISSMER señala la ineficacia del 3.015 R. P.
sobre la reacción a la tuberculina en los niños. Por
pセエ・@
de MEIER y BucHER se ha comunicado que la
Plr1benzamina es incapaz de influir sobre el fenómeno de Arthus. A semejantes conclusiones llega
DREI.SBACH sobre el mismo fenómeno provocado en
la p1e! del. conejo con penicilina, y BovET indica
tan..solo hgeras modificaciones estudiando la reacciOn de Sanarelli-Schwatzmann.
b <?tra s?rie . ?e trabajos interesantes publicados
aJo la d1recc10n de LEVY y SEABURY comunican los
efectos conseguidos con el benadril sobre las cons-
279
tantes respiratorias de los enfermos asmáticos. El
estudio realizado sobre 16 sujetos asmáticos tras la
administración oral de una sola dosis de benadril le
permiten demostrar que no se presentó en ningúno
de ellos cambios en sus constantes respiratorias, Y
fundamentalmente en la capacidad vital. La administración posterior sobre estos mismos de adrenalina y aminofilina produjo en 5 de los 16 enfermos
un aumento de la capacidad vital con simultánea
disminución de sus molestias. No obstante este fr:lcaso para mejorar las constantes respiratorias con
el benadril, 6 de los sujetos experimentaron una mejoría de sus síntomas, lo que no puede ser atribuído sino a un factor puramente psíquico o al efecto
de sedante central que esta droga posee. Estudios
espirométricos realizados por parte de SCHILLER y
LOWELL en un enfermo tras la inhalación de antígeno específico le permitieron demostrar que la piribenzamina era incapaz de modificar la reducción
de la capacidad vital, en tanto que esta misma reducción de la capacidad vital conseguida en el mismo enfermo por la inyección de histamina se logró
elevar con la administración de una dosis semejante a la anterior de piribenzamína. Por parte de
CURRY y FEINBERG, con la piribenzamina, y de CRIEl'
y AARON, con la teforina, se han señalado resultados similares.
La ineficacia de los antihistamínicos para prevc>nir la reducción de la capacidad vital en los asmáticos junto con la poca eficacia que presentan, como
luego veremos, en la clínica del asma, ha hecho suponer que en ésta existen otra serie de factores en
su realización aún no bien conocidos, en tanto que
para otros (FEINBERG) su fracaso probablemente se
debería a que alcanzarían una concentración muy
pequeña en el pulmón cuando son administradas por
vía oral, por lo cual este autor ha propuesto su uso
por inhalación, ya que se sabe que los cobayas pue··
den soportar dosis mayores de histamina cuando los
antihistamínicos son administrados en aerosol.
En el hombre, al igual que antes indicábamos
para los animales, estas drogas son incapaces de
inhibir la secreción gástrica producida por la inyección de histamina, según han demostrado SERAFIN! y HoRTON con el antergán. Con el benadril,
DoRAN ha señalado un fracaso semejante, aunque }..fAc
GAVACK, ELlAS y BOYD han indicado que tras largos
períodos de tiempo de tomar benadril puede obtenerse alguna disminución de la secreción gástrica.
Teniendo en cuenta que los antihistamínicos poseen una acción atropínica y espasmolítica, nada
tiene de particular que, después de grandes dosis,
la secreción del jugo gástrico pueda en cierta medida ser disminuida.
Otras acciones de estos cuerpos han sido comunicadas por SERAFINI, el cual encuentra que el antergán en inyección intravenosa y de una mane1 a
constante produce un aumento del potasio sanguíneo, con inconstantes disminuciones del calcio, tanto
en los normales como en los sujetos asmáticos.
Este mismo autor ha podido también demostrar
que, en tanto la histamina produce una disminución
de la capacidad hemolítica de las soluciones concentradas, el antergán, neoantergán, antistina y benadril producen un franca inhibición de este fenómeno.
Hasta el presente, carecemos de datos sobre la
capacidad antihistamínica de estas sustancias en el
hombre, de tal manera, que su valoración en el
mismo sólo se consigue por los resultados suminic¡t.rados en los animales, aunque indudablemente no
parece existir ningún paralelismo. Por otro lado,
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REVISTA CLINICA ESPAÑOLA
セッ@
poseemos la valoración clínica, tan sujeta a errores,
y de la que daremos cuenta al indicar el empleo terapéutico de estas sustancias.
