DIGNIDAD Y PROVIDENCIA EN FICHTE 1 Dignity and Providence

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Revista Philosophica
Vol. 29 [Semestre I / 2006] Valparaíso
(243 - 254)
DIGNIDAD Y PROVIDENCIA EN FICHTE
1
Dignity and Providence in Fichte
HUGO OCHOA
2
Profesor Titular, Instituto de Filosofía,
Pontificia
Universidad Católica de
Valparaíso
rochoa@.ucv.cl
Resumen
El presente trabajo muestra cómo, a partir de los principios de la Doctrina de la ciencia, Fichte comprende la dignidad del ser humano, no sólo como una clausura sobre
sí mismo, sino que también entraña tanto el compromiso con los demás y como una
referencia a la divinidad. Finalmente, dada la identificación que hace Fichte entre ley
moral y Dios, se explican los fundamento de la acusación de ateísmo en la que se vio
envuelto.
Palabras Clave.
Fichte, providencia,
dignidad,
ateísmo,
moralidad.
Abstract
This paper shows how, from the principies of scientific doctrine, Fichte understands
dignity in human beings, not only as a closure toward him/herself bul also as an involvement with both a commitment to others and a reference to divinity. Finally, given
the identification Fichte makes between moral law and God, the foundations for the
accusation of atheism in which he got involved are explained.
Key words: Fichte, providence, dignity, atheism,
morality.
1
Recibido en marzo del 2005.
2
Este trabajo forma parte del proyecto F O N D E C Y T N°1030365.
2 4 4
H U G O O C H O A / D I G N I D A D Y P R O V I D E N C I A E N FICHTE
El fundamento de la dignidad del ser humano se ha de entender particularmente respecto de su obrar moral, por cuanto en virtud de éste el sujeto
es principio de sus actos y obra así con plena independencia de todo otro
principio responsable a quien la obra pueda imputarse. Sin embargo, esta
radical autonomía por la que el sujeto humano se constituye como 'Yo', si
diera origen a un actuar puramente arbitrario y radicalmente desfondado,
por una parte, pondría en entredicho la posición de tal dignidad ante sí en
la medida que se trataría de una radicalidad completamente vuelta sobre
sí; por otra parte, ese yo quedaría absolutamente clausurado sobre sí y, por
lo tanto, inexpresable, incluso para sí mismo; por último, se trataría de una
cerrazón que carecería de límites y, en tal medida, sería absolutamente
indefinido e indiferenciado.
Respecto de lo primero, es necesario insistir en que la autopresencia del
yo, la condición de "ser para sí", es correlato de la condición de principio
y no de una suerte de mera autopertenencia. Pero tal condición no sólo
evidencia una escisión entre fundamento y fundamentado, sino, más profundamente, pone en evidencia que la autopresencia funda, a su vez, una
oposición originaria. Dicho en otras palabras, la libertad humana, en razón
de su misma finitud, exige oposición, se ha de dar, pues, un enfrentamiento
con algo que se le opone y resiste , porque frente a esa oposición, y sólo
frente a ella, aparece el sí mismo como fuente de una acción que, por ser
impositiva, se reconoce a la vez como propia y como principial. De allí que,
si bien el acto constitutivo del Yo es una simple posición de sí, la apropiación se realiza efectivamente en virtud de una oposición.
3
Respecto de lo segundo, una clausura volvería al sujeto de suyo intrascendente, es decir, se consumaría, pero también se consumiría, en un acto
de posición vacío, inane y puntual, vale decir, no habría vida en él; en una
pura identidad, autoidentidad, sin diferencia, no hay convergencia de nada,
es nada. Así, no podría exigir el reconocimiento de tal dignidad ante nada ni
ante nadie, ni siquiera podría reconocer tal dignidad ante sí mismo, porque
no podría ponerse ante sí. En otras palabras, la vida exige un despliegue en
el que su constitución se realiza en un momento que sólo por la negación
se distiende hacia sí; ser vitalmente sí mismo entraña un repliegue en el que
por lo adverso el sujeto vuelve a sí.
3
"Este género humano, que desde la lucha consigo mismo se eleva a la unanimidad,
está todavía circundado por una naturaleza carente de voluntad, naturaleza que
siempre limita, amenaza y estrecha su vida libre. Así tenía que ser para que de
este m o d o esta vida gane su libertad en virtud de su propia libertad". FICHTE, G.:
Ueber das Wesen des Gelehrten und seine Erscheinung im Gebiete der Freiheit,
en Gesamtausgabe, I, 8, Academia de Ciencias de Baviera, editado por Reinhard
Lauth y Hans Gliwitzky, Stuttgart - Bad Cannstat: Editorial Friedrich Frommann
(Günther Holzboog), (en adelante G A ) p. 7 8 .
