Cinco notas ibero-románicas relacionadas con el Libro conplido

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Cinco notas ibero-románicas relacionadas
con el Libro conplido
1. Castellano antiguo mercet
El prólogo del Libro conplido llama a Yehudá b.Mo é, respecto del Rey Sabio, «su
alfaquim e su mercet» (Hilty 1954:3a 23). La misma fórmula, aplicada a la misma
persona, aparece también dos veces en el Libro de las cruzes (Hilty 1955:33). No
quiero volver a hablar del arabismo alfaquim, al cual, hace algunos años, dediqué
un largo estudio (Hilty 1995). El objeto de la presente nota es el segundo sustantivo, mercet. Esta palabra no plantea problemas desde el punto de vista etimológico y fonético, pero sí desde el semántico. El magnífico Diccionario de la prosa castellana del Rey Alfonso X (Kasten/Nitti 2002) explica mercet en la fórmula citada
como «El que goza del favor de un jefe o rey», explicación seguramente atinada,
corroborada alias por una de las traducciones latinas del Libro conplido, que traduce la fórmula como «suus medicus et suus factura» (Hilty 1994:6). Factura, base
de la palabra castellana hechura, tiene claramente el sentido indicado por el diccionario alfonsí. Pero ¿cómo llegó la palabra mercet, que en el mismo prólogo del
Libro conplido aparece con su sentido normal de ‘favor, gracia’, a designar la persona que recibe el favor, la gracia?
En un estudio publicado un año después de mi edición del Libro conplido intenté dar una respuesta a este interrogante (Hilty 1955:33-36). Cité la frase siguiente, que aparece en el mismo Libro conplido: «E si el sennor de la .II.a casa
fuere en la .X.a casa, uiuira de mercet del rey e ganara de su parte» (Hilty
1954:200a l6-l8), añadiendo que, en la construcción «vivir de merced del rey», un
cambio de la función de la preposición podía producir el sentido en cuestión. Para
admitir tal cambio, sin embargo, sería necesario conocer en la lengua medieval
ocurrencias de la preposición de con el sentido de ‘en calidad de’, sentido que tiene la preposición por ejemplo en giros modernos como «estar de capitán, hacer de
gobernador», etc. Es verdad que en su estudio gramatical del Cantar de mio Cid
R. Menéndez Pidal cita algunos ejemplos de la preposición de con el sentido indicado (Menéndez Pidal 1944:380), pero en ninguno de los casos citados el complemento de la preposición designa una persona. Por eso, no consideré segura la
explicación dada y, en una nota final, añadí que el carácter bifronte de la palabra,
que en el mismo prólogo del Libro conplido aparece con los dos sentidos de ‘favor’ y ‘receptor de favor’, me hacía pensar en ciertas estructuras léxicas del árabe
y que habría que buscar la solución del problema quizá en esa dirección.
Desde la publicación de mi estudio ha pasado casi medio siglo. Nadie – que yo
sepa – ha intentado, en todo este tiempo, explicar el origen del sentido que tiene
mercet en los ejemplos señalados. Por eso, quiero volver a estudiar el problema,
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apoyándome para ello en tres ejemplos que no conocía en 1955. El primero está
registrado en el recién publicado Diccionario español de documentos alfonsíes
(Sánchez 2000:273). Aparece en un documento por el cual Alfonso X aprueba en
Sevilla, el 22 de febrero de 1263, el deslinde de términos de Bella y Lucena con Benamejí. He aquí el texto:
. . . al muy noble sennor don Alfonso por la gracia de Dios rey de Castiella e de Leon yo alcayd Aboambre de Ecija uuestro uasallo e uuestra mercet e yo Johan Perez el Elechan uuestro omne e uuestra mercet . . . besamos uuestras manos e uuestros pies como a sennor en cuya
mercet biuimos.