La forma de administración preferible es la oml.
El benadril y la piribenzamina se presentan en tabletas de 50 mgr. y el neoantergán y a ntistina. en la
misma forma, en dosis de 100 mgr. El novargeno
Llorente en solución al 10 por 100, del que se pueden administrar de 30 a 40 gotas tres o más veces al
día. El benadril y la antistina se presentan tambit!n
en forma de inyectable intramuscular o intraver.oso, conteniendo la última, en ampollas de 2 c. c.,
0,1 gr. de antistina. El empleo terapéutico por vía
intravenosa ha sido recomendado especialmente ー・Iセ@
WALDBOTT (1947) en el ataque asmático. reiセXtIャG@
y MAC GAVACK han indicado su técnica para la administración del benadril.. Para los adultos empi<'zan con una dosis de 150 mgr. diarios en dosis parciales de 50 después de las comidas, que se debe
elevar hasta dar 600 mgr. al día durante un período de diez. La dosis ascendente debe ser intC'rrumpida a medida que se obtiene mejoría. Para los niños consideran útil un esquema similar sobre la
base de administrar 2 mgr. por libra de peso y día.
Otros autores han señalado que el benadril no es
bien tolerado en las personas con tensión arterial
baja, por lo que se debe empezar al principio con
dosis muy pequeñas.
Con la piribenzamina se pueden conseguir dosis
diarias hasta de 600 mgr., y con la antistina y neoantergán dosis de 800 mgr. ; son bien toleradas en
la mayoría de los casos, aunque, como en el caso del
benadril, siempre conviene empezar con dosis menores para conocer la tolerancia del enfermo.
Se han empleado también de manera tópica en pomada y en solución, pero de ello hablaremos al indicar su empleo en las enfermedades cutáneas.
La eliminación de todos ellos se hace fundamentalmente por la orina y en menor cantidad por las
heces. Administrando 400 mgr. de benadril o piribenzamina, MAC GAVACK, DEXTER, SCHUTZER y HEIS·
LER han demostrado que los niveles de benadril em.
piezan a ascender en sangre a los sesenta minutos
de su administración, llegando a un nivel máximo
de 1,07 gammas por centímetro cúbico de sangre
entre los noventa y ciento veinte minutos. Con la
piribenzamina el nivel máximo se obtiene algo mi.s
tardíamente, al cabo de hora y media, aproximadamente, llegándose a concentraciones menores que
con el benadril. En la orina de las veinticuatro horas siguientes se pueden recoger el 46 por 100 del
benadril y el 20 por 100 de la piribenzamina administrados.
En España, los preparados que puedC'n fácilmcllt"
ser adquiridos son el neoantcrgán, la a ntistina y el
novargeno.
Hemos tomado, procedente del trabajo de W.'\W·
BOTT, el siguiente cuadro, donde se r0sumcn las manifestaciones tóxicas principales que se observan
con el empleo de estas drogas.
EN EL HOMBRE
EN LOS ANIMALES
Efectos secundarios más proDosis tóxica a lrededor de 20 nunciados con el benad ril y
miligramos por kilogramo
antistina que con el neoanterde peso
gán y piribenzamina
TOXICIDAD
Aguda
1 Vértigo.
Excitación.
Convulsiones.
Somnolencia.
Letargia.
Sequedad de boca.
Hemorragias nasales e in- Cefaleas.
Náuseas y vómitos.
testinales.
Calambres musculares.
Parcstes1as.
Midriasis.
En este cuadro no están, sin embargo, señalados
todos los efectos tóxicos, ya que, por parte de ARBESMAN, KOEPF y LENZNER, HUNTER y DUNLOP SC:l
han relatado la presencia de palpitaciones, diarrea
y disuria. El neoantergán y la piribenzamina poseen la capacidad de aumentar los movimientos in·
testinales, en tanto que el benadril tiene una acción
espasmolítica intensa, y de aquí que, como han señalado SHERROD, LOEW y SCHLOEMER en 1947, con
los dos primeros se produzcan con cierta frecuencia
náuseas y vómitos, en tanto que con el segundo no
se presenten nunca estas manifestaciones.
