EL DESARROLLO TEÓRICO DE LA PSICOLOGÍA EN EL

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EL DESARROLLO TEÓRICO DE LA PSICOLOGÍA EN EL CONTEXTO DE LA PSICOLOGÍA
Alicia Garrido – José Luis Álvaro (2007).
En Psicología Social, perspectivas psicológicas y sociológicas, pp 224-229
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------El desarrollo de la psicología social psicológica siguió asociado,durante este periodo, a los dos grandes marcos
teóricos de la psicología: el neoconductismo y la Escuela de la Gestalt, aunque es necesario señalar que las
aportaciones de los psicólogos sociales fueron adquiriendo una mayor autonomía con respecto a los mismos.
Los psicólogos sociales neoconductiStas se fueron separando, cada vez más de los supuestos epistemológicOs y
teóricos de los que partía el neoconductismo, lo cual vino determinado por la propia naturaleza del objeto de
estudio de la psicología social y se vio acelerado por la crisis del neoconductismo de los años 1950 y 1960. Por su
parte, los psicólogos sociales gestaltistas mantuvieron, durante este período su condición de máximos
inspiradores del desarrollo teórico de la psicología social, aunque a finales de los años 1960 se inicia ya un
distanciamiento de los psicólogos sociales con respecto a la Escuela de la Gestalt y se inicia la convergencia con
la psicología del procesamiento de la información. Como veremos en el capítulo 5, la teorías de la atribución
servirán de puente a la psicología social psicológica para pasar de una orientación teórica a otra.
La influencia de la Escuela de la Gestalt en psicología social
Durante el período que nos ocupa, la psicología de la Gestalt, que había sido introducida en psicología social por
Kurt Lewin (véase Capítulo 3), se convirtió en el principal enfoque teórico de la psicología social psicológica. Bajo
la influencia de los planteamientos teóricos de esta escuela, el ámbito de la disciplina se amplió
considerablemente, con la aparición de nuevos temas de estudio y con la reinterpretación de fenómenos que ya
habían sido analizados en etapas anteriores. Las principales aportaciones teóricas de los psicólogos sociales
gestaltistas se desarrollaron, principalmente, en tomo a tres grandes líneas temáticas: la percepción social, la
influencia social y la consistencia cognitiva. Como veremos a continuación, los fuertes vínculos que se
establecieron con la Escuela de la Gestalt hicieron que la psicología social se mantuviera relativamente ajena a la
influencia del neoconductismo. Durante todo el periodo en que esta corriente dominó el escenario de la
psicología, los psicólogos sociales siguieron utilizando conceptos mentalistas y mantuvieron, como un objetivo
central de sus investigaciones, el estudio de procesos internos de carácter cognitivo. De hecho, en algunos
manuales de historia de la psicología, se presenta a la psicología social como una de las principales alternativas
al conductismo durante la década de 1950 (véase, por ejemplo, Leahey, 1982).
La percepción social
El estudio de la percepción social fue una de las grandes líneas de investigación a las que dio lugar la
introducción de los principios de la Escuela de la Gestalt en psicología social durante la década de 1950. Como
veremos a continuación, el estudio de la percepción social por parte de los psicólogos sociales encuadrados bajo
esta orientación, descansó sobre el supuesto de que las leyes que los psicólogos de la Gestalt habían enunciado
para explicar la percepción de los objetos fisicos eran aplicables igualmente a la percepción de las personas y del
comportamiento social.
De esta forma, en las investigaciones llevadas a cabo desde estos planteamientos, la etiqueta social estaba
referida, generalmente, al contenido de la percepción más que a la perspectiva desde la que se abordaba su
estudio.
Una de las contribuciones más importantes al desarrollo de esta línea de investigación fue la de Fritz Heider
(1944, 1958), cuyo objetivo general fue analizar la forma en que las personas perciben las relaciones
interpersonales. Siguiendo los principios de la Gestalt, Heider sostiene que la persona tiende a percibir su medio
de forma organizada, como un todo estructurado y coherente. Al igual que ocurre en el caso de la percepción de
los objetos fisicos, la persona busca la consistencia y tiende a percibir determinadas características como si
fueran propiedades permanentes de los objetos. Los estudios sobre percepción de la Escuela de la Gestalt
habían mostrado que determinadas características de los objetos, como el color o el tamaño, se perciben como
propiedades estables de éstos, aunque cambien las condiciones de iluminación y la distancia. Según Heider, en
el caso de la percepción de personas, no sólo percibimos como invariables sus características físicas sino
también otro tipo de rasgos, como las creencias, las capacidades, la personalidad, etc. Pero, para Heider, la
diferencia fundamental entre la percepción de los objetos físicos y la percepción de las personas es que a éstas
se las percibe como causa de sus propias acciones. La causalidad es, por tanto, una forma de organización
cognitiva que surge cuando se percibe el medio social, compuesto por las personas y sus acciones. La persona y
sus acciones constituyen una unidad perceptiva, en la que la primera es la causa y las segundas son el efecto.
Una de las principales aportaciones de Heider (1958) es el haber subrayado que la persona, al percibir el medio
social, va más allá de los datos conductuales e intenta encontrar relaciones que puedan ayudar a explicar los
acontecimientos cambiantes. Según Heider, la forma en que percibimos el mundo social es el reflejo de una
psicología ingenua, que nos orienta en nuestras relaciones con los demás, permitiéndonos predecir las acciones
de otras personas e influir en las mismas. Para Heider -y, en general, para los psicólogos de la Gestalt-, el ser
humano se encuentra motivado por la necesidad de ordenar y dar sentido al mundo fisico y social en el que se
encuentra inmerso. De ahí la tendencia de la persona a buscar las causas de las propias acciones y del
comportamiento de los demás. La importancia que Heider (1958; p. 16) da a la atribución de causalidad en las
relaciones interpersonales es manifiesta:
De gran importancia en nuestra imagen del medio social es la atribución de causalidad a los acontecimientos… Las
atribuciones en términos de causas impersonales y personajes, considerando estas últimas en términos de
intencionalidad, son aspectos cotidianos que determinan un gran parte de nuestra forma de entender y reaccionar
frente al medio. Un hecho adicional importante es que la causación personal no sólo influye en los cambios del
medio físico.., también tiene implicaciones sociales.
En este intento de explicar el comportamiento de los demás, la persona puede atribuir la conducta a factores
internos (la personalidad, la capacidad, las actitudes, etc.) o a factores externos (la situación, el azar, etc.). Un
ejemplo utilizado por Heider (1958; p. 56) para ilustrar la diferencia entre ambos tipos de atribución son las
explicaciones sobre el fracaso:
El fracaso, por ejemplo, puede ser atribuido a la falta de habilidad, una característica personal, o a la suposición de
que la tarea a realizar implica una gran dificultad, una condición del medio. El que la atribución se realice sobre una
u otra causa dependerá de otros factores como, por ejemplo, la información sobre el éxito o fracaso de otras
personas y la tendencia a atribuir las consecuencias de las acciones a la persona.
Un aspecto central de su teoría de la atribución es la noción de intencionalidad. Para que exista una atribución
personal de causalidad tiene que haber intención por parte de una persona p de causar x. Las atribuciones de
causalidad personal incluyen, por tanto, sólo aquellas acciones de carácter propositivo.
Esta forma de representarse al ser humano es la antítesis de la imagen que tienen en mente los conductistas,
para quienes la persona es un ser pasivo, moldeado por las fuerzas del ambiente; para la Escuela de la Gestalt,
por el contrario, es la persona quien se antepone al ambiente para categorizarlo, ordenarlo y hacerlo
consistente y predecible.
La psicología ingenua de Heider y su análisis de la percepción de la causalidad fueron el punto de partida de las
teorías de la atribución, que se convirtieron en una de las principales líneas de investigación de la psicología
social durante los años 1970 (véase Capítulo 5).
Los estudios sobre la formación de impresiones de Solomon Asch
Otra aplicación de los principios gestálticos de la percepción al campo de la psicología social la tenemos en los
trabajos de Asch sobre formación de impresiones (1946, 1952). Desde una perspectiva gestaltista, Asch rechaza
la idea de que las impresiones que nos formamos de las personas sean la suma de todas las características que
percibimos en ellas y afirma que las cualidades personales constituyen un todo organizado, en el que cada parte
está interrelacionada con todas las demás. Los intentos de extrapolar las leyes gestálticas de ¡apercepción al
ámbito de la percepción de personas fueron la base de diferentes trabajos experimentales sobre la formación de
impresiones. En uno de los experimentos de Asch, se leía a dos grupos de sujetos la descripción de una persona
mediante la relación de una serie de características. La relación de características era idéntica para ambos
grupos, con la excepción de un término. Al grupo A se le decía que la persona era Inteligente, hábil, diligente,
cálida, resuelta, práctica y cauta. Al grupo B se le leía una relación con las características Inteligente, hábil,
diligente, fría, resuelta, práctica y cauta. Tras escuchar las descripciones de la persona, los participantes en el
experimento tenían que escribir su impresión sobre la misma y seleccionar, de una lista de pares de rasgos, el
rasgo de cada par que se ajustaba más a la impresión que se habían formado. Los resultados mostraron que
cada grupo se había formado una impresión diferente. Los miembros del grupo A, a los que se les había dicho
que la persona era cálida, tenían una imagen mucho más positiva que los del otro grupo, en donde este adjetivo
había sido sustituido por el de fría. Tal y como las resumen Deutsch y Krauss (1985, p. 34), las conclusiones del
experimento de Asch son las siguientes: “1) tendemos a formarnos una impresión de una persona aun cuando
la evidencia que tengamos sea escasa, 2) las características de una persona se perciben de forma
interrelacionada, 3) las impresiones están estructuradas, 4) cada rasgo posee la propiedad de una parte de un
todo, ejerce influencia sobre la organización total y es influido por ella, 5) las impresiones existentes determinan
el contexto en el que se forman otras impresiones, 6) las incongruencias manifiestas conducen a la búsqueda de
una noción más profunda que resuelva la contradicción”.
En definitiva, los trabajos de Asch sobre formación de impresiones son una extensión, al ámbito de la percepción
de personas, de algunas de las leyes gestálticas sobre la percepción del mundo fisico. Tanto sus aportaciones
como las de Heider constituyen un análisis psicológico de la percepción social, en el que no se tienen
suficientemente en cuenta los factores sociales que influyen en ésta. Lo social viene dado por el contenido de la
percepción, es decir, por la naturaleza social del estímulo que se percibe.
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