El citado diccionario define así las dos primeras ocurrencias de mercet en este
texto: «Nombre que una persona se da a sí misma respecto de otra para mostrarle respeto y rendimiento.» Esta explicación podría inducir a creer que el empleo
de la palabra mercet con el sentido de ‘receptor de favor’ sería el resultado de un
acto individual y consciente que produciría ad hoc el sentido cuyo origen estamos
buscando. No creo que sea así. Antes bien, el texto, que contiene también una ocurrencia de mercet en su acepción normal, parece probar sólo la existencia de las
dos acepciones en la estructura semántica de la palabra. En la misma dirección
apuntan los otros dos ejemplos nuevos, registrados en la segunda edición del Tentative Dictionary of Medieval Spanish (Kasten/Cody 2001:462). Se encuentran en
las partes I y IV de la General Estoria de Alfonso el Sabio y prueban que la acepción en cuestión estaba integrada en la estructura semántica de la palabra mercet
en el siglo XIII. He aquí los textos:
E uinieron a Moysen, e dixieron le: «Tu merced somos nos, e contamos todos aquellos que nos
diestes tu e los linages del pueblo de Israel, e por uuestro mandado fueron en la batalla de guisa que nin uno non fallescio . . . » (Solalinde 1930:696a 3-7)
. . . so sennor el Rey cuyo priuado el era & merced (General Estoria IV, fol. 51a, 3-4, cf. Kasten/
Nitti/Anderson 1978)
En vista de todos estos ejemplos, volví a mi antigua idea de buscar la solución del
problema en la posibilidad de un calco semántico del árabe. Discutí la idea con el
arabista Federico Corriente y mi amigo me llamó la atención sobre la raíz sn ‘hacer’ y el sustantivo san ah, que según el diccionario de Kazimirski tiene, entre
otras, las siguientes significaciones: ‘action, oeuvre; bienfait, faveur, grâce; créature, protégé, élève’ (Kazimirski 1860:1377). Además de la acepción general de ‘acción’, el sustantivo árabe tiene, pues, precisamente las dos acepciones que presenta mercet en los textos citados: ‘favor’, por un lado, y ‘persona favorecida’, por el
otro. No cabe duda de que con esto hemos hallado el origen del sentido ‘receptor
de favor’ que aparece en los ejemplos citados: es un calco semántico del árabe, que
existe en la lengua alfonsí de manera más o menos generalizada, ya que aparece
en obras científicas, en obras históricas y en documentos notariales.
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Y quizá haya más: hemos citado la traducción latina del prólogo del Libro conplido, donde mercet se traduce por factura, base de la palabra castellana hechura.
La historia de factura ⬎ hechura puede explicarse dentro del ámbito latino-romance. Ya en latín clásico factura designaba tanto el acto de hacer (factio, operatio ) como, por metonimia, el resultado de este acto (figura, facies, statura). Sobre
todo en autores cristianos adquiere las dos significaciones específicas, correspondientes a las dos indicadas, de creación por un lado y creatura por el otro (cf. ThLL
s. factura). Partiendo de esta última acepción se puede llegar a la que tiene hechura, a saber ‘una persona respecto de otra a quien debe su empleo, dignidad y fortuna’. Sin embargo, ya que la raiz árabe que significa ‘hacer’ fue el punto de partida para el calco semántico estudiado en esta nota, calco que equiparó mercet a
hechura, podemos preguntarnos si la historia de factura ⬎ hechura no ha sufrido
también, por lo menos en parte, el influjo de la raíz árabe sn ‘hacer’, en el sentido
de que una evolución semántica, posible, en principio, en el ámbito latino-romance, fue favorecida o incluso provocada por el modelo de la palabra árabe san ah.
2. Influencias árabes en la sintaxis del Libro conplido
En 1996 Álvaro Galmés de Fuentes publicó la segunda edición, «corregida y aumentada» de su tesis doctoral sobre las Influencias sintácticas y estilísticas del árabe en la prosa medieval castellana (Galmés 1996). No es mi intención reseñar aquí
esta edición ni quiero aludir a las correcciones y adiciones con respecto a la edición de 1956 (Galmés 1956), ni aún menos comentar las dos notas (p. 16 N19 y p. 19
N26) por las cuales el autor intenta sacudirse de encima el reproche que se le había
hecho de haber plagiado, en los párrafos «Orígenes de la prosa literaria española»
y «Técnica de las traducciones alfonsíes», varios pasajes de mi «Introducción» a la
edición del Libro conplido en los iudizios de las estrellas y de haberse presentado,
injustificadamente, como descubridor del «emendador» y de las notas marginales
del manuscrito del Libro conplido en las cuales aparece este importante personaje del escritorio alfonsí (cf. Hilty 1984; Hilty/Galmés 1986). Lo único que deseo
es examinar dos párrafos de la nueva edición de la memoria doctoral de A. Galmés en los cuales critica mi edición del Libro conplido, diciendo que yo presentaba un texto incorrecto por no haberme dado cuenta del influjo árabe en los pasajes en cuestión.
