Comentarios de la Lección IV Trimestre de 2012 Crecer en Cristo Lección 9 1º de Diciembre de 2012 La iglesia: Ritos y rituales Prof. Sikberto Renaldo Marks Versículo para memorizar: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Introducción Esta lección número 9 creo que es una muy buena oportunidad para entender la importancia de nuestros rituales, pues en muchos lugares vienen siendo atacados o considerados de poco valor. Así, fuego extraño es introducido en la iglesia. Cada miembro debe conocerlos y procurar seguirlos con celo y cuidado. Debe respetarse aquello que está escrito. Son tres los ritos en la Iglesia Adventista del Séptimo Día: el bautismo, el rito de humildad y la Cena del Señor. Fueron instituidos por Cristo. Tienen objetivos y normas para su práctica. No se puede innovar haciendo cambios no autorizados, a menos que se ejerza creatividad dentro de los límites de las normas instituidas por la iglesia, conforme a la Biblia. Los ritos son momentos muy solemnes. No se los puede vulgarizar como algo común. Se centran en la muerte y en la segunda venida de Jesús. Debemos entender eso con solemne razonamiento y devoción. “El sacrificio del Salvador por nosotros es maravilloso, casi demasiado maravilloso para que lo comprenda el hombre, y estaba simbolizado en todos los sacrificios del pasado, en todos los servicios del santuario simbólico. Y se demandaba ese sacrificio. Cuando comprendemos que el sufrimiento de Cristo fue necesario a fin de conseguir nuestro bienestar eterno, nuestros corazones son conmovidos y subyugados. Él se dio en fianza a sí mismo para realizar nuestra salvación plena en una forma satisfactoria para las demandas de la justicia de Dios, y de acuerdo con la excelsa santidad de su ley” (Mensajes selectos, tomo 1, p. 363) Vale la pena el llamado a que redoblemos el cuidado con el estudio del tema de esta semana. Es de nuestra responsabilidad, por nuestra vida y por el testimonio ante los otros, que seamos ejemplos vivos y correctos para que eso contribuya a nuestra salvación y a la de muchas otras personas. Los rituales ayudan en ese sentido, dependiendo de como Recursos Escuela Sabática © los valoremos y observemos. Por si mismos, no salvan, pero contribuyen para que tengamos el carácter de los salvados. El nombre de los ritos sagrados La lección presenta los sacramentos y las ordenanzas. Los sacramentos son celebraciones de las iglesias Católica y Presbiteriana. Las ordenanzas son las conmemoraciones de los protestantes y evangélicos. Sacramento, palabra que comenzó a ser usada ya en el siglo II cuando estaba vinculada a un voto de consagración al Señor, significa juramento o fianza. Entre los cristianos, ordenanza era una palabra más antigua que sacramento y estaba asociada a fila, orden, ordenación y también palabra de autoridad superior. Jesús ordenó que ejecutásemos tres rituales, los que son –por ello– ordenanzas obligatorias para todo seguidor del Maestro. La Iglesia Católica tiene siete sacramentos: “1) El bautismo (es el nacimiento de la gracia), 2) La confirmación (es el desarrollo de la gracia), 3) La eucaristía (es el alimento del alma), 4) La penitencia (es la cura de las flaquezas del alma), 5) La extremaunción (es el restablecimiento de las fuerzas espirituales), 6) La orden (genera la autoridad sacerdotal), 7) El matrimonio (asegura la propagación de los católicos y de sus doctrinas)”. Los sacramentos son ordenados para la Eucaristía, como su fin, y para que el fiel reciba la gracia de Dios. Se basan en la idea de obtener la gracia haciendo alguna cosa, obras para poder salvarse. Así lo entiende la Iglesia Católica. Los ritos de la Iglesia Adventista son tres: bautismo, rito de humildad y Cena del Señor. Fueron ordenadas por Jesús, de acuerdo a Mateo 28:19-20, Juan 13:14 y 1 Corintios 11:23-26. Así cumplimos lo que Jesús determinó, conforme se encuentra en la