REVISTA P H I L O S O P H I C A V O L .
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Por el contrario, la ausencia de límites significa una radical indefinición
al punto que, como decíamos, el sujeto se transformaría entonces en una
pura posición vacía; una tal indeterminación de forma y contenido no podría
ser principio de actividad ninguna. En otras palabras, la identidad se constituye como autodeterminación pero, porque la determinación que el sujeto
hace desde sí mismo consiste precisamente en establecer límites, como es
él el que los establece, estos límites, determinados en su forma pero no en
su contenido por el sujeto, son principio motor de su trascendencia sin que
ésta signifique una forma de heteronomía.
Ciertamente, se trata de los tres principios que Fichte establece en la
Doctrina de la ciencia: 'Yo soy Yo\ el Yo es puesto absolutamente, principio incondicionado en su forma y en su contenido; 'al Yo se opone absolutamente un No-Yo', principio condicionado en su contenido, pero incondicionado en su forma; tanto el Yo como el No-Yo son puestos absolutamente
como divisibles, principio condicionado en su forma pero incondicionado
en su contenido . Es necesario tener presente que la arquitectura de estos
principios responde a una concepción genético-dinámica del sujeto humano,
vale decir, la realidad del Yo es acción, vida, y en eso estriba su efectiva
realidad. Pero también a la base de estos principios yace una concepción de
la naturaleza según la cual ésta es pura disponibilidad, lo cual significa que
toda su realidad se constituye según el orden que guarde con el sujeto.
4
La dignidad de la persona, entonces, como se decía al principio, sólo
puede radicar en la dignidad de su acción, por ello ésta ha de ser una acción
en la que el Yo, por decirlo así, no se desconfigure, no sea entre-tenido desde
fuera, sino que, por el contrario, configure con su propia figura el escenario de su acción. Pero ha de comenzar por hacer de sí mismo lo que debe
ser puramente desde sí mismo . Las categorías trascendentales kantianas
adquieren, entonces, un carácter que desborda una función meramente epis5
6
7
4
Cfr. FICHTE, G.: Doctrina de la ciencia, Bs. Aires: Ed. Aguilar, 1975, pp. 13 ss.
5
Sobre el término "configurar", véase la Introducción de Reinhard Lauth a Fichte en
Doctrina de la ciencia, 1811, Madrid: Ediciones Akal, 1999, pp. 14 ss.
6
Cfr. FICHTE, J. G.: Ueber den Grund unsers Glaitbens an eine göttliche WeltRegierung, en GA, I, 5, p. 3 5 3 . [Acerca del fundamento de nuestra creencia en una
divina providencia, en P H I L O S O P H I C A , 2 7 , 2004, p. 399].
7
"Todo animal es lo que es, sólo el hombre es de m o d o originario absolutamente
nada. Ha de convertirse en lo que debe ser y, puesto que debe ser un ser para sí,
ha de convertirse por sí m i s m o " . F I C H T E , J. G.: Para una filosofía de la intersubjetividad, Madrid: excerpta philosophica, Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense, 1993, p. 36. El texto está extraído de Fundamentación del derecho
natural según principios de la Doctrina de la Ciencia, 1796, § 6 Teorema V, al
final.
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temológica, como supone implícitamente la afirmación de la "cosa en sí".
"Recién en virtud del Yo llega orden y armonía a la masa muerta e informe.
Sólo a partir del ser humano se extiende conformidad a reglas alrededor de
él hasta el límite de su observación, y tanto cuanto su observación progresa,
tanto progresa la armonía y el orden." En virtud del conocimiento, la 'realidad' informe y caótica adquiere un estatuto legal, se establece la armonía y,
por ende, la belleza. El carácter transitivo de todo acto humano constituye
su identidad más propia; así, el acto intelectual de la contemplación es ya
activo y configurador, la inteligencia vuelve inteligible, la cultura cultiva
y la vida vitaliza. El Yo es versión de sí y, por lo tanto, si se dirige hacia
sí mismo, lo hace rescatando lo que carece de una identidad existencial
estrictamente tal, otorgándole la única posible: la propia. El mundo refleja
la actividad del sujeto , pero este reflejo que refleja la actividad interior es,
valga la redundancia, reflexivo, es decir, configura una actividad exterior
por la que el sujeto se aprehende a sí mismo en su dimensión más propia,
como principio de operaciones por las cuales hominiza su entorno, lo cual
constituye la cultura .
