La esfera profesional

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TENDENCIAS
L
a mayoría de nuestras
relaciones se desarrollan
en el ámbito profesional.
Vivimos en una sociedad de
organizaciones y esta
estructura marca la naturaleza de nuestras relaciones
José Mª Rodríguez
La relación humana (IV)
La esfera profesional
En los artículos anteriores he estudiado la relación
humana en general. Ahora bien, existen varias clases de relaciones. En primer lugar, existen las relaciones que constituyen un fin en sí mismas: la
amistad y el matrimonio. En segundo lugar, las rela ciones que tienen por objeto ayudar a otra persona:
las que se dan entre un médico y su paciente, entre
el abogado y su cliente, entre el profesor y sus
alumnos, etc. En tercer lugar, distinguimos las relaciones derivadas de la ocupación de un puesto en
una organización, esto es, la relación entre un jefe y
un subordinado.
En este artículo me voy a ocupar de esta tercera
clase de relaciones. En la sociedad actual, la
mayoría de nuestras relaciones pertenecen a este
grupo. Vivimos en una sociedad de organizaciones y esta estructura marca la naturaleza de nuestras relaciones. La literatura científica utiliza el
calificativo “segmentadas” para referirse a esta
clase de relaciones. Se llaman así porque afectan
a un segmento de nuestra vida: nuestra competencia profesional.
Las relaciones segmentadas tienen tres características. En primer lugar, como acabo de apuntar, afectan a una parte de nuestra vida. En segundo lugar,
dependen de la permanencia en el puesto del cual
derivan. En tercer lugar, tienen una raíz utilitaria.
De aquí deriva la fragilidad de estas relaciones.
Cambiamos de puesto y las relaciones establecidas
se diluyen. Repasemos el esquema que he utilizado
50 IESE • REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS, septiembre de 1999
en los artículos anteriores. El desempeño de una
actividad, en un marco social, genera interacciones
que, a su vez, generan sentimientos de signo positivo (en ausencia de influencias contrarias). El cambio de puesto elimina la actividad y, con ella, los
efectos subsiguientes. Cuanto más dinámica es una
sociedad, más frecuente es el cambio de puesto y,
consiguientemente, mayor es la frecuencia con que
hemos de abandonar las relaciones establecidas y
construir otras nuevas. Por esta razón, nuestras relaciones tienden a ser más pasajeras.
Las relaciones de trabajo se caracterizan por los
siguientes rasgos:
1
La valoración de la otra persona se centra en la
competencia para desempeñar su función,
esto es, jefe y colaborador miden la competencia técnica del otro. El componente afectivo es
importante, pero no es central.
2
3
El colaborador mide la disposición del jefe a
organizar su trabajo (fijación de objetivos, control de los resultados, entrenamiento, etc.).
El colaborador, dependiendo de su personalidad, mide la disposición del jefe a darle la
consideración deseada (apoyo mutuo, recono-
José Mª Rodríguez es Profesor Ordinario del IESE en el
Departamento de Comportamiento Humano en la Organización.
cimiento, etc.). En algunas personas, este
aspecto es muy importante.
4
Los intercambios vienen marcados por el
contrato psicológico pactado, explícita o tácitamente, entre el jefe y el colaborador. El
contrato psicológico está formado por lo que
cada uno espera dar y recibir del otro. Ambas
partes han de saber a qué atenerse la una respecto de la otra. Estas expectativas mutuas
abarcan varios campos: a) el contenido de la
t a rea (objetivos y criterios); b) el modo de
trabajar juntos (modo de despachar), y c) el
modo de trabajar cada uno por separado
(grado de autonomía).
5
El contrato es satisfactorio cuando las expectativas de ambos se satisfacen. La explicitación del contrato psicológico acelera el
d e s a r rollo de la relación. Cuanto más sepa
cada uno lo que puede esperar del otro ,
tanto más rápidamente se construye la relación. Hablar de estas expectativas es clave
para la relación. De este modo se canaliza la
revelación mutua, de la que hablamos en el
artículo anterior.
6
La asimetría de poder afecta a la confianza
entre las dos personas. En estos casos, la iniciativa para crear la confianza reside mayormente en el jefe: noblesse oblige.
7
La disposición de ambas partes a confiar en el
otro, y la similitud de valores, de actitudes y de
formación, facilitan el desarrollo de la relación.
Aunque el jefe, por su posición, marca la
pauta en las relaciones de trabajo, el subordinado puede y debe adoptar iniciativas. Gabar r o y Kotter, en un artículo ya clási co
(«Managing your Boss», Harvard Busi ness Review, Boston, enero - f e b re ro ,
1980), formulan las siguientes recomen- Aunque el jefe,
por su posición,
daciones al subordinado:
marca la pauta,
a) Esforzarse por conocer los objetivos el subordinado
del jefe, las presiones a que está someti- debe y puede
do, sus puntos fuertes, sus puntos débi- adoptar iniciativas para situarse
les, su estilo de trabajo.
en las coordenab) Evaluar los propios objetivos, los das adecuadas
puntos fuertes y débiles, el estilo de trabajo y la predisposición hacia las figuras de
autoridad (algunas personas tienen una predisposición al sí; otras, al no).
c) A la vista de las apreciaciones anteriores,
asegurarse de que las expectativas del jefe y
las propias encajan mutuamente. Este proceso
es muy laborioso y puede requerir concesiones por ambas partes, pero sólo si saben a qué
atenerse mutuamente podrán trabajar juntos
de un modo satisfactorio.
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