Biblia. Es importante dejar claro que una ordenanza no es, en sí misma, un medio de salvación ni que por cumplir las ordenanzas se tenga asegurada la salvación. Esas ordenanzas tienen objetivos bien claros, que estudiamos en las lecciones de estos días, y por eso son importantes. La salvación es un acto racional que se da entre el pecador y el Salvador. “Ni siquiera podemos producir nosotros mismos nuestra fe; ‘es un don de Dios’. La totalidad de nuestra salvación proviene del don de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Cuánto me alegro! Proviene de una fuente de la que no podemos dudar. Él es ‘el autor’, pero, ¿se detiene allí? ‘Él es el autor y consumador de nuestra fe’ (Hebreos 12:2). ¡Gracias a Dios! Nos ayuda a cada paso del camino que tenemos que recorrer, si estamos dispuestos a salvarnos de acuerdo con el plan señalado por Cristo, mediante la obediencia a sus requerimientos. ‘Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros, pues es don de Dios’. ‘Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor’ (Filipenses 2:12). ¿Qué significa esto? ¿Es una contradicción? Veamos qué dice al final: ‘Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad’ (Filipenses 2:12, 13). ¡Alabado sea Dios! Ahora bien, ¿quién podría desanimarse? ¿Quién podría desmayar? No se nos ha encargado a nosotros, frágiles y débiles mortales que obremos nuestra salvación de acuerdo con nuestros propios planes. Es Cristo quien obra en ustedes. Y éste es el privilegio de cada hijo e hija de Adán. Pero debemos trabajar; no debemos estar ociosos. Hemos sido puestos en este mundo para trabajar. No estamos aquí para cruzarnos de brazos” (Cada día con Dios, p. 72) Recursos Escuela Sabática © El bautismo El bautismo instituido por Jesús en lugar de la circuncisión, debe ser por inmersión y solo puede ser aplicado a personas que tengan conciencia de lo que están haciendo, de la decisión que están tomando. Es algo muy serio y solemne, que jamás debiera ser banalizado. El bautismo de niños no es una institución divina. Ingresó en el cristianismo en el año 416, como si poseyera poderes mágicos capaces de lavar los pecados y hacer a los niños agradables a Dios, garantizándoles la salvación. Bautizar un niño, digamos de pocos días o semanas, o incluso de pocos años, que aún no sea capaz de entender lo que está haciendo, no es más que bautizar un navío o un avión, tal como se acostumbra hacer. Es apenas una solemnidad sin ningún valor espiritual, y si es practicada en nuestra iglesia, aunque deba ser muy raro, se trata de fuego extraño que tendrá consecuencias graves para quien participe en ello. De nuestro Manual de Iglesia extraeremos algunos párrafos acerca del bautismo. Partes de ellos no están siendo seguidas, lo que significa rebeldía de quienes así procedan, lo que también tendrá sus consecuencias. “El bautismo por inmersión simboliza la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo; expresa abiertamente la fe en su gracia salvadora y la renuncia al pecado y al mundo; y es reconocido como condición de entrada en la comunión de la iglesia”. Sobre el bautismo y el candidato: • • • • • • • Es un rito de admisión a la Iglesia. El candidato debe ser fielmente instruido. Es el deber de cada pastor instruir a los que acepten los principios de la verdad, para que ingresen a la Iglesia con una sólida base espiritual. Para ser bautizado debe haber arrepentimiento. El bautismo representa una solemne renuncia al mundo. Quien se bautiza se convierte en miembro de la familia real, hijo del Padre celestial. No se puede confiar meramente en la profesión de fe, como meramente decir “yo creo”, sino que se debe practicar la verdad. Evidenciar haber experimentado el nuevo nacimiento y de estar disfrutando una experiencia espiritual. Solo los que están convertidos pueden entrar en esa relación. Únicamente así puede ser preservada