LITURGIA Y JUSTICIA: SU RELACIÓN Volante nº 4: Rito de despedida: La Liturgia del Mundo No sé si alguna vez se hizo una encuesta entre católicos en la que se les preguntara cuál piensan que es el punto culminante de la misa. Supongo que la mayoría consideraría que es la Consagración. Aunque no niego su importancia, la realidad es que la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía llevan al Rito de despedida y encuentran su culminación en él, o lo que algunos han denominado el “Rito de envío”. La Ordenación General del Misal Romano en 90c dice que el pueblo es despedido “para que cada uno vuelva a sus buenas obras, alabando y bendiciendo a Dios “. En latín, Ite Missa est (que se ha convertido en “Pueden ir en paz”) es la orden imperativa que da el sacerdote o el diácono. La palabra latina missio, que se traduce como “enviado”, es la raíz de nuestra palabra “misión”. Somos enviados a hacer buenas obras que den como fruto la paz. Esto implica más que ser simpático en el estacionamiento cuando nos vamos. En el primer artículo de esta serie hablamos de que la “liturgia” es la obra pública de rendir culto a Dios y de construir el Reino de Dios de justicia y paz en el tiempo presente de nuestras vidas y de nuestro mundo. En nuestro segundo artículo, enfatizamos que la proclamación de la Sagrada Escritura, la Palabra Justa de Dios, nos da la visión o bosquejo de Dios de cómo sería junto con las instrucciones para llevar a cabo el proyecto. Y según notamos en nuestro tercer segmento, la mismísima razón por la cual Cristo se hace “sustancialmente” presente en el pan y vino consagrados que comemos y bebemos es para que nos podamos convertir más plenamente en su mismo Cuerpo “enviado” al mundo, para que “nos convirtamos en lo que comemos” como expresa el conocido dicho. Por lo tanto, el Rito de despedida no se refiere a que termina la misa, sino más bien a que comienza la Liturgia del Mundo. Comprendí esto una vez que visité una iglesia que tenía un cartel colgado cuando salía del estacionamiento. Ahora está entrando en territorio de misión. Es triste que a menudo los ritos de despedida se realicen en forma insípida y, por consiguiente, la gente sale de misa con poco conciencia de la misión de la Iglesia en el mundo. Tenemos trabajo para hacer aquí. Tal vez, ¿podríamos comenzar por cambiar el nombre del canto de salida o retirada al “Canto de entrada” en el mundo? Esta canción es justamente el comienzo de la Liturgia del Mundo. Tiene la intención de inspirarnos a salir como el Cuerpo de Cristo y continuar esa “obra pública” (liturgia) de edificación del Reino. Me pregunto qué se transmitiría si el sacerdote o diácono hiciera la despedida en las puertas de salida de la Iglesia, guiando a cada uno a salir hacia el final del canto de retirada: algo sobre lo que vale la pena reflexionar. Por supuesto, no podemos poner todo el peso en la liturgia. También necesitamos una sólida formación adulta en la fe y equipos parroquiales activos de ministerio social que puedan enseñar y ayudar a las personas a aprender las formas concretas de participar en acciones benéficas y comprometerse con la defensa de muchas cuestiones sociales que nos enfrentan. Sí, vamos a misa para rendir culto y dar gracias a nuestro Dios. Pero también somos “reunidos para ser dispersados”, conseguir nuestra “orden de partir” y la fuerza de la Eucaristía y de el uno para el otro que nos apoya para realizar el trabajo privilegiado pero enorme de llevar la justicia de Dios al mundo. Dorothy Day una vez lo dijo de esta manera: Estar en la iglesia no significa estar en calma como mucha gente dice que se siente cuando está en misa. Yo me siento toda agitada. Me siento excitada por estar tan cerca de Jesús, pero mientras más me acerco, más me preocupo por lo que Él nos pide, lo que quiere que hagamos antes de nuestra muerte. Catherine de Hueck Doherty lo dijo con otras palabras: La misa cuando uno participa de lleno, nos abrirá a la mente de Cristo y lo irradiaremos en nuestra vida. Entonces podremos ir a pelear la buena batalla de Cristo contra la pobreza, la miseria y la injusticia. Y el gran pionero de la renovación litúrgica Virgil Michel, a quien mencioné anteriormente, nos dio esta exhortación hace más de ochenta años: Ve y vive la misa y restaurarás el orden social y el mundo bajo Cristo. Serás sus manos, sus pies, su voz, su corazón. Él caminará por la tierra nuevamente en ti. Esas son palabras inspiradoras, pero todos necesitamos ayuda y orientación para poner esto en práctica. La buena noticia es que podemos recurrir a nuestra rica tradición de la Doctrina Social Católica, otro “secreto mejor guardado” de nuestra Fe católica. Al igual que la Ordenación General nos proporciona instrucción y normas para la celebración de la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía, la Doctrina Social Católica nos da las instrucciones y normas para la “Liturgia del Mundo”. Al concluir esta serie, los alentaría a que pensemos en la liturgia como una clase de círculo continuo. De la Liturgia del Mundo donde somos dispersados el lunes, nuevamente somos reunidos el domingo siguiente; regresamos a la Liturgia de la Palabra, a la Liturgia de la Eucaristía y a ser puestos en servicio y enviados una vez más a ser Cristo para el mundo. Liturgia y justicia, #44151 4ª parte de 4 © 2007 Federation of Diocesan Liturgical Commissions, 415 Michigan Avenue, N.E., Suite 70, Washington DC 20017. www.fdlc.org; email: publications@fdlc.org; voice: 202-6356990; fax 202-529-2452. Autór: Lucio Caruso. Traducción: Marina A. Herrera, Ph.D., Arte gráfico: Jane Pitz.