Indiscutiblemente, las manifestaciones secundarias más desagradables y frecuentes que presentan
los enfermos después de tomar estas drogas, son el
vértigo, describiendo muchas veces la impresión que
tienen como de encontrarse aislados en el espacio, y
la somnolencia. Para FEINBERG (1946), el 50 por 100
de los enfermos que tomaron una sola dosis de 100
miligramos de benadril manifestaron síntomas desagradables, y BRITTON comunica que para la antisti-
28 febrero 194Q
Crónica
2.000 mgr. en 24 h. Granulocitopenla.
Sólo se ha descnto
un caso.
Confusión.
Letargia.
Desorientación.
Shock.
1 ,
Sin tomas
alérgicos
Asma.
Tos.
Dermatitis.
Urticaria.
na sólo el 37 por 100 de los enfermos tuvieron algún
fenómeno secundario de los antes citados. En con·
traste con esto, dosis diarias de 600 mgr. de piri·
benzamina sólo dieron síntomas secunda rios en el 20
Ó 30 por 100 (FEINBERG y ARBESMAN, KOEPF y LENZ·
NER) . Estos últimos autores han comunicado que,
con el neoantergán a dosis diarias de 600 a 800 rogr..
sólo tuvieron manifestaciones desagradables en el :lí
por 100, y que sólo un 20 por 100 de los enfermos
persistían con ellas pasadas veinticuatro horas. A
semejantes resultados llega BERNSTEIN utilizando el
benadril, neoantergán y piribenzamina.
Usando el benadril, LOGAN señala que los efectClS
desagradables más frecuentemente observables en
los niños son los vómitos y la somnolencia, que es·
tuvieron presentes en el 24 por 100 de los ・ョヲAセ@
mos, los cuales recibieron dosis que variaron entre
y 12 mgr. por kilogramo, según la gravedad de 1a
セ@
yvllセ@
Experimentalmente, HOLTKAMP, HAGERMAN Y
TEHEAD han estudiado el efecto del benadril, pir1ben·
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To\10 XXXII
N'OMERO 4
DROGAS
281
ANT/l!ISTAMINICAS
zamina e hidrilina (una combinación de benadril con
la aminofilina) en 25 estudiantes, viendo la capacidad mental, tiempo de reacción frente a los estímulos, poder para discriminar dos puntos cutáneos, pulso, respiración y presión arterial. Después de tomar
estas drogas, la capacidad mental, tiempo de reacción
y poder de discriminación disminuyen en más de la
mitad de los sujetos sometidos al estudio. La piribenzamina afectó a mayor número, pero las manifestaciones con el benadril fueron más profundas.
Con la hidrilina, sin embargo, se consiguió una mejoría de todas las pruebas.
La experiencia de todos los autores indica, por lo
tanto, que el neoantergán y la piribenzamina son lfJs
antihistamínicos menos tóxicos, y que se pueden tolerar dosis mucho mayores que de benadril, hasta el
punto que LOVELESS considera a éste tres veces más
tóxico que a la piribenzamina y al neoantergán.
Con el novargeno, MEGÍAS y MORENO DE VEGA no han
señalado manifestaciones tóxicas en 26 enfermos
afectos de enfermedad del suero.
En resumen, los efectos desagradables más frecuentes son aquellos que se derivan de su acción hipnótica central (LEVINE), por cuyo motivo se tendrá
sumo cuidado de no administrar simultáneamente
ningún sedante ni hipnótico que potencien estct acción.
Recientemente, CRIEP y AARON (1948) han estudiado los efectos tóxicos de la neoetramina sobre un
gran número de pacientes, observando que sólo se
presentaron efectos tóxicos en el 10 por 100, por lo
cual los autores consideran a este antihistamínico
como el menos tóxico.
Existen pocas comunicaciones de los efectos de
estos cuerpos sobre las mujeres embarazadas, y aunque en una reciente nota publicada en las "Queries
and Minor Notes" del Journ. Am. Med. Ass.", se
señala su carencia de efectos tóxicos sobre el feto,
DAVIDSON ha. indicado que en dos mujeres embarazadas el benadril produjo una disminución intens'l.
de los movimientos fetales, al mismo tiempo que ambas madres presentaron intensa somnolencia. Süuilares efectos han sido comunicados por GLASER en
una madre lactante que tomó benadril por una dermatitis, y el niño, de cinco semanas, desarrolló un
cuadro de profunda letargia.
