¿QUIÉN FUE FRANCISCO PALAU? Pinceladas biográficas Aitona (Lleida), zona del Baix Segre 1. Un niño se asoma al mundo Francisco Palau Miarnau se casó con Antonia Quer Esteve en Aitona, abril de 1798. Bastante jóvenes, él 25 años y ella con 18. Cristianos y labradores. Tuvieron 9 hijos. El séptimo fue FRANCISCO, que nació un frío 29 de diciembre de 1811 y fue bautizado el mismo día. • Sus padres tenían 39 y 32 años respectivamente. El primer hijo, Cayetano, murió al mes de nacer. La hija mayor, Engracia, tenía 11 años, José 9, Rosa 7, Antonia, que falleció al año de nacer, y Clara 2. Y llegó el bebé Francisco. En plena dominación francesa, en "l'any de la fam". Tres años tenía cuando acabó en España la llamada Guerra de la Independencia. En 1815 nació Teresa, requiriendo la atención de su madre en los pocos ratos libres que le dejaban las faenas del campo. Apenas 7 años tenía Francisco cuando nació un nuevo hermanito, el que será amigo, hermano y discípulo de por vida, JUAN (27.3.1818). Ese año celebró Francisco el sacramento de la confirmación: "Hasta la edad de siete años yo no conocí qué cosa era amar” (MR 302). • Aitona, antigua villa del marquesado de los Moncada y señorío de los duques de Medinaceli, es hoy un pueblecito del Baix Segre famoso por su excelente producción de fruta. Ambiente agrícola a gran escala, tractores y agencias bancarias se multiplican. La Aitona que conoció el niño Francisco fue una población saqueada, destruida en su hacienda, mermada en sus ciudadanos varones por la guerra contra el francés. Un pueblo que luchaba por salir del caos con redoblado esfuerzo por recuperar el indispensable medio de vida: los campos. Todos tenían que trabajar en ello, también mujeres y niños. No había otro horizonte de esperanza. A Francisco le gustaba estudiar. Era reflexivo, callado y observador, inteligente, sumamente despierto y poco aficionado a las tareas agrícolas. Lo suyo era la escuela, leer y releer, conocer y desentrañar lo profundo de las cosas y los acontecimientos. • Poco sabemos de sus padres. Eran gente honrada y considerada en el pueblo "cristianos viejos" y "de limpia sangre", "defensores del Altar y el Trono". En lectura actual se diría cristianos practicantes, gente de Iglesia. Francisco bebió la religiosidad en el seno familiar: frecuencia de sacramentos, rezo diario del rosario mariano, participación con su papá en el coro parroquial... Junto a esto, un ambiente austero de faena, poca relación durante el día, amor real más que expresivo, preocupación por las primeras necesidades más que atención afectiva. Casi nulas las referencias de Francisco a sus padres durante toda su vida. Casa Natal de Francisco Palau y Quer Alusiones escasas y significativas. Así escribía en 1851, a sus 49 años y después de casi 11 de obligado exilio en Francia: "Me atreví a ir a abrazar a mi padre y a saludar a mi madre" (Carta 9). • La mejor confidente, su hermana Rosa. Ella, que no sabía leer ni escribir, alentaba a Francisco a no dejar la escuela. Casada en 1824, a los 20 años, con Ramón Benet, de Lleida, se llevó a su hermano a vivir con ellos para que pudiera asistir como externo a las clases del seminario diocesano ilerdense. Tenía Francisco unos 14 años. • Catorce años se cree, según la tradición familiar, que tenía cuando celebró su primera comunión en la capilla de Butsenit, a 2 kms. de la capital, hoy transformada en parroquia y entonces filial de san Lorenzo. Francisco nos da en síntesis sus sentimientos: "Dios al criar mi corazón sopló en él y su soplo fue una ley que le impuso y esa ley me dice «Amarás». Mí corazón fue fabricado por la mano de Dios para amar y ser amado y sólo vive del amor. Yo no conocía este enigma. Mi corazón desarrolló su pasión ya desde niño, ya amaba con pasión y esta pasión era mi tormento y mi pena [...] Mi corazón, semejante a una débil barquichuela, había extendido sus velas ya desde la niñez y, agitado por todos los vientos opuestos, carecía de dirección [...] Pasé mi niñez sin conocerte” (MR 495). • 2. la búsqueda de la felicidad Muy poco, por no decir nada, sabemos de las andanzas del adolescente Francisco. Seguía sus estudios en el seminario como externo y salió buen latino. Algo debió pasar en su afanosa búsqueda de la felicidad a juzgar por las palabras que escribió en su diario muchos años después: "Se hacía sentir en el corazón un vacío inmenso [...] Fui en pos de lo bello, bueno y amable que los sentidos presentaban, pero al adherirme a estas bellezas, el corazón hacía sentir su insuficiencia y no hacía más que aumentar la sed y el ardor del fuego del amor. Mi juventud se pasó como una sombra” (MR 495). • Alrededor de los 17 años, Francisco tomó la decisión de quedar en el seminario como interno. No quería ser una carga para nadie. Solicitó beca como pobre y aprobó brillantemente los exámenes prescritos para los seminaristas "porcionistas". Era el año 1828 y Francisco comenzó a pensar en ser sacerdote, pero lo que seguía buscando era el camino que le condujera hasta "el objeto" que saciara su capacidad de amar, la que él sentía, la que Dios había depositado en su corazón. • Presumía que sólo en Dios podía hallar la belleza que colmara esa capacidad: "El amor no puede estar en el hombre ocioso [...] El amor no podía contentarse con una amiga" (MR 383). Yo, aunque muy en oscuras, te buscaba a ti, estaba persuadido do que sólo una belleza infinita podía saciar y colmar los ardores del corazón” (MR 496). • Se tomó en serio su vida en el seminario: los estudios, el horario, los actos de piedad. Hasta hacía horas extras de oración y se imponía algunas penitencias. Quería ser santo, intuía que belleza interior y santidad eran caras de la misma moneda. Su hermana Rosa le visitaba de vez en cuando y ha transmitido lo que vio en su hermano seminarista: que hacia mucha oración y le gustaba hacer penitencia, que se ponía ramas en el jergón de la cama para que a la oración acompañara el sacrificio. Se lo dijo al rector del seminario, señor Costa. Desde entonces, se prohibió que las mujeres entraran en la habitación de los seminaristas, aunque fueran de su familia. • Buscador insaciable de la verdad y la belleza infinita, indagó con afán el misterio de un Dios, concebido Absoluto y separado de las criaturas. Y le gustó la filosofía. Aprobó los tres cursos y pasó a primero de teología. Se entusiasmaba con los argumentos contundentes de santo Tomás de Aquino. Se identificaba con el espíritu místico e indagador de san Agustín, le atraía con fuerza la figura del profeta Elías y su celo por la gloria de Dios... Un pero... Pero no acababa de tener clara su vocación, pues eso de «una carrera eclesiástica» le decía muy poco, como que le quedaba grande. Pudo influir en su ánimo y en su visión el confuso testimonio de algunos sacerdotes, incluidos profesores del seminario de Lleida, embarcados en las candentes cuestiones políticas del momento con el intrincado tema de la sucesión al trono de España. Clima y opiniones que condujeron al enfrentamiento entre liberales y conservadores y que acabarían originando las «dos Españas». Francisco tenía serias dudas sobre el sacerdocio: “A mi parecer, yo no sentía esa vocación” (VS 17). • Al joven aitonés le gustó mucho el carmelita descalzo José de Santa Concordia, conventual de Lleida y profesor-examinador en el seminario. Con él pudo confidenciar sus inquietudes cada 15 días, pues los seminaristas acudían a confesarse a un convento de religiosos según lo prescribían los estatutos. El padre José era hombre austero y renovador, preocupado por levantar el Carmelo Teresiano de Lleida de su abandono y dejadez religiosa, de sacarlo de sus injerencias en política. Hombre amante de la oración, pudo hablarle a Francisco de Elías, de su profetismo, del espíritu eclesial de Teresa de Jesús. Y los ojos del seminarista Palau se iluminaron y el corazón giró rumbo en búsqueda de nuevas rutas hacia la felicidad. Hizo una novena a Elías y sintió que el último día el profeta le cubría con su manto. Entendió que Teresa de Jesús le llamaba a su Carmelo: "Estudiando ciertos incidentes de mi vocación a la Orden de Santa Teresa, creo que me llamó ella a su Orden” (Cta 93). • En el verano de 1832 Francisco Palau presentó renuncia de su beca al rector. Ya era teólogo tonsurado y tenía 21 años. Le comunicó que se iba carmelita descalzo. Le insistieron que se quedara. Se disgustaron sus padres porque se hacía fraile. No entendieron esa decisión. • Siguió su camino Se fue con el padre José, recién elegido provincial en el capítulo de mayo de 1832 aun sin ser capitular. Las razones de Francisco venían de muy adentro, no importaba que otros no las