la pureza y la posición espiritual de la Iglesia. Para que se concrete el bautismo, debe haber un examen público de que el candidato esté bien instruido. “El trabajo del pastor no estará completo sin que haya instruido cabalmente a los candidatos, de modo que conozcan y adopten todas las creencias fundamentales y prácticas de la Iglesia… Nuestras iglesias deben insistir en la aplicación de estas normas como principios orientadores en la aceptación de nuevos miembros. Por medio de su junta, ellas (las iglesias) también deben insistir en que los candidatos sean instruidos individualmente y, además, siempre que posible, que sean adoctrinados en una clase bautismal”. “La iglesia tiene el derecho de saber lo tocante a la fe y a la actitud de cada persona que desea convertirse en miembro de la iglesia” Por lo tanto debe hacerse un examen público (generalmente, eso ya no se hace más). El bautismo es una ordenanza de Cristo. Y, triste es decirlo, presenciamos a menudo su vulgarización. ¿Cómo se puede aceptar el procedimiento de un ministro ordenado que debe quitar, discretamente, los aros de una catecúmena para que pueda entrar en el Recursos Escuela Sabática © bautisterio? ¿Y el bautismo de personas que no recibieron estudios, sino que apenas escucharon uno o dos sermones? Dios tendrá en cuenta esos actos rebeldes a quien los practique. Pero eso no quiere decir que la nuestra no sea la iglesia verdadera, solo quiere decir que hay enemigos tan rebeldes como el gran apóstata, actuando como si fueran ministros de Dios. “La prueba del discipulado no se aplica tan estrictamente como debiera ser aplicada a los que se presentan para el bautismo. Debe saberse si están simplemente tomando el nombre de adventistas del séptimo día, o si se colocan de parte del Señor, para salir del mundo y separarse de él y no tocar lo inmundo. Antes del bautismo, debe examinarse cabalmente la experiencia de los candidatos. Hágase este examen, no de una manera fría y manteniendo distancias, sino bondadosa y tiernamente, señalando a los nuevos conversos el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Háganse sentir a los candidatos para el bautismo los requerimientos del Evangelio” (El evangelismo, p. 229) El pastor Tercio Sarli escribió, haciendo referencia a un artículo del pastor Alberto R. Timm: “El artículo del Prof. Alberto R. Timm, en la edición de junio, titulado ¿Podemos aún ser considerados el Pueblo de la Biblia?, es de los más importantes artículos publicados en los últimos años. El problema que realza, que es la superficialidad de la Iglesia por la preocupación con el número de bautismos, y la consecuente falta de preparación de los candidatos, debe ser considerado seriamente por los administradores y departamentales de la Obra, pues, pensando que están promoviendo más rápidamente el Reino de Dios, en verdad están debilitando la Iglesia y haciéndola presa fácil de los movimientos subversivos y de toda especie de herejías, además de promover la presunción y el orgullo personal. A los administradores, departamentales y pastores de todos los niveles, que aún no leyeron ese artículo, les invocamos para que lo lean, con humildad y responsabilidad. Y asuman su posición con el temor de Dios” (Revista Adventista en portugués, 1 junio de 2001, pp. 14-16). “Entre las revelaciones que he recibido se destaca con fuerza la de que muchos se apartarán de nosotros, dando oído a espíritus seductores y doctrinas de demonios. El Señor desea que toda alma que pretende creer la verdad tenga un conocimiento inteligente de lo que es esa verdad. Se levantarán falsos profetas y engañarán a muchos. Todo lo que pueda ser sacudido será sacudido. ¿No debe toda persona, pues, llegar a comprender las razones de nuestra fe? En lugar de tener tantos sermones, debe haber un escudriñamiento más profundo de la Palabra de Dios, abriendo las Escrituras, texto