. eクセウエ・ョ@
simultáneamente gran número de comnmcaciOnes de intoxicaciones agudas, e incluso últimamente se ha relatado un caso de muerte tras la
ゥョァ・セエ￳@
de benadril. Por cuyo motivo no puedu
considerarse a la medicación antihistamínica ausente de peligros, y siempre su administración debe ser
estrechamente vigilada.
Una muchacha de dieciocho años, de BORMAN después de ingerir 2.000 mgr. de benadril en el セオイウッ@
de tres días, presentó una intensa somnolencia
acompañada de gran desorientación. E l mismo 。Qセ@
tor ?Ita el caso de dos niños, uno de ellos de año y
ュ・セio@
y el otro de tres, que recibieron una primera
、ッウセ@
de lOO mgr. de benadril, y seis horas más tarde Igual dosis, desarrollando al cabo de veinte mi⦅」クゥセ。￳ョL@
con contracturas generalizanutos ァイセョ@
das Y miCCion mvoluntaria, que se siguió de una
completa recuperación al día siguiente. Igualmente
セeil@
ha comunicado el caso de un niño de tres
anos Y medio que, con 150 mgr. de benadril, en E'l
セ オ イウッ@
de pocas horas presentó fenón1enos seUlejanes セ@ los anteriores. Por parte de DUERFELDT se ha
p_ubhcado el caso de una niña de diez años que con
f mes
· ·das, tomó 30 pastillas de 50 mgr. de' benad . SUICI
n i en una sola vez, muriendo en cuadro de shock
al poco tiempo, y un niño de dieciséis años que sobrevivió tras ingerir, por equivocar la dosis indicada por el médico, 15 tabletas del mismo preparado.
En los adultos, GEIBER, ROSENFIELD y HARTMEN indican que un hombre de veintiséis años, tras tomar
300 mgr. de benadril durante tres días seguidos, se
le presentaron intensas palpitaciones, disminución
de la visión, somnolencia y pérdida de la conciel:cia, que regresó tras la inyección de adrenalina. El
caso único de muerte tras una dosis terapéutica
por nosotros conocido procede de BLACKMAN y
RAYES. Se trataba de una asmática de cuarenta
y siete años, que después de tomar 200 miligramos de benadril en el intervalo de unas cuantas horas, y sin que recibiera ninguna otra medicación, desarrolló una intensa cianosis, con sudor profuso y elevación de la presión arterial a 19/ 14, seguido de coma, del cual no se le logró sacar, no
obstante las inhalaciones de oxígeno e inyecciones
de aminofilina que se le suministraron, muriendo al
día siguiente. En la autopsia no se encontraron datos para poder explicar la causa de la muerte, y el
análisis de los órganos no reveló la presencia de barbitúricos ni otros de los tóxicos más habituales.
Por último, otras manifestaciones tóxicas, aunque
de menos importancia por su más rara presentación,
son, por un lado, las alteraciones de la sangre y por
otro las manifestaciones cutáneas.
Por BLANTON y HOWES se ha referido un enfermo de agranulocitosis en el curso de un tratamiento con piribenzamina, que cedió rápidamente al suprimir la medicación. En una carta dirigida a la Sociedad Internacional de Alergistas, CRANDALL señala que en un período de unos cuantos meses ha vi3to
cuatro o cinco enfermos que en el curso de un largo
tratamiento con benadril o piribenzamina desarrollaron una intensa anemia acompañada de leucopenia con predominio linfocitario y alteraciones en la
forma de los hematíes. Un enfermo de éstos murió a
consecuencia de este cuadro, tras haber ingerido durante bastante tiempo piribenzamina. Por ello él recomienda siempre en las curas largas repetidos análisis de sangre.
Por parte de la piel se presentan erupciones eczematoides tras la piribenzamina (HARRIS y SHURE セL@
que en un caso cedió rápidamente al suprimir la droga y reapareció al cabo de unos días después de haber
ingerido el enfermo una nueva y pequeña cantidad
del mismo producto. Similarmente, EPSTEIN ha señalado dos casos que con la piribenzamina presentaron
uno de ellos una reacción eczematoide y el otro lesiones semejantes a la pityriasis rosae.
