De los pubs al calor de las masas, la vertiginosa carrera de Soda

Anuncio
4
|
espectáculos
| Viernes 5 de septiembre de 2014
Abril de 2002
2002-2006
Fines de 2007
2009
Mayo de 2010
4/9/2014
Sinfónico
Con versiones “clásicas” de temas de Soda
y de sus CD solista
graba 11 episodios sinfónicos. Lo registra en
el Teatro Avenida, lo
presenta en el Colón.
Éxito solista
En diciembre de 2002
publica Siempre es
hoy (tercer CD en solitario). En 2006 lanza
Ahí vamos, que le devuelve la popularidad
alcanzada con Soda.
Me verás volver
Regresa Soda Stereo,
a 10 años de su separación. 22 shows en 9
países. Es récord en la
Argentina. El trío da
seis funciones en la
cancha de River.
Fuerza natural
Éste es su último álbum solista y primero
después del breve regreso de Soda. A fines
de ese año presenta el
disco con un recital
en el Club Ciudad.
Último concierto
Luego de un show en
Caracas sufre una
descompensación
por una isquemia cerebral. Tres días después es operado y no
vuelve a despertar.
Mañana de requiem
A pesar de la esperanza que tanta gente puso en su recuperación,
luego de cuatro años
sin salir del coma fallece por un paro cardiorrespiratorio.
santiago filipuzzi
gustavo cerati | su legado musical
De los pubs al calor de las masas,
la vertiginosa carrera de Soda Stereo
Tocar
con todos:
un lujo
de pocos
Con su banda emblemática, conquistó América latina e impuso una nueva manera de hacer rock en el continente
Desde Roger Waters
y Andy Summers
hasta los músicos
emergentes
Sebastián Ramos
LA NACIoN
Interior. Bar Einstein. Principios de
los años 80. Roberto Pettinato, barbudo saxofonista de Sumo, se acerca
a Gustavo Cerati, cantante de Soda
Stereo de raro peinado nuevo, y vaticina: “Ustedes van a ser como los
Beatles; nosotros vamos a ser los
Rolling Stones”.
Soda Stereo fue la primera banda
en replicar la beatlemanía en América latina y su influencia en el rock en
castellano fue sin dudas tan potente
como lo fue la de los cuatro de Liverpool para los anglohablantes.
Luego de dos años deambulando
por pubs de la Capital Federal y el
Gran Buenos Aires junto con grupos
como Los Twist y Sumo, el trío accedió a la posibilidad de grabar su
primer álbum, Soda Stereo (1984).
“En las primeras presentaciones que
hicimos, nos hicieron firmar un contrato tan leonino como cualquiera
–dijo Cerati sobre aquel primer hito
discográfico de la banda–. Horacio
Martínez [que descubrió a otros talentos nacionales como «Tanguito»]
nos ofreció grabar nuestro primer
disco, pero quería que hiciéramos
covers de los años 60, amplificar su
propio gusto por esa época new wave.
Nosotros estábamos totalmente en
contra y la posibilidad de grabar el
álbum quedó congelada casi un año,
hasta que Federico Moura los convenció.”
El cantante de Virus se convirtió
así en el productor de un álbum que
fue signo de los tiempos durante la
primavera alfonsinista y que incluyó hits urgentes de pista, como “Mi
novia tiene bíceps”, “Dietético”, “Sobredosis de TV”, “Te hacen falta vitaminas” y “Un misil en mi placard”.
Un año más tarde, Nada personal
fue el disco que encendió la mecha
y marcó a fuego la década de los 80.
Por sonido, por actitud y también
por esos peinados que desafiaban la
ley de gravedad gracias a una mezcla
de jabón, cremas y aceites. Con este
disco, Cerati se recibió de comunicador pop social, comprometido con
el tiempo mediático que se presentaba ante sus ojos. Nada personal y
la firme convicción de bailar hasta
cambiar la piel.
De allí en más, álbum tras álbum,
la banda incorporó texturas, investigó sonoridades de aquí y de allá,
tomó prestados estilos definidos y
devolvió canciones con sello propio.
Con Signos (1986), su tercer álbum,
el trío dio el salto creativo y conceptual que lo desmarcó del resto de
los grupos argentinos contemporáneos. Con ese disco, además, Cerati pasó de ser considerado un niño
frívolo amante del baile discotequero a ser visto como un inteligente y
retorcido compositor de canciones
introspectivas. “Sin sobresaltos”, “El
rito”, “Prófugos”, “Persiana americana”, “En camino” y “Final caja negra”
son algunas de sus creaciones más
oscuras.
Los últimos años de la década de los
A diez años de su separación, con su gira regreso el trío agotó las entradas de seis estadios de River
En los inicios, con estética moderna
80 los encontró de gira permanente,
con conciertos récord en el país (dos
veces en la 9 de Julio, ante más de
100.000 personas) y con un álbum grabado en Nueva York, producido por
el puertorriqueño Carlos Alomar (reconocido por su trabajo, entre otros,
con David Bowie), con groove funky y
su primer (y único) rap escondido en
uno de sus temas. Eso sí, con la contradicción como materia prima de su
obra, el disco giraba conceptualmente en torno a cierta nostalgia porteña.
Ésa fue su Doble vida (1988), el álbum
de la foto de tapa tomada frente a la
Plaza de Mayo que incluyó el himnocanción dedicado a Buenos Aires: “En
la ciudad de la furia”.
archivo
“Me verás volar por la ciudad de
la furia, donde nadie sabe de mí y yo
soy parte de todo”, cantaba Cerati
en esa suerte de carta de amor que
le escribió a Buenos Aires después
de vivir en estado de sodamanía latina permanente. “Después de tanto
tiempo fuera de casa, yendo de acá
para allá, cuando volví, redescubrí
la ciudad. Y me volví a enamorar de
ella.” Desde entonces, Buenos Aires
se rebautizó por siempre “la ciudad
de la furia”.
Los años 90 abrieron con Canción
animal, la vuelta a las raíces más
rockeras y un hit implacable: “De
música ligera”. Dos años después,
llegaría la experimentación psico-
maximiliano amena/archivo
La reunión en 2007, una burbuja en el tiempo
délica-beat de Dynamo (1992), probablemente el punto más alto compositivamente. “Personalmente, lo
pasé mejor en los 90 –reconoció Cerati, diez años atrás–. Ahí recuperé
el sabor por hacer música y empecé
a preocuparme menos por el sistema que la rodea. Dynamo, Colores
santos [con Daniel Melero], Amor
amarillo [su primer álbum solista,
aún en Soda Stereo] marcaron la recuperación del valor por la música
que la dureza de los años 80 no nos
dejaba sacar a la luz.”
Final y regreso
A mediados de la década de los
90, la banda volvería a los estudios
La música, de una u otra manera,
siempre es algo que se hace con
otros. Y Gustavo Cerati, un verdadero apasionado de la música, no perdió la oportunidad, a lo
largo de su carrera, y siempre en
la búsqueda de nuevas sonoridades, de compartir experiencias
con un extenso y variado listado
de artistas, desde ignotos emergentes hasta consagrados.
En el primer disco que grabó
en su vida, Soda Stereo (1984),
Cerati trabajó con Federico
Moura como productor y amigo; con el ex Los Encargados Daniel Melero, un músico clave en
el desarrollo del trío, compuso
un álbum entero, Colores santos
(1992), y con tres artistas chilenos formó un proyecto de música electrónica, Plan V. Escribió
varias canciones junto con su hijo Benito, ahora ya convertido en
músico por derecho propio, como “Fuerza natural”, “Desastre”
y “Rapto”; produjo a Leo García
en el disco Mar (2001) y formó
una dupla electrónica con Flavio Etcheto, que llamaron ocio.
Así como tenía buen ojo –y oído–
para promover nuevos talentos,
también lo poseía para rescatar
músicos que la escena había
dejado de lado. En Fuerza natural recurrió al under de fines de
los 90: convocó a su banda al ex
guitarrista de Suárez, Gonzalo
Córdoba y a Adrián Paoletti como letrista.
Se dio el gusto de tocar con
uno de sus ídolos, Luis Alberto
Spinetta y de interpretarlo tanto en directo como en disco: en
Amor amarillo versionó “Bajan”.
Además, con “El Flaco” compartió una jornada de ensueño en
San Rafael, en febrero de 2001,
en el marco del ciclo itinerante
Argentina en Vivo 2.
Ídolo, eso representaba Cerati
para Shakira, quien pudo grabar
con él en 2005, en el disco de la
colombiana Fijación oral. Además, la cantante lo invitó a compartir el escenario de Hamburgo
de Live Earth, en 2007.
Se sacó el gusto de cantar junto con Mercedes Sosa (“Zona de
promesas”), de grabar con Domingo Cura (“Sulky”) y hasta
cumplió el sueño de tocar con
Sui Generis el tema “Rasguña
las piedras” en aquel regreso
de 2000, en el estadio de Boca;
armó una banda con el Fricción
Richard Coleman y compartió
estudio de grabación con Andy
Summers (The Police) y Roger
Waters (Pink Floyd); grabó con
Fito Páez y Andrés Calamaro
(“Nuestro Vietnam”, 1989) y,
como Spinetta, participó de un
proyecto de disco frustrado con
Charly García (Tango 2).ß
Julián bongiovanni
de grabación por última vez y Sueño
Stereo (1995) llegaría como una suerte de final anunciado. “Estábamos
muy alejados personal y musicalmente –dijo Cerati, tras la separación–. Entre nosotros flotaba la idea
de que podía ser la última grabación.
Nos dimos cuenta de que todo nos
estaba costando demasiado.”
