LA LUCHA POR LA LIBERACIÓN1 Stonewall y el resurgir del movimiento gay de liberación Fue durante los años 60 cuando Occidente entró en una crisis de valores sociales y culturales, pese a tener el mayor nivel de crecimiento desde antes de la I Guerra Mundial. Las clases medias clamaban por un cambio, siendo los EE.UU. uno de los primeros lugares donde podemos advertir esta tendencia. Fue allí donde la rebelión se hizo sentir con más fuerza, remodelando el pensamiento de la izquierda. La revuelta de Stonewall y la posterior creación del Frente de Liberación Gay, creó el marco perfecto para la reintroducción de la lucha por la liberación gay en la política de izquierdas. Al igual que en los períodos anteriores, el renacimiento y la evolución del movimiento gay sólo pueden entenderse dentro del contexto más amplio de ascenso de la lucha de clases. Stonewall tuvo lugar en un escenario de luchas que no se veía desde finales de los años 20. Desde la creación del capitalismo han existido muchas revueltas de los oprimidos, pero éstas sólo tienen fuerza suficiente para ganar cuando se dan en momentos con un alto nivel de luchas generalizadas. La revuelta de Stonewall condujo directamente a la creación de un movimiento político, del mismo modo que las revueltas de los negros de los años 60 en los EEUU llevaron al nacimiento del Partido de los Panteras Negras. El Frente de Liberación Gay fue el fruto de un momento de ascenso de las luchas políticas. Ese ascenso de la lucha fue el resultado de varios factores. Fue en parte consecuencia de los cambios dentro del sistema capitalista. El boom de la post‐guerra, el mayor crecimiento económico de toda la historia del capitalismo, se prolongó desde el final de la guerra mundial a lo largo de las décadas de los 50 y 60. La falta de mano de obra, hizo que millones de mujeres se incorporasen, como trabajadoras, a las nuevas industrias en crecimiento. En gran parte de Occidente la familia tradicional cambió rápidamente, minada por la independencia económica conseguida por las mujeres, que se incorporaban masivamente al trabajo, y por las crecientes demandas de la gente trabajadora, que desembocaron en importantes reformas como la del estado de bienestar. Los trabajadores ya no tenían que recurrir a la familia en caso de desempleo o enfermedad. La aparición de la píldora acabó con la eterna conexión entre sexo y reproducción para los heterosexuales. Las mujeres se liberaron del constante miedo al embarazo. En parte, los permisivos años 60 fueron consecuencia del propio desarrollo del capitalismo. Pero fue la lucha la responsable fundamental de la crisis de las ideas reaccionarias. Tras las derrotas de los años 20, 30 y 40, la clase trabajadora creció numéricamente y ganó confianza a lo largo de los años 50 y 60. Las huelgas eran cortas, frecuentes y casi siempre victoriosas. Se creó una situación de fuerza y confianza, que fue el punto de partida para la explosión de luchas de masas que se iba a producir. 1 Este texto es un resumen del artículo “La lucha por la liberación gay y lesbiana”, de Marçal Soler y Paso Gredilla, militantes de En lucha. Se puede consultar en http://www.enlucha.org/site/?q=node/264 1 Una ola de luchas sacudió al sistema, barriendo todo el mundo industrializado, tanto en Occidente como en el Este. Se sucedieron protestas en contra de la guerra del Vietnam, la revuelta de los estudiantes franceses y la «Primavera de Praga» en el 68, las luchas en Italia en el 69, en Gran Bretaña en el 72 y 74, la revolución de los claveles en Portugal en el 74 y las luchas de la transición en el Estado español. La guerra del Vietnam se convirtió en un foco importante para esa oleada de revueltas. En los EEUU, el movimiento anti‐guerra atrajo a millones de personas, dando lugar a manifestaciones en Washington de centenares de miles. En los ghettos negros se produjeron revueltas masivas por la igualdad de derechos, en las que los negros comenzaron a cuestionarse su opresión. El movimiento feminista experimentaba el mismo ascenso (2ª ola feminista). En definitiva, esta fue una época en la que el sistema estaba siendo desafiado por todos lados. Fue una época en la que la izquierda