por texto, e investigando para encontrar las poderosas evidencias que sostienen las doctrinas fundamentales que nos han guiado hasta donde estamos, sobre la plataforma de la verdad eterna” (El evangelismo, p. 267) Es para reflexionar. ¡Qué bueno que la salvación sea personal, cuán grande es la sabiduría de Dios! La ordenanza de la humildad Para ser ciudadanos del Reino de Dios, para que seamos capaces de amar y ser amados, para que seamos superiores, grandes y útiles, necesitamos ser humildes. La humilEl artículo (en portugués, su lenguaje original) puede ser encontrado en: http://www.grandeconflito.com/2009/10/podemos-anda-ser-considerado-o-povo-da-biblia/#more-285 Recursos Escuela Sabática © 1 dad es la verdadera grandeza, una grandeza que es capaz de ser útil a los otros, aquella que, por su actuación, promueve la vida, la paz y el crecimiento en los demás. Ser dominante es muy fácil. ¿Qué se necesita? Tener poder para subyugar a otros. Para eso no se necesita ser muy capaz, alcanza con tener la fuerza; por ejemplo, andar armado o tener a disposición un grupo de matones dispuestos a golpear a los demás. O, como es usual, tener un ejército a disposición. También puedes tener poder por una disposición legal que te de el derecho de mandar, y a los otros el deber de obedecer. No es así como funciona el Reino de Dios. Ni las personas que se identifican con tal tipo de poder, el de la dominación, están aptas para pertenecer a ese reino. Si no cambian, nunca serán ciudadanas del Reino del Amor. La grandeza según el amor viene de la capacidad de servir. Por ejemplo: Dios es el mayor, al fin y al cabo, Él es capaz de servir con perfección a todo el Universo. Y todo funciona perfectamente. Él, que es Dios, es humilde y manso, pues su carácter es para amar a sus criaturas. Así se explica por qué, en el Cielo, el mayor es el que más sirve. Continuemos con nuestra comparación. ¿Qué se necesita para ser capaz de servir? No se necesita del poder de alguna arma ni de matones o algo parecido. No se necesita de un ejército. Lo que se necesita es tener mucha inteligencia y capacidad para realmente servir. Por ejemplo, si eres pintor de edificios, en esa actividad eres capaz de servir a otros pintores porque conoces el oficio. Pero no estarías capacitado para servir (ayudar) a un pintor de autos, porque es diferente. ¿Estarías capacitado para ayudar a un médico? ¿O a un administrador? ¿A una profesora? ¿O a un piloto de avión? Solo eres capaz de servir a otro pintor. Sin embargo, para mandar sobre ellos es muy fácil, alcanza con tener algún tipo de poder, y eso hará que todos ellos, y otros profesionales más, te obedezcan. ¡Y pobre de aquel que no colabore! ¿Ves la diferencia entre servir y dominar? El que sirve, en primer lugar tiene que ser humilde, si no tendrá el deseo de dominar. Después, tiene que ser capaz. Y cuanto más capaz, servirá mucho mejor. Dios tiene todas las capacidades, evidentemente Él es el más humilde de todos, solo Él consigue servir a todos. Entonces, servir es algo infinitamente superior, solo que en esta Tierra, quien sirve es visto como algo inferior, y quien manda y domina, ese sí es exaltado. Como en nuestro planeta lo que las personas realmente quieren es dominar, Jesús nos dejó una ordenanza. Fue dada para que cultivemos la humildad y para que sepamos cuán importante es para la ciudadanía celestial, y también para la buena convivencia entre nosotros. Es el rito de humildad o lavamiento de los pies. Esa ordenanza necesita ser seguida como un contrapeso al orden natural del pecado, que lleva a querer ser más que los otros, aprovecharse de los demás, dominar sobre otros, subyugándolos. Si deseamos ser ciudadanos del Cielo, debemos buscar cotidianamente mediante una vida práctica, servir y no ser servidos. Así como fue Jesús. Para mantenernos atentos a la necesidad de ser humildes, debemos practicar