El Tratado Marco

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Año: 18, Agosto 1976 No. 372
El Tratado Marco
Manuel F. Ayau
I
Cuando economistas oficiales hablan sobre
la evolución del Mercado Común citan
estadísticas de crecimiento de comercio
inter-centroamericano, y, como dicho
comercio creció, ipso facto, el Mercado
Común es bueno
El principal crecimiento del comercio
centroamericano siguió la terminación de
carreteras. ¿Cuánto, entonces, se debe a las
carreteras? Mientras no teníamos carreteras
no nos debería extrañar que no hubiera
comercio y para hacer carreteras no se
necesita economía dirigida por consejos de
ministros manejados por grupos técnicos
internacionales.
Cualquier niño de primaria sabe que sin
medios de comunicación no hay comercio
posible. Debe, por lo tanto, interpretarse la
estadística a la luz de este simple hecho.
Además, el rápido crecimiento que tuvo
dicho mercado llegó a alcanzar un 5% del
Producto Nacional Bruto de Centro América
hace diez años y se estima en igual
porcentaje para este año. Ello quiere decir
que no ha crecido más rápido que el
crecimiento normal general del área desde
1967.
Más aún, se estima que en el futuro será
menor del 5%. Es por lo tanto, exagerado el
pretender deslumbrar al público con el
manipuleo de estadísticas por parte de los
grupos técnicos con intereses creados en este
experimento
social,
cuando
simultáneamente, el comercio con el resto
del mundo, a pesar de las barreras
arancelarias aislacionistas, ha crecido desde
1967 a 1974 en 283% y el comercio
centroamericano en 246%.
II
Mi comentario es sobre el concepto las
raíces teóricas del modelo. El concepto de
Integración Mercantilista es arcaico y falaz.
Sé que se está experimentando en todo el
mundo. También hay pobreza en la mayoría
del mundo, así que la generalización no
prueba su bondad. No hay, que yo sepa,
ningún texto de economía, de teoría
económica (no de política económica) que
sostenga que el beneficio del aislamiento de
un área mediante protección arancelaria sea
mayor que el costo. Más bien, todos los que
he consultado confirman que la llamada Ley
de Costos Comparativos, que demuestra que
la tendencia hacia el autarquismo es
empobrecedora y que la riqueza se deriva de
la división del trabajo, sigue siendo cierta.
Claro, hay mucha gente que cree que es
falsa; pero en general, he podido comprobar
que ellos no pueden refutar la tesis en sí,
sino que simplemente aseveran que «en la
realidad...». Es más, no pueden explicar la
tesis que consideran falaz. Y creo en el
fondo que la falta de comprensión de esa ley
económica es la causa del análisis falaz en
que se basa el concepto de este proyecto
llamado Tratado Marco y otros fracasos
similares.
Realmente esos convenios son por razones
políticas no económicas. Padece este
esquema nuevo de exactamente los mismos
errores conceptuales que el Mercomún, con
el agravante que se apegan nuevas medidas
empobrecedoras. Se basa en el criterio a
priori de que un país no se puede
industrializar sin protección ni economía
dirigida.
No sé si a los grupos técnicos se les ha
ocurrido por lo menos discutir el modelo
que más éxito ha logrado, en vez de inventar
el agua azucarada.
Este ejemplo ha sido un mercado común de
13 a 50 estados soberanos, la mayoría de
ellos más grandes hoy que toda Centro
América junta y muchos de ellos chicos.
De este modelo caso histórico podemos
aprender mucho, pues era subdesarrollado y
ahora es el más desarrollado:
1) Con muy pocas excepciones, y siempre a
niveles bajos, no pretendió industrializarse
con protección arancelaria, ni a sacrificio de
su agricultura. No podía ningún estado
atrasado proteger a su industria infante, de la
industria desarrollada de otros estados.
(Cuando se ponen ejemplos, resulta que son
buenos si apoyan la tesis y no son aplicables
si la contradicen. Por ello, las técnicos
descartarán este ejemplo que apoya mí tesis
y encontrarán uno que sí se aplica porque
apoya la de ellos).
2) No unificaron legislación. No unificaron
su régimen agrícola, o de educación; ni su
legislación de vivienda o de régimen de
previsión y seguridad social; tampoco su
régimen laboral, y mucho menos el régimen
tributario.