Las “gracias totales” estaban a la
vuelta de la esquina (aquel concierto
en el estadio de River, en 1997, dejaría además de un álbum doble en
vivo, aquella frase eterna) y pasarían
diez años hasta que esa burbuja en
el tiempo que fue la gira de regreso
de Soda Stereo los volviera a juntar
para dar una vuelta más.ß
Las verdades poéticas de un inconformista sin límite
Como solista,
llevó su música
más allá y nunca
se dio por satisfecho
Sebastián Espósito
LA NACIoN
Mamá sabe bien/ perdí una batalla/
quiero regresar/ solo a besarla. La letra y la música de “Zona de promesas” se vieron resignificadas luego de
la versión a dúo que Mercedes Sosa y
Gustavo Cerati grabaron para Cantora 2. El tema actuó como bisagra
en el primer tramo de la gira de Fuerza natural. Aquel show contó con un
diseño matemático para la lista de
temas: primero, todas las canciones
del nuevo disco; luego, una interpretación intimista de “Zona de prome-
sas” y, finalmente, un paseo por los
clásicos del solista.
Quizás por aquel principio de su
admirado Luis Alberto Spinetta,
“Aunque me fuercen, yo nunca voy
a decir que todo tiempo por pasado
fue mejor; mañana es mejor” (“Cantata de puentes amarillos”), Cerati
priorizó las nuevas páginas a las hojas que se iban tiñendo de amarillo.
Dejó afuera la frondosa discografía
de Soda Stereo y sólo incluyo ese tema como homenaje a “La Negra”. El
gesto no nos sorprendió, claro. Él fue
el primero en acelerar a fondo tras la
separación del trío que se formó al
borde de la pileta de River y terminó
a unos metros, en el Monumental,
hasta esa burbuja en el tiempo que
fue el segundo capítulo.
Luego de probarse solo en un
impasse de Soda Stereo con Amor
amarillo (93), el álbum surcado por
el embarazo y el nacimiento de su hijo Benito (fruto de su relación con la
chilena Cecilia Amenábar, con quien
también tendría a Lisa, tres años más
tarde), Cerati se lanzó con decisión a la
carrera solista, tras el mítico “Gracias
totales” de 1997.
Bocanada (99) fue el disco que le
dio nuevos aires, pero también la
confirmación de que quería rodearse de músicos jóvenes. Para esa bocanada de aire fresco recurrió a Leo
García, Flavio Etcheto, Fernando Nalé y Martín Carrizo. Hoy, temas de ese
álbum como “Tabú”, “Raíz, “Puente”
y “Paseo inmoral” son inevitables de
su repertorio.
Inquieto, el pibe que se crió en Villa
Urquiza y jugó al fútbol en las calles
de su barrio como cualquier chico de
su generación ya había dado muestras de su elasticidad con Colores
santos, el disco que realizó con su
amigo Daniel Melero en 1992 y con
Plan V, el grupo de música electrónica que formó con los chilenos Andrés
Bucci, Guillermo Ugarte y Christian
Powditch. El mote de vanguardista le
sentaba bien, sobre todo en un rock
tan conservador como el argentino.
Aunque Plan V y otros proyectos
electrónicos como ocio y Roken no
fueron más que juegos de seducción
del artista con la tecnología: de chico se acostaba junto al “combinado”
para que los graves impactaran en
su pecho y en sus oídos; de grande
se abrazó a las posibilidades de las
computadoras personales.
Sin embargo, supo sacarse a tiempo el traje de la vanguardia. Su álbum
Ahí vamos (2006; sucesor de Siempre
es hoy, de 2002), en el que se reencontró con su amigo Richard Coleman,
es una prueba de sus genes rockeros
y el último, Fuerza natural (09), la
confirmación, con esa pared de tres
guitarras que encabezaba Gustavo
y secundaban Coleman y Gonzalo
Córdoba.
Entre Bocanada y Fuerza natural
se puso clásico: en el teatro Avenida
registró 11 episodios sinfónicos (2001),
un puñado de sus clásicos junto con
una orquesta dirigida por Alejandro Terán y lo presentó en el Colón;
actuó y compuso la banda de sonido
de + bien, de Eduardo Capilla y lanzó
Siempre es hoy, con Charly García como invitado.
Entre la masividad y el under, Cerati siempre se mostró como pez en
el agua en ambos espacios, como en
marzo de 2007 ante 200.000 personas en Figueroa Alcorta y La Pampa
(50.000 más reunió en la 9 de Julio con
Soda, en el 91) o días antes de iniciar
el último tramo de la gira de Fuerza
natural en Ultra, un bar del microcen-
tro porteño, en la inauguración de la
muestra de fotos de Nora Lezano.
“Cuando termino de grabar un disco, quedo como en blanco, y no puedo evitar pensar que quizá no vaya a
volver a hacer algo bueno en mi vida.
Lo mismo me sucede con la conformidad. Creo que en los discos que hice
con Soda Stereo y en los solistas aún
no me acerqué al álbum que quiero
hacer. Sé que tengo un plafón mayor
que el que queda registrado, y es una
sensación que vengo sintiendo desde
el primer disco”, nos confesó Gustavo
hace una década.
Pocas frases lo definieron tan bien
como ésa de “Cosas imposibles” que
reza: “Siempre es hoy, ya es parte de
mi ser”. Sin embargo, hoy nos queda
dando vueltas una más cercana, de
“Déjà-vu”: “La poesía es la única verdad, sacar belleza de este caos es virtud”. Y vos la tuviste Gustavo.ß
Descargar