8
9
10
De este modo el sujeto transforma la naturaleza en hábitat y en recurso
de los seres humanos, "el ser humano manda a la materia bruta organizarse
conforme a su ideal y de proveer para él lo que necesita". No obstante,
debe tenerse presente que la naturaleza sólo es tal en virtud del acto configurador del ser humano, de modo que el configurar y el poner la naturaleza a su servicio significan simplemente constituirla como naturaleza.
Estrictamente, el acto cognitivo es ya configurador, no sólo en virtud de
las categorías que estructuran el fenómeno conforme a una disposición
del sujeto, sino que el acto cognitivo mismo no es posible sin un acto de
apropiación práctico; la organización de la materia bruta y el hecho de que
provea para el ser humano lo que le es necesario es un solo acto. Por otra
parte, así como en Aristóteles el acto formal es existenciador, en la medida
que trae la cosa a ser, asimismo, el acto configurador, el acto práctico propio
de la razón, tal como lo entiende Fichte, al determinar una 'materia bruta',
es también existenciador, de allí que sea inútil y sin sentido la hipótesis de
11
8
F I C H T E , J. G.: Ueber die Würde des Menschen, G A , I, 2, , p. 87. [Acerca de la
dignidad del ser humano. Conclusión de las lecciones filosóficas dadas por J. G.
Fichte, en P H I L O S O P H I C A , 2 8 , 2005, p. 347].
9
Cfr. F I C H T E , J. G.: Ueber den Grund unsers Glaubens an eine göttliche
gierung, G A . I, 5, p. 349. [ P H I L O S O P H I C A , 27, 2004, p. 395].
10
Cfr. O C H O A , Hugo: Cultura y modernidad, en Cuadernos de Filosofía, Universidad
de Concepción, N° 12, 1994, p p . 95-110.
11
FICHTE, J. G.: Ueber die Würde des Menschen, G A . I, 2, p. 87. [PHILOSOPHICA,
28, 2005, p . 348].
WeltRe-
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una cosa en sí. Propiamente hablando, "la verdadera y auténtica existencia
es también sólo viviente, y lo muerto no es ni, en el sentido superior de
la palabra, existe. [...] Así, pues, sólo el género humano existe." En este
sentido, la naturaleza no es algo que haya de existir absolutamente, es decir,
con independencia y autonomía, sino que es mero medio y condición para
lo viviente en el ser humano, de modo que el progreso de éste significa
una correspondiente supresión de aquélla, por cuanto tiene la "función" de
oponerse estableciendo un límite que, como lo establece desde la misma
oposición, es en realidad el opuesto, el Yo, quien lo establece. Pero esta supresión de la naturaleza no significa que sea aniquilada, sino que es elevada
a una condición superior, es decir, es humanizada, cultivada, transformada
en cultura.
12
Sin embargo, esta humanización, para que sea efectivamente tal, debe
corresponder al principio hominizador, vale decir, al fundamento de la
expresión Yo por la que el sujeto se sabe y se tiene: la razón, y esto en
su doble vertiente, especulativa y práctica. A este respecto, como señala
Alexis Philonenko, "la mayor parte de los comentadores está persuadida,
habiendo leído demasiado a Hegel, que la reflexión especulativa o teórica
hace posible la moralidad. Ahora bien, precisamente ese no es el caso, es la
moralidad como libertad la que hace posible en su objetividad la reflexión
teórica" . Es necesario, pues tener presente esta secuencia especialmente
cuando se trata de establecer el fundamento de la dignidad humana. Por
ello, es en este segundo orden, el de la moralidad, donde, en virtud de la
libertad humana , el acto del sujeto es reconocido como radicalmente
propio, en la medida que, por una parte, introduce en la materia una forma
efectivamente humana y, por otra, el sujeto se trasciende a sí mismo en una
obra. Ahora bien, la actividad práctica es propiamente hominizadora cuando
responde efectivamente a la razón, y eso significa que los actos son imperados por ella. En este sentido, es conveniente insistir en que la razón entraña
necesidad, y esta necesidad en el caso del sujeto libre adquiere el carácter
de un mandato. Se trata del imperativo categórico, sólo que en Fichte este
imperativo tiene un valor objetivo que trasciende la vida individual y que
constituye el mismo orden divino previsto por la providencia y que afecta
al mundo como totalidad. "Lo único que vale absoluta y objetivamente
13
14
12
"Also allein das menschliche Geschlecht ist da". F I C H T E , J. G.: Ueber das Wesen
des Gelehrten, G A , I, 8, p. 72.