No interfirieron en la circulación de capital
ni su política industrial.
(El Tratado Marco interfiere en todo ello y
hasta en la nutrición).
Lo bueno simplemente lo copiaban los otros
y así se generalizó. Lo malo no se perpetuó
mediante el cabildeo de los grupos
beneficiados. El daño de las medidas locales
malas era notorio porque como no se habla
unificado todo, pues era factible comparar
las bondades o defectos.
Y así el daño de lo malo se circunscribía a
un área pequeña por tiempo limitado y lo
bueno se generalizaba.
3) Descartaron la planificación económica
(socialismo) y adoptaron la economía de
mercado (capitalismo), porque, en las
palabras de uno de sus más influyentes y
visionarios economistas hace 200 años: «El
gobernante que intentara dirigir a los
particulares acerca de la forma en que
deberían emplear su capital, no sólo estarían
asumiendo una preocupación innecesaria,
sino algo que confiadamente no podría ser
encomendado a una sola persona ni siquiera
a un consejo, o un senado y que en manos de
nadie sería tan peligroso como en las de
alguien que tuviera la torpeza y presunción
de considerarse capaz de ejecutarlo».
4) No hubo intento alguno, durante sus
primeros 160 años, de promover desarrollo
equilibrado.
Los
estados
pobres
sencillamente se beneficiaban del adelanto
de los más avanzados.
Este modelo constituyó el ejemplo más
fabuloso de la historia de la humanidad en
cuanto a cómo elevó el nivel de vida de
todos sus habitantes a niveles jamás
soñados.
El modelo a que me refiero se llamó Estados
Unidos de Norteamérica y tengan presente
que no es el área del mundo más rica en
recursos. Sin embargo es hoy el país más
agrícola y más industrializado del mismo.
III
El proyecto de Tratado Marco constituye,
según su servidor, un experimento social
peligroso: su espíritu económico es
mercantilista; su espíritu político totalitario.
Sus conceptos básicos están equivocados:
disminuirá oportunidad de empleo de
recursos humanos. Creará pocas plazas
antieconómicas en comparación a las
muchas que destruye y consecuentemente
reducirá los ingresos de la población y las
oportunidades de inversión.
La razón es por que un mercado común con
tarifas arancelarias causa desviación
antieconómica de recursos a saber:
1) Impide a los productores obtener sus
materias primas del lugar del mundo donde
son mas baratas y de mejor calidad;
2) Como consecuencia encarece los
productos manufacturados dentro del área.
Así es que no podían competir en mercados
externos, ni tampoco en el mercado interno
contra productos importados;
3)
Afecta,
por
lo
anterior,
desfavorablemente la balanza de pagos;
4) Causa la inversión de nuestros escasos
recursos de capital en actividades
antieconómicas;
5) Reduce el poder adquisitivo de la
población, reduciendo esto, a su vez, el
ahorro interno, fuente de capital. Es,
entonces, auto-agravante;
6) Reduce oportunidades de inversión al
reducir el poder adquisitivo de la población;
7) Disminuye la capacidad tributaria del
pueblo;
8) Causa subsidio de los países menos
industrializados
a
los
más,
y
consecuentemente engendra su propia
destrucción.
Esta autodestrucción es certera por cuanto
en última instancia, el Mercomún es un
medio y no un fin. Si empobrece a los
pueblos, tarde o temprano lo rechazarán.
IV
Desde el punto de vista jurídico-político dije
arriba que el Tratado Marco era de
concepción totalitaria. Veamos por qué: la
autoridad máxima son los cinco comisarios.
La autoridad del Consejo de Ministros es de
forma solamente. Sus iniciativas son, «a
propuesta de la comisión» o «previo
dictamen de la comisión, frase que sigue a
todas las supuestas atribuciones de todos los
funcionarios. Se repite en el proyecto 78
veces.
Las constituciones no dicen, expresamente,
que los pueblos en ejercicio de su soberanía,
tienen prohibido delegaría a una entidad
supranacional. Pero ¿no es aplicable a la
soberanía el criterio de ser irrenunciable al
igual que los derechos laborales y humanos?
¿Es delegable la soberanía aunque no esté
prohibido delegaría? ¿Es constitucional un
tratado que abroga la soberanía y le da el
poder a una entidad supranacional?
