nan profundamente por ser dramáticos, absurdos y, por otra parte, inevitables, que lo ponen a uno en un estado de tragedia y de sufrimiento. Se enterneció “porque estaban agotados”.7 Todo este modo de actuar del Dios de Moisés, de Jesucristo, encontramos presente en la narrativa de los gestos, de las palabras, de los sueños, de los pensamientos y de las actitudes de Don Bosco en las Memorias del Oratorio.8 Sí, porque lo que Don Bosco escribe es fruto de su acción concreta, no de teorías o invenciones abstractas. Toda la pedagogía, todo el sistema educativo, todo el modo de acercarse y cautivar a los muchachos fueran vivenciados antes de ser teorizados y puestos por escrito. Como que Don Bosco entró en el corazón de Jesús y participó de su compasión pastoral por los jóvenes abandonados, 7 El griego usa dos verbos para decir fatigados y decaídos, no son adjetivos, sino participios de verbos en pasivo e indican consecuencias de acciones. Eskulménoi – en activo significa importunar, aburrir – se usa, por ejemplo en la narración de la hija de Jairo, cuando el padre le pide a Jesús el milagro y van a decirle: “Tu hija está muerta, no importunes más el Maestro” (Lc 8,49). Este verbo, pues, significa: presionar, importunar, insistir, y el pasivo indica uno que está sometido a continuas vejaciones, aburrido, frustrado, que continuamente ha sido engañado, limitado y ya no puede más. Jesús ve a las muchedumbres desalentadas: mucho más “fatigadas”. El otro verbo es errimménoi, y es el pasivo de rasgar: desbandadas, dispersas, como un rebaño que esta en unidad y luego es rasgado y los pedazos son lanzados lejos. Esto sucede, cuando faltando el pastor, las ovejas van por aquí y por allá: comienzan a correr, se afanan, luego suben y bajan, se echan por el suelo sin saber qué hacer, a dónde ir, en dónde comer, en dónde beber: es el efecto de la dispersión. Ahora Jesús ve así a su pueblo y, podríamos decir, así ve a la humanidad. Cf. CARLO M. MARTINI. Itinerario Espiritual del Cristiano. Pueblo mío, sal de Egipto. 2ª edición. Ediciones Paulinas, Bogotá, 1986, 22-23. 8 Don Pascual Chávez escribe: «Nosotros Salesianos no podemos mirarlos sino como los miraba Jesús, con compasión, no debemos darles otra cosa que, como Jesús, el evangelio de Dios, y no tenemos otra cosa que hacer que, como Jesús, preocuparnos de sus necesidades». Carta «DA MIHI ANIMAS, CETERA TOLLE». Identidad carismática y pasión apostólica, ACG 394, julio-septiembre de 2006, 28. 24 C S R F P / S A L E S I A N I D A D dispersos, frustrados, desalentados.9 En esto también Don Bosco se asemeja a la actitud del Dios del Éxodo que no solamente dijo en Ex 3,7: «He visto la miseria de mi pueblo, he escuchado su grito, conozco sus sufrimientos», pero en el v. 8 dice: «He bajado para liberarlo de la mano de Egipto». Nos muestra que el propio Dios habla de una misteriosa participación personal en la historia del pueblo. Aquí podemos también vislumbrar un preludio a las palabras de Jesús: «He venido para que tengan vida»; el Hijo del Hombre vino, y bajó para dar la vida al mundo. La participación divina se ha convertido en coparticipación en la experiencia misma cotidiana del pueblo y de los sufrimientos de Cristo.10 A propósito de estas palabras de Jesús: «He venido para que tengan vida», recuerdo una explicitación de Pietro Braido sobre qué significaba para Don Bosco «vivir para ellos», es decir para los jóvenes: significa no sólo ofrecer cosas necesarias para la vida, pero con igual empeño responder a la necesidad innata de alegría. En el Oratorio migrante dos series de instrumentos están siempre juntos: utensilios de iglesia y de recreación. Así, es mejor expresarlo con descripciones de la realidad que sólo con fórmulas: el Oratorio es catecismo, pero de igual titulo es jardín de recreación. 