El Santuario de la Mariposa Monarca, patrimonio de la humanidad Millones de mariposas entrelazan sus alas y sus cuerpos para dar lugar a uno de los espectáculos naturales más impresionantes en América Latina; una escena de inigualable color, cálida y sugerente comparable a un torbellino de fuego, así es el santuario de la mariposa monarca. Ejemplo de mimetismo, la monarca nos muestra como adaptarse para mantener su especie... Un fragante bosque de oyameles enclavado en las frías sierras de México, de Mechoacán, sirve de refugio a millones de mariposas que desde Canadá emigran anualmente hacia el sur, huyendo del gélido invierno. Aunque las migraciones son comunes en el reino animal, el viaje de la Monarca es quizá el más asombroso, por ser el único en todo el mundo en que un frágil y efímero insecto recorre más de cinco mil kilómetros guiado por una curiosa y enigmática brújula interior. La ruta más importante de migración es la que, desde el sureste de Canadá, pasa al este de las Montañas Rocallosas hasta llegar a la parte central de México. Se calcula que unos treinta y cinco millones de ejemplares arriban cada año al santuario: El Campanario. La experiencia al caminar entre ellas resulta increíble y hasta mística, se trata de una verdadera y completa comunión con la naturaleza. El oyamel es ampliamente conocido como el arbolito o pino de navidad, este árbol también se conoce como abeto y su nombre científico es Abies religiosa, porque los purépechas (indígenas de la zona) usaban las puntas de sus ramas en importantes ceremonias de culto. No se ha determinado con exactitud qué motiva a la Monarca a realizar un viaje tan largo y agotador hasta aquí. Con una altura de 3.300 metros sobre el nivel del mar, la región tiene un clima templado, subhúmedo, con temperaturas que oscilan entre los 10° y 15°C muy similar a la de su hábitat en el Canadá. Es de suponer que son varios los factores que determinan el mencionado comportamiento. Uno de ellos es la protección que le brinda el bosque contra el viento y los rayos solares. Otro factor determinante es la abundancia de asclepiadáceas, un género de arbustos y plantas o vegetales herbáceos de gran importancia en el ciclo vital de la Monarca. La distribución de la mariposa monarca es controlada por la distribución de asclepiadea, que regula su densidad en una zona determinada, y se piensa que por esta planta las monarcas emigran largas distancias cada año. Donde se encuentra la mariposa monarca, encontrará también asclepiadea: verdadero ejemplo de coevolución. Se sabe que con el aumento de la temperatura ambiental, los órganos sexuales maduran y para el mes de febrero comienza el apareamiento, coincidente con la época de floración de la mayoría de las plantas de esa región. Curiosamente, los lugares a los que llega la Monarca se encuentran alrededor de una de las zonas mineras más antiguas de México. Los compuestos de hierro que se obtienen en ésta, tienen propiedades magnéticas. Se especula que esto podría ser importante en la orientación de las mariposas en su vuelo hacia el sur, como una especie de faro magnético que las guía hasta el santuario. Como el resto de los lepidópteros, la Monarca (Danaus plexippus) pasa por las fases de desarrollo de huevo, larva, pupa y adulto. El ciclo se inicia unos diez días después del apareamiento, poco antes de que las mariposas emprendan el viaje de regreso. La hembra deposita unos cuatrocientos huevos en el envés de las hojas de las asclepidáceas protegerlos del depredadores. con sol, el la objetivo de lluvia los y Quince días más tarde emerge la larva (oruga) que es muy voraz y se alimenta de plantas con un alto contenido de glucósidos cardíacos, lo que la hace muy tóxica, mecanismo para controlar los depredadores, ya que el animal que la devora sufre vómitos y alteraciones cardíacas que pueden provocarle la muerte. Esta toxicidad la conserva el adulto y lo protege de las aves depredadoras. No obstante, algunos animales han desarrollado mecanismos de inmunización que les permite comer las mariposas sin sufrir daño alguno. Cuando concluye la etapa de larva, se convierte en pupa o crisálida; entonces se envuelve en una red de seda formando un capullo, donde permanece hasta transformarse en adulto. Algunas clases de mariposas, como la Virrey, se mimetizan para asemejarse a la Monarca y así confundir a los depredadores. Las mariposas adultas se posan muy juntas para conservar el calor y poder soportar el frío de la noche. Se cuelgan de las ramas de los oyameles, que se doblan ante el peso de los enjambres, y al extender las alas quedan entrelazadas como formando hermosos mantos amarillos, anaranjados. Un verdadero torbellino de fuego, metafóricamente hablando, que amenaza con incendiar el bosque. Prof. Julieta Rodríguez Fuente: Biología de Solomon - Villé Biología de Solomon – Berg Adaptación: Uruguay Educa