13
P H I L O N E N K O , Alexis: L'oeuvre de Fichte, París: Librairie Philosophique J. Vrin,
1984, p. 9 3 .
14
Cfr. SOLLER, Alois K.: " M i sistema es, de principio a fin, solamente un análisis
del concepto de libertad", en L Ó P E Z Domíngues, Virginia (Ed.): Fichte 200 años
después, Madrid: Editorial U. Complutense, 1996, pp. 33 ss.
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es que hay un orden moral del mundo, que cada individuo racional tiene
asignado un lugar determinado en este orden y se cuenta con su trabajo;
que cada uno de sus destinos, en la medida que no es causado por su propio
comportamiento, es el resultado de este plan; que sin este orden no se cae
ni un cabello de su cabeza y que en su esfera de actividad ningún pájaro
cae" . Ahora bien, este plan y este orden son, para Fichte, "ideados" por
Dios mismo. De modo que el orden moral no consiste en un mero marco
de deberes formales, sino que responde a un proyecto divino que afecta a
la totalidad y que asciende paulatinamente hacia un telos último, ciertamente inalcanzable pero que orienta todo el curso de lo real. De modo que
Fichte, al afirmar que "lo único que vale absoluta y objetivamente es que
hay un orden moral del mundo", afirma explícitamente que el sujeto es y
vale absolutamente (en eso consiste su dignidad) si participa de ese orden,
si participa libremente de ese orden.
15
Desde esta perspectiva, entonces, la dignidad estriba, pues, en que la
autonomía característica de los seres morales se convierte en principio de
orden en virtud, a su vez, de un meta-principio por el que se entra en respectividad tanto con los otros sujetos humanos como con una naturaleza,
que es paulatinamente hominizada. "Además, la naturaleza no debe ser
para el ser humano meramente útil y provechosa; debe al mismo tiempo
rodearlo convenientemente, asumir la impronta de su dignidad superior y
irradiársela desde todas partes. Este dominio sobre la naturaleza residía en
la idea divina, y por iniciativa de esta idea es incesantemente difundido
por algunos hombres singulares que son arrebatados por ella". Pero esta
respectividad, como se realiza desde la libertad y como engloba todo, vale
decir, a los sujetos humanos unos con otros y a éstos con la naturaleza,
responde, a su vez, a un proyecto que tiende a la integración ontológica
del todo en vistas a una meta infinita, vale decir, la vida es, finalmente,
vida del todo en la medida que el despliegue de la actividad práctica del
ser humano es simultáneamente configuradora y vitalizadora del mundo.
Asimismo, ciertos "hombres singulares", en la medida que se percatan del
orden que orienta la vida y el todo, tienen la responsabilidad de conducir el
proceso constituyéndose en paradigmas de comportamiento moral.
16
17
De este modo, la exigencia del mandato moral no sólo exige tener un
15
Alude a Mateo, X, 2 9 - 3 1 , en F I C H T E , J. G.: Ueber den Grund unsers Glaubens
an eme göttliche WeltRegierung, GA, I, 5, p. 356. [ P H I L O S O P H I C A , 27, 2004, p.
401].
16
F I C H T E , J. G.: Ueber das Wesen des Gelehrten, G A . I, 8, p. 78.
17
F I C H T E , J. G.: Grundlage der gesammten Wissenschaftslehre, G A , I, 2, p. 396:
"Toda realidad está puesta del mismo modo que el Yo; en el Yo debe estar situado
todo".
REVISTA P H I L O S O P H I C A V O L . 2 9 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 6 ]
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determinado comportamiento en una circunstancia dada conforme a un
principio de validez universal, sino que en virtud de la acción moral, por
una parte, se configura un orden humano de acuerdo a un proyecto que trasciende lo que significa cada acción considerada en sí misma, en la medida
que toda acción moral compromete a unos seres humanos con otros; y, por
otra parte propende también al dominio de la naturaleza, que no consiste
meramente en ponerla al servicio del ser humano, sino en elevarla a una
condición por la que participa, a su vez, del proyecto divino.