penetraran. Había buscado en la tierra, ahora lo hacía en el cielo: "reconociendo que todas las bellezas materiales no eran la que buscaba [...], me resolví a abandonarlas todas. Y fui al claustro, por si acaso allí te encontrara” (MR 495). • El 23 de octubre de 1832 comenzó el noviciado en Barcelona vistiendo el hábito teresiano y llamándose fray Francisco de Jesús María José. El sentido de familia fue siempre algo arraigado en él y transmitido a quienes le siguieron. Su nombre en religión no fue simple azar, él quiso consigo a la sagrada familia de Nazaret: Jesús, María y José. 3. La lucha por “la causa de la Iglesia” El 15 de noviembre de 1833 hacía su profesión solemne. Pronunciaba sus votos de castidad, pobreza y obediencia usque ad mortem, hasta la muerte. No era fórmula aprendida, sabía bien lo que decía y hacía, conocía de cerca la situación. Tiempos fuertes, amenazas a punto de estallar, tras la ya esperada muerte de Fernando VII, el que paradójicamente había sido calificado "El Deseado". • Liberales y carlistas pugnando por la corona. Intrigas políticas para atraer al pueblo a uno u otro bando: "Cuando hice mi profesión religiosa, la revolución • tenía ya en su mano la tea incendiaria [...] y el temible puñal para asesinar” (VS 16). A fray Francisco le duró muy poco la felicidad. Triste noche la del 25 de julio de 1835, fiesta del patrón de España, Santiago Apóstol. Apenas año y medio desde su profesión religiosa. Los conventos comenzaron a arder, iglesias saqueadas, frailes arrastrados por las calles. Primero en Madrid, ahora en Barcelona. Confusión, barbarie, venganzas. Comenzaba para España una de las épocas más vergonzosas de su historia. Triste y largo período que, referido a los frailes y monjas, vino en mal-llamarse "la exclaustración". • Por decreto-ley la vida religiosa desapareció en un plumazo. Un éxodo sin Fachada del convento de San José de horizonte de tierra prometida. Barcelona, noviciado y comunidad de fray Francisco Fray Francisco, ya ordenado diácono, escapado milagrosamente de las llamas de su convento, encarcelado en La Ciudadela de Barcelona, solicitó un vestido de seglar y salvoconducto para Aitona: "Desde entonces una sola cosa aliviaba mis penas y era la esperanza de morir víctima entre las llamas voraces de la revolución de la época 1...] Me ofrecí, aunque sin conocerte, por víctima propiciatoria en tiempo de ira y venganza” (MR 496). • Búsqueda y lucha serán de por vida dos coordenadas que configurarán la vocación de Francisco Palau y crearán un estilo de vida, una manera de ser y de vivir: determinación del corazón y libertad de actuación. Ante todo, ser y saberse carmelita teresiano. • El Carmelo grabado en el corazón, y la vida como testimonio que haga visible qué es ser carmelita, más allá y más adentro de edificios y estructuras: "Para vivir en el Carmen sólo necesitaba una cosa, que es la vocación” (VS 17). • Vocación entendida entonces como vida solitaria: "Para vivir como anacoreta, solitario o ermitaño, no necesitaba de edificios, que presto iban a desplomarse” (VS 17). La influencia de su maestro de novicios, Francisco de Jesús Nazareno, había sido decisiva. De prior del desierto de El Cardó por dos trienios consecutivos pasó a ser formador. Su concepción y criterios sobre "el carmelita teresiano" se volcaron en los novicios. Francisco alimentó más y más su personal atractivo por la soledad, el silencio, la oración.... • Ya en Aitona, Francisco buscó lugares solitarios. Le gustó Cueva del Padre Palau (Aitona, Lleida) una cueva, cerca de la ermita románica d e S a n J u a n d e Carratalá. El dueño permitió que la habitara. Un rústico refugio de la propia naturaleza, espacio mínimo pero suficiente a quien sólo necesitaba del espacio infinito de Dios y de un rincón silencioso para orar por "la causa de la Iglesia", "por la paz de España": "Me conformé lo mejor que pude con las reglas de mi profesión religiosa” (VS 18). • El gobierno liberal prohibió la ordenación de nuevos sacerdotes. Los obispos comenzaron a ser vigilados incluso alejados de sus diócesis. En estas circunstancias, el provincial, José de Santa Concordia, mandó a fray Francisco de Jesús María José que se ordenara. Obedeció. Lo tuvo que hacer en Barbastro (Huesca) por no haber ordenaciones en Lleida. Fue el 2 de abril de 1836, medio a escondidas, en