revolucionaria dejó de ser tan minoritaria y creció rápidamente. Esta época significó también el renacimiento del movimiento gay. La chispa se produjo en Stonewall. Stonewall era un bar gay situado en el centro de New York, cuya clientela eran, en su mayoría, jóvenes de clase trabajadora. En la noche del viernes 27 de junio de 1969 estaba muy concurrido. Doscientos hombres gays se apiñaban en él, 50 de ellos travestis. Como muchos de los bares gays, éste estaba controlado por la mafia, y sobrevivía gracias a los sobornos que tenía que pagar a la policía. Para justificar los pagos, la policía realizaba batidas ocasionales. Aquella noche, ocho policías decidieron llevar a cabo una redada; un número suficiente, según ellos, tratándose de un bar de "mariquitas". Siguieron el procedimiento de siempre: cargar a los gays en las furgonetas para llevarlos a comisaría, donde serían interrogados y humillados. Pero aquel día una multitud empezó a congregarse alrededor del bar, gritando y contestando a la policía. La multitud, cada vez más numerosa y hostil, cercó totalmente a los ocho policías, que se refugiaron en el bar. Allí atrapados, pidieron ayuda a la comisaría que, esta vez, envió al escuadrón de fuerzas de choque de New York, normalmente usado sólo para los barrios marginales, como Harlem. La revuelta duró tres noches y la policía se vio obligada a retirarse de la zona. Los incidentes se sucedieron durante todo el verano hasta la creación, en agosto, del Frente de Liberación Gay. El Frente de Liberación Gay (FLG) cogió a New York y a su policía por sorpresa. Un acto 'normal' de opresión cotidiana había desencadenado una gran respuesta. El FLG llevó a cabo campañas contra los dueños de los bares gays, a los que veía como parásitos que explotaban a los gays con sus precios desorbitados y su connivencia con la policía. El FLG estableció reuniones públicas, editó un periódico llamado Come Out! y organizó una jornada de lucha para retomar las calles y expresar libremente el derecho a ser gay. A partir de esas manifestaciones cada año, desde el 69, se celebra el Día del Orgullo Gay en todo el mundo. No deja de ser irónico que muchas de estas manifestaciones ‐que celebran la revuelta de Stonewall, originada en parte contra los empresarios de la "economía rosa"‐ sean, hoy en día, organizadas por éstos. En el número uno de su revista, Come Out!, el FLG dejaba claro que era "un grupo revolucionario homosexual compuesto por mujeres y hombres conscientes de que para cualquiera, la completa liberación sexual sólo puede realizarse con la 2 demolición de las actuales instituciones sociales. Rechazamos los intentos de la sociedad de imponer papeles sexuales y cualquier definición de nuestra naturaleza, porque hemos renunciado a dichos papeles y a los mitos simplistas de la sociedad. Queremos ser lo que somos. Queremos crear nuevas formas sociales y nuevas relaciones humanas basadas en la fraternidad, la cooperación, el amor y la desinhibición de la sexualidad. Babilonia nos ha empujado hacia una sola meta: la revolución". Con la fundación del FLG se produjo un cambio fundamental en el movimiento homosexual. La diferencia entre el FLG y otras organizaciones homosexuales previas, como los Mattachine Society (fundada en 1948), es la diferencia entre liberación e integracionismo. La Mattachine Society y otros grupos similares trabajaban (siempre dentro de los cauces legales) por la abolición de las leyes antihomosexuales y otras formas de discriminación, labor que no deja de ser meritoria, pero que no ataca la raíz del problema. La ruptura del FLG con los grupos homosexuales que se limitaban a buscar la tolerancia social es comparable a la ruptura de Malcolm X y de los Panteras Negras con los integracionistas negros, o a la de las feministas revolucionarias con las "neosufragistas" que, más que cambiar una sociedad represiva, pretendían que se les hiciese un sitio en ella. El Frente de Liberación Gay, en sus comienzos, se identificó con la lucha revolucionaria. Esto supuso una ruptura importantísima en cuanto a la forma de entender y luchar contra la opresión gay. Era una organización nacida de la calle y que luchaba en las calles. Sus