el rito del lavamiento de los pies. Este ritual es considerado, incluso en nuestros días, como un acto un tanto repulsivo. ¡Lavar los pies de otro! Están sucios, hay que agacharse, sin banqueta para sentarse, después hay que secarlos bien, se pueden contaminar las manos, etc. ¿A alguien le gusta lavar los pies de otro? Exactamente ese acto no deseado por nadie, es muy apropiado para que cultivemos la humildad. Y aunque nos lavemos recíprocamente los pies, el caso de Jesús fue mucho peor, pues tuvo que lavar los pies de todos y nadie estuvo siquiera Recursos Escuela Sabática © dispuesto a lavarle los pies, solo aquella pecadora que lo hizo con perfume, y que los secó con sus propios cabellos. El objetivo de lavar los pies de otros es vital para nosotros: cultivar por su intermedio la virtud de la humildad, para que comprendamos la importancia de servir y la inutilidad de querer ser servido, en el Reino de Dios. La Cena del Señor El rito de humildad nos dice que solo los humildes vencerán, que solo ellos estarán aptos para ser ciudadanos del reino en el cual su Rey es humilde y quien venció el mal por medio de la demostración de humildad. La Cena del Señor nos recuerda que nuestra salvación depende de la muerte de Jesús en la cruz, y que Él quiere salvarnos y realizar una cena celebrando nuestra entrada al Cielo. El lavamiento de los pies fue una nueva institución de Cristo, pero la Cena del Señor substituyó la celebración de la pascua de los judíos. Así como ellos recordaban que fueron liberados de la esclavitud egipcia, y esperaban la venida del Cordero de Dios que moriría por ellos, la Cena del Señor fue instituida, desde la noche anterior a la muerte de Cristo, para recordarnos que Él ya murió por nosotros, resucitó victorioso, nos libró de la esclavitud del pecado y que ahora solo falta que regrese para buscar a aquellos que creyeron en Él. Mientras Jesús no vuelva, tenemos la esperanza del cumplimiento de esa promesa. “Nuestro Señor dice: Bajo la convicción del pecado, recordad que yo morí por vosotros. Cuando seáis oprimidos, perseguidos y afligidos por mi causa y la del Evangelio, recordad mi amor, el cual fue tan grande que di mi vida por vosotros. Cuando vuestros deberes parezcan austeros y severos, y vuestras cargas demasiado pesadas, recordad que por vuestra causa soporté la cruz, menospreciando la vergüenza. Cuando vuestro corazón se atemoriza ante la penosa prueba, recordad que vuestro Redentor vive para interceder por vosotros”. “El rito de la comunión señala la segunda venida de Cristo. Estaba destinado a mantener esta esperanza viva en la mente de los discípulos. En cualquier oportunidad en que se reuniesen para conmemorar su muerte, relataban cómo él ‘tomando el vaso, y hechas gracias, les dio, diciendo: Bebed de él todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados. Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre’ (Mateo 26:27-29). En su tribulación, hallaban consuelo en la esperanza del regreso de su Señor. Les era indeciblemente precioso el pensamiento: ‘Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga’ (1 Corintios 11:26” (El Deseado de todas las gentes, p. 659) Esperando la segunda venida Vamos a recurrir un poco a la imaginación. Pensemos en un ejército que tuvo que enfrentar a un enemigo astuto y poderoso, que amenazaba dominar a la nación y convertir en esclavos a sus ciudadanos. Los valerosos soldados con sus comandantes tuvieron que movilizarse para defender la nación. Fueran a pelear y la guerra fue difícil. Muchos perRecursos Escuela Sabática © dieron la vida de ambos lados. Al final, el ejército de la nación amenazada fue vencedor. Ahora vuelve de la batalla y entra triunfante en la capital de la nación, marchando con sus armas y siendo honrado por la victoria alcanzada. Esa marcha de triunfo, en el caso de la guerra espiritual, es la segunda venida de