* * *
En el asma bronquial el empleo de los antihistammicos ha sido ampliamente prodigado y el número de trabajos enormemente amplio. Los resultados comunicados por unos y otros son sumamente
discordantes, y así, en tanto que BOWEN sólo logra mejorar a un 10 por 100 de sus asmáticos con
el benadril, los investigadores de la Parke Davis
consideran que en el 63,5 por 100 de sus casos se obtuvo una franca mejoría. Similarmente TODD, usar-do el benadril, encuentra cuatro asmáticos de 18,
en los que desaparecieron todos los síntomas, en
tanto que WALDBOTT y BORDEN, con la neoetramin<",
sólo ven mejorar al18 por 100 de 75 enfermos. Con la
piribenzamina se han comunicado mejores resultados, como los de ARBESMAN y colaboradores, en los
que mejoran casi la mitad de sus enfermos. En una
encuesta realizada por la Academia Americana de
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282
REVISTA OLINIOA
Alergia, recogiendo la experiencia de diferentrs
partes de los Estados Unidos, en un total de 529
enfermos, sólo encuentran mejoría en el 26 por 100.
Creemos que justamente el problema ha sido
bien enjuiciado por hオセter@
y DuNLOP, los cuales,
sometiendo a un grupo de asmáticos alternativamente al suministro de neoantergán o de un placebo
sin que el enfermo tuviera noticia de ello, llegan a
la conclusión de que, con ambos, se consiguen los
mismos resultados, y es que las fluctuaciones naturales del estado de estos enfermos hace muy difícil la apreciación en ellos de una terapéutica.
En nuestra clínica, LAHOZ considera de muy escaso valor su empleo en el asma, y FEINBERG y
FRIEDLAENDER, usando la piribenzamina, llega n a la
misma conclusión.
En el ataque asmático agudo existe sólo la C0municación, por parte de COHEN y colaboradores, de
un enfermo, cuyo ataque cedió tras la administración intravenosa de 8 mgr. de benadril.
En los corizas, sobre todo en los periódicos, los
r esultados son mucho más alentadores que en el
asma. Una serie de comunicaciones por parte de
LOGAN (1947), LEVL"'' (1946), WALDBOTT (1947) y
BLU1\1ENTHAL y ROSEMBERG (1947 ), señalan los efectos b eneficiosos conseguidos con el benadril. El primero de los autores citados, de 15 niños obtiene una
franca mejoría en 11. Entre los adultos, BLUuiEXTHAL y ROSE:\IBERG, de 23 enfermos, consiguen una
mejoría muy manifiesta en 15, regular en 5 y nula
en 3, consiguiendo en muchos enfermos del primc'r
grupo la desaparición completa de los síntomas, y
sin que la droga perdiera su eficacia por más アオセ@
fuera administrada durante largos períodos de tiempo. Empleando la piribenzamina, ARBES:.IAN, KoEPF
y LENZNER (1946) encuentran un 85 por 100 dPmejorías, y LEIBOWITZ y colaboradores (1947), con
50 mgr. de piribenzamina dos veces al día, consiguen hacer desaparecer los síntomas a 9 de 21 enfermos, y HENDERSON y RosE, con dosis de 200 mgr.,
de 67 enfermos mejoran a 47, señalando además que
en éstos la ingestión al principio de sólo 50 mgr. de
piribenzamina hizo disminuir intensamente la r eacción cutánea practicada una hora después con el
antígeno específico.
El empleo de los antihistamínicos no debe, sin
embargo, desterrar la terapéutica desensibilizante,
ya que, como han insistido Fucns, ScHULMAN y
STRAUSS, el empleo simultáneo de ambos métodos es
la mejor forma de tratar estos estados, permitiendo el empleo de los primeros la administración de
dosis más elevadas del antígeno correspondiente. De
esta forma, ARBESMAN y colaboradores encuentran
que la piribenzamina usada simultáneamente con la
desensibilización específica produce una mejoría
hasta en el 95 por 100 de los enfermos, y que, al
mismo tiempo, como se suelen precisar dosis más
pequeñas de antihistamínico, los efectos desagradables son también menores.