el oratorio privado del obispo Jaime Fort y Puig. Fray Francisco comenzó a ser el padre Palau. Era la fiesta de • Oratorio privado del Obispo de Barbastro su santo patrón san Francisco de Paula. Todavía hoy puede visitarse la capilla, que sigue siendo el oratorio del obispo de Barbastro. Y la lucha tomó otro rumbo. Fue hecho "ministro", "sacerdote del Altísimo". Confiesa que se sintió transformado por el Espíritu en otro hombre. Sin abandonar sus ratos de oración y vida en la cueva -hoy Cueva del Padre Palau- se puso a disposición del párroco y emprendió la predicación. • La gente acudía a él como a un oráculo, a un santo. Es memoria histórica para los habitantes de Aitona que "después de Juan Bautista el padre Palau es el santo más santo". La comparación no es fortuita. A san Juan Bautista está dedicada la ermita situada enfrente de la Cueva del P. Palau y que éste actualizó reanudando el culto, las procesiones, romerías, vigilias de oración. En el pueblo rebrotaba el fervor religioso. Los jóvenes pretendían imitar al padre Francisco en su estilo de vida. • Varios prelados nombraron al padre Palau misionero apostólico. Apoyaron y sufragaron el movimiento espiritual que se había originado en las misiones populares alentadas por el Papa Gregorio XVI en favor de la paz en España. Filas y filas de gente iban a confesarse con el misionero de la Cueva, pero este movimiento no les gustó nada a los del gobierno de la regente Cristina. ¡El padre Palau era altamente sospechoso! • Se le formó expediente: Promueve manifestaciones a altas horas de la madrugada. Es faccioso carlista, se debe extremar su vigilancia, mejor alejarle de Lleida. Algunos se animaron a cobrar la menguada recompensa que se ofrecía a quien lo quitara de en medio. Se acercaron a la Cueva, de noche. El padre Palau consideró normal la cosa. Como Nicodemo con Jesús, también a él acudían, a veces, de noche. Tres sombras en la oscuridad. Una se adelanta. El solitario misionero sigue orando. Con calma interpela: "¿A matarme vienes, hermano?” Los ojos rezuman ternura: "Anda, ven, hermano, ya hace años que no te confiesas. A ver, di conmigoYo confieso...". El tiempo pasó casi sin percibirlo. "No lo olvides, la eternidad está cerca 1...] Ahora, ve, llama a tus compañeros”. • Los carlistas perdieron una guerra que de 1833 a 1840 transformó a España en un cementerio de cadáveres. El éxodo a Francia fue masivo, por Cataluña y el País Vasco. El padre Palau pasó la frontera en julio de 1840 con su hermano Juan y un pequeño grupo de sacerdotes y estudiantes, entre ellos el joven José Escolá que, posteriormente, sería el fundador de la Academia Bibliográfica Mariana. Había bebido en buena fuente su amor y devoción a la Madre de Dios, ya que el carmelita Palau nada hacía sin María, su Madre, Reina, Hermana y hábil Jardinera. • Casi once años duró el exilio voluntario del padre Palau en Francia, en las diócesis de Perpignan y Montauban. Nunca aceptó la ayuda que el gobierno francés ofreció a los refugiados políticos. Quiso que esta postura fuera un signo de • verdad y libertad: era a causa de la religión que sufría aquella situación. Seguiría viviendo en una cueva y con el esfuerzo de sus manos ganaría su sustento y el de sus compañeros. Autonomía y desvinculación política. Su campo y atmósfera era lo espiritual y religioso. Era su lucha en favor de la causa de la Iglesia. 4. la Iglesia en el corazón El Papa Gregorio XVI vivía la angustia de la dramática situación de la Iglesia en España. Escribió una pastoral dirigida a los obispos del orbe católico, declarando jubileo y pidiendo oraciones por España, sumida en el caos y casi en el cisma. Y el gobierno español puso el grito en el cielo. Se requisaron todos los ejemplares de la pastoral y se decretaron severas penas a quienes la leyeran o publicaran. El padre Palau fue uno de los que hicieron caso omiso de tales amenazas. Se repartió la pastoral entre los refugiados, traducida al castellano y al catalán. La leyó y meditó el padre Francisco. La hizo tema de su oración. Día y noche en oración, con la Iglesia en el corazón.... • Y el padre Palau intentó una respuesta más efectiva. Concibió el ambicioso proyecto de enseñar a orar en el espíritu, orar debidamente para arrancar de la justicia de Dios la misericordia y la paz para la Iglesia. Con este