Jesús. La gran batalla del gran conflicto ya fue vencida en la cruz. Desde entonces hay esperanza para el mundo. Se están haciendo los preparativos para el desfile de la victoria, que es el impresionante viaje de los salvados, con el Salvador y todos sus ángeles, por el espacio sideral, a la vista de todos los demás seres creados del Universo. Serán siete días de desfile hasta la sede del rey del Universo, para la entrada triunfal de los que vencieron en Jesús. Allá habrá una solemnidad que jamás se haya vista desde que hay creación. La segunda venida también será un evento jamás visto. La conmemoración de la victoria será inédita en toda la historia de la creación. No podemos ni siquiera imaginar lo que será aquella mesa y los alimentos sobre ella. Mucho menos la calidad del puro jugo de uva a nuestra disposición. Quien fue capaz de transformar agua en puro jugo de uva, será capaz de proveer lo mismo con la máxima calidad en esa ocasión. La cruz y la victoria sobre ella solo encuentran sentido con la segunda venida y el gran rescate de los que se pusieron del lado de Jesús. Sin ese evento la cruz habrá sido inútil. La gran conmemoración es el objetivo de la cruz. Si Jesús cumplió la parte sufriente, no dejará de cumplir la parte sumamente placentera. Quien se va a la guerra, lo hace para vencer, y venciendo, tiene derecho a la victoria y no dejará de apreciarla. En todo es así. Cuando construimos nuestra casa, especialmente la primera, una vez llegado el día de entrar en ella, el placer es enorme. Cuando nos graduamos en una larga carrera de estudios, es placentero recibir el diploma. Jamás se vio un ejército victorioso que no conmemorase la victoria. Y Jesús, cuya victoria es la más significativa de todas, no dejará de cumplir su promesa de volver y rescatarnos. Es la única parte buena de todo ese tremendo conflicto. ¿Será que solo esa parte quedaría eternamente sin realizarse? Aplicación del estudio En síntesis, el bautismo es un acto consciente de una persona que, con el conocimiento adquirido a través de estudios e instrucciones, logra establecer la diferencia entre el Reino de Dios y el Imperio de Lucifer. Por voluntad propia, siente el deseo de obtener la ciudadanía celestial. Entonces, declara esa voluntad por medio del bautismo, siendo consciente de que ese rito representa morir al mundo y resucitar con Cristo para que, en una futura transformación, vivir por la eternidad. Sabe que a partir de ese día ha optado por una otra vida, una vida de santificación y sus resultados. Es un nuevo ser. El lavamiento de pies es un acto de humildad que nos recuerda que los ciudadanos celestiales, comenzando por su Rey, son personas humildes. Ellos se despojaron de todas aquellas ideas y principios presentes en los adornos y medios de llamar la atención a uno mismo, y del deseo de dominar sobre los demás, para vivir un nuevo estilo de vida, despojado de aquello que solo sirva de ornamento artificial e inútil para la belleza del carácter y de la salud natural. La Cena del Señor es el acto culminante de las ordenanzas. Por ese rito, con tristeza, recordamos de la muerte de Jesús por causa de nuestros pecados, pero también su promesa de que vendrá otra vez para una Cena en un ambiente inimaginable. Estaremos allá siendo servidos por nuestro Salvador. “Bienaventurados aquellos siervos a los cuales Recursos Escuela Sabática © su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles” (Lucas 12:37). ¿Cuándo podremos participar de esa cena? ¡Pronto, muy pronto! Prof. Sikberto R. Marks Traducción: Mario Dávila & Rolando D. Chuquimia RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © RECURSOS ESCUELA SABATICA http://ar.groups.yahoo.com/group/Comentarios_EscuelaSabatica http://groups.google.com.ar/group/escuela-sabatica?hl=es Suscríbase para recibir gratuitamente recursos para la Escuela Sabática Recursos Escuela Sabática ©