Por el contrario, los r esultados conseguidos ''n el
tratamiento de los corizas espáticos aperiódicos son
mucho menos brillantes y pueden considerarse semejantes a los indicados a ntes en el asma.
En la urticaria y edema angioneurótico 'Se conocen
ya magníficos resultados desde las primeras comunicaciones en 1942 por parte de GATÉ, THIERS, CurLLERET y PELLERAT, trabajando con el antergán.
La experiencia posterior de todos los autores coincide en considerar que es en estos estados donde
esta t<:lrapéutica ha encontrado sus más amplias
bases. De este parecer es en nuestra clínica LAHOZ,
espaセol@
28 febrero 1949
el cual comunicará en breve su experiencia personal.
Por parte de FRIEDLAENDER Y FRIEDLAENDER, la antistina se sabe que produce magníficos resultados,
tanto en la urticaria aguda como en la crónica, y
que además la administración a muchos de estos enfermos de un placebo se siguió de la reaparición
de todas las manifestaciones, especialmente del prurito. Usando la decaprina, BROWN y colaboradores
señalan un 85 por 100 de mejorías. En un estudio
comparado por parte de BRITTON sobre el efecto de
la piribenzamina, neoantergán y antistina no encuentran una gran diferencia entre lós resultados
conseguidos con uno y otro medicamento, y un enfermo que ocasionalmente se muestra poco beneficiado por uno de ellos puede experimentar una intensa mejoría con el empleo de otro. Para HAMBURGER, HALPERN y DE BRAY los derivados de la tiodifenilamina (3.015 y 3.277) fueron capaces de hacer
desaparecer las manifestaciones urticariales en 6 en·
fermos que habían tomado ya diferentes antihistamínicos sin ningún resultado beneficioso, por lo cual
consideran que <'Stos compuestos son los más eficaces en la urticaria.
.
Los antihistamínicos son incapaces de hacer de¡;.
aparecer las pápulas ya formadas, las cuales llevan
después de su empleo la evolución típica de esla$ lesiones. De aquí que se recomiende, cuando simultáneamente existan lesiones en la l<'ngua o edema de
la glotis, el empleo simultán<'o de la adrenalina o su<>
derivados.
De tod<>s los síntomas urticariales, el más b<'nl..
ficiado es el prurito, que desaparece rápidamentr.
g・イ
エA セ。ャュ・ョエ@
se debe de empezar administrando
dosis pequeñas e ir ascendiendo hasta lograr el míximo efecto, ya que es muy frecuente que con do¡:;i;;
pequeñas se consigan ya resultados brillantes. Exactamente igual, una vez que hayan desapar ecido lús
síntomas, no se deben r etirar bruscamente, ya que
en estos momentos es muy frecuente que recidive la
urticaria. Se debe ir poco a poco disminuyendo la
dosis hasta comprobar que, no obstante las dosis
pequeñas que se administran, no aparece ninguna
manifestación urticaria!. Con frecuencia es preciso
administrar durante mucho tiempo estos preparados, citando HUNTER y DUNLOT enfermos que llevan
tomando dos años antihistamínicos, y en los cuales
el requerimiento diario es cada vez menor.
Los resultados conseguidos en otras manifestaciones cutáneas alérgicas no son ya tan brillantes.
Los antihistamínicos, en el sentir de MAYER, carecen
de efecto sobre las manifestaciones eczematosas Y
en la dermatitis ·por contacto, consiguiéndose, no
obstante, en estas últimas una disminución y hasta
desaparición del prurito. A conclusiones semejantea
llega W ALDBOTT en las dermatitis atópicas. Con la
decaprina, BROWN y colaboradores no logran hacer
desaparecer el prurito en dos enfermos con dermatitis por contacto, y KEsTEN señala el mismo fracas0
para algunos casos usando la piribenzamina.
HUNTER y DUNLOP (1947) señalan mejorías co_n
los antihistamínicos en el prurito de la ictericia. DIferentes autores (LYNCH y FRIEDLAENDER y colaboradores) han indicado su a mplia utilidad en casos d_e
prurito vulvar y de ano, indicando FEINBEIW Y bernセᆳ
TEIN los beneficios logrados con una pomada de P1"
ribenzamina al 2 por 100. Por último, AARON y c_olaboradores indican los buenos r esultados consegutdos
con iontoforesis de piribenzamina.