Ejemplos de la manera en que la soberanía
se delega abundan en el texto. Inclusive, en
su Artículo 33 dice: «Cada uno de los
estados miembros se obliga a no tratar de
influir sobre ellos (los comisarios) en el
desempeño de sus labores».
Por ello el periodo de funciones de los
comisarios es de un año más que los
períodos presidenciales. Diz que esto es para
alejarlos de la política. Y he allí
precisamente la revelación de la filosofía del
Tratado: la democracia es inconcebible sin
gobiernos políticos. Y por mala que sea la
democracia es mejor que los gobiernos
totalitarios «no políticos».
Es sintomático, inclusive, que la publicación
oficial de SIECA diga: «Se prohibe a los
particulares (nosotros, la mayoría de los
ciudadanos) su reproducción total o parcial
sin la autorización de la Secretaría
Permanente». Presumo que ello fue lapsus,
pero sin embargo, es sintomático.
Las consecuencias jurídicas del proyecto son
de gran alcance. El poder arbitrario de los
comisarios, que el Dr. Villagrán Kramer le
llama «cheque en blanco», es evidente
también del hecho que casi no hay norma sin
excepción discrecional. La frase «sin
embargo» aparece innumerables veces
después de las aparentes normas. Bajo el
régimen propuesto se podrá hacer lo que los
comisarios permiten. Deja de prevalecer el
principio de que se puede hacer lo que no
está prohibido.
Ahora bien. Un régimen basado en la
ausencia de normas generales, abstractas,
imparciales, establecidas a priori, no se
puede llamar un estado
propiamente hablando.
de
derecho
En un estado de derecho, es decir, en un
gobierno de leyes y no de hombres, los
ciudadanos deben poder tener confianza de
que los resultados de sus actos basados en
ley serán respetados, aunque no resulten
equilibrados. o al gusto de la autoridad.
Sobre la Imposibilidad de un régimen
propiamente de derecho en una economía
dirigida se ha escrito ya bastante aunque en
ciertos círculos esta literatura parece ser
totalmente desconocida. Y esto se debe a
que en un régimen basado en reglas
establecidas antes del juego, no se puede
pretender guiar hacia resultados predecibles
planificados.
No es pues, simple exageración de mi parte
aseverar que el régimen propuesto es el
totalitarismo en persona metiendo el pie en
la puerta de la democracia.
V
El modelo propuesto no es la única
alternativa. No es la única política jurídicoeconómica dentro de las opciones. Creo que
se debe rechazar de plano y en su totalidad
por ser empobrecedor desde el punto de
vista económico, totalitario desde el punto
de vista jurídico, y desintegrante desde el
punto de vista integracionista.
Creo que la alternativa que debe adoptarse
es la de:
I. Liberar el movimiento de bienes, personas
y capitales. (Para liberar se quitan trabas y
reglamentos arbitrarios, no se inventan
nuevos).
II. Simultáneamente a integrarnos los cinco
países entre sí, integrarnos al mundo entero.
(Para ello, se debe eliminar paulatinamente
la muralla arancelaria, y no perpetuarla o
«hacerla flexible», que es lo mismo que
hacerla arbitraria).
III. Dejar que la asignación de recursos sea
dirigida por el mecanismo de precios
relativos de recursos escasos, con la
dinámica que caracteriza el proceso de
mercado
(en
vez
de
desviación
antieconómica dirigida de recursos por cinco
comisarios que creen poder dirigirlo
arbitrariamente).
IV. Establecer un régimen de derecho, de
leyes
generales,
abstractas,
justas,
establecidas a priori, que permitan a los
individuos planear su actividad a largo plazo
(y no un tratado que consiste principalmente
en la enumeración de poderes arbitrarios e
ilimitados de cinco comisarios).
Propongo, pues: desarrollo máximo integral
y libre en vez de subdesarrollo equilibrado
totalitario.
El Centro de Estudios Económico-Sociales,
CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad
privada, cultural y académica , cuyos fines
son sin afan de lucro, apoliticos y no
religiosos. Con sus publicaciones contribuye
al estudio de los problemas económicosociales y de sus soluciones, y a difundir la
filosofia de la libertad.
Apto. Postal 652, Guatemala, Guatemala
correo electrónico: cees@cees.org.gt
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