eslóganes resumían un nuevo análisis de la opresión de gays y lesbianas: "Digámoslo bien alto, somos gays y estamos orgullosos de ello", "No soy yo quien está enfermo, sino que lo está la sociedad que me lo llama"... Ponían el énfasis en que los homosexuales viven bajo una sociedad opresiva que hay que cambiar. Gays y lesbianas tienen que luchar abiertamente en las calles para conseguirlo. La lucha tiene que empezar por el hecho de "salir del armario", reconociendo y manifestando públicamente la homosexualidad, para combatir los prejuicios de la gente. Eso significó un enorme paso adelante, aunque no fue suficiente para terminar con los prejuicios de la "sociedad enferma". El FLG se identificó con la lucha más amplia contra el sistema. Supieron ver la necesidad de transformar la sociedad de forma radical, en otras palabras, de aplastar al capitalismo. Pero el FLG mostró importantes debilidades, que compartía con el resto de los movimientos del momento en EEUU. Muchas de estas debilidades partieron del optimismo ingenuo que impregnó a todos estos movimientos. Había un sentimiento de que se quería la revolución y de que ésta iba a ocurrir ya. Con esta premisa, miraban con desprecio todo lo que significara teoría o el estudio de la experiencia anterior de la izquierda. Se volcaron de forma exclusiva en la experiencia de la lucha inmediata que, en un primer momento supuso enormes pasos adelante, pero que, con el descenso de las luchas, llevó a un callejón sin salida. Con el descenso de la lucha de clases, el FLG se hundió, pero había conseguido devolver la liberación de gays y lesbianas al lenguaje político de la izquierda. El movimiento revolucionario aprendió del movimiento gay y se reencontró con la tradición socialista de luchar por la liberación sexual. 3 Los orígenes del movimiento gay en el Estado español La aparición del primer movimiento a favor de los derechos de los homosexuales en el Estado español estuvo relacionada, directamente, con la promulgación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970, que vino a sustituir a la antigua Ley de Vagos y Maleantes de 1933 (reformada en 1954, cuando se dio cabida en ella a los homosexuales). Dos licenciados en derecho antifranquistas, Ramón Gaimón y Mir Bellgai, comenzaron una campaña de sensibilización basada, inicialmente, en el envío de cartas a todos los obispos procuradores en las Cortes, para que éstos presentaran mociones en contra del proyecto legislativo. Después de un largo debate en las cortes, el texto inicial, que consideraba a los homosexuales peligrosos sociales, por el mismo hecho de serlo, fue cambiado por otro algo menos reaccionario, en el que se consideraba peligrosos a quienes probadamente cometieran actos de homosexualidad. Pero aunque se tratara de una victoria insignificante, las modificaciones en el texto alentaron a los dos activistas a seguir su lucha a favor de los derechos de los homosexuales. A partir de entonces, consiguieron conectar con otros activistas, con quienes empezaron a editar un boletín mensual llamado "AGHOIS" (contracción del nombre de este primer movimiento "Agrupación Homófila para la Igualdad Sexual", que muy pronto cambió su nombre por el de "Movimiento Español de Liberación Homosexual"). Entre los suscriptores de este boletín en Barcelona surgió la necesidad de reunirse periódicamente para tratar de impulsar los dos objetivos principales del MELH: concienciar a los homosexuales de la necesidad de luchar por sus derechos y conseguir la aceptación y el reconocimiento de los mismos por la sociedad. Además vinculaban la liberación gay con la lucha de clases. Hay que tener en cuenta que a mediados de los 70, en el Estado español, se está produciendo un crecimiento de las luchas de los trabajadores sin precedentes desde los años 30. En conexión con esta lucha se produce una enorme efervescencia de las luchas de carácter nacional, de las mujeres... Inmersos en este ambiente y adoptando una línea ideológica más firme, el MELH pasó a constituir el FAGC (Front d'Alliberament Gai de Catalunya). Lanzan una plataforma que servirá de base para los movimientos que fueron creándose en el Estado español. Esta plataforma incluye