Las manifestaciones de índole alérgica que aparecen como consecuencia del empleo de la penicilina
también son beneficiosamente influenciables, en
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TOMO XXXII
NúMERO 4
DROGAS
ANTIHISTAMINICAS
contraste de aquellas otras que reconocen un origen
tóxico en las que esta terapéutica es completamente ineficaz.
En un caso de prurigo ferox, resistente durante
muchos años a todas las terapéuticas, Jll\lÉNEZ DiAz,
con la antistina, ha conseguido su total desaparición, al menos durante la administración de la misma, ya que por estar el enfermo en la actualidad
todavía en los comienzos del tratamiento, desconocemos lo que pasará al suspender su administración.
En las reacciones séricas, las manifestaciones dérmicas y, sobre todo, el prurito, desaparecen bruscamente con el empleo de los antihistamínicos. Sb
embargo, no se consigue ningún efecto sobre los dolores articulares y la fiebre. En España, MEGÍAS y
MORENO DE VEGA llegan a semejantes conclusiones
empleando el novargeno.
Igualmente se consiguen buenos resultados en las
manifestaciones alérgicas a continuación de la terapéutica hepática (ARBES!\IAN, KOEPF y LENZNER) y
en las que se presentan en ocasiones tras el empleo
de la insulina (HUNTER y HILL) .
En la nefritis experimental tipo Masugi, REUBI ha
logrado al parecer buenos resultados, hasta el punto que en los conejos tratados previamente con antihistamínicos las lesiones glomerulares que aparecen tras intentar el desarrollo de una nefritis, son
muy pequeñas o nulas, en comparación con lo conseguido en los animales testigos. La experiencia
clínica de este mismo autor demuestra su falta de
utilidad en las nefritis de tipo crónico, indicando,
sin embargo, que en las nefritis agudas los resultados son brillantes. Sin embargo, como la evolución
natural de una nefritis aguda bien tratada es a la
curación, los resultados conseguidos por este autor
son difícilmente atribuíbles a la terapéutica antihistamínica. Personalmente estamos siguiendo una ne·
fritis aguda bajo la dirección del Prof. JIMÉNF::Z
DíAz, en la cual, aparte del tratamiento clásico, administramos antistina, y aunque la evolución es buena, nos es muy dificil valorar el papel de esta última
en la mejoria de la enferma.
En la jaqueca, los resultados conseguidos tamp(lco parecen ser muy brillantes, aunque en r ealidad la
experiencia no es muy copiosa. En cambio, según
G_OODMAN y COONRAD, la cefalea producida por la
lustamina puede ser inhibida completamente, si previamente se administra benadril.
Se han señalado también efectos beneficiosos en
el tratamiento de las manifestaciones cutáneas de
los rayos X, luz ultravioleta y en la esclerodermia.
En cambio, en la púrpura alérgica las observacion_es hasta el presente son completamente denegatorias de toda eficacia.
En resumen, podemos decir que en el asma los
resultados conseguidos se pueden considerar como
nulos. Encontrando su más alta utilidad estas drogas en los corizas periódicos y en las manifestacioz:es セャ←イァゥ」。ウ@
cutáneas, fundamentalmente en la ur·
hcana.
La イセコ￳ョ@
posible de su fracaso en el asma y en las
artralg1as de la enfermedad del suero posiblemente
es doble, debido, por una parte, a una insuficiente
concentración de los antihistamínicos en estas estructuras, o más bien a que el mecanismo desencadeョセエ・@
no pueda ser únicamente atribuído a la histaセャ。L@
Y sobre él jueguen parte otra serie de factores
asta el presente aún desconocidos.
