Cara larga y cara redonda Texto: Isabel Benseny Ilustraciones: Isabel Benseny Los cuentos de la abuela P ablo y Nuria están muy felices porque hoy han nacido sus dos hijos. Son gemelos. Dos muchachos, uno de piel morena y el otro de piel más blanquecina. El niño de piel morena ha nacido primero, con el pelo muy rizado, y tiene la cara redonda, con unos ojos bien abiertos. El segundo, al nacer, es más delgadito. Ha nacido casi sin pelo y parece que tiene la cara más alargada que su hermano. Pablo y Nuria hacía días que pensaban nombres, pero esperaban a ver la cara que tenían los críos para acabar de decidirse. Ahora que los han visto por arriba, por abajo, por la derecha y por la izquierda, ahora que los han tocado y medido por todos lados, parece que ya están decididos a ponerles nombre. 1 Han elegido nombres cortos, así no tendrán tanto trabajo a la hora de llamarlos, porque no es lo mismo llamar a uno que llamar a dos. Los dos nombres que han elegido tienen tres letras. Las finales son iguales, ¡qué casualidad! Las del comienzo son como las iniciales del padre en uno, y las de la madre en el otro. Las letras del medio tienen relación con la cara de cada niño. Después de pasar unos días en el hospital donde han nacido, irán a casa. Pol y Nil vivirán en una casa de dos plantas, que se encuentra en una de las típicas calles del pueblo, cerca de la iglesia parroquial y de la que será, un día, su escuela. El Padre de Pol y de Nil es distribuidor de botellas de agua de una de las empresas de la localidad. La madre de Nil y de Pol trabaja en la farmacia que hay frente a la fuente maloliente. Ya han pasado ocho meses desde que este par de golfos vinieron al mundo y los dos muchachos comen, duermen, juegan y marranean cuando tienen necesidad. Al principio se alimentaban de leche del pecho de la madre, que tenía mucha. Más tarde, tomaron biberones de leche en polvo, y ahora ya toman una papilla de cereales con leche y frutas trituradas con galleta. Hoy, la pediatra, que es el médico de los pequeños, dijo a los padres que los niños ya pueden empezar a comer puré de verduras con un poco de carne hervida. Da igual que sea de ave, de ternera o de pescado. Mejor que cada día sea diferente de la anterior. Eso sí, ha hecho una lista de las carnes y los pescados que se pueden comer ahora. Del resto, ya comerán más adelante. 2 La hora de las comidas en casa de Nil y de Pol parece una gran fiesta. Todo debe doblarse. Dos platos de sopa, dos platos de puré, dos tenedores, dos cucharas, dos vasos de agua, dos zanahorias, dos cebollas, dos manzanas ... Unos días el padre y otros días la madre preparan la comida, y es que los dos niños no perdonan nada. Nil es muy lento para comer, pero Pol es más rápido. En un santiamén ya se lo ha comido todo. En cambio, el otro hermano se lo piensa y se lo repiensa antes de que le entre otra cucharada en la boca. La madre no le da mucha importancia a este hecho, porque ambos muchachos crecen bien y están fuertes como robles. De vez en cuando les cuesta ir al baño, pero lo soluciona añadiendo más naranja a las frutas de la tarde. Hoy los dos niños cumplen dos años. Esta vez están más preparados para abrir regalos y soplar las velas del pastel. En casa han hecho una comida especial para celebrarlo. Han preparado macarrones con salchichas, ensalada y macedonia, que ha hecho la abuela Victoria con las frutas y hortalizas que tiene en su huerto. La abuela Ana María ha hecho dos pasteles de chocolate. Uno para cada niño. El pastel de Nil está adornado con dos ratones grises, y el de Pol con dos pájaros amarillos, como velas. A la fiesta han venido amigos y amigas de la guardería. Sus amigos son muchos y ha sido un buen grupo que ha llenado el salón de casa. Con ilusión, han soplado muy fuerte las velas, han abierto los regalos y han jugado con los globos y las serpentinas que había por la terraza, incluso han jugado a hacer carreras de saco y a romper la olla llena de caramelos. Todo este desenfreno les ha agobiado y cansado tanto que han ido a la cama sin cenar, de lo reventados que estaban. – ¡Por un día no pasa nada! – dice la madre, contenta de ver cómo han disfrutado sus hijos de la fiesta y cómo han soplado las velas con esas mejillas tan rojas. 