puntos específicos del movimiento de liberación gay (amnistía para los homosexuales encarcelados, derogación de la ley de Peligrosidad, una educación sexual que no discrimine la homosexualidad...) junto a otros relacionados con otros movimientos y con la lucha de los trabajadores en general (legalización del divorcio, aborto y anticonceptivos libres y gratuitos, legalización de la prostitución, no discriminación de los transexuales, reducción de la jornada laboral, supresión del servicio militar...). Una de las características básicas del FAGC con respecto a otras organizaciones, fue su estructuración en los llamados Grupos de Acción Territorial, que funcionaron en Barcelona (coincidiendo con una o más Asociaciones de Vecinos). Dentro de las asociaciones de vecinos se crean las 'vocalías de gays', que luchan en el ámbito del barrio, juntamente con las de mujeres y jóvenes. En su agenda se incluye la participación en las actividades políticas y culturales que celebraban los partidos y organizaciones de clase y otros movimientos de carácter marginal que, a su vez, 4 participan en las campañas del FAGC. Su acción se encamina también a que el movimiento sea tomado en serio por las organizaciones de clase, entre las que se incluyen los sindicatos. En agosto de 1976, bajo los auspicios del FAGC se constituyó en Mallorca el Front d'Alliberament Gai de ses Illes (FAGI), que se dio a conocer en la prensa y que difundió también los puntos básicos del "manifest". Durante el primer trimestre de 1977 aparecieron también en el Estado español cinco grupos de liberación gay: el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria que se formó en Madrid; la Unión Democrática de Homosexuales de Málaga (UDHM), cuyos miembros pertenecían al PSOE y La Agrupación Mercurio, también en Madrid, que apareció primero como una organización reformista, pero que fue radicalizándose hasta constituir una organización con actitud y pensamiento revolucionario. Más adelante se crean el Movimiento Democrático de Homosexuales (MDH) de Madrid y el Euskal Herriko Gay Askapen Mugimendua (EHGAM) que se constituyó en Bilbao, y que publicó un artículo que recogía los puntos básicos del FAGC. De forma paralela, aparecieron otro tipo de organizaciones despojadas del discurso político y reivindicativo. Fundadas la mayoría de ellas por sacerdotes, suspendidos a divinis por haberse declarado abiertamente homosexuales, defendían un discurso humanista y cristiano. Dos claros ejemplos de este tipo de organizaciones fueron la "Fraternidad Cristiana de la Amistad”, radicada en la ciudad de Valencia y el grupo "Dignitat", creada en Barcelona, a semejanza del movimiento "Dignity" norteamericano. Finalmente y con un carácter completamente laico, apareció en Barcelona otro centro dedicado a la asistencia, ayuda y orientación de los gays. Se trata del "Institut Lambda", creado en 1976 en forma de sociedad civil. Muchos de estos colectivos siguen hoy activos, pero lejos de tener la influencia que tenían en el pasado, dedican su esfuerzo a introducir sus preocupaciones en el máximo de ámbitos posibles. La realidad de la situación que apareció después de las luchas de los años setenta contra el franquismo marcó un punto de inflexión, en el que la mayoría de estas organizaciones giraron su lucha, no hacia un cambio radical, sino hacia un cambio basado en la resistencia y la política de la identidad. Como se vio en muchos otros movimientos sociales, la situación de la lucha a escala global marcó, y sigue marcando, su posición dentro de la misma lucha. Durante los años setenta, la lucha de la mayoría de estos colectivos encontró puntos en común con otros movimientos existentes en el momento. Ahora, muchos de ellos, no todos, han caído en la marginación, y su discurso, lejos de basarse en el optimismo de un cambio revolucionario, se basa en una evolución hacia la política de la identidad y de los estilos de vida alternativos. La fragmentación del movimiento: La política de identidad Alguna gente, que en la actualidad milita en la izquierda, muestra su desprecio por el énfasis que pone el marxismo en la cuestión de clase y en la lucha de clases, como piezas clave para