«Me interesan las personas»

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18-nov'04
AMANCIO GONZÁLEZ (VILLAHIBIERA DE RUEDA -LEÓN-, 1965)
«Me interesan las personas»
En su nueva exposición en Asturias, Amancio sigue
fiel a su peculiar sentido figurativo, dominado por
inquietantes escenografías y calidades plásticas
En los últimos años la repercusión de
Amancio fuera de Asturias ha
aumentado notablemente, con varias
exposiciones individuales y
numerosos encargos públicos. Su
sexta exposición individual en la
comunidad llena ahora la galería
Cornión, con inquietantes
escenografías de madera donde reina
la figuración.
La calidad plástica y la emoción que
provocan las genuinas esculturas de
Amancio parten, una vez más, de la
honestidad, el compromiso con el
presente y el respeto al pasado. En esa
evolución, su apuesta estética sigue
ligada a la figura humana, pretexto
compositivo para dialogar con la materia
y compaginar oficio, esfuerzo y tesón.
Así, el joven leonés trata de fundir
tradición y contemporaneidad buscando
una mirada nueva, obsesionado sólo por hacerlo mejor en cada intento.
La madera y el hierro son sus compañeras de viaje para constantes experimentaciones,
con un amplio repertorio iconográfico, tremendamente irónico, que se manifiesta en
volúmenes dramáticos y extraños equilibrios. Con todo, continente y contenido se
armonizan bajo un cúmulo de sensaciones visuales y táctiles, repletas de vetas, sombras y
oquedades primitivistas.
En su peculiar metodología de trabajo se evidencian energías y tensiones entre el núcleo
invisible de la obra y los impulsos que la mueven. Eso hace que las piezas alberguen
referencias totémicas, silencios casi místicos, bellezas y congojas, tan intrigantes como
rigurosas.
Los títulos aluden con frecuencia a esos misterios, como ocurre aquí con ese ‘Humo entre
los chopos’ que da título a la exposición.
Hay un poso clásico en los trabajos de Amancio y, al tiempo, una contemporaneidad bien
entendida que huye del amaneramiento y la palabra fácil.
–Un conjunto de obras muy enigmáticas, como siempre. Tanto como el título de la
exposición. ¿Qué significa?
–‘Humo entre los chopos’ tiene un significado simbólico, como toda mi obra. Es una
escena de campo de esta época del año, una escena que inspira limpieza, donde las hojas
se amontonan en pequeños grupos y se queman. Como están verdes o húmedas, generan
un humo blanco y espeso. En la lejanía, ese humo indica que, en el inmenso paraje de
árboles y la soledad de esta época del año, alguien comparte su tristeza con nosotros,
mirando con disimulo las pequeñas llamas que brotan de la base.
–No debe ser fácil defender una escultura figurativa y simbólica, en nuestros días...
–A mi modo de ver, no existen tipos de escultura, ni modas, estilos o tendencias. Yo creo
en la universalidad de la escultura. La ‘globalización’ está haciendo mucho daño al arte,
quizás sin pretenderlo. El hecho de que un artista comience a trabajar sobre la base del
trabajo de otros artistas contemporáneos le conduce, seguramente, a un buen trabajo,
pero el resultado será posiblemente frío. Aunque nunca me he apartado de mis raíces.
–Las calidades y la técnica son inseparables en su obra.
–La mayoría de mis esculturas están hechas a partir de un tronco de árbol, siguiendo la
técnica tradicional de la talla, con ayuda de las nuevas herramientas eléctricas y, en esta
ocasión, con la incorporación de hierro. Juego con ambos materiales sin llegar a
mezclarlos. Quizá pretendo así diferenciar los dos mundos en que vivimos. Quizá pretendo
reflejar, con mis obras, la unidad escultórica, bajo la perspectiva de esa contradicción.
–¿Podemos hablar de una escultura narrativa?
–Creo que mi obra tiene un sentido narrativo, porque estoy convencido que es la manera
de atrapar al espectador. Yo le ofrezco una historia y él se enreda en la escultura. Trabajo
para el público, es quien más me preocupa. No me interesan los artistas que se miran el
ombligo constantemente, en su mundo mágico o en su maravillosa ‘corbata’
contemporánea. Saber ver esas cosas es una locura que se está pidiendo a un espectador
inmerso en otro mundo. Me interesan las personas. La escultura no debe ser una prisión,
sino una vía abierta hacia otras perspectivas. Por eso, cuando estoy cómodo con una
manera de hacer, trabajo mucho, muchísimo, hasta el agotamiento.
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