9 Podemos decir que desde los inicios – en las praderas de los Becchi - el malestar juvenil (el aburrimiento, la soledad) se encuentra con la bondad acogedora y alegre de Juanito Bosco; la experiencia se repite en Chieri y luego en Turín. Ponía en practica lo que escuchó en el sueño de los 9 años: «A estos amigos tuyos no los vas a ganar con los golpes, sino con la mansedumbre y la caridad. Empieza ahora a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud». MO 6. 10 CARLO MARÍA MARTINI. Itinerario Espiritual del Cristiano. Pueblo mío, sal de Egipto. 2ª edición. Ediciones Paulinas, Bogotá, 1986, 54-56, 60. Las funciones de iglesia son constantemente combinadas y alternadas con los «divertimientos recreativos» (MO 52). Iniciar el Oratorio significa «hacer fiesta», celebrar la vida con alegría.11 Don Bosco entendió muy pronto que los muchachos necesitaban de respuestas urgentes y profundas, como escribe el Rector Mayor: «Nos preocupa especialmente llenar el vacío más profundo de su vida, ayudándolos en la búsqueda de sentido y sobre todo ofreciendo un camino de crecimiento en el conocimiento y en la amistad con el Señor Jesús, en la experiencia de una Iglesia viva, en el compromiso concreto de vivir su vida como una vocación».12 Sigue Don Pascual Chávez: «Los jóvenes sienten una gran necesidad de felicidad: ser felices es el sueño y el proyecto más grande que los jóvenes llevan en el corazón. Afirman el derecho a la diferencia, que supere la tendencia a la homologación de la sociedad globalizada y reconozca el valor de la experiencia vital por encima de toda ideología y doctrina. Tienen la exigencia de ser reconocidos y de ser protagonistas en la vida social, profesional y política».13 11 Cf. P. BRAIDO, «Memorie» del futuro, 121-122. 12 PASCUAL CHÁVEZ VILLANUEVA. Comentario del Rector Mayor al Aguinaldo 2012, 7. 13 Carta «DA MIHI ANIMAS, CETERA TOLLE». Identidad carismática y pasión apostólica, ACG 394, julio-septiembre de 2006, 20. En este contexto creo inevitable no hacer alusión al diálogo de Don Bosco, joven cura recién ordenado, con su director espiritual P. José Cafasso.14 Cuando estaba por terminar el trienio en el Convitto, Don Bosco tenía que decidirse por alguna de las posibilidades que se le presentaban para dedicarse del todo al ministerio sacerdotal. ¡Muchas y valiosas propuestas se le ofrecían! Pero, un día Don Cafasso le llamó y le dijo: «De manera que ha concluido los estudios. Ahora hay que ir a trabajar. Es tanta la mies en estos tiempos, ¿a qué cosa te sientes, especialmente inclinado?».15 14 «Don Cafasso, que ya desde hacía seis años me orientaba, fue ante todo mi director espiritual y se he hecho algún bien, se lo debo a este excelente sacerdote, pues desde el comienzo puse en sus manos todas las decisiones, los aspiraciones y las acciones de mi vida». MO 39. 15 «Lo primero que hizo (Don Cafasso) fue llevarme a las cárceles en donde pude conocer qué enorme es la malicia y la miseria de los hombres. Me sentí horrorizado al ver una cantidad de muchachos de doce a dieciocho años, sanos robustos, inteligentes, que estaban allí ociosos, roídos por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material. Estaban personificados en estos infelices la vergüenza de la patria, el deshonor de la familia y su propio envilecimiento. [...] Constaté, así mismo, en esas ocasiones, que las recaídas de muchos se debían a que estaban completamente abandonados. Fue cuando me pregunté: y ¿si estos chicos tuvieran afuera de la cárcel un amigo que se interesara por su bien, estuviera con ellos y los instruyera en la religión durante los días festivos, ¿no se reduciría al numero de los que vuelven a la cárcel?». MO 39. «Fue entonces cuando por propia experiencia pude comprobar que si los muchachos salidos de la cárcel encuentran una mano bondadosa que se ocupe de ellos, los acompañe durante los días festivos, les busque trabajo con algún honesto patrón y vaya a visitarlos durante la semana, estos jovencitos, olvidando el pasado, se entregan a una vida honrada y se hacen buenos cristianos y honrados S A L E S I A N I D A D / C S R F P 25