El primer caso lo hallamos en el capítulo titulado «Expresión de la idea de un
sujeto indeterminado y general» (p. 143-69), en uno de cuyos párrafos A. Galmés
trata de mostrar que bajo el influjo del árabe en castellano la tercera persona del
singular activo puede también expresar una idea impersonal (p. 153-61). Para ilustrarlo, cita – entre otros – tres ejemplos extraídos del Libro conplido (p. 159). El
tercero es éste: «e yo digo que deve catar en este capítulo» y el autor añade en nota:
«Obsérvese que en este último ejemplo G. Hilty, al no tener en cuenta el valor impersonal de la 3.a persona del singular, añade en su edición una n al verbo «deven»,
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de todo punto innecesaria.» Que la n sea necesaria o no para el Sr. Galmés, no me
interesa. Como editor he tenido que publicar un texto basado correctamente en el
manuscrito. Y en el manuscrito hay una abreviatura absolutamente clara por encima de la e, abreviatura que tiene que resolverse en n. Con un poco más de cuidado y leyendo el párrafo dedicado a las normas de transcripción en la «Introducción» de mi edición (p. lviii-lx), el Sr. Galmés habría podido darse cuenta de
que la n no es invención de un pobre editor que no sabe árabe, sino que está en el
manuscrito, si bien en forma abreviada.
Visto que este ejemplo no encaja en el contexto de la tercera persona del singular activo en función impersonal, he examinado también los otros dos ejemplos
del Libro conplido que el autor cita en el mismo párrafo. Helos aquí (corrijo entre paréntesis los errores de transcripción):
E ayúdale (ayuda te) otrossí en la significatión d’aquel por quien demanda de las planetas
estrannas en la VII casa e del sennor de la VII (VII casa) maguer non (no) la cate.
E quando el significador fuera (fuere) en su decaimiento e llega a alguna planeta e aquella
planeta non oviere en el logar del significador parte nin dignidat ninguna, es en semeiante del
que (qui) pide por Dios a qui non conosce (connoce) e dal ración de pan.
Estoy convencido de que estos dos ejemplos tampoco prueban lo que les quiere
hacer probar el autor. Para mostrar que cate no tiene sentido impersonal basta citar la frase que precede y cuya construcción es paralela:
E ayuda-te en la significacion del demandador de las planetas que fueren estrannas en el ascendente e del sennor del ascendente, maguer que non cate al ascendente.
En esta frase la forma cate tiene un claro sujeto, a saber, el señor del ascendente.
Del mismo modo, en la frase que sigue (la que cita A. Galmés) la forma cate no es
impersonal. Su sujeto es el señor de la VII casa, y en el último ejemplo, la forma dal
(= da-le) tampoco es impersonal, siendo su sujeto a qui non connoce.
Los tres ejemplos del Libro conplido destinados a mostrar que bajo el influjo
del árabe la tercera persona del singular activo puede tener sentido impersonal están mal interpretados y no prueban lo que tendrían que probar. No discuto el problema en sí. Digo sólo que el reproche que me hace A. Galmés es injustificado y
que los ejemplos sacados del Libro conplido no sirven para su argumentación.
Aún en otro contexto A. Galmés me reprocha no haber publicado un texto correcto por no tener en cuenta el influjo de la sintaxis árabe. Se trata del fenómeno
de la aparición de la copulativa en la apódosis. A. Galmés cita cuatro ejemplos extraídos del Libro conplido para ilustrar este fenómeno (p. 190s.). En uno de los cuatro casos hay una nota que critica mi edición. He aquí el ejemplo y el comentario:
Et si la infortuna fuere a amos e non ovieren catamiento de fortuna, et dannas el cuerpo. Comentario: G. Hilty, sin entender este giro, suprime la copulativa de la apódosis.
