Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. formación continuada Rev. Esp. Med. Nuclear 22, 4 (349-359), 2003 Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides J. MORA Servicio de Medicina Nuclear. Hospital de Bellvitge. Hospitalet de Llobregat. Barcelona. Tabla 1 DIAGNOSIS AND TREATMENT OF DIFFERENTIATED THYROID CARCINOME Bajo el término “carcinoma de tiroides” se agrupan varias entidades neoplásicas que difieren significativamente entre sí tanto en cuanto a la estirpe celular de la que derivan como en cuanto al pronóstico e historia natural de la enfermedad. Los criterios para la clasificación histológica del carcinoma de tiroides dependen de la interpretación del anatomopatólogo y son controvertidos. Los hallazgos histológicos varían incluso dentro de una misma lesión y generalmente son precisos estudios seriados de la pieza quirúrgica para establecer el diagnóstico. Los criterios de malignidad residen en la interpretación de la arquitectura de las lesiones y en las características celulares individuales. La neoplasia tiroidea puede originarse a partir de cualquier de los dos estirpes celulares epiteliales presentes en la glándula: las células foliculares que producen tiroxina y triyodotironina, y de la células parafoliculares (células C) que producen calcitonina. Estas últimas son el origen del carcinoma medular de tiroides los cuales suponen, aproximadamente, un 10 % de las neoplasias tiroideas. Las células foliculares son el origen de dos grupos de neoplasias que difieren enormemente en sus patrones de crecimiento y en su historia natural: los carcinomas diferenciados de tiroides (carcinoma folicular y carcinoma papilar) que presentan un pronóstico excelente y los J. MORA Hospital Universitario de Bellvitge Feixa Llarga, s/n 08097 Hopitalet de Llobregat. Barcelona E-mail: jmoras@csub.scs.es 79 Tipo histológico Carcinoma papilar Carcinoma folicular Carcinoma medular Carcinoma anaplásico GENERALIDADES Correspondencia: CLASIFICACIÓN DEL CARCINOMA DE TIROIDES Frecuencia (%) 65 25 10 5 carcinomas indiferenciados o anaplásicos que cursan con rápido crecimiento y muerte del paciente. Así pues, el carcinoma de tiroides se pueden dividir en cuatro grandes grupos (tabla 1): el carcinoma papilar, el carcinoma folicular (que juntos constituyen genéricamente el carcinoma diferenciado de tiroides o CDT), el carcinoma anaplásico y el carcinoma medular. Mención destacada merece el hecho de que los carcinomas diferenciados de tiroides conservan las capacidades de captar activamente yodo y de sintetizar tiroglobulina y hormonas tiroideas. Como veremos, estas propiedades constituyen una de las piedras angulares en diagnóstico y tratamiento de estos tumores. Existen casos particulares como el carcinoma mixto papilo-folicular, que actualmente se incluye en la categoría del carcinoma papilar, y el de células oxifílicas (o de Hürthle), que se catalogan dentro de los foliculares, dado que los criterios diagnósticos, la historia natural y el pronóstico son similares. Punto clave 1 Las células del carcinoma diferenciado de tiroides conservan sus capacidades de captar yodo y de producir tiroglobulina y hormonas tirodeas. CARCINOMA DIFERENCIADO DE TIROIDES (CDT) Como ya hemos mencionado el CDT constituye un 85-90 % de los cánceres de tiroides. Algunos autores abogan hacia una distinción entre carcinoma folicular y Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(4):349-59 349 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides papilar es puramente académica, mientras que otros sostienen que se tratan de dos entidades de distinta incidencia, diferentes pronósticos y comportamiento biológico1. El carcinoma papilar es el más frecuentes de los carcinomas tiroideos. Se presenta preferentemente en adultos jóvenes y es el que presenta mejor pronóstico. Generalmente son multifocales, no encapsulados e invaden los ganglios linfáticos loco-regionales y metastatiza frecuentemente en los ganglios del cuello. Tiene tendencia a invadir por contigüidad lo que puede explicar su, en ocasiones, elevada agresividad local. Algunos pacientes pueden fallecer por afectación de estructuras vitales del cuello. Las metástasis viscerales, generalmente en pulmones, son relativamente frecuentes. El carcinoma folicular es generalmente solitario y encapsulado, invade el sistema venoso y metastatiza fundamentalmente en hueso y pulmones. Las metástasis locales se dan más