Sin embargo, es necesario tener presente que este orden providente no
supone un sujeto, así sea entendido como inteligencia infinita, que esté a
la base de ese orden, y mucho menos que pueda intervenir en él desde fuera, por ejemplo, reorientando el proceso cuando se "desvíe" o realizando
milagros . "Este orden moral, viviente y actuante es el mismo Dios; no
tenemos necesidad de ningún otro Dios, y no podemos captar otro" . Pero
esto debe ser entendido en el sentido de que el orden moral no es un orden
estático, como lo sería un mero conjunto de principios abstractos presentes
a la razón o, más aún, inmanentes a ella, se trata de una organización en la
que el ser humano es el agente activo de ese orden y, en el reconocimiento
de ese papel, participa de la vida divina. El mandato moral, pues, exige
integrarse a una tarea que cobra su pleno sentido en virtud de un orden que
comprende al todo. "No tienes derecho a mentir, incluso si el mundo haya
de desplomarse. Pero esto es sólo una manera de hablar; si habías de creer
seriamente que el mundo se va a desplomar, tu ser estaría simplemente en
contradicción y se destruiría a sí mismo. Pero tú no crees esto, ni lo debes
creer, tú sabes que en el plan de la conservación del mundo, no está, por
cierto, prevista la mentira" . La convicción moral y el obrar en consecuencia, por lo tanto, trascienden lo que se podría llamar un "proyecto de vida"
personal. Pero, además, estar en contradicción con el "plan de conservación
del mundo" significa estar en contradicción consigo mismo, de modo que la
propia identidad consiste en una suerte de "ajuste" con ese plan.
18
19
20
El comportamiento moral, pues, constituye la fuente originaria de lo
humano y, en esa medida, hominiza, pero, además, este comportamiento
no sólo ennoblece a quien lo ejecuta, sino también, en la medida que irradia humanidad, perfecciona a todo el género humano. "Lo que es más, las
almas se ennoblecen en torno del ser humano; cuanto más ser humano se
es, tanto más profunda y ampliamente se obra sobre los seres humanos; y
lo que conlleva el verdadero sello de la humanidad, jamás será desconocido
18
19
20
Cfr. Carta de Fichte a Kant del 23 de enero de 1792, G A , III, 1, pp. 286-287.
FICHTE, J. G.: Ueber den Gnmd unsers Glaubens an eine
GA. I, 5, p. 354. [ P H I L O S O P H I C A , 2 7 , 2004, p. 4 0 0 ] .
Ibid. (El subrayado es nuestro).
göttliche
WeltRegierung,
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por el género humano; cada espíritu humano y cada corazón humano se
abren a cada derramamiento puro de humanidad" . El acto moral entraña
necesariamente tanto la autopresencia de la propia dignidad, como el reconocimiento de la dignidad del otro, y este mismo reconocimiento dignifica
en un doble sentido. Por una parte, incorpora al otro como miembro activo
(Mitarbeiter) del proyecto divino, así sea que él no lo reconozca como
tal, pero sí atienda al mandato moral por sí, y, por otra parte, la moralidad
torna al sujeto hacia sí mismo en la medida que obra en una figura que lo
refleja. Sin embargo, estos dos actos constituyen un solo momento y son
entre sí solidarios, por cuanto no se puede ser co-trabajador de ese proyecto
si no se es desde sí mismo, ni se puede ser auténticamente mismo sino en
la medida que se asienta a ese proyecto revelado por la misma instancia
moral a la que se asiente.
21
22
23
Pero es necesario insistir en que lo propio del ser humano no consiste
meramente en su capacidad de actuar allende la necesidad de la naturaleza, ni que en virtud de su libertad se ordene autónomamente, sino que su
densidad existencial consiste en que su actividad es de suyo transitiva y
se difunde conforme a un plan trascendente a todo el género humano y a
todo lo real. "Los colores de sus planes [del hombre superior] y las formas
exteriores de éstos pueden desaparecer a vuestros ojos; su plan permanece
el mismo y en cada momento de su existencia arrastra continuamente algo
nuevo que está fuera de él hacia su círculo, y continuará arrastrando hacia
sí hasta que todo esté encerrado en ese círculo, hasta que toda materia lleve
la impronta de su sello y todos los espíritus formen un único espíritu con
el suyo. Eso es el ser humano , eso es todo aquel que se puede decir: soy
un ser humano" . Y, naturalmente, en eso que es el ser humano, en eso,
radica su dignidad, de modo que esta dignidad exige de suyo un mutuo reconocimiento en la medida que el plan significa un aunamiento de todos los
seres humanos en una comunidad que se desarrolla progresivamente. Cada
uno tiene asignado un lugar determinado en el orden, nadie está de más,
de modo que quien no cumple con su deber se transforma en una suerte de
24
25
26
21
FICHTE, J. G.: Ueber die Würde des Menschen, GA. I, 2, p. 88. [PHILOSOPHICA,
28, 2005, p. 349].