entender y para transformar la sociedad. La mayoría de estas personas miran hoy en día hacia los "nuevos movimientos sociales". Este término abarca una amplia serie de movimientos que se originaron en las décadas de los 60 y 5 70 (contra la opresión de las mujeres, negros, lesbianas y gays, así como los que se organizan en torno a la ecología, la paz...). Esta estrategia para el cambio social, también conocida como "política de identidad", se basa en la idea de que sólo aquellos que experimentan una determinada forma de opresión, pueden definirla o luchar contra ella. Además, la pervivencia en la sociedad de ideas sexistas, racistas y homofóbicas lleva muchas veces a la conclusión de que estos prejuicios que dividen a la gente no pueden ser nunca superados. En mayor o menor grado, se asume que el resto de la sociedad que no sufre determinada opresión (hombres, personas de raza blanca, heterosexuales...) son parte del problema y que en cierta manera se benefician de esa opresión y tienen interés en mantenerla. La conclusión más directa es que cada grupo oprimido debe crear y mantener su propio movimiento diferenciado y separado del resto. Dichos movimientos se organizan sobre la base de la autonomía o independencia. Es lo que se conoce como "política de autonomía" o "de separatismo". El movimiento de liberación gay de los 60 se identificaba con la lucha revolucionaria, en contacto con un movimiento social más amplio. Sin embargo no transcurrió mucho tiempo antes de que la política de separatismo también creciera dentro del movimiento gay, y condujera a su fractura. Las lesbianas comenzaron a separarse del movimiento gay o más bien se vieron abocadas a la separación. Argumentaron que, cuando intentaban que se debatieran demandas específicamente lesbianas dentro del movimiento gay, los líderes de sexo masculino negaban el que las lesbianas se enfrentaran a ningún tipo de problema especial por el hecho de ser mujeres. E indudablemente existieron actitudes sexistas dentro del movimiento gay, pero tal como demostró la experiencia entre el GLF y los Panteras Negras es posible convencer a otros dentro del movimiento para que rompan con las ideas conservadoras, en un contexto de solidaridad y lucha. Un sector de las lesbianas, dentro del feminismo radical, empezó a desarrollar el argumento de que las mujeres deben rechazar la heterosexualidad si quieren convertirse en seres humanos completos. Entre los hombres gays más activistas la tendencia fue aceptar la necesidad de movimientos separados y de 'autonomía' en general. Se aceptó la división de intereses y actividades entre hombres gays y lesbianas. La 'autonomía' es una afirmación positiva de lo que hace diferente a un grupo de personas del resto. El énfasis puesto en la 'autonomía' condujo también a centrarse cada vez más en la liberación personal o individual. El acto de salir del armario se convirtió en un rasgo importante del movimiento de liberación gay y continúa siendo de gran importancia para desarrollar un sentido de orgullo gay en una sociedad homofóbica. Sin embargo, a medida que el activismo decaía, salir del armario se convirtió en una finalidad en sí mismo, en lugar de ser una forma de construir un movimiento más amplio y más general. Además, es importante entender que mientras exista el capitalismo, salir del armario será imposible para muchos de los gays y lesbianas. La mayoría de ellos se ven forzados a seguir ocultando su orientación sexual para conservar sus empleos, o están casados, o se sienten incapaces de romper con sus familias o comunidades. Vista como una finalidad en sí misma, la salida del armario sólo será factible, probablemente, para una minoría de gays y lesbianas. 