raramente, excepto en los casos en que existe una marcada extensión local con rotura de la cápsula de la glándula o en casos de recurrencia local. A partir de estos patrones de crecimiento se desprende que los tumores foliculares metastatizan preferentemente por vía sanguínea mientras que los papilares lo hacen por vía linfática. Incidencia del CDT La incidencia del CDT en nuestro medio se sitúa alrededor de 36-60 nuevos casos por millón de habitantes y año. La tasa de fallecimientos es de 4-5 muertes por millón de habitantes y año (0,4 % de las muertes por cáncer), que a su vez supone más de un 60 % de muertes debidas a neoplasia de origen endocrinológico Como comparación podemos destacar que su incidencia es similar a la del mieloma, a la de los cánceres de esófago, Tabla 2 ESTADIAJE DEL CARCINOMA DIFERENCIADO DE TIROIDES Edad < 45 a > 45 a Supervivencia 5 a (%) T*, N*, M0 T*,N*,M1 – – T1 N0 M0 T2-T3, N0, M0 T*,N1,M0 M1 100 95 90 80 Estadio I II III IV T*, N* Cualquier T o N. T1: < 1 cm. T2: 2-4 cm. T3: > 4 cm. T4: rotura capsula tiroides. 350 de laringe y de cérvix uterino y aproximadamente el doble de la de la Enfermedad de Hodgkin2. Diagnóstico del CDT Clínicamente el CDT se presenta generalmente como un nódulo asintomático3 en un tiroides por lo demás aparentemente normal. En ocasiones también puede presentarse como una adenopatía regional, a veces sin nódulo palpable. El empastamiento de la región cervical anterior con fijación de la glándula, la afectación de elementos vecinos (traquea, sistema venoso yugular) y las metástasis a distancia suelen ser manifestaciones tardías (enfermedad avanzada). El diagnóstico se establece por la historia clínica, exploración física, la punción aspiración con aguja fina del nódulo tiroideo4, o la biopsia peroperatoria o estudio diferido de la pieza operatoria. Estadiaje del CDT En general el estadiaje de cualquier tipo de cáncer esta íntimamente relacionado con el pronóstico y sirve, entre otras cosas, para identificar a los pacientes con mayor riesgo y que por lo tanto son susceptibles de ser sometidos a terapias más agresivas. Sin embargo el estadiaje del CDT presenta marcadas particularidades: al contrario que en otros tipos de cáncer, la extensión anatómica no es suficiente para establecer el estadiaje ya que deben tenerse en cuenta tanto el tipo histológico como la edad del paciente. Además, debe destacarse la cuestionable significancia de la enfermedad metastásica, especialmente en pacientes jóvenes. Por lo tanto lo sistemas de clasificación del CDT más utilizados combinan la extensión anatómica con los factores pronósticos5. En la tabla 2 se presenta la propuesta de clasificación recomendada por la American Joint Committee on Cancer Stage Groupings for Thyroid Carcinoma Papillary or Follicular” 5. Punto clave 2 La extensión anatómica del CDT no es suficiente para establecer el estadiaje. Es preciso tener en cuenta otros factores como la edad. Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 80 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides Tratamiento quirúrgico del CDT Aquellos pacientes que presente un carcinoma papilar unilateral, la mínima intervención que se precisa es la tiroidectomia ipsilateral y es controvertido si se pueden beneficiar de la tiroidectomía total6. Sin embargo, la tiroidectomía subtotal en comparación con la lobectomía disminuye de forma significativa las recurrencias locales y la mortalidad en los pacientes que se catalogan como estadio II o superior7. La decisión de practicar una tiroidectomía subtotal depende de la experiencia del cirujano: en manos expertas, la incidencia de complicaciones, basicamente el hipoparatiroidismo y la lesión de los nervios recurrentes, es inferior a un 3 %. La disección de los nódulos linfáticos centro-cervicales e ipsilaterales mejora no sólo la incidencia de recidivas sino posiblemente también disminuye la mortalidad6-8. Es obligatoria la disección modificada del cuello en los pacientes que presentan afectación clínica de las cadenas ganglionares. Ablación con radioyodo La utilidad de la ablación de los restos tiroidales está plenamente aceptada en el manejo postoperatorio del CDT y se basa en los siguientes puntos: 1. La extirpación quirúrgica de la glándula tiroides raramente es completa. Los rastreos postoperatorios generalmente muestra la presencia de tejido tiroideo remanente9. 2. El CDT, en su variante papilar, (la más frecuente) suele ser multifocal. 