22
I b i d . , p . 88.
23
Cfr. F I C H T E , J. G.: Versuch einer Critik aller Offenbarung, G A , I, 1, p. 39.
24
Cfr. Juan, 19, 5.
25
FICHTE, J. G.: Ueber die Würde des Menschen, GA. I, 2, p. 88. [PHILOSOPHICA,
28, 2005, p . 350].
26
"Y esta fuerza y autonomía de la vida sensible, en virtud de la idea divina, debe
desarrollarse progresivamente". F I C H T E , J. G.: Ueber das Wesen des Gelehrten
und seine Erscheinung im Gebiete der Freiheit, G A . I, 8, p. 7 8 .
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desertor dejando libre un lugar que nadie más puede cubrir, de allí que el
cumplimiento del deber no sólo signifique una suerte de armonía interna,
una buena integridad consigo mismo o una mera tranquilidad de conciencia,
sino que también entraña la responsabilidad frente a los demás, por cuanto
quien no cumple con su deber posterga el acercamiento a una meta en la
que todo, el todo, está comprometido.
Frente a esta identidad humana, así descrita, Fichte se pregunta retóricamente: "¡No debería considerarse a sí mismo con santa reverencia y
estremecerse y temblar ante su propia majestad! [...] ¿Acaso no debería
temblar ante la majestad que hay en la imagen humana, y ante la divinidad
que habita, quizás en la penumbra secreta, pero con certeza, en el templo
que tiene su impronta?" Ciertamente, la mezcla de admiración y respeto
que debería infundir la responsabilidad que conlleva ser ordenado por una
norma que, respetando la propia autonomía, no obstante conduce a cada
uno hacia la propia perfección, más aún, conduce a la totalidad hacia un
progreso indefinido que asciende en grados, pero irrefrenablemente, bien
puede ser considerada como una majestad inherente a la persona y sentirse
ésta habitada por una divinidad; tal es lo que constituye, según Fichte, la
dignidad del ser humano. Y termina su escrito acerca de la dignidad de los
seres humanos diciendo. "Todos los individuos son comprendidos [eingeschlossen] en la gran unidad Una del espíritu puro, que ésta sea la última
palabra por la cual me encomiendo a vuestra memoria y el recuerdo que
me encomienda a vosotros" . El camino humano, pues, asciende hacia
la unidad, lo cual puede parecer paradójico con respecto al idealismo de
Fichte, dado que toda su filosofía se funda en la libertad , y la libertad
suele ser causa de divergencia antes que de unidad. No obstante, la radical
universalidad del imperativo moral, su absoluta necesidad, comprende a
todo el género humano en una unidad que obliga a reconocer al otro como
involucrado en el mismo proyecto total, proyecto en virtud del cual, al apartarse el ser humano de las demandas de los sentidos y del cuerpo, alcanza
éste una suerte de convivencia espiritual en la que, al propender a realizar
la "idea divina" configurada en un proyecto total, se forma una comunidad
27
28
29
30
27
FICHTE, J. G.: Ueber die Würde des Menschen, G A . I, 2, pp. 88-89. [ P H I L O S O PHICA, 28, 2005, p. 350].
28
Cfr., Ibid. p. 89 [ P H I L O S O P H I C A , 28, 2005, p. 350].
29
Ibid.
50
Según Fichte, su sistema es "el primer sistema de la libertad." Carta de abril o mayo
de 1795, dirigida presuntamente a Jens Immanuel Baggesen, G A , III, 2, p. 300; y
"como el sistema que de principio a fin es únicamente un análisis del concepto de
libertad". Carta del 8 de enero de 1800, dirigida a Karl Leonard Reinhold, GA, III,
4 , p . 182.
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en la que los seres humanos se reconocen entre sí como participando de
algo sagrado.