objetivo escribió su libro “Lucha del alma con Dios” durante la Semana Santa de 1842. Hasta pretendió organizar una asociación de personas consagradas a orar por la Iglesia, con un estilo que definió "orar debidamente en el espíritu”. • La Iglesia, siempre la Iglesia. De 1845 a 1846 nuevamente el padre Palau emprendió ardua tarea. No era suficiente orar por la Iglesia en España. No era lo externo lo más importante. Un profundo misterio, que iba más allá de actuaciones humanas, se debatía: el ángel Satanás combatiendo contra la Esposa de • Cristo, contra el cuerpo místico de la Iglesia. ¿Y esto se conoce? "¿Quién es la Iglesia?". No se ama lo que no se conoce. Y escribió y escribió. Oraba y escribía, escribía y contemplaba. El resultado fue todo un tratado para dar a conocer quién es la Iglesia en su más íntima realidad. Proposiciones que, fundamentadas en la Sagrada Escritura y a través de imágenes, explicaran la naturaleza de la Iglesia. Inducir a que la mirada se dirigiera hacia el misterio, aquello que sólo puede percibirse con "los ojos de la fe". Era muy atrevido el padre Palau, demasiado para la teología y espiritualidad de su época. Explicar la Iglesia bajo la imagen de la Ciudad, pase. Hacerlo con la figura de la Mujer, era pasarse. • Si a esto se añade que oraba mucho, dormía poco y comía lo que se le presentaba, se comprende que comenzara a ser "centro". Para unos, "santo y de altura inaccesible"; para otros, "extraño y contrario a las leves de la moderna República Francesa". Y le denunciaron al obispo, recién llegado a la diócesis, monseñor Doney. Y de la denuncia se pasó a la calumnia más baja y soez incluyendo a sus dirigidas, a quienes se negó la comunión y hasta la absolución en el sacramento de la reconciliación, por mantener su voluntad de vivir en común y vestir hábito como el carmelita Palau. • En abril de 1851, Palau abandonaba definitivamente el suelo francés al amparo y con la esperanza del nuevo horizonte que ofrecía el proyectado Concordato del gobierno de España y la Santa Sede. • 5. La Iglesia de hombres: tarea de evangelización Se incardinó en la diócesis de Barcelona. Y el recién nombrado obispo José Domingo Costa y Borrás, proveniente de la diócesis ilerdense, lo recibió con los brazos abiertos. Ya tenía referencias sobre el padre Palau, tanto de Lleida como de Francia. Se lo habían presentado como escandaloso y peligroso. • El obispo Costa no sólo supo hacer correcta relectura de estos calificativos sino que le confió la dirección espiritual de los teólogos ordenandos del seminario diocesano de Barcelona. El padre Palau le habló de sus deseos de vivir solitario y de dar esa orientación a quienes se confiaban a su seguimiento espiritual. El obispo le escuchó, le permitió que hiciera retiro durante un mes en las montañas del Montsant, que meditara su decisión, pero le enroló en su proyecto de pastoral diocesana. Necesitaba personas como él, hombres de Dios, que hablan con la palabra y con la vida. • Consultada la voluntad de Dios, redactada la regla de vida para sus grupos de dirigidas en Aitona, Lleida, La Fatarella, Balaguer..., descendió de la ermita de San Bartolomé. Se paseó el padre Palau por las barriadas de Barcelona, la periferia; • visitó los mercados, entró en las tabernas y tugurios. Progreso e ignorancia se amasaban a la par. Tenía razón el obispo Costa. Urgían nuevas formas, nuevos métodos, el lenguaje tenía que llegar al pueblo, que caminaba falto de orientación y formación sistemática. La Iglesia de Barcelona alimentaba en su seno a un número creciente de inmigrantes sin el mínimo de atención humana y espiritual. Al padre Palau le brotó a flor de piel el espíritu teresiano: "Mil vidas daría yo por una sola alma..." Obedeció a su prelado. Optó por la predicación, pero metódica, organizada, con medios adecuados, en equipo y colaboración. Y para adultos. Se lo dijo al obispo y a éste le gustó: estrecha y efectiva interacción entre sacerdotes, religiosos y seglares, contando con la activa participación de jóvenes estudiantes de filosofía del seminario de Barcelona. Nacía La Escuela de la Virtud: misión evangelizadora y catequesis para adultos. • Se inauguró el 16 de octubre de 1851 en la parroquia de san Agustín, cerca de las Ramblas de Barcelona. En un barrio obrero, conflictivo, necesitado de formación humana