3. La ablación consigue un estado total de hipotiroidismo, lo que produce una fuerte estimulación de la TSH, lo que a su vez permite poner de manifiesto la presencia de metástasis funcionantes10. 4. La ablación elimina el tejido tiroideo residual normal como fuente de tiroglobulina. 5. Disminuye las recidivas y aumente la supervivencia11. La ablación se define como la destrucción del remanente de tejido tiroideo normal tras la tiroidectomía. Se realiza tras la intervención en pacientes que han sido sometidos a un tratamiento potencialmente curativo. No debe confundirse con la terapéutica con yodo-131 que tiene como finalidad la destrucción de la enfermedad residual loco-regional o de las metástasis a distancia. 81 Existen, al menos, tres potenciales ventajas al realizar la ablación11: Primera: al ser atrapado por las células “sanas” remanentes, el yodo-131, puede destruir focos microscópicos de carcinoma imbuídos entre dichas células sanas. Segunda: La destrucción del remanente sano facilita la detección de las recidivas loco-regionales. Tercera: aumenta el valor de la tiroglobulina sérica durante el seguimiento12. Punto clave 3 El tratamiento curativo del CDT incluye una ciruga lo más amplia posible seguida de la ablación de restos con yodo-131. Indicaciones de la ablación11-13 La ablación de restos estará indicada en las siguientes circunstancias: 1. Tumor primario, papilar, con un diámetro superior a 1,5 cm. 2. Multifocalidad. 3. Invasión de los linfáticos y sanguíneos. 4. Edad superior a 45 años. 5. Pacientes con primario irresecable (intentar reducir en los posible la masa tumoral). 6. Carcinoma folicular de cualquier tamaño. Es decir, solamente puede obviarse la ablación en sujetos menores de 45 años, con tumores papilares menores de 1,5 cm y que no presenten invasión vascular ni multifocalidad. Punto clave 4 La ablación de resto se define como la destrucción del remanente de tejido tiroideo normal tras la tiroidectomía. Debe realizarse con el paciente en situación de hipotiroidismo. Preparación para la ablación Se recomienda que tras la tiroidectomía se mantenga al paciente hipotiroideo sin tratamiento sustitutivo durante 4-6 semanas de modo que se produzca una elevación significativa de la TSH endógena (TSH > 30 UI/L). Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 351 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides Otra opción es iniciar tratamiento sustitutivo con levotiroxina (T4) inmediatamente después de la intervención para conseguir una rápida recuperación del paciente y disminuir la incidencia de complicaciones atribuibles al estado de hipotiroidismo. A las 4-6 semanas se sustituye la T4 por Triyodotironina (T3) a dosis de 75 g/día durante 3 semanas, retirándose totalmente la terapia sustitutiva durante 10-15 días, procediéndose posteriormente al rastreo y a la ablación de restos14. Se recomienda que el paciente siga una dieta pobre en yodo durante los días previos a la ablación. Rastreo Pre-ablación En los últimos años se ha producido un debate sobre la dosis y el trazador ideal para realizar el rastreo preablación, o incluso la necesidad del mismo. Esto se ha debido a que se ha ido constatando un efecto, llamado aturdimiento tiroideo que consiste en que la dosis administrada para el rastreo produce una disminución en la capacidad de captación de la dosis terapéutica y, por lo tanto, un menor efecto de ésta. Así pues, si bien dosis de rastreo altas (185-380 Mbq) permiten una mejor y más completa evaluación de la extensión de la enfermedad15 (a mayor dosis, mayor número de lesiones detectadas), por otro lado pueden producir un “aturdimiento” de los restos tiroideos y una menor eficacia de la dosis ablativa16,17. El tema no está definitivamente zanjado ya que algunos autores no reconocen la existencia del fenómeno del aturdimiento18 e incluso algunos observaam que lo que se produce es un efecto terapéutico real de la dosis trazadora sobre el tejido remanente19. De todos modos parece razonable realizar el rastreo pre-ablación con dosis relativamente bajas (37-185 MBq) para evitar el presunto “aturdimiento” y realizar el rastreo postratamiento que permitirá una correcta evaluación de la extensión de la enfermedad20. dentro de lo posible, los periodos de hipotiroidismo y las estancias hospitalarias21. La mayoría de los autores abogan por una dosis fija y alta (entre 2,8 y 3,5 GBq). Con esta