De qué depende el bienestar Por Buenafuente.com Viernes, 04 Enero 2008 El notable crecimiento económico parece que no afecta en el ánimo de la gente. Por qué ante una aparente bonanza monetaria cinco de cada diez personas sienten que no pueden tener proyectos La Argentina durante los últimos años viene creciendo económicamente a niveles estrepitosos que superan el 8% anual. Sin embargo, la aparente estabilidad y bonanza monetaria no se ve reflejada en la gente que aún sigue afectada psicológicamente por las frustraciones del pasado. El ánimo y la sensación de bienestar parece que no viene de la mano de los pomposos números que ostenta la economía. Siempre se ha dicho que el argentino no tiene memoria y que fácilmente se olvida del pasado ante el primer gesto de repunte, pero parece ser que esto no es tan así, y que todos los traumas vividos durante gobiernos y crisis anteriores aún siguen latentes en algún lugar de la casa. Los resultados del seguimiento realizado entre 2004 y 2007 por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, una iniciativa del Departamento de Investigación de la Universidad Católica Argentina (UCA), indican que la percepción del bienestar personal de los argentinos pasó sólo de 5,7 puntos en 2004 a 6 puntos en 2007, según una escala de 0 a 10 puntos que evalúa cuatro variables psicológicas. Esa mejoría ocurrió principalmente en la población de bajos recursos. Los investigadores utilizaron una escala que para algunos puede resultar sencilla pero sin embargo nunca se había hecho en el país un relevamiento de este tipo. Con ella se buscó evaluar la autonomía psicológica de la población tomando en cuenta si la persona tiene posibilidad de generar proyectos a futuro, si percibe que puede controlar su vida, si tiene herramientas físicas y psicológicas para controlar el estrés que generan las situaciones adversas y si puede comprender lo que se le comunica, lo cual reflejó que cerca del 50% de la gente aún no logra recuperarse dentro de estos niveles. Cabe preguntarse por qué a más de siete años del estallido de la crisis económica aún perduran estos niveles tan bajos de sensación de bienestar. De hecho en 2004, los resultados de estas pruebas identificaron que el 62% de la población de clase baja y clase media empobrecida a partir de 2001 no podía pensar más allá del día a día y que el 65% percibía que había quedado librado a su suerte y sin poder hacer algo para resolverlo. Este año, el 46 y el 44% de esos argentinos, respectivamente, mantenía esas percepciones. Como siempre, la clase baja la más afectada Las personas de con mayores ingresos han dado como resultado un número menor de carencia de proyectos personales y creencias de control. En tanto, el 46% de las clases bajas presentan una falta en la comprensión verbal, un gran problema que para los especialistas ya no se puede revertir. “Es un indicador que acerca bastante al problema del desarrollo intelectual: demuestra que la persona está frustrada ante la imposibilidad de entenderse con los demás a través del lenguaje", explicaron en un importante matutino. La mayor consecuencia que esto representa es la reproducción y transmisión de la pobreza, o sensación, entre generaciones. "Las pautas o prácticas de crianza obedecen a sistemas de creencias que se han legitimado en pautas de comportamiento y tienen un carácter orientador en el desarrollo de las personas. Por lo tanto, quien fue criado en ambientes donde se transmiten inconscientemente comportamientos y creencias de sumisión al entorno, escasa capacidad de maniobra ante situaciones de estrés y limitaciones a la hora de proponerse proyectos personales, puede presentar diferencias importantes en el bienestar subjetivo comparado con quienes crecieron en condiciones socioeconómicas iniciales más favorables", explicó la licenciada María Elena Breñilla. Este estudio logra reflejar la consecuencia, no sólo económica, en la población que produjo las políticas aplicadas en los últimos años con efectos que aún perduran en el tiempo. Es decir, que si alguien no tuvo un ambiente "facilitador" para su desarrollo, como lo son aquellos que aseguran la alimentación, la estimulación intelectual temprana y la buena escolarización, es altamente probable que, en su vida adulta, tenga menos oportunidades laborales y acceda a empleos de menor calidad. Hay marcas que quedan, miedos que perduran y la incertidumbre que gana a la hora de emprender desarrollos, pero estos no deben significar una traba. Hay que vencer los miedos y enfrentar los desafíos, porque la plata no hace la felicidad –como alguna tía ya lo ha dicho- pero la satisfacción de sentirse realizado, sin frustraciones y alcanzar los objetivos personales, seguramente que si lo hará.