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Que un editor suprimiera una palabra del manuscrito sin indicarlo, sería bastante
grave. El Sr. Galmés, sin embargo, que no parece ser muy versado en paleografía,
no se ha dado cuenta de que el mismo copista había suprimido la abreviatura de
la conjunción, subpunteándola.
Como en el caso anterior, he examinado los demás ejemplos sacados del Libro
conplido para ilustrar la presencia de la copulativa en la apódosis. He aquí esos
ejemplos:
Si Mars fuere en signos de fuego et en términos de fuego o Saturno en los signos de tierra et
en los términos térreos, et segund este judizio se camian los colores.
Et si fueren contrarios et diversos e destruyen los unos a los otros, et será la significación e la
fuerça e la victoria del más fuerte e del más firme e del más fortunado dellos.
quando llegare aquel que significó por su llegamiento la muerte al grado daquel a quien se llegó corporalmente o a los grados de las quadraturas, et estonce será la ora de la muerte.
Los tres ejemplos no tienen nada que ver con la presencia de la copulativa en la
apódosis. Para comprender el primer texto, hay que tener en cuenta el texto que
precede. Lo cito según mi edición:
E si fuere el termino infortuna e entra en el planeta infortuna, puia en su mal e en su infortuna
e en su danno, e mayor miente si fuere el signo conuiniente a la planeta en su natura e en su qualidat. Exiemplo d’esto: si Mars fuere en signos de fuego e en terminos de fuego, o Saturno en los
signos de tierra e en los terminos terreos. E segund este iudizio se camian los colores (p. 7a).
Es evidente que «E segund este iudizio . . . » no es una apódosis. Además, la conjunción e está escrita con letra mayúscula. El segundo ejemplo está mal transcrito
por el Sr. Galmés en un punto esencial (además de otras pequeñas incorrecciones
de transcripción): la conjunción e entre «diuersos» y «destruen» no existe en el manuscrito, y en su lugar sólo hallamos un signo de puntuación, por lo visto mal interpretado por el Sr. Galmés. Para interpretar correctamente el último ejemplo,
hay que conocer otra vez el texto que precede:
El tiempo de la muerte sera quando se ayuntare el almubtez del ascendente o la Luna con el
sennor de la casa de la muerte o con la infortuna que lo infortuno, o que llegue a su quadradura o a su opposicion; estonce sera el tiempo de la muerte, e mayor miente si aquella signification fue por atal llegamiento que ouo entr’ellos. E si por otra manera fue, sera la ora de la
muerte quando llegare aquel que significo por su llegamiento la muerte al grado d’aquel a
quien se llego corporal miente o a los grados de las quadraduras, e estonce sera la ora de la
muerte (p. 66a).
Como se ve, tampoco este último ejemplo puede ilustrar el fenómeno de la presencia de la conjunción copulativa en la apódosis.
Al principio de esta nota he dicho que no iba a hacer una reseña del libro de
A. Galmés. Lo que he hecho ha sido únicamente examinar dos pequeños párrafos,
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escogidos porque en ellos, al citar ejemplos del Libro conplido, el autor creyó necesario criticar mi edición y poner en duda mis conocimientos del árabe. El resultado de mi examen es negativo. Ninguno de los siete textos del Libro conplido demuestra lo que el autor desea demostrar con ellos. No hago ninguna extrapolación
a los demás ejemplos del Libro conplido, que son unas tres docenas, ni muchísimo
menos a los ejemplos extraídos de otras obras. Insisto, sin embargo, en el hecho
siguiente: para descubrir influencias árabes en la prosa medieval castellana hay
que apoyarse en textos castellanos correctamente leídos desde el punto de vista
paleográfico y correctamente interpretados desde el punto de vista filológico.