3 4 Los días han ido pasando, y Pol y Nil van creciendo y aprendiendo cosas nuevas. Ahora ya van a la escuela de los mayores. Van a la clase del viento Siroco, donde los niños tienen cuatro años y las pilas cargadas al cien por cien. El invierno ya ha pasado, y aquí ha hecho bastante frío. Un día cayeron copos de nieve y los niños la descubrieron por primera vez. Este invierno los dos niños han estado enfermos. Para no perder la costumbre, los dos a la vez han sufrido una de esas gripes que suele hacer una visita cada temporada de frío. Pol ha salido bien parado, pero Nil parece que ha perdido un poco las ganas de comer. Hace días que no quiere acabarse todo el plato, y sólo pide sopa, pollo y leche. La madre, al principio, le deja tranquilo porque se ha quedado un poco chafado después de la enfermedad, pero después de hablar con la pediatra, han decidido que ya basta, y que debe acabarse los platos que le preparan. Que hay que comer de todo si quiere hacerse mayor y fuerte. Nil parece que no tiene demasiadas ganas de cumplir las normas, y ha decidido salirse con la suya. La madre, como sabe de qué pie cojea, piensa que cuando de verdad tenga hambre ya comerá lo que hay en la mesa, aunque se le hace un nudo en el estómago cuando ve que no come a gusto. En la escuela, la señorita Marta les ha explicado que cuando empiecen a florecer los cerezos, irán de colonias. Como los niños no saben cuando florecen los cerezos, les ha mandado que lo pregunten en casa y ha dicho que el próximo día hablarán de ello en clase. 5 Nil no se ha enterado de los deberes que hay que hacer, porque se ha dormido. Pol, que es un grandullón, dice que duerme porque no tiene pilas, ya que no se acaba todo el plato. Por eso no puede escuchar ni chutar con tanta fuerza como antes. Nil se ha enfadado con su hermano porque es un charlatán, y al llegar a la farmacia se lo ha explicado todo a su madre. La madre ha contestado a Nil que, si no come de todo, sí que se le acabarán las pilas. Los niños y las niñas ya han averiguado cuándo florecen los árboles y lo han explicado a la maestra. Unos cuantos han llevado fotografías de árboles frutales con flores, y han hecho juntos un mural que ahora está colgado en la cartelera. Ahora que ya saben cuándo florecen los árboles, la señorita Marta les ha explicado a qué lugar irán de colonias. Irán a una casa que está muy cerca del mar. También harán una excursión en barco, donde podrán bajar a la quilla y ver el fondo del mar, las algas, los peces y los pepinos de mar, entre otras cosas. Marta les ha explicado qué cosas deberán llevar en la mochila, ¿qué otras actividades harán y cuántos días estarán. Nil ha encogido la nariz cuando ha oído que estarán tres días comiendo fuera de casa. No le gusta nada la idea. Ha levantado de nuevo la mano y ha preguntado a Marta qué comerán en la casa de colonias. Marta le ha respondido que se debe comer de todo, y todo lo que se pone en el plato. Si a alguien no le gusta demasiado, le pondrán poca comida, si alguien quiere repetir lo podrá hacer, y si alguien no puede comer de eso le harán algo que le vaya bien. Pero todo es bueno, y no se puede elegir por capricho. Al llegar a casa, los niños lo han contado todo a los padres. Pol está muy contento, pero Nil dice que no quiere ir. Los padres ya saben por qué lo dice Nil. No le gustan según qué platos, y sabe que pasará vergüenza cuando sus compañeros vean que siempre es el último en terminar. Es un tiquismiquis. 6 7 Los niños y niñas de la clase de Siroco ya han vuelto de colonias. Lo han pasado en grande. Han recogido conchas en la playa de l’Estartit y ahora podrán hacer manualidades con ellas. Han viajado en un barco, que se llama Nautilus, han comido en un restaurante en la playa y han puesto los pies en el agua del mar. Han visto cómo el río se junta con las aguas del mar, e incluso han descubierto un tesoro escondido en la arena de la playa. Por las noches también han hecho jolgorio. Una noche hicieron fiesta de disfraces marinos, otra fueron a cantar canciones y a ver la luna en medio de un cielo estrellado. Esa noche la luna estaba más redonda que la cara de Pol. Todos los niños charlaban y charlaban. Todos menos uno, que tiene la cara más larga que un trozo de melón. Es Nil. Él está triste. Ha pasado tres días en casa de los abuelos para no quedarse solo en casa, y se ha aburrido más que una ostra. La abuela le ha dado de comer todo lo que ella cocina. Con el abuelo, ha ido al huerto y él mismo ha cosechado las frutas y verduras para preparar las comidas. La razón más grande por la que está triste es que se ha dado cuenta de que ha hecho el burro. Al volver a la escuela ha visto cómo los compañeros dibujaban lo que habían vivido y explicaban lo que habían hecho en las colonias, y esto le ha dado envidia. Nil no ha visto el mar, ni ha ido en barco ahora que los árboles tienen flores, pero ha aprendido una lección que nunca olvidará. Los padres, como ya están contentos de cómo se comporta Nil en la mesa, han programado para este fin de semana una salida para ver el mar. Fin 8 Los cuentos de la abuela es un recopilación de cuentos que el Observatorio de la Infancia y la Adolescencia FAROS pone al alcance a través de su página web (www.faroshsjd.net) con el objetivo de fomentar la lectura y difundir valores y hábitos saludables en la población infantil. FAROS es un proyecto impulsado por el Hospital Sant Joan de Déu con el objetivo de promover la salud infantil y difundir conocimiento de calidad y actualidad en este ámbito.