El artículo Ueber die Würde des Menschen fue escrito en 1794 y, como
se ha podido ver, hace radicar la dignidad humana en tres momentos, la
toma de conciencia de la moralidad y de la correspondiente libertad, el
sometimiento libre y voluntario al mandato moral, y el descubrimiento del
orden divino providencial, cuyo reflejo es la moralidad, que compromete
a cada sujeto con los otros y con el todo. No deja de ser curioso, entonces
que el escrito que desencadena la acusación de ateísmo contra Fichte sea,
precisamente, Acerca del fundamento de nuestra creencia en una Divina
Providencia, publicado en 1799. Allí se afirmaba lo siguiente: "Aquello
que hasta ahora ha casi generalmente desconcertado a la opinión, y que,
quizás, continuará por largo tiempo desconcertándola, es que la llamada
prueba moral o cualquier otra prueba filosófica de una Providencia divina,
se tiene por una verdadera prueba; y se parece admitir que la fe en Dios,
en virtud de estas demostraciones debía primeramente ser introducida en la
humanidad y serle demostrada. ¡Pobre filosofía!" La fe y el saber son formas de aprehensión inconmensurables entre sí, el intento de establecer una
prueba racional conduce, como dirá Fichte en su Apelación , al ateísmo. El
fundamento de la fe se encuentra en la libertad", no obstante, precisamente
por ello no puede responder a una razón puramente discursiva que, de suyo,
entraña necesidad forzosa. Sin embargo, el punto capital que desata la acusación, aparte de cuestiones políticas y celos de escuela que inevitablemente
también influyeron, es que Fichte niega que tras el orden moral del mundo
exista una divinidad personal . "No hay, en la razón, ningún fundamento
para salir de este orden moral del mundo y admitir, por medio de un razonamiento que concluya, de eso que está fundado en su fundamento, en un
31
32
34
31
FICHTE, J. G.: Ueber den Grund unsers Glaubens an eine góttliche WeltRegierung,
G A . I, 5, p. 348. [ P H I L O S O P H I C A , 27, 2004, p. 394].
12
F I C H T E , J. G.: J. G. Fichte's D. Phil. Doctors und ordentlichen Professors zu Jena
Apellation an das Piblikum über die durch ein Kurf. Sächs. Confiscationsrescript
ihm beigemessenen atheistischen Aeuserungen. Eine Schrift, die man erst zu lesen
bittet, ehe man sie confiscirt., G A , I, 5, pp. 437 ss. [ P H I L O S O P H I C A , 27, 2004,
Apelación al público del Doctor en Filosofía y Profesor Ordinario en Jena, J. G.
Fichte, respecto de la orden de confiscación del Principe Elector de Sajonia en el
que se le imputan expresiones ateístas. Un escrito que se ruega leer antes de ser
confiscado, pp. 353-392].
33
Cfr. F I C H T E , J. G.: Ueber den Grund unsers Glaubens an eine göttliche
gierung, G A . I, 5, p. 3 5 1 . [ P H I L O S O P H I C A , 27, 2004, p. 396 ss.].
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"La razón principal de este castigo es, sin ninguna duda, que yo niego a Dios como
substancia particular". Apellation..., G A , I, 5, p. 4 3 5 . [PHILOSOPHICA, 27, 2004,
p. 373 ss.].
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REVISTA PHILOSOPHICA V O L . 29
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ser particular como causa de este razonamiento" . Un ser individual tendría
que necesariamente ser finito y tal suposición no es más que un antropormofismo que proyecta a la divinidad caracteres propios de una soberbia
humana que pretende comprehender y aprehender lo infinito.
A este respecto es conveniente remitirse a un escrito que data de 1786,
Acerca de las intenciones en la muerte de Jesús , texto que quedó inacabado y que pretendía servir para convencer a las autoridades religiosas de
permitirle rendir el examen final de teología, con lo cual podría ser pastor
y al cual, por falta de recursos económicos, no se había podido presentar
en 1784. Fue redactado el año de la querella sobre el panteísmo y responde
al ataque racionalista contra el cristianismo.