3. Portugués antiguo xamoço
En la actualidad estoy preparando la edición de las partes 6 a 8 del Libro conplido. De la Parte Séptima no se conserva la versión castellana, pero sí una traducción judeo-portuguesa de principios del siglo XV (Hilty 1982), que puede servir
para colmar la citada laguna. El texto judeo-portugués presenta unos elementos
léxicos dignos de ser examinados más de cerca. En el capítulo 52, por ejemplo,
leemos la frase siguiente:
E sabias que quando a Lua for quitando-se de fortuna e chegando a infortuna e aquela infortuna for en signo de forma de bestigo, aquela besta sera xamoça e mordedor e feridor.
El adjetivo xamoço no está registrado – que yo sepa – en ningún diccionario. He
aquí la forma hebrea del manuscrito: aswma . En cuanto a cuatro de las seis letras,
la interpretación fonética no ofrece lugar a dudas: en la primera y en la tercera sílaba la alef representa una a. La interpretación de la mem (= m) y de la samech
(= ç) también es segura. La única inseguridad reside en la transcripción de la consonante inicial y de la vocal tónica. En el manuscrito de la versión judeo-portuguesa del Libro conplido, la schin corresponde tanto a s como a x y la ho, tanto a
o como a u.
¿Cuál es el sentido y cuál el origen de la palabra? Del contexto se puede deducir
que se trata de una bestia brava, intratable, y esta significación nos orienta hacia un
adjetivo árabe que encaja perfectamente en el contexto citado: el árabe andalús amús (clásico am s)‚ ‘intratable, desobediente’, del cual deriva también el catalán
eixamús (Corriente 1999:304; DECat., s. eixamús y xamós). En cuanto a la fonética, la consonante inicial tiene que ser entonces x-, la vocal tónica puede ser o o u,
visto que los arabismos del portugués presentan ambos reflejos de la árabe (Steiger 1932:351-356). Hasta que se encuentre un ejemplo de este arabismo transcrito
en alfabeto latino o testimonios de un uso todavía vivo de la palabra, no sabremos,
pues, si la forma del adjetivo portugués es xamoço o xamuço. Si esta pequeña inseguridad no reviste importancia alguna, sí me lo parece, sin embargo, el descubrimiento de este arabismo hasta ahora no registrado en la lexicografía portuguesa.
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4. Portugués antiguo engalho
En el capítulo 101 de la Parte Séptima de la versión judeo-portuguesa del Libro
conplido leemos:
(La mansión lunar 22 ) é maa pera conprar servos, que o servo que i for conprado fara mal a
seu senhor ou fugira e sera perfioso e mau, e é boa pera entrar en nave, salvo que sinifica que
lhes auira engalho e cousas semelhantes . . .
¿Qué quiere decir engalho? Para responder a este interrogante podemos consultar, afortunadamente, las dos traducciones latinas del Libro conplido, basadas,
como la versión judeo-portuguesa, en el original castellano, no conservado para la
Parte Séptima. He aquí los textos latinos del paso que nos interesa:
. . . accident ei magne inuolutiones anime sue pro magna uoluntate quam habebit redeundi
(Aegidius de Thebaldis et Petrus de Regio)
. . . accidet eis mala revolutio sue anime propter saporem revertendi (Alvarus)
Según estas traducciones, engalho parece significar ‘nostalgia’. Sin embargo, el
Grande dicionário da língua portuguesa de António de Morais Silva (Morais 194958, s. v.) indica como única significación de la palabra engalho ‘sedução, engano’, y
el Dicionário etimológico da língua portuguesa de José Pedro Machado (Machado
1967, s. v.) cita un solo ejemplo de engalho, perteneciente al Cancioneiro Geral, en
el cual la palabra tiene efectivamente el sentido de engaño. Los demás diccionarios
consultados ni siquiera registran la palabra. ¿Tenemos que rechazar la idea de atribuir a engalho el sentido de ‘nostalgia’? Creo que no. El punto de partida de nuestra argumentación es la palabra galho. La base etimológica de esta palabra es *galleus, adjetivo derivado de galla ‘agalla’. El sentido de *galleus será ‘en forma de
agalla’, y esto significa ‘en forma de excrecencia, de protuberancia’. El diccionario
de Morais registra para galho las acepciones siguientes (Morais 1949-58, s. v.)