y cristiana. • Parroquia San Agustín Éxito extraordinario desde el principio. Catequesis semanal, los domingos y dos horas, por la tarde. En 1853 la prensa anticlerical llamaba la atención a las autoridades: ¡Vean una asistencia masiva, que llega a las dos mil personas! ¡Y entre los participantes, muchos obreros! La verdad es que en los bancos de la Escuela de la Virtud se sentaban el obrero y el empresario, el intelectual y el militar, la derecha y la izquierda... Resultaba un cuadro inédito, insólito hasta entonces en la populosa e industrial Barcelona. El padre Palau escribió el Catecismo de las Virtudes entre 1851 y 1852, lo publicó como texto y primer programa. Ante la experiencia, redactó un segundo programa con las tesis más candentes en cuanto a movimientos e ideologías (teorías de Kant, falansterios de Fourier, protestantismo, teísmo, asociaciones y sindicatos, comunismo, derecho de asociación también para las familias religiosas, etc.). Educación en valores (virtudes) y explicación de las modernas corrientes filosófico-sociales. • Debate y diálogo, oración y religiosidad popular, se daban la mano en las sesiones de la Escuela, que principiaba siempre con la invocación del Espíritu Santo, el auténtico director de la Escuela, y bajo el amparo de la Virgen del Carmen en la nueva advocación de Nuestra Señora de las Virtudes, cuyo pendón presidía las sesiones. El 1854 ha pasado a la historia como ario de revueltas y reivindicaciones. En Barcelona tuvo carácter violento con barricadas, manifestaciones, huelga obrera etc. etc. Se denunciaba el trabajo de menores, se exigían salarios justos, se reclamaban derechos. Se luchaba en dos frentes y a dos niveles: el pueblo llano por un lado y la prensa de diversas tendencias por otro. Madrid exigió restablecimiento inmediato del orden. En Cataluña se declaró estado de excepción. El capitán general Ramón Ma. Larrocha impuso el orden por la fuerza, manu militari. Barcelona se levantó en unánime protesta y fortalecida en su espíritu nacionalista. Madrid insistiendo. Intervención del obispo para calmar los ánimos. Sonó a paños calientes y no agradó a nadie. Redoblaba oración en la Escuela de la Virtud en favor de la paz. El gobierno central demandó con urgencia un culpable. La cabeza de turco fue la Escuela de la Virtud, la institución de moda. De resultas, como responsable, su director el padre Palau. La prensa de izquierda se ensañó sobre la Escuela. Larrocha aprovechó la coyuntura y actuó con soberana potestad. El 31 de marzo de 1854 y, en virtud de facultades extraordinarias, se suprimió la Escuela de la Virtud. La mayor parte de la prensa barcelonesa protestó, y la opinión pública ridiculizó estas medidas. Mañé y Flaquer, director del "Diario de Barcelona", escribía al duque de Solferino sobre lo absurdo de tales acusaciones a la Escuela de la Virtud. Nadie lo creía. • Inútiles las protestas y reclamaciones. El padre Palau fue desterrado a Ibiza y el obispo Costa a Murcia y Cartagena. Flotaban en el aire las palabras de Palau al capitán general. "Exmo Sr., yo, en representación de mi escuela, puedo decir a S. E. lo que Jesucristo a las turbas, si hemos hablado mal muéstranos en qué y, si no, ¿por qué se nos suprime?”. Vista de Ibiza desde el puerto 6. Querer de Dios y presencia de María La Ibiza superturística, sede de músicos y cineastas, grandes magnates, artistas, nada tiene que ver con la que encontró el padre Palau, casi reducida a fortaleza y penal militar. Tierras pobres y muy escasos medios de vida. Gente sencilla con muy elevado porcentaje de analfabetismo. Ni siquiera era diócesis en lo religioso. El desierto que soñaba en sus años jóvenes lo halló el padre Palau a placer. Esta vez, • La ermita d’es Cubells impuesto. Se acercaba a los 44 años y pasaba de la más desbordante actividad a una soledad obligada. Dos imágenes, dos realidades en el corazón: Iglesia-misterio e Iglesiapueblo. Un objeto único: querer el querer de Dios. Una constante en su oración: Señor, ¿qué quier e s d e m í ? ¿Iglesia? ¿Soledad?... Iglesia, Iglesia... • • Seis años de destierro. Desconcierto y hasta rasgos de depresión en los primeros momentos. Traslado de la imagen de la Virgen del Carmen a Ibiza, al rincón de Cubells, en el pueblo de san José. Con la presencia de María, maestra de virtud, se renovó el espíritu