Una nueva oportunidad para Brasil, América Latina y Europa Por Javier Solana, Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común para La Vanguardia El inicio del mandato del Presidente Luiz Inacio da Silva "Lula" constituye, sin duda alguna, el acontecimiento político más transcendente de este comienzo de siglo en América del Sur. Su importancia no se debe solo al tamaño y al peso regional y mundial de que goza Brasil. Desde Europa percibimos que la victoria de Lula abre una alternativa política, muy prometedora, en un subcontinente por el que ha venido extendiéndose últimamente un sentimiento generalizado de insatisfacción, incluso de frustración, ante la dificultad de ver traducidas en mayor prosperidad y equidad social las conquistas democráticas y las políticas económicas liberalizadoras de la década anterior. Los europeos comprendemos este sentimiento, teniendo en cuenta las grandes esperanzas que los pueblos de América Latina depositaron en los cambios políticos y económicos de los años 90, pero no deja por ello de entrañar riesgos preocupantes. El primero de ellos es que pueda cundir una desorientación política favorable al surgimiento de opciones improvisadas y voluntaristas, que prometen progreso y justicia social sin apoyatura en unas estrategias políticas y económicas bien meditadas y viables. La crisis del sistema de partidos que se percibe en muchos países de América del Sur y el resurgir del populismo son síntomas claros del estado de ánimo que ha comenzado a adueñarse de esta región. El otro riesgo, todavía más grave, es el de un desencanto con el sistema democrático que pueda conducir a su devaluación a los ojos de los millones de personas necesitadas y faltas de esperanza que por desgracia existen en América Latina. Sobre este escenario tan poco alentador, llega ahora al poder en Brasil una alternativa de gobierno, ofrecida por un partido bien estructurado, representante de una izquierda moderna nacida de un sindicalismo industrial, estrenado con éxito en la política regional y municipal y dirigido por un líder fuerte, creíble y madurado en dos décadas de trabajo duro en la primera línea de la competición política brasileña. Un líder que ha contado con el apoyo de una mayoría aplastante del electorado. El reto que Lula tiene ante sí es difícil, sin duda, pero cuenta con la ventaja de recibir un país gobernado durante los ocho años precedentes con responsabilidad e inteligencia por su antecesor el Presidente Fernando Henrique Cardoso, uno de los gobernantes democráticos más lúcidos de toda la historia política de América Latina. El Brasil que hereda Lula es un país mejor en prácticamente todos los aspectos que el de 1994, cuando Cardoso ganó por primera vez las elecciones presidenciales. El éxito de Cardoso en la estabilización económica y los importantes avances logrados en áreas como la lucha contra la pobreza, la salud y la educación, ofrecen una sólida base de partida para nuevos progresos económicos y mayores conquistas sociales. Si el Presidente da Silva logra, como estamos seguros, combinar estabilidad, crecimiento y reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales, sentará un modelo nuevo de izquierda democrática y responsable para el resto de América Latina, modelo que además tenderá a reforzar el sistema de partidos actualmente en crisis. 1 Lula va a necesitar comprensión y apoyo tanto dentro como fuera. Creemos que ha dado suficientes motivos para infundir confianza a los socios exteriores de Brasil y cuenta, desde luego, con la confianza de Europa. Confiamos en el papel que va a representar en la evolución política y social de su país, así como en la proyección que está llamado a tener sobre el resto de América Latina. En la Unión Europea tenemos muy presente la enorme importancia que la experiencia del gobierno de Lula va a tener para toda la región. Sabemos también que el Presidente da Silva tiene plena consciencia de este hecho y valoramos mucho su fuerte compromiso con América Latina, con su afán de desarrollo y su necesidad de integración. El propósito manifestado por el nuevo Presidente de relanzar el proceso de integración de Mercosur no puede estar más en sintonía con los deseos de la Unión Europea. Desde el inicio de ese proceso, la UE ha apostado fuertemente por el futuro de Mercosur. Poco después de su creación, la UE entabló negociaciones con Mercosur para la conclusión de un Acuerdo Marco de Cooperación interregional. Firmamos este Acuerdo Marco en 1995, precisamente cuando como Ministro de Asuntos Exteriores de España yo ejercía como presidente del Consejo de la Unión Europea. Uno de los principales objetivos del Acuerdo Marco de 1995 fue preparar el terreno para la negociación de un Acuerdo de Asociación que debía incluir la liberalización del comercio de bienes y servicios. Pues bien, desde el año 2000 se han celebrado ya ocho rondas de negociaciones para la conclusión de este nuevo Acuerdo de Asociación, y se ha previsto llevar a cabo dos rondas más durante el primer semestre del año 2003. En el segundo semestre de ese año celebraremos una reunión a nivel de Ministros con el fin de lanzar la fase final de las negociaciones. Es por tanto natural que la UE haya recibido con gran satisfacción las manifestaciones del Presidente electo de Brasil incluyendo entre las prioridades de su mandato la integración de Mercosur y su asociación con Europa. Tenemos la firme voluntad política de establecer una estrecha asociación con Mercosur que será una pieza clave en la construcción de la asociación estratégica entre La UE y América Latina que nos propusimos como meta en las cumbres birregionales de Río de Janeiro en 1999 y de Madrid en 2002. Tenemos la seguridad de que, para lograr esa meta, encontraremos en el Presidente da Silva un aliado fundamental; un aliado que va a abrir una nueva oportunidad para América Latina y para sus relaciones con la Unión Europea. Desde Europa deseamos al nuevo Presidente de Brasil los mayores éxitos en su gestión de gobierno y esperamos comenzar pronto a trabajar juntos en tantos temas bilaterales, regionales e internacionales en los que Brasil es para la Unión Europea un socio clave en el mundo. Bruselas, 1 Enero, 2003 ________________ 2