1. Ramo de árvore
2. Parte do ramo que fica ligada ao tronco depois de partido o mesmo ramo; esgalho
3. Cacho, escádea
4. Cada grupo ou monte de cartas de um baralho
5. Chifre dos ruminantes
6. Briga, barulho
7. Ódio, zanga
8. Emprego ou ocupação subsidiária que se exerce em horas vagas do principal;
biscate, gancho
No resulta difícil imaginarse cómo las acepciones 1 a 5 han podido desarrollarse
desde una base semántica ‘excrecencia/protuberancia’. También para la acepción
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8 tal desarrollo parece posible, visto que el trabajo en cuestión es algo adicional,
que excede del trabajo normal. Para las acepciones 6 y 7 habrá que partir de la idea
de un exceso, de una superabundancia en el campo emocional. No se trata de presentar aquí un análisis semántico exhaustivo de la palabra galho y de estudiar la
historia de sus diferentes acepciones. Basta reconocer que éstas pueden proceder
de una base común, formada por la idea de excrecencia/protuberancia. Es más, las
siguientes acepciones – no registradas aún en el diccionario de Morais y presentes
en el nuevo Dicionário da Língua Portuguesa Contemporânea de la Academia das
Ciências de Lisboa 2001 – no restan un punto de validez a esta afirmación:
–
–
–
–
–
O que atravanca o caminho; o que impede a livre circulação
Náut. Cabo com que se manobra o pau da carga
Zool. Espinho que se encontra no bordo superior de certos peixes
Bras. Fam. Ligação extraconjugal
Bras. Fam. Dificuldade, problema ou complicação
La situación cambia si enfocamos el verbo engalhar, del cual, según el diccionario
etimológico de J. P. Machado engalho sería un derivado regresivo (Machado 1967,
s. v.). El diccionario de Morais distingue entre dos verbos homónimos, uno derivado de galho, y otro cuya relación con galho le parece dudosa. El primero significaría ‘meter o meterse entre galhos, entalar-se’. Para el segundo se indican las
acepciones siguientes (Morais 1949-58, s. v.):
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Ant. Embaraçar, estorvar; impedir
Enganar; seduzir
Provinc. Entreter, distrair; desenfadar; desviar, engalhopar
Espalhar
Assalariar
Provinc.tras. Rabujar a criança, agitando os braços
Si hallar un denominador común para todas estas acepciones sería difícil, más aún lo
sería determinar en todas y cada una de ellas su relación semántica con galho. Es cierto que quizá las ideas de ‘embaraçar’ y de ‘impedir’ podrían relacionarse con la significación básica de galho,y se podría establecer también un vínculo entre la idea de ‘assalariar’ y la de ‘emprego ou ocupação subsidiária’. Además, el ejemplo más antiguo
de engalhar, citado por J. P. Machado (Machado 1967, s. galho), podría quizá relacionarse con la significación básica de galho. Se trata de un paso del Leal Conselheiro de
D. Duarte que reza así: «Porém, conhecydo pellos padres antigos nom engalhavam
algũu pera seer frade ou irmytam . . . ».El editor explica engalhar por ‘exercer pressão’
(Piel 1942:164). Sin embargo, todo esto no pasa de ser hipotético y no nos hace avanzar en la explicación de engalho con el sentido de ‘nostalgia’. Nos muestra sólo que el
verbo engalhar no puede ser el punto de partida para la explicación que perseguimos
y que éste ha de buscarse en el sustantivo galho con su significación básica. El sentimiento de la nostalgia, de la morriña es como una excrecencia interior, una excrecencia en el alma o el corazón. En este sentido, uno de los textos latinos habla de «in-
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volutiones animae».Y no se trata de una explicación gratuita,ya que está probada por
otra lengua románica, el retorrománico. En Suiza, los términos para expresar la nostalgia son increschantüm/increschantüna en engadinés y encarschadetgna en sursilván
(DRG s. increschantüm). Formas correspondientes existen en el retorrománico de las
Dolomitas. La base de estas palabras es un sustantivo derivado del verbo latino increscere. Tenemos aquí el mismo prefijo in- y la misma idea de algo que crece en el
hombre que sufre de nostalgia, un sentimiento que invade y colma el alma, que amenaza con hacer estallar el corazón y que aprieta la garganta.