estrategia se consigue un 85 % de ablaciones completas11,13,22,23. En algunos casos se ha utilizado dosis más bajas24-26 (111 MBq) fundamentalmente por parte de grupos norteamericanos y parece ser que con el único fin de evitar el ingreso del paciente, pero a costa de una tasa de fracasos altísima de hasta un 40 %. Además, existen claros indicios de que las dosis de ablación bajas puede producir una inadecuado irradiación de las micrometástasis presentes en los restos tiroideos, lo que está apoyado por una mayor incidencia de recidivas en estos pacientes27,28. Tras la dosis ablativa, debe reiniciarse la terapia sustitutiva con Levotiroxina (LT4) lo más pronto posible. Entre el tercer y sexto día postadministración de la dosis de ablación, debe realizarse un rastreo corporal total que permita establecer un diagnóstico de extensión más completo. De hecho, metástasis que han pasado desapercibidas en el rastreo preablación, se ponen de manifiesto ahora. Si el rastreo postablación es “negativo”, es decir, muestra solamente restos tiroideos y no nuevas localizacion patológica adicionales, se iniciará la terapia sustitutiva a dosis plena y suficiente para mantener la TSH inhibida. Entre los seis y doce meses postablación debe retirarse la terapia sustitutiva durante unas cuatro semanas y realizar un rastreo (que debe ineludiblemente incluir la región anterior del cuello) con una dosis trazadora aconsejable de 185 MBq de yodo-131 para comprobar la eficacia de la ablación22,23. Punto clave 6 Entre los 6 y 12 meses postablación debe practicarse un rastreo con yodo-131 y deteminarse los niveles de tiroglobulina como control de la eficacia de la ablación. Punto clave 5 El llamado “aturdimiento tiroideo” es el efecto inhibitorio sobre la captación que produce la dosis trazadora de yodo-131 en el tejido tiroideo remanente. Este fenómeno puede condicionar la eficacia de la dosis Dosis ablativa Se debe conseguir de forma lo más rápida posible la ablación de restos, de forma que se eviten y se acorten, 352 Rastreos de seguimiento Dada la alta especificidad de la captación de yodo-131 tanto en el tejido tiroideo normal como en el neoplásico, los rastreos de cuerpo entero con este trazador se emplean profusamente para el seguimiento post-operatorio de la enfermedad. La principal ventaja de este tipo de imagen es que si el tumor es visualizado Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 82 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides durante un rastreo con yodo-131, éste será susceptible de ser tratado con dosis altas de yodo-131. Sin duda el rastreo es mucho más útil en pacientes que no presentan tejido tiroideo normal remanente en la zona del cuello. Los pacientes con gran cantidad de tejido tiroideo remanente en la región del cuello presentan el típico artefacto “ en estrella” que dificulta la interpretación del estudio. La dosis recomendada para el rastreo debe ser de unos 74-185 MBq y los registros se suelen realizar a las 48-72 horas post-administración del trazador. El primer rastreo de control debe realizarse entre los 6 meses y un año postablación y los subsecuentes a los 2, 3 y 5 años5. Terapia sustitutiva La terapia supresora (después de la cirugía y de la ablación) se basa en la administración de dosis suprafisiológicas de Levotiroxina. Este tipo de terapia ha sido usada ampliamente durante más de 40 años y se asume que la supresión de la TSH endógena priva a las células tumorales de un estímulo fundamental para su crecimiento. Tradicionalmente, el fin de la terapia con Levotiroxina es la completa supresión de la TSH que se pone de manifiesto con la indetectabilidad de los niveles de TSH endógena con medios analíticos ultrasensibles. Deben comprobarse rutinariamente la presencia de anticuerpos antitiroglobulina en el suero del paciente ya que interfieren en las técnicas de determinación: el laboratorio siempre debe advertirnos de la presencia de anticuerpos que produzcan una elevación o una disminución falsas de los niveles de tiroglobulina. Debe señalarse que los niveles de anticuerpos antitiroglobulina tiroglobulina tienden a disminuir con el tiempo. Por lo tanto, su presencia no invalida definitivamente la técnica. El principal problema en la utilización de la tiroglobulina radica en el hecho de los diferentes procedimientos analíticos para la determinación de la tiroglobulina no han sido convenientemente estandarizados. Uno de los