del discípulo. Lo escribía en 1855: "Desde que la Señora de todas las Virtudes ha puesto su trono en este lugar, me siento una cosa que antes no era, [...] es tiempo de orden y de paz, de oración y reposo”. • Comenzó a erigir un sencillo y diminuto oratorio que, con el tiempo, se transformó en el primer santuario mariano de la isla que, junto con Es Cueva de El Vedrá Vedrá, fueron oasis en la zarandeada historia del carmelita de Aitona: "Viendo que fuerzas humanas no bastan para atajar los males gravísimos que afligen a la Iglesia, en ciertas ocasiones, me retiro a un islote..., que en crestas acolumnadas se levanta sobre el profundo del mar Mediterráneo”. Pidió justicia. Escribió a la reina Isabel II el 4 de diciembre de 1859. El gobernador eclesiástico de Ibiza, Rafael Oliver, hizo amplio elogio en sus informes a la Soberana: El padre Palau era todo un sacerdote, modelo de virtud y testimonio viviente para los ibicencos. Medio año de espera. El 12 de julio de 1860 un real decreto decía que • Francisco Palau era inocente. El Tribunal Supremo había considerado injustificado el prolongado destierro. Era la proclamación oficial de su inocencia. El padre Palau se hallaba ya en Barcelona acogido a la amnistía de mayo de 1860. ¡Misterio de la Cruz!, decía Palau, y liberación interior: "Dios, como buen Padre, me conduce por la mano y me guía por donde él quiere. Y es ahí que iré donde no sé y marcharé por allá donde no querré. Dios sabe cuán bien dispuesto estoy para servir a su Iglesia” (Cta 56). 7. La Iglesia es la Amada Tiempo de optimismo, ilusión y renovada esperanza. Vuelta al bullicio de las grandes capitales. Sin plan, sin medios, sin previsiones. Abandono total en las manos de Dios. Cerca de 50 años, enfermo, con fiebres casi continuas, los bronquios y los oídos afectados, con necesidad de medicarse, tiene que tomar quinina... Y la novedad brillando en sus ojos. • El padre Palau habla de caminos nuevos, orden nuevo, nuevos horizontes, un mundo nuevo. Rebosa dinamismo misionero. Más que buscar, espera; más que esperar, confía: "Dios no me abandonará sino que me guiará por donde le plazca. Yo ando seguro, fiado a los cuidados de su paternal solicitud. [...] Dejemos que Dios nos cuide, que nos gobierne, que nos guíe” (Cta 56). • Predicaciones en Mallorca y Menorca. El Dios del padre Palau se manifiesta en rostros concretos. Lleva muchos, muchos nombres en su corazón. Son prójimos amados. Decía: "Estoy en otro mundo". • El concepto negativo de "mundo" del evangelio de san Juan quedaba sobrepasado por la visión del Apocalipsis, libro preferido del padre Palau, "cielos nuevos y tierra nueva", y por la teología de san Pablo: el cuerpo místico de Cristo. Humanidad con la que Dios se había desposado en Cristo y que se llamaba Iglesia. Mundo-Iglesia, Mundo-Comunidad de hermanos. Y todo ello, reflexionado a la luz del libro de Las Moradas de santa Teresa. Eran sus reflexiones desde 1845. Era el tema de sus predicaciones, particularmente durante la novena en honor de Teresa de Jesús en las carmelitas descalzas de Palma de Mallorca, las llamadas y conocidas por el pueblo como "Las Teresas". • El padre Palau transformaba las novenas en auténticas misiones populares. Así ocurrió en la novena de las Animas en 1860. Ciudadela (Menorca), 12 de noviembre, en la catedral. Finalizada la misión, el padre Palau iba a dar la bendición final al pueblo que abarrotaba el templo. El pueblo, Iglesia, Cristo cabeza y miembros. Ahí la mente y el corazón del padre Palau: "Y mi espíritu fue transportado ante el trono de Dios” (MR 12). Fue la primera de una cadena de visiones, que hicieron experimentar al padre Francisco su paternidad espiritual. Ante sus ojos de predicador estaba el pueblo; ante los ojos de su fe aparecía, • frente al altar, una Joven bellísima... Y se oyó la voz del Padre: "Bendice a mi Hija y a tu Hija...”