En este sentido, la palabra engalho en su acepción de ‘nostalgia’ puede explicarse perfectamente. Sería interesante saber si aparece también en otros textos portugueses.
5. Portugués antiguo barilhar
En el capítulo 90 de la Parte Séptima de la versión judeo-portuguesa del Libro
conplido leemos:
« . . . el (= Mercurio) é sinificador de toda mestria e moor mente das mestrias sutiis, assi como
fazer etstorlab (= astrolabio) ou barilhar ou debuxar ou pintar.
¿Qué quiere decir barilhar? Las traducciones latinas muestran claramente que tiene que ser una variante de burilar, ya que emplean los verbos sculpere y foradare.
Para explicar esta variante, tenemos que explicar primero el sustantivo buril, base
del verbo burilar.
Desgraciadamente, la etimología de buril está lejos de ser clara. W. von Wartburg quiere derivar buril de la palabra longobarda *boro ‘taladro’, que en italiano
habría dado primero *borone y luego, con cambio de sufijo, burino. Esta forma se
habría difundido a las demás lenguas románicas como término de artesanía (FEW
15/1:191-92). Con esta explicación W. von Wartburg se opone a J. Corominas, para
quien el centro de irradiación de buril fue Cataluña y la base etimológica, la raíz
prerromana indoeuropea *bhor- ‘perforar’, base también del verbo latino forare
(DECat., s. +bora/borar; cf. también DCECH, s. buril).
Ninguna de las dos explicaciones es aceptable. Lo muestran las primeras atestaciones. Helas aquí:
castellano: borillador (1254), borillar/burillar (1256), buril (1272-1275) (cf. Kasten/
Nitti 2002, s. v.).
portugués: barim (1359), barilhar (1411), buril (1606) (cf. Machado 1967, s. buril,
y texto arriba citado).
catalán: borí (1401-1409) (cf. DECat., s. + bora/borar).
francés: burin (1420) (cf. FEW 15/1, s. *boro).
italiano: burino (1427), bollino (1447) (comunicación personal de Max Pfister).
occitano: burin (1506) (cf. FEW 15/1, s. *boro).
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Es evidente que las atestaciones más antiguas se encuentran en castellano y en
portugués, lo que, a mi modo de ver, excluye un origen longobardo/italiano.Ya que
la primera atestación catalana también es un siglo y medio posterior a las formas
alfonsíes, parece improbable que haya de buscarse el centro de irradiación en
Cataluña. Para explicar la palabra tenemos que partir de las formas castellanas y
portuguesas.
Analizando estas formas, echamos de ver que la sílaba inicial aparece en las tres
variantes bar-, bor- bur-. Las formas con a pueden despertar un interés especial. La
primera de ellas (barim) se cita en el Elucidário de Fr. Joaquim de Santa Rosa de
Viterbo, sacada del pasaje siguiente del Instrumento de Pendorada de 1359: «Tres
escudelas de prata chaans, com os sinaaes do dito Vasco de Sousa, feitos ao barim»
(M. Fiúza 1993/II:21). En sus «Observações ao Elucidário do P.e Santa Rosa de Viterbo» J. Leite de Vasconcellos se preguntó si no habría que corregir barim en burim (RLu. 26 [1925-27]:124) y J. P. Machado opina que la forma tiene que ser, efectivamente, burim y que la a de barim es el resultado de un «lapso» (Machado 1967,
s. buril). En vista de la forma barilhar, en la cual la existencia de la a, transcrita con
alef, es segura, esta opinión se revela equivocada. Además, la a de barilhar es significativa: según toda probabilidad, el original castellano traducido por el judío portugués contenía la forma borillar o burillar, más probablemente borillar, porque en
el Libro Quinto aparece la forma borillador (Hilty 1954:271a 53). El traductor
cambió, pues, la vocal conscientemente. Por eso, conviene tener muy en cuenta las
formas con a en el intento de buscar el origen de buril.