283
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NOVEDADES 'TERAPEUTICAS
Hierro intravenoso en las anemias ferropénicas.-Existen casos en los que los preparados de
hierro por vía bucal son ineficaces o causan molestias digestivas que dificultan el tratamiento. Los
preparados parenterales de hierro son muy dolorosos para su empleo intramuscular, y extraordinariamente tóxicos por vía intravenosa. SLACK y WILkixsoセ@
("Lancet", 1, 11, 1.949) h.an セョQ^。ケ、ッ@
un
compuesto estable de hierro: el óxido sacarizado de
hierro, que es una solución coloidal de hidróxido de
hierro, estabilizada por adsorción de álcali y sacarosa. La necesidad de hierro en los enfermos de
anemia ferropénica ha sido calculada en 24,5 mgr.
de F e elemento por cada déficit de 1 por 100 de
hemoglobina, más un 50 por 100. Las dosis empleadas han sido; una inicial de 25 mgr, otra de 50,
una tercera de 100 y las restantes de 200 mgr., hasta llegar a la cantidad calculada. El método f ué empleado por los autores citados en 60 enfermas, 10
de las cuales no habían respondido a un tratamiento
con hierro por vía oral. Las respuestas terapéuticas fueron excelentes, siendo la ut ilización del hierro inyectado de un 100 por 100. Con el mismo preparado han tratado GOVAN y ScOTT ("Lancet'', 1,
14, 1949) 25 mujeres con anemia de embarazo, y los
resultados fueron uniformemente buenos, habiendo
aumentado la hemoglobina un 8 por 100 en la primera semana de tratamiento. Sólo una enferma tuvo
una marcada r eacción vagal, después de una inyección del compuesto de hierro.
l.Uezclas de uretano y penicilina en las heridas
contaminadas.-En las heridas accidentales o quirúrgicas situadas cerca del ano o en la vecindad de
un orificio de colostomía, es imposible evitar la infección continuada, a pesar de los antibióticos y medidas quirúrgicas más eficaces. HOWE ("Surg. Gyn.
Obst.", 87, 425, 1948) ha obtenido buenos resultados
con una solución de uretano al 10 por 100 con penicilina en concentración de 1.000 unidades por centímetro cúbico. El método se funda en que el uretano es un potente agente bactericida para los gérmenes Gram negativos; su combinación con penicilina serviría para evitar la formación de penicilina-
sa por los gérmenes Gram negativos de la ィ・イゥ、セ@
infectada. La técnica de tratamiento de la herida
infectada consiste en desbridamiento y colocación de
dos pequeños catéteres, por los cuales se introduce
la indicada solución cada dos horas, en cantidad suficiente para conservar húmeda la región. Si no
existe evidente contaminación fecal, Re manlll'n" d
apér.situ durante 'tres o cuatro días, pasados los
cuales se r ealiza el cierre de la herida o un nuevo
desbridamiento, si es necesario, repitiendo la cura
antes citada. De 17 enfermos en los que se emplc,)
el procedimiento, en todos, excepto dos, pudo hacerse una sutura en un tiempo medio de 7,4 días, a
partir del amplio drenaje inicial; en 11 de los casos se produjo una curación primaria.
Papaverina como antiespasmódico en Uro)ogía.- La papaverina ha sido empleada ampliamente
como antiespasmódico en afecciones circulatorias y
digestivas y se ha generalizado mucho menos, en
cambio, en las enfermedades del aparato urinario.
Sin embargo, la acción de la papaverina sobre la
musculatura del uréter es muy enérgica. Se logra
con dicho fármaco la r elajación de la musculatura
lisa de todo el aparato urinario, en tanto que la morfina acentúa las contracciones. FISCHMAN ("J. of
Urol.", 61, 534, 1948) ha revisado el problema del
empleo de la papaverina en las afecciones urológicas, y establece las siguientes normas : En las ヲセᆳ
ses agudas de un cólico renal o uretcral, está indlcada la inyección intramuscular o intravenosa de
100 mgr. de clorhidrato de papaverina, la cual puede r epetirse a la media hora, si es necesario. Después de ello, se mantiene el efecto espasmolítico COfl
supositorios de 125 mgr., los cuales se pueden aphcar en un adulto cada dos horas, hasta un total de
cinco. Cuando la fase no es tan aguda, el tratamiento puede realizarse exclusivamente con supositorios:
uno de 125 mgr. cada cuatro horas, hasta cinco al
día. La administración se puede repetir cada tres o
cuatro días, durante varias semanas. En Jos casos
de enclavamiento de un cálculo, conviene asociar a
la papaverina la ingestión de abundantes líqui?os.
Los espasmos vesicales consecutivos a la talla h1po-
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