GI SCHOOL LEONARDO VARGAS ORFEBRERIAPRECOLOMBINA QUIMBAYA Los orfebres del periodo Quimbaya crearon, en las templadas vertientes del río Cauca, un arte naturalista. Sus poporos inspiran en formas vegetales otros retratos de rostros serenos y poses hieráticas en cuyo interior se han hallado fragmentos de huesos calcinados. Maestros de la fundición en cera perdida, moldeaban sus piezas con cera de abejas y luego cubrían el modelo con arcilla; al calentar, el molde la cera dejaba su forma en el interior, la aleación de oro y cobre o tumbaga, vertida en el molde, tomaba la forma que había tenido en el molde de cera. Estas culturas fueron las primeras en trabajar el metal, el cual encontraban en los ríos. Hacia comienzos de nuestra era estas sociedades vivían en aldeas rodeadas de campos de cultivo. Redes de trueque e intercambio hacían que las ideas y novedades se difundieran de una región a otra. Las culturas más destacadas son las del Norte, Sinu, Tairona y Muisca; sus estilos diferentes entre sí, comparten la preferencia por la fundición en la aleación de oro y cobre, llamada Tumbaga. Los objetos de oro acompañaron a los muertos en ceremonias que se hacían en los ríos aledaños a su territorio, con figuras de animales que representaban la tierra, la fertilidad y prosperidad.´ EL MARTILLADO El oro es un metal suave que puede ser extendido hasta formar una lámina. La técnica del martillado consistía en trabajar directamente el metal golpeándolo sobre una superficie de piedra llamada yunque. A medida que se martillaba, el metal se iba poniendo rígido y empezaba a fracturarse en los bordes; para evitarlo los orfebres calentaban la lámina y seguían martillando en frío. Con cinceles de metal o piedra se cortaba la lámina metálica, según la forma que se quisiera dar al objeto. Luego se decoraba la pieza con la técnica de repujado, la cual consistía en presionar la lámina con punzones de metal, piedra o hueso de manera que el diseño quedara en relieve por el frente del objeto. REPUJADO Y CALADO El artífice esbozaba con buriles los diseños decorativos en la cara posterior de la lámina. Luego, con la ayuda de cinceles, repujadores y punzones, presionaba y resaltaba el motivo por ambas superficies hasta obtener volúmenes, mientras apoyaba el objeto sobre algún material blando o sobre formas talladas en arcilla, madera o hueso. Los diseños con vacíos o calados se obtuvieron recortando las láminas con la ayuda de cinceles metálicos y líticos. SINTERIZACIÓN En América, la metalurgia del platino sólo se dio en la región de Tumaco - La Tolita, en la Costa Pacífica de Colombia y Ecuador. Como su elevado punto de fusión de 1.775ºC no les permitía fundirlo, los orfebres desarrollaron la sinterización: al calentar gránulos de platino mezclados con oro, este último se derrite y atrapa el platino; el tejuelo resultante se puede trabajar por martillado. En el microscopio metalográfico se ve cómo los granos de platino están atrapados por el oro fundido. Los orfebres del suroccidente colombiano combinaron partes de oro y de platino sinterizado para crear adornos bicolores. FUNDICIÓN A ALA CERA PERDIDA La orfebrería prehispánica del territorio de la actual Colombia se distinguió en Suramérica por el predominio de la fundición a la cera perdida. Los orfebres fueron maestros en crear adornos y recipientes que modelaban en cera con sus manos y luego transformaban en metal. La cera se obtenía de las colmenas de abejas sin aguijón, o abejas angelita. En Colombia, las diversas especies se encuentran desde el nivel del mar hasta los 3.400 metros, especialmente en los bosques húmedos. Con el recurso de modelar una forma en cera de abejas y mediante un molde trasladar la forma al metal, los orfebres crearon gran variedad de objetos: representaciones realistas o abstractas, finos tejidos metálicos o pesados adornos. Las huellas digitales impresas en algunos colgantes de metal hicieron pensar a los europeos que los indígenas amasaban y modelaban directamente el oro. Las huellas quedaron en los modelos en cera usados en el vaciado a la cera perdida. El oro funde a 1.063°C y el cobre a 1.083°C. Al fundirse juntos cambian sus propiedades y su punto de fusión puede bajar hasta 850°C. Su aleación se denomina tumbaga o guanín, término este último que le daban los taínos de las Antillas mayores. En cera se modelaba la figura deseada. Al modelo se le adicionaban rollos del mismo material que, una vez derretida la cera, dejarían los conductos por donde fluiría el metal. El modelo en cera se recubría con capas de arcilla para formar el molde. El molde ya seco y duro se calentaba para derretir la cera y extraerla. El metal líquido se vaciaba en el molde. Tomaba así la forma del modelo. Una vez frío el molde, era necesario romperlo para sacar la pieza metálica. Retirado el objeto del molde se le cortaban los conductos y el embudo, y se pulía; en algunos objetos se advierten aún sus huellas. EL ENSAMBLAJE En algunas sociedades los orfebres prefirieron crear volúmenes a partir de láminas martilladas que ensamblaron con la ayuda de alambres, clavos o dobleces. También experimentaron hasta descubrir cómo podían unir partes calentando las superficies o usando sustancias que favorecían las uniones entre los metales. Con la maestría de los artífices el oro adoptaba las formas de modelos previamente labrados en madera, hueso o arcilla. Las láminas repujadas eran unidas o ensambladas entre sí para producir volúmenes. El modelo solía ser retirado, aunque podía permanecer bajo el metal. LA GRANULACIÓN Delicadas cuentas de collar, narigueras y anillos fueron elaborados uniendo diminutas esferas de oro por el sofisticado proceso de granulación. Las pepitas se pegaban con un pegamento orgánico mezclado con óxidos de cobre. Al fuego, el pegamento se carbonizaba y el cobre contribuía a unir las esferas a una temperatura menor a su punto de fusión, lo que evitaba su deformación. En un molde de cerámica refractaria hallado en la región Calima, el oro fundido en sus concavidades formaba las pepitas que luego eran unidas por granulación.