La voz poética de Miguel Labordeta

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JUEVES
23 DE JULIO DEL 2015
Libros
43
EDICIÓN DE PRENSAS DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
La voz poética de Miguel Labordeta
La editorial Larumbe recupera la obra publicada por un autor clave de la literatura en Aragón del siglo XX
E. P.
E. P.
M. A. O.
eparagon@elperiodico.com
ZARAGOZA
iguel Labordeta se alza de entre las figuras que protagonizaron la poesía aragonesa del siglo XX, con la sorprendente paradoja de ser a la vez un
poeta maldito y conocido, leído
e ignorado. Algo parecido sucede
con su producción poética, con
solamente siete libros publicados en vida –y dos de ellos eran
antologías–, pero con unas obras
completas caudalosas y abundantes. Quizá todas estas contradicciones, o por lo menos las que
rodean a su obra, queden disueltas con el tomo que ha publicado la Universidad de Zaragoza,
con edición de Antonio Pérez
Lasheras y Alfredo Saldaña, dentro de la colección de textos aragoneses Larumbe.
El volumen se titula Obra publicada, lo cual da una clara pista
del criterio –buen criterio– que
los editores han seguido. En primer lugar aparecen los libros
que Miguel Labordeta vio publicados en vida, seguidos de los
poemas sueltos que aparecieron
en revistas u otras publicaciones, el importante texto teatral
Oficina de horizonte y otros artículos, manifiestos y prólogos. Después se incluyen en apéndice
otros libros que Labordeta tenía
intención de publicar, pero cuya
repentina muerte en 1969 hizo
que fueran póstumos.
Sumido 25, publicado en 1948,
cuando el autor tenía los años
que el título indica, inaugura el
universo poético de Miguel Labordeta. En este libro ya pueden
encontrarse algunos rasgos que
van a caracterizar su poesía: el
verso largo y robustecido por
imágenes contundentes, una visión atormentada que convive
con la actitud conciliadora, o el
tono como de predicador visionario que clama en la plaza, tanto a su conciudadanos como a sí
mismo. Estos atributos sirven
también para el siguiente libro
de Labordeta, publicado en el
año 1949 y titulado Violento idílico, en una certera conjunción de
adjetivos para subrayar la lucha
de fuerzas que sus versos expresaban, y que confirman a un
poeta muy alejado de sus corrientes contemporáneas, original y seguro de su potencia creadora.
M
TENDENCIAS / Surrealismo, existencialismo, expresionismo, son
calificativos que vienen a la cabeza al leer estos poemas, aun a pesar de que los editores muestran
su irritación –tal vez excesiva–
ante la crítica que ha situado a
Labordeta en una de estas tendencias. El error estriba en limi-
33 Miguel Labordeta.
33 Pérez Lasheras (izda.) y Alfredo Saldaña.
E. P.
33 Una exposición de homenaje a Miguel Labordeta.
tarlo a una sola, ya que la poesía
labordetiana extiende sus matices a todas ellas de manera nada
excluyente. Por si fuera poco, en
Transeúnte central, de 1950, hay
además una mayor preocupación social; sin embargo, un
autor como Miguel Labordeta
tenía que hacer una poesía social alejada de la que entonces
comenzaba a florecer en España.
Y así es.
El siguiente libro de Labordeta, Epilírica –otro título inspirado
y lleno de significado–, estaba
listo para publicar en 1951, pero
la censura del momento tenía
otros planes. Finalmente apareció en 1961, y los diez años que
pasó en el cajón hicieron que el
El autor aragonés solo
publicó siete libros en
vida y dos de ellos
fueron antologías
poéticas
33 Portada del libro.
propio autor se sintiera algo alejado de sus poemas cuando por
fin se editó. Ciertamente, Epilírica puede leerse como un colofón, a la vez resumen y conclusión, de la forma de escribir de
Labordeta hasta ese momento.
EL ÚLTIMO TEXTO / Solo hay que
echarle un vistazo a Los soliloquios, el último libro publicado
en vida por Miguel Labordeta, en
1969, para darse cuenta de esa
evolución. A pesar de que algunos temas perviven, como la visión lúcidamente dolorida del
mundo, la expresión se hace
más concisa y la disposición de
las palabras pasa a ser fundamental, acercándose a la poesía
visual. Parece que
Miguel Labordeta
había decidido tom ar e se c am i n o ,
que también transita en su libro póstumo Autopía, que se
recoge también en
este volumen en un
apéndice donde
también aparece Abisal cáncer, otra interesante obra póstuma de poemas en
prosa.
El lector degustador de poesía tenía
ya la oportunidad
de acercarse a Miguel Labordeta a
través de sus antologías e incluso sus
Obras completas –paradójicamente, editadas en varias ediciones diferentes–. No obstante,
este tomo que han preparado
Antonio Pérez Lasheras y Alfredo
Saldaña podría considerarse el
resultado del esfuerzo por recuperar y normalizar a un autor clave en la historia contemporánea
de la literatura en Aragón.
Y qué mejor forma de conocer
a Miguel Labordeta que entrar
directamente y sin intermediarios en su poesía, empezando
por ese verso inicial de Sumido
25: «Dime Miguel: ¿quién eres
tú?». H
OBRA PUBLICADA
AUTOR Miguel Labordeta
EDITORIAL Prensas de la Univ. de Zaragoza
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