El giro de 180 grados Esta es la historia de un aserradero finlandés que comenzó en 1865. A mediados de los años 70 había crecido y diversificado sus productos, pero la empresa no estaba creciendo como todos esperaban. Aunque la organización había comenzado sus labores como aserradero, se había extendido al mercado del papel (higiénico, principalmente) y a la pulpa para papel, además de la generación de electricidad. En la primera mitad del siglo pasado, la empresa pertenecía a un grupo de dos empresas hermanas: una fabricaba cables y la otra químicos, goma aislante de los cables y hasta botas y cubiertas de automóvil. A mediados de los años 60 se decidió por la unificación de las tres empresas en una sola, con cuatro divisiones: Papel, Goma, Cable y una pequeñísima división electrónica, que significaba menos del 3% del total. Después de estar varias veces al borde de la quiebra, en los años 70, un pequeño grupo de ingenieros decidió que era necesario cambiar la dirección del negocio. “Tenemos que enfocarnos en la producción de celulares, porque hay un mercado mundial al que se puede llegar”, pensaron. Independientemente de que la idea fuera buena o no, significaba un cambio rotundo en la empresa, lo cual traía grandes costos, procesos y desarrollos. La división comenzó a tener pequeños éxitos con los que logró incursionar en el mercado, y a diferencia de otros fabricantes europeos, se centró en el desarrollo de equipos con un enfoque internacional, que soportaran estándares mundiales. La división tecnológica se desarrolló mucho más que el resto de la empresa, convirtiendo su trabajo en el centro del negocio de la compañía. Nokia es conocida hoy en día como una de las mejores empresas del mundo, pero lo que pocos saben es que su éxito nació de una decisión tomada por pocas personas, que no pertenecían a la junta directiva y que plantearon una idea totalmente descabellada: “Démosle a la empresa un giro de 180 grados”. Copyright © 2006 Legis S.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular.