LA MAYOR CRISIS DE LA HISTORIA DEMOCRÁTICA DE ALICANTE Plataforma de Iniciativas Ciudadanas Ante el conocimiento del sumario del llamado “Caso Brugal”, en lo que afecta a actuaciones urbanísticas en Alicante, así como diversas declaraciones efectuadas en ese contexto, la PIC manifiesta: 1.- Como siempre que se alude a corrupción, hay que recordar que la presunción de inocencia actúa en el marco del procedimiento judicial, pero que, de ninguna manera, puede evitar que se difundan noticias y opiniones sobre los hechos conocidos. Por lo tanto no “declaramos” penalmente culpable a nadie, pero sí expresamos el rechazo más radical a los hechos conocidos que desvirtúan, hasta lo insoportable, la credibilidad de la política, la dignidad de la ciudad y la transparencia democrática. Reiteramos que uno de los mayores males de la situación actual, tan criticada por la ciudadanía, es la opacidad institucional, la cesión de decisiones a poderosos que no tienen legitimidad para adoptar acuerdos, la insolidaridad y el desprecio por las necesidades sociales y la confusión interesada entre lo público y lo privado. Por todo ello confiamos en que la Justicia establezca las responsabilidades que sean pertinentes, pero nosotros consideramos a los principales implicados como culpables de faltas muy graves a la más mínima ética pública. 2.- En el sumario aparecen informaciones de muy distinta índole, por lo que conviene no desviarnos a la anécdota. Aunque hay aspectos que merecerán estudios pormenorizados, porque apuntan a reuniones y personas cuyo papel no está claro, podemos entender que lo esencial es la presunta configuración de una relación estable entre un empresario, el anterior Alcalde y la anterior Concejala de Urbanismo y actual Alcaldesa, para influir en la toma de decisiones que afectan al urbanismo local, alterando, a veces, los procedimientos establecidos para ello. A ese grupo se sumaban, articuladamente o no, otras personas. No siempre el acuerdo definitivo suponía una ilegalidad porque, precisamente, lo que se intentaba era forzar la legalidad. Pero, al hacerlo, se vulneraban algunos de los principios básicos en los que se fundamenta el Estado democrático de Derecho, como los principios de legalidad, seguridad jurídica y, sobre todo, la prohibición de discriminación. Y es que el acceso y difusión controlada de información ha permitido la realización de negocios que, de otra manera, es posible que no se hubieran producido y que excluían el conocimiento suficiente de la ciudadanía, de la oposición y de otros empresarios. La opinión pública, como factor determinante de la democracia, era anulada a través de esos mecanismos de restricción de la información sensible. 3.- En ese marco, las alusiones repetidas a que el constructor implicado no obtuvo lo que deseaba son impropias –pues revelan, en sí, el acceso a la información- y no están probadas. El argumento lo da la propia Alcaldesa y ella debe demostrarlo. Pero con los datos conocidos no es creíble. Con el sumario hemos obtenido la confirmación de muchas intuiciones y denuncias que la PIC ha realizado en los últimos años y que sólo pudieron, entonces, ser el fruto de la deducción. Así, por ejemplo, lo que afecta al Plan Rabassa y la adecuación de la tramitación posterior (Ikea) a un calendario que no coincidía con los intereses públicos, las maniobras para la recalificación de la zona del Rico Pérez –paradas por la presión social- y diversos aspectos relacionados con los aprovechamientos urbanísticos en el PGOU. Sea como sea, el tipo delictivo alude a la difusión de la información, con independencia de su uso ulterior. Podemos llegar a creer que la Alcaldesa trató de frenar algunos abusos, pero nunca tuvo el valor o la dignidad suficiente para desligarse de esas presiones ni para romper con el círculo vicioso que, al fin y al cabo, es el mismo que le permitió acceder a la Alcaldía; y tanto más cuando la información, presuntamente, no estuvo al alcance sólo de Ortiz sino que la que continuó teniendo, con el consentimiento de Castedo, el anterior Alcalde, cuando ya no estaba legitimado para ello. La apelación de Castedo a que con el nuevo PGPU Ortiz vería reducido el control del suelo a un 30% -que ya es una cifra escandalosa- frente al 80% anterior, marca la más alta cota de patetismo: como si ese hecho –que ella, ahora, considera negativo- no se hubiera producido con su más que eficaz colaboración. Por lo demás no es en absoluto verosímil. 4.- El sumario ofrece el retrato de un circuito de personas que, al parecer, hacen y reciben regalos en relación con su cargo político. No es preciso buscar la relación estricta del pago del favor para entender que esa dinámica, arraigada por años, es la imagen viva de cómo se fraguaba una casta superpuesta a los intereses colectivos. Corresponde a los jueces decidir si hubo “recompensa” considerada ilícita, pero los ciudadanos no podemos dejar de entender que ese posible tráfico intenso de obsequios y promesas consolidaba un grupo que eludía a otros, que limitaba las expectativas de muchos, que blindaba –en nombre de la amistad- los tratos y que, en definitiva, arrasaba con la ética pública. 5.- Nos encontramos, con diferencia, con la mayor crisis de la historia democrática de Alicante: la insensibilidad, el fingimiento y el amiguismo aparecen encumbrados en la máxima institución local. Y ello en una ciudad con miles de parados, con comercios o pequeñas empresas que se van volviendo inviables por la desidia política o, sencillamente, ahora lo sabemos, porque no eran amigos de quien hay que serlo. No sabemos los daños que a la imagen de Alicante ha causado esta tropelía ni cómo todo esto ha afectado a un crecimiento económico sostenible, pero deben ser muy graves. A ello se suma la cobardía moral de algunas organizaciones empresariales, incapaces de denunciar aquello que, por fuerza, debían conocer. Y tampoco aventura nada bueno el silencio de colegios profesionales afectados y de otras expresiones de nuestra sociedad civil. Todo ello va a empujar a muchos ciudadanos a una mayor desafección de la política democrática, a la indignación y la crispación. Los responsables serán los mismos que lo son de esta inmoralidad. La PIC apoya las peticiones ya formuladas de retirada del PGOU y de creación de comisiones de investigación, y considera que los responsables políticos deberían buscar en sus bolsillos, a ver, si entre otras cosas, aún hallaran la suficiente dignidad como para presentar la dimisión. Manuel Alcaraz – Ernest Blasco – Carmen Juanatey – Óscar Llopis – Consuelo Navarro - Olga Fuentes – Josep Bevià- José María Perea – Juan Castillo - José Carlos Rovira – José Ramón Navarro Vera - Manuel Atienza – José María Asencio – José Ramón Giner - Mar Esquembre – Emilio la Parra – Miguel Louis –Josep Aguiló – Ramiro Muñoz – Gerardo Muñoz Nieves Montesinos - Josep Antoni Ybarra – Clemente Hernández - Mari Ángeles Moraga – Juan Antonio Ríos - Emilio Soler – Lluís Amat - Daniel González Lagier –Adolfo Celdrán – Eliseo Fernández – Adrián Martínez Ramos – Emilia Gómez – Llanos Rodríguez - Pere Miquel Campos – Ismael Vicedo – Juan Ángel Conca – Séfora Bou – Araceli Pericás – Quico Consuegra – María Teresa Agüero – Reme Amat – Mario Serra – Armando Etayo – Macario Alemany – Isidoro Manteca – Rafael Bonet