. Su sacerdocio se le reveló como la más grande vocación, entendida matrimonio espiritual con la Iglesia: "Quedé tan cambiado y tan nuevo que su presencia [de la Iglesia] renovó alma y cuerpo” (MR 18). Sintió que se le descubría en plenitud lo que tantos años había buscado: "Conocer su vocación y misión” (Cta 57). Así como su vocación la concibió desde Teresa de Jesús, ahora experimentaba como llamada y voluntad de la Santa la misión de fundar, como familia del Carmelo Teresiano, la orden terciaria de carmelitas descalzas de la Virgen del Carmen y Santa Teresa (hermanos y hermanas), consagrada a la Iglesia y entregada a sus necesidades (cf. Cta 93). Nacía el Carmelo Misionero Teresiano. • • Otra visión en la real iglesia de san Isidro en Madrid (1861). Y otras... Proceso espiritual que progresivamente desvelaba el misterio de la Iglesia, "el gran sacramento": la Iglesia es una persona. Cristo en la Iglesia y la Iglesia en Cristo, comunidad de hermanos, Dios y los prójimos en unidad: "Yo pensaba que eran objetos separados, no pensaba que Dios y los prójimos fueran cabeza y cuerpo, no creía que la Iglesia fuese mi Amada" (MR 499). "He tomado mi vuelo hacia los prójimos sin dejar a Dios” (Cta 89). Se le había trocado la suerte, se le había invertido la pirámide, su escala de valores. Había creído durante muchos años que su vocación de carmelita era "solo a solas con Dios". Y Dios mismo le había dado una nueva clave de interpretación: "Estar en comunión con los hombres ya es estar en comunión con Dios". La eucaristía es vivida por el padre Palau, sobre todo, como misterio de comunión, verdadero "matrimonio espiritual". "Comulga uno, comulgan mil...”. Nos comulgamos los unos a los otros y el cuerpo de la Iglesia crece, se edifica. Eucaristía y evangelización guardan íntima relación en el carisma palautiano. • 8. El anuncio de la belleza de la Iglesia De 1860 a 1872 la acción misionera del padre Palau fue continua y variada. Sintió claro y en progreso su carisma de fundador: se extendieron los hermanos y hermanas carmelitas como carmelo misionero teresiano, predicó misiones populares, creó el periódico "El Ermitaño", publicó libros sobre la Iglesia figurada por el Espíritu Santo en la Biblia, proyectó hospitales para enfermos desahuciados, practicó exorcismos con los que consideró "posesos" y fundó escuelas católicas, se entregó al servicio de los epidémicos etc. Todo eran formas de expresión de lo que el padre Palau definió como su misión: • Espiritualidad misionera y experiencia eclesial. Es la síntesis del carisma palautiano, lo que el padre Palau ofreció y ofrece al cristiano como esencial para su vida. • Anunciar la belleza de la Iglesia, Dios y los prójimos. En esa experiencia, María siempre estuvo presente, pero, a partir de 1864, lo que hasta entonces fue devoción, imitación, amor a María, se potenció como misión, envío, servicio a la Iglesia porque María se le reveló espejo, figura, tipo acabadoen el que contemplar a otra Virgen y Madre, que es la Iglesia de Dios. Lo original y característico en la espiritualidad palautiana es la dimensión misionera de la devoción mariana. • 9. La visión trinitaria El día 10 de marzo de 1872 había llegado a Tarragona enfermo, contagiado por haber asistido a los apestados en Calasanz (Huesca). Diez días después, 20 de marzo, murió en dicha ciudad tarraconense rodeado de los hermanos y hermanas carmelitas por él fundados. Acusado de práctica ilegal de la medicina, suspendido en sus licencias ministeriales por el vicario capitular de Barcelona, sede vacante, Juan de Palau y Soler... Querido y venerado por sus hijos e hijas espirituales, por el pueblo... • Quienes le vieron morir, testifican: invocaba a María, a san José, a su Angel de la Guarda, hablaba con santa Teresa, hablaba de la Iglesia. Con estas palabras en sus labios murió: He su j et ado m i j u i cio, no me ha apartado nunca de la Iglesia... Ya es la hora, Teresa. Sepulcro del Padre Palau. Casa Madre de las CMT, Tarragona. Se habla rasgado el velo de la fe. Había sido definitivamente en la visión. "Siendo Dios y los prójimos, esto os la Iglesia Santa, la imagen viva y acabada de Dios trino y uno y el objeto primario y secundarlo del amor del hombre viador, la presencia de la cosa Amada por fe, en él produce el amor perfecto entre los dos amantes. Y los dos son el espejo donde mira Dios Trino y Uno su Imagen” (MR 510). Eran las bodas definitivas. • Textos palautianos: escritos de Francisco Palau En Roma, el día 24 de abril de 1988, la Amada Iglesia reconoce la santidad de su fiel enamorado: beato Francisco Palau y Quer, OCD Biografía extraída de: <<Vivo y Viviré por la Iglesia>>; “¿Quién fue Francisco Palau?”, de Josefa Pastor Miralles, cmt [se han agregado fotos y textos de los Escritos de Francisco Palau].