puntos críticos es el del nivel de corte que se utiliza para la toma de decisiones. Algunos usan niveles de corte de 5 ng/L para pacientes bajo tratamiento sustitutivo y de 10 ng/L para pacientes en estado de hipotiroidismo (o estimulados con rhTSH)32. Parece existir una tendencia, cada vez más acusada, entre los endocrinólogos a realizar el seguimiento exclusivamente con determinaciones de tiroglobulina sérica en pacientes intervenidos y sometidos a ablación completa. Siempre que los niveles de tiroglobulina permanezcan por debajo de 5 ng/L, no se realiza ninguna acción complementaria. Ante una elevación, se indica la práctica de un rastreo con radioyodo32. Tiroglobulina Sérica La determinación de la tiroglobulina sérica juega un papel fundamental en el seguimiento del CDT. Después de la eliminación de todo vestigio de tejido tiroideo mediante la cirugía y la ablación de restos con radioyodo, la elevación de los niveles séricos de tiroglobulina son indicativos de enfermedad metastásica, mientras que la indetectabilidad de la tiroglobulina sérica prácticamente asegura que el paciente está libre de enfermedad31. La determinación de la tiroglobulina en pacientes bajo sustitutivo ofrece resultados fiables en casi un 90 % de los casos. Sin embargo, en algunos pacientes la tiroglobulina se inhibe por la terapia sustitutiva, por lo que (especialmente en pacientes de alto riesgo de recidiva o de metastásis), se recomienda medir la tiroglobulina con el paciente en estado de hipotiroidismo (TSH elevada) o tras la administración de TSH recombinante (ver apartado correspondiente)31,32. Debe señalarse que la presencia de tiroglobulina sérica elevada, no asegura la presencia de metástasis o de recidivas yodocaptantes susceptibles de ser tratadas con yodo-131. Por lo tanto, las determinaciones de tiroglobulina no sustituyen, sino que complementan, la necesidad de realizar rastreos con radioyodo5. 83 ENFERMEDAD RECURRENTE Y METÁSTASIS El yodo-131 ha demostrado su utilidad en el tratamiento de las recurrencias y metástasis del CDT que presentan capacidad de captación de yodo33-35. El Yodo-131 es un emisor beta (–) y gamma. Su periodo de semidesintegración es de 8,04 días. La energía máxima de sus particulas –max es de 0,61 MeV y éstas son las que Punto clave 7 La elevación de la tiroglobulina sérica es indicativa de enfermedad recurrente o metastásica. Punto clave 8 Para el tratamiento de la enfermedad recurrente y de las metástasis suelen emplearse dosis estandar que depende de la localización de la lesión. Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 353 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides liberan su energía dentro de las células y las responsables de sus propiedades terapéuticas. También emite varios gammas (80, 284, 364 y 637 KeV) los que permiten la obtención de imágenes gammagráficas. El Yodo-131 puede liberar de 5 a 10 veces más dosis de radiación en el tejido tumoral que la máxima alcanzable con radioterapia externa habitual. El Yodo-131 permite tratar varios focos metastásicos simultáneamente. Las indicaciones para el tratamiento con yodo-131 son los pacientes en estadios II a IV y los pacientes con neoplasia inoperable, enfermedad residual en cuello postintervención, metástasis a distancia(cervical, mediastínico) y recidivas locales. En pacientes con primarios irresecables, el yodo-131 no parece aumentar la supervivencia a menos que se combine con terapias más agresivas (cirugía citoreductora, radioterapia externa)29,36. La eficacia terapéutica del yodo-131 depende de la localización de la enfermedad metastásica. La resolución completa se logra en un 68 % de las metástasis linfáticas regionales, en un 46 % de las metástasis pulmonares y sólo en un 7 % de las metástasis óseas35. Punto clave 9 La efiacia terapéutica del yodo-131 depende de la localización de las lesiones, siendo mayor en la enfermedad recurrente local y muy baja en las metástasis óseas. La respuesta de las metástasis pulmonares al yodo-131 dependen de la edad del paciente y del tamaño de las metástasis37,38. Los pacientes más jóvenes y con un patrón micronodular que es visible en el rastreo con yodo-131 y con radiología normal son los que mejor responden al tratamiento con yodo-131 (78 % presentan resolución de la micronodularidad y 87 % reducción de los mismos). En cuanto a los pacientes en estadio II o III tratados con yodo-131 para erradicar la enfermedad