6 Un claro ejemplo de política de la diferencia es lo que se ha denominado 'nacionalismo marica' (queer nationalism). El grupo que mejor representa este movimiento es Queer Nation (Nación Marica), formado en Nueva York, en 1990. Quizá, los activistas de este movimiento se sientan personalmente reafirmados usando la denominación marica, pero la inmensa mayoría de la gente continuará contemplándolo como un término de insulto y desprecio. De hecho mucha gente sin duda verá el uso de la palabra "marica" como una aceptación de la opresión. La esencia del "nacionalismo marica" es la creencia de que los gays deberían vivir en una cultura separada del resto de la sociedad. Este enfoque, necesariamente, engendra una atmósfera de extremo moralismo y un énfasis en el estilo de vida. La política de identidad asume el hecho de que sólo los que experimentan personalmente una forma de opresión pueden definirla o expresar una opinión acerca de cómo luchar contra ella. Más que conducir hacia la colaboración, éste enfoque ha conducido a la fragmentación. En abril de 1993, la marcha por los derechos homosexuales en Washington atrajo a un millón de manifestantes. Aquí se volvió a demostrar el enorme potencial que existe para construir un movimiento amplio entre gays y lesbianas. Después de la manifestación, sin embargo, un grupo llamado QUASH (iniciales que corresponden a la traducción Maricas Unidos Contra los Homosexuales que actúan como Heterosexuales) publicó una carta titulada "Por qué odio la marcha de Washington". En la carta se presentaban argumentos contra la integración de los gays en el resto de la sociedad. La conclusión de la carta era: "¿Que había un millón de personas? Puede ser, pero me importa una mierda”. Este movimiento, sobre todo en EEUU, se ha mostrado muy activo pero siempre en acciones muy minoritarias. El dominio de la política de identidad es una garantía de que no se va a construir un movimiento duradero y amplio, ya que esta política, lejos de unir a la gente entre sí y buscar la unidad con otros movimientos, potencia la fragmentación y las diferencias. Una de las tácticas más controvertidas de este movimiento ha sido la del 'outing', cuya práctica refleja muy bien el moralismo que acompaña a las políticas de identidad. El 'outing' consiste en hacer pública la homosexualidad de personajes famosos que ocultan su sexualidad por las consecuencias que pueda tener para sus carreras, o bien de miembros de la Iglesia o de políticos que atacan los derechos de los homosexuales a pesar de serlo ellos mismos. Aunque pueda parecer muy justa, hay un serio problema con esta táctica. No debería forzarse nunca a gays y lesbianas a salir del armario, no importa quiénes son o qué hacen. Esta estrategia se niega a admitir que la naturaleza del sistema hace imposible que muchos homosexuales reconozcan abiertamente su sexualidad. Las personas que son objeto del 'outing' han mantenido su sexualidad en secreto porque se avergüenzan de ella. Ponerlas en evidencia no va a hacer que éstas u otras personas ganen confianza, dando como resultado, generalmente, la negación de dicha evidencia. En lugar de extender el mensaje de que hay mucha gente homosexual y de que no hay que avergonzarse de serlo, el 'outing' acaba dando la impresión de que ser gay es un secreto vergonzoso. Hace perder confianza para salir del armario a los gays y 7 lesbianas que encuentran más dificultades para ello, generalmente de clase trabajadora. Desde sus orígenes, el grupo Queer Nation descartó la posibilidad de construir el tipo de movimiento que podría actuar de forma solidaria con los heterosexuales que apoyan los derechos homosexuales. Bárbara Smith, feminista, negra y lesbiana y activista veterana del movimiento de los años setenta, argumentó por qué este enfoque es una receta para el desastre: "Los activistas 'maricas' se centran en cuestiones 'maricas' y, para ellos, el racismo, la opresión sexual y la explotación económica no entran dentro de esta categoría, a pesar de que la mayoría de los 'maricas' son gente de color, mujeres o clase trabajadora... Construir coaliciones unificadas que desafíen al sistema y finalmente preparen el camino para el cambio revolucionario, sencillamente no entra dentro de los planes de los activistas ‘maricas’... En 1990 leí el Manifesto de Queer Nation "Odio a los Heterosexuales" y escribí una carta al editor sugiriendo que si los 'maricas' de color seguíamos su liderazgo político pronto escribiríamos una declaración titulada "Odio a los blancos", lo que incluiría a los 'maricas' blancos de origen europeo". Para ampliar información: Textos del evento “Feria Yatana” del Bloque Alternativo LGBTQ+ 8