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Este escrito apunta fuertemente a sostener la doctrina de la justificación
y a probar que la muerte de Jesús no significaba una prueba o demostración
dirigida a la razón respecto de la verdad de su doctrina, sino que con su
muerte se dirige al corazón humano, verdadero asiento de la fe, entendida
como creencia, y que, por lo tanto, respeta el asentimiento libre a la doctrina mesiánica, lo cual hace Fichte con profusión de referencias a los textos
sagrados. Asimismo, en el sermón "El anuncio hecho a María" sostiene
cómo en su caso se revela la doctrina de la justificación, por cuanto en la
elección de María no habrían intervenido en absoluto sus posibles obras .
En el texto se afirma que Jesús es hijo de Dios, sin embargo, constituiría un
error radical el pensar que el sentido de la muerte es suscitar la adoración
de la persona de Jesús, por cuanto éste es "un modelo y una imagen de la
virtud que su religión enseñaba por excelencia"; se trata de la doctrina y
no de la persona. La muerte de Jesús tiene como propósito la justificación y
"de allí el uso metafórico de la muerte, de la sangre, de la pasión de Jesús,
para la religión de Jesús" . No obstante, la doctrina de la justificación corre
el riesgo de volver absolutamente inútil y sin sentido el obrar moral, de allí
que Fichte insista en que el verdadero culto a Dios consiste siempre en el
perfeccionamiento moral. Por el contrario, la doctrina de la redención,
mal interpretada según Fichte, puede ser entendida como la salvación en
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FICHTE, J. G.: Ueber den Grund unsers Glaubens an eine
GA. I, 5, p. 354. [ P H I L O S O P H I C A , 27, 2004, p. 400].
36
FICHTE, J. G., Ueber die Absichten Todes Jesu, G A . II, 1, p p . 7 5 - 9 8 . [Sobre las
intenciones de la muerte de Jesús, en P H I L O S O P H I C A , 28, 2005, p p . 347-350].
37
Cfr. FICHTE, J. G.: An María Verkündigung, GA, II, 1, pp. 53-66. [El anuncio
hecho a María, en P H I L O S O P H I C A , 28, 2 0 0 5 , pp. 351-364].
38
FICHTE, J. G.:, Ueber die Absichten des Todes Jesu, G A , II, 1, p. 76. [ P H I L O S O PHICA, 28, 2005, p. 3 6 7 ] .
39
Ibid., p. 77. [ P H I L O S O P H I C A , 28, 2005, p. 368],
40
Cfr. Ibid. p. 87. [ P H I L O S O P H I C A , 28, 2 0 0 5 , p. 376 ss.].
göttliche
WeltRegierung,
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H U G O O C H O A / D I G N I D A D Y P R O V I D E N C I A E N FICHTE
virtud de obras, con lo cual la acción moral ya no se realizaría por mor de
sí misma, sino en vistas a la consecución de la salvación, es decir, sería
una acción interesada y, por lo tanto, inmoral. "El cristianismo es religión
interior, religión del alma", se juega en la intimidad de la conciencia
donde se hacen presentes las verdaderas motivaciones de la acción. Fichte,
precisamente, acusa, en la Apelación, de eudaimonistas a sus detractores,
obra escrita a raíz de la censura que sufriera el texto Acerca del fundamento
de nuestra creencia en la divina providencia, es decir, los acusa de intentar
comprar la beatitud con sus obras; "su Dios es el dispensador de todo placer, el distribuidor entre los seres finitos de dicha y de desdicha, ese es su
carácter fundamental".
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Se puede comprender, entonces, el sentido de la argumentación de Fichte; la doctrina de la justificación, desde su perspectiva, no exime a los
seres humanos de una conducta moral, y esto sólo puede ser así, si el acto
moral surge de la intimidad de la conciencia por mor del puro deber, pero
éste no es suficiente como principio motivante de la voluntad, se requiere
de la participación del 'corazón', éste compromete al sujeto en la acción en
la medida en que se percate de la verdadera dimensión que el acto moral
tiene, vale decir, cómo, en virtud de la acción humana, la totalidad es subsumida en un proyecto perfectivo que comprende tanto a sus semejantes
como a la naturaleza y, abismado ante la magnificencia de tal destino, ante
tal dignidad, se pliega voluntariamente al mandato moral. Pero, entonces,
esta religión del corazón es, en realidad, una religión que ha de rendir culto
al mismo orden moral del mundo, y ese es su Dios.
41
Ibid. p. 88. [ P H I L O S O P H I C A , 2 8 , 2 0 0 5 , p. 377].
42
F I C H T E , J. G.: Apellation., G A . I, 5, p. 436. [ P H I L O S O P H I C A , 2 7 , 2004, p.
374].
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