Origen y características principales del nazismo Extraído de Escuelapedia El nazismo era un movimiento político que se originó en Alemania en la década de 1920. Este movimiento fue la versión racista del fascismo, en el que los pueblos nórdicos, entre los cuales se encontraban los alemanes, serían superiores a otros pueblos del mundo y, por lo tanto, debían vencerlos. El principal líder nazi era Adolf Hitler (1889-1945) y su ascenso al poder político en Alemania, en la década de 1930, supondría el ingrediente necesario para el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939. En este artículo conoceremos, en líneas generales, las principales características del nazismo. En 1917, fue creado por el mecánico ferroviario Anton Drexler (junto a Gottfried Feder y otros miembros), el Partido Obrero Alemán (Deutsche Arbeiterpartei), embrión del Partido Nazi. Hitler se aproximó a ese grupo político, y en abril de 1920 cambiaron el nombre a Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP). En alemán, el nombre era Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, siendo que de las iniciales de la primera palabra deriva el término nazi. De ahí la razón de referirse a los nacional-socialistas como nazis. Una de las primeras acciones de los nazis fue tratar de tomar el poder en el estado alemán de Baviera, en 1923. Por ser un grupo pequeño, fueron fácilmente reprimidos por las fuerzas de represión. Varios de sus miembros fueron arrestados, entre ellos, Hitler. En la prisión, Adolf Hitler comenzó a escribir un libro que sería una de las bases de las concepciones políticas del nazismo. La obra Mein Kampf (Mi Lucha), publicada en 1925, exponía algunas de las ideas principales de la organización social del nazismo. Según sus ideas, sería necesario de que el pueblo alemán conquistase el ‘espacio vital’, expandiendo el territorio alemán para el este, en dirección a Europa Oriental. El objetivo era conquistar las tierras del este para transformarlas en tierras de producción agrícola que pudieran sustentar a la población nórdica, sobre todo por el hecho de los nazis considerar a los eslavos – pueblos que habitan esa región – como una raza inferior, como un subproducto del hombre. Los alemanes se transformarían en nuevos señores, esclavizando a los pueblos eslavos por su condición de inferioridad. El sesgo racista del nazismo también se pronunció contra los judíos, también considerados inferiores, pero a diferencia de los eslavos, no deberían ser esclavizados sino excluidos de los territorios alemanes. El antisemitismo alemán se introducía también en la superioridad de la raza nórdica, llamada por Hitler de raza aria, además del hecho del líder nazi apuntar a los judíos como principales responsables por la crisis económica y social que sucedía en Alemania en 1920 y 1930. Para asegurar la expansión geográfica y consolidación de la raza nórdica, sería necesario un Estado centralizado, autoritario y fuerte para someter a los demás países a la voluntad de los alemanes. El Estado fuerte solamente sería posible a través de una dictadura, pues los regímenes democráticos liberales serían un obstáculo para alcanzar tal objetivo. Estas propuestas se justificarían como consecuencia de las sanciones sufridas por Alemania en el Tratado de Versalles, como resultado de la derrota en la Segunda Guerra Mundial. La condena del Tratado de Versalles era una forma de luchar contra la humillación sufrida por los alemanes. La crisis económica de 1929 amplió los problemas alemanes y favoreció el fortalecimiento de las ideas nazis. En las elecciones parlamentarias de 1933, los nazis consiguieron el mayor número de votos y escaños en el Reichstag, el parlamento alemán, principalmente a través de un discurso nacionalista de mejorías sociales y económicas establecido con un elevado nivel de oratoria. La fuerza del partido en el Reichstag garantizó a Hitler el cargo de canciller alemán, función similar a la de un presidente de Estado. Los nazis se opusieron frontalmente a los comunistas y socialistas, señalados como movimientos políticos de judíos. En febrero de 1933, el Reichstag fue incendiado. Hitler culpó a los comunistas y ordenó su persecución, poniéndolos en situación de ilegalidad. En marzo del mismo año, nuevas elecciones fueron realizadas, ampliando el poder de los nazis. Con eso, se abrió camino para el partido nazi volverse el único partido permitido en Alemania. La bandera nacional fue reemplazada por la bandera nazi, cuyo símbolo era la cruz gamada. El estado alemán se convirtió en el III Reich o Tercer Imperio alemán. Hitler completó la centralización de poder detentado en 1934. A partir de entonces pasó a reprimir a todos los descontentos con su gobierno y a crear campos de concentración y guetos, donde judíos y otros grupos considerados inferiores – gitanos, homosexuales, comunistas… – debían vivir. Se inició un intenso proceso de fortalecimiento de las fuerzas armadas. En 1939, Hitler invadió Polonia, eclosionando la II Guerra Mundial. Los polacos eran también eslavos, como rusos y ucranianos, y fueron los primeros pueblos del este europeo – señalados por Hitler como racialmente inferiores – en sufrir los horrores de la política nazi.