La casta de los Buendía y la villa de Macondo, un universo

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La casta de los Buendía y la villa de Macondo, un universo fantástico para
leer y releer
Tema muy americano y muy universal, Cien años de soledad es una obra maestra de la
literatura hispanoamericana y universal, representativa del llamado “realismo mágico” y
una de las más traducidas y leídas en español.
La trascendencia de esta magnífica novela, publicada por primera vez en 1967, acaso
radica en que más que a las formas tradicionales, García Márquez se acerca a la técnica
narrativa de aquellos que hoy se consideran clásicos: Carpentier, Borges, Cortázar. Y como
ellos, el autor colombiano tiene una gran preocupación por desentrañar el misterio que
rodea los actos cotidianos. Y como ellos, no intenta explicar, sino que aguza los sentidos e
instrumentos para penetrar y trasponer esa realidad que no vemos o que no queremos
ver…
En su estructura circular, Cien años de soledad da cuenta de la familia Buendía a
través de siete generaciones. El principio de esta dinastía coincide con la fundación de la
villa de
Macondo y la desintegración de la familia va a la par con la destrucción del pueblo. Como
en la vida –dice la maestra Gabriela Mora– aquí hay de todo: amor, crueldad, nacimientos,
muertes, violencia, ternura, fe religiosa, supersticiones, guerra, política. Y también se da
de todo, lo cómico junto a lo poético, lo grotesco junto a lo sublime.
La obra, en la que el Nobel de Literatura 1982 trabajó más de veinte años, recrea una
visión mítica del mundo real latinoamericano por el que desfilan magos, inventores,
prostitutas, burócratas, extranjeros, amigos y enemigos, vivos y muertos, en una narración
que parece reproducir el ritmo mismo de la existencia. Al parecer su autor consideró en
1965 incluir una tabla cronológica y una genealogía que aclarara la posible confusión entre
los cuatro Arcadios y los cuatro Aurelianos de la historia, pero desistió y hoy vemos que los
lectores aprenden rápidamente a distinguir entre la maraña de nombres, hechos y años, y
tienen una imagen clara de la envoltura carnal y del espíritu de cada personaje. Asímismo,
el escritor colombiano ha declarado que el origen de sus fábulas se encuentra en las
narraciones de sus abuelos, quienes lo criaron, así, los personajes no se asombran de las
alfombras que vuelan, de gitanos que desaparecen al beber un misterioso líquido, de
doncellas que se elevan y se pierden por los aires, de un cuarto que permanece siempre
limpio y bien cuidado como en un eterno e inmóvil día de marzo. De tal modo se van
fundiendo lo mágico y lo real y de tal manera esto forma una unidad lógica y natural con
Macondo y sus habitantes, que el lector, embrujado, no se detiene a enjuiciar la
verosimilitud de lo que lee.
Dejémonos, pues, embrujar, y adentrémonos en estas atmósferas mágicas que ya han
cautivado a millones de lectores en el mundo.
Fuente:
MORA-CRUZ, Gabriela. “Cien años de soledad” En: Hispania, Vol. 51, No. 4 (Dec. 1968), pp.
914-919.
Angelina Hernández Escobedo, MLIS.
Directora de Biblioteca
Dirección de Informática
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