Otro hecho importante para este intento: desde las primeras atestaciones la
palabra es un término técnico con un sentido bien definido, designando un instrumento puntiagudo que sirve para grabar líneas en los metales. Posibles evoluciones semánticas o traslados metafóricos tendrían que haberse producido con bastante anterioridad a los primeros testimonios castellanos y portugueses. Además,
las formas en bar- excluyen una relación de préstamo luso-castellana.
Último punto importante: la pluralidad de sufijos (-il e -in) muestra que el punto de partida para la explicación etimológica tiene que ser un sustantivo y no un
verbo, del cual el sustantivo sería un derivado regresivo.
En mi opinión, la base etimológica ha de buscarse en la palabra latina veru ‘asador, dardo’, combinada con el sufijo diminutivo -illu, combinación, a mi modo de
ver, oriunda de Al-Andalus. He aquí la justificación de esta propuesta:
– En primer lugar, resulta plausible que, dados la popularidad y el prestigio de los
artesanos andalusíes, sus técnicas y, con ellas, los nombres de sus instrumentos
se propagasen hacia el Norte.
– Desde el punto de vista semántico se comprende perfectamente que al buril se
haya dado el nombre de ‘pequeño asador, pequeño dardo’.
– Para llegar a las citadas formas con a la evolución fonética no plantea problemas: la transformación de la sílaba pretónica er en ar se documenta en muchísimos casos.
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– En cuanto a la evolución v ⬎ b, en el romance andalusí «tenemos indicios generalizados de la confusión de /v/ con /b/» (Corriente 2000-01:224). Se puede
añadir que las dos evoluciones er ⬎ ar y v ⬎ b aparecen también en la palabra
barrena, que procede igualmente del romance andalusí y cuya base etimológica
pertenece a la misma raíz que la que propongo para nuestro término (cf.
DCECH s. barrena).
– El sufijo -illu es el sufijo diminutivo principal en todo el léxico conservado del
romance andalusí. Para verlo basta consultar el glosario botánico de Abulxayr,
estudiado recientemente por F. Corriente (Corriente 2000-01). El resultado
más frecuente es -el, pero «existe también un alomorfo {-íl}, fem. {-íla}» (Corriente 2000-01:232).
– En cuanto al sufijo -in, que aparece por primera vez en la forma portuguesa
barim de 1359, no puede tratarse del sufijo latino -inu en evolución regular portuguesa, cuyo resultado sería -%o ⬎ -inho. Más bien es de suponer que en el romance andalusí hayan coexistido dos formaciones diminutivas, una con -illu ⬎
-il, otra con -inu ⬎ -in . Los diminutivos en -in(o) son también frecuentes en el
romance andalusí (cf. Corriente 2000-01:233) y a veces los dos sufijos se combinan con un mismo sustantivo, como por ejemplo en gœattíl y gœattíno (Corriente 2000-01:232 y 233)
– Las evoluciones mencionadas explican las formas con la sílaba inicial bar-.
¿Cómo explicar aquéllas en bor- y en bur-? Creo que estas formas han sufrido
el influjo de la familia latina de forare (forare, foratu, foramen, etc.). Los descendientes de esta familia presentan, en las lenguas y dialectos de la Península
Ibérica, una duplicidad de resultados en la vocal de la sílaba inicial. En parte es
o, en parte es u, sin que exista una explicación plenamente satisfactoria del segundo resultado, que es irregular (cf. DCECH s. horadar). Esto, sin embargo, no
resta nada al hecho de que los reflejos de forare presentan -or y -ur en la sílaba
inicial, del mismo modo que boril y buril, y desde el punto de vista semántico un
influjo de la familia de forare sobre *baril se puede justificar sin dificultad. Una
prueba de ello se encuentra incluso en el texto del Libro conplido que constituye el punto de partida de esta nota: en una de las traducciones latinas la
correspondencia del verbo barilhar es foradare.
La forma barilhar de la versión judeo-portuguesa del Libro conplido me ha hecho
replantear el controvertido problema del origen de buril: espero haberle dado, con
esta propuesta, una solución satisfactoria.
Oberrieden/Zürich
Gerold Hilty1
1 Agradezco cordialmente a mi amiga Itzíar López Guil la revisión estilística que ha hecho
del texto de este estudio.
Cinco notas ibero-románicas relacionadas con el Libro conplido
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