local, presentan una tasa de recurrencia menor (16 % versus 38 %) que los no tratados. Se evidencia también una menor mortalidad ligada a la neoplasia en los pacientes tratados (3 % versus 9 %)33. Dosis de yodo-131 La dosis empleada en el tratamiento varía de un centro a otro. 354 Punto Clave 10 Los pacientes en estadio II y III que reciben yodo-131 para eliminar la enfermedad local, presentan una tasas de recurrencia y de mortalidad ligada a su neoplasia menores que los pacientes no tratados con yodo-131. Lo más frecuente es la utilización de una dosis única estandar basada en la localización de la lesión, independientemente del porcentaje de captación13. Los pacientes con enfermedad residual en lecho tiroideo son tratados con 3700 MBq. Los pacientes con metástasis cervicales no evidentes clínicamente (no palpables) de 5.550 a 6.475 MBq y para metástasis óseas de 6.475 a 7.400 MBq. En el caso de metástasis ganglionares evidentes clínicamente, aunque presente captación significativa de yodo-131, debe procederse a su extirpación quirúrgica. Una segunda aproximación consiste en el tratamiento mediante una sola dosis calculada mediante dosimetría determinada de forma que se libere en la lesión una dosis suficiente para la destrucción de la misma. Para ello se precisa conocer el tamaño (masa) del tumor y el porcentaje de captación. Los estudios dosimétricos han mostrado que el tejido neoplásico puede ser eliminado con unas dosis de radiación menor que la necesaria para la ablación de restos (85 Gy versus 14 Gy)39. En casos de metástasis únicamente regionales se consigue una reducción efectiva en el 86 % de los pacientes administrando 14 Gy. La presencia simultánea de tejido tiroideo normal o de otros focos metastásicos reduce la dosis que reciben las lesiones a unos 8 Gy (ante la misma cantidad de yodo-131) y la eficacia de la reducción a un 74 %. Si los estudios dosimétricos demuestran que la dosis efectiva que recibirá la lesión no puede superar 1 Gy, debe plantearse la posibilidad de emplear otras terapias alternativas (cirugía, radioterapia). Una tercera posibilidad consiste en emplear la máxima cantidad de yodo-131 que pueda ser administrada de forma segura al paciente sin producir depresión de médula ósea. Esta estrategia está basada en la demostración por parte de Benua y Leeper40,41,42 de que una dosis de radiación menos a 2 Gy en sangre (total) no produce depresión significativa de la médula ósea. De esta manera se consigue la máxima irradiación tumor con la máxima actividad radioactiva que el paciente puede tolerar. Para ello se considera que la retención de yodo-131 debe ser menor a 4440 MBq (total) y a 2960 MBq (en pulmones) a las 48 horas Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 84 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides La dosis de radiación de sangre puede calcularse mediante contajes externos seriados fácilmente realizables en cualquier servicio de Medicina Nuclear43. Complicaciones del tratamiento con yodo-131 (tabla 3) Las complicaciones del tratamiento con yodo-131 son infrecuentes con las dosis habituales de hasta 5550 a 7400 MBq. Las nauseas o los vómitos que puede surgir precozmente tras el tratamiento responden generalmente a la medicación antiemética habitual. Los síntomas de fatiga, cefalea, nauseas y vómitos, atribuibles a la enfermedad aguda por radiación, cuando aparecen, suelen hacerlo durante las primeras 24 horas y desaparecen espontáneamente. La tiroiditis rádica solamente se presenta en pacientes con abundante tejido residual y en los que se emplean dosis relativamente altas (2.275 a 3.700 Mbq). El dolor y otros signos inflamatorios en la región cervical anterior típicos de la tiroiditis ceden habitualmente con salicilatos y sólo excepcionalmente se precisa administrar corticoides. La sialoadenitis se presenta en hasta un 11 % de los pacientes, pero su incidencia puede reducirse facilitando la salivación y con una buena hidratación. La sialoadenitis es más frecuente en pacientes que reciben dosis repetidas, las cuales frecuentemente terminan desarrollando una xerostomía44,45. EL hipertiroidismo y los síntomas relacionados con la inflamación de los focos de metástasis se presentan raramente. Sin embargo, en los pacientes con metástasis cerebrales, metástasis vertebrales con compromiso medular o lesiones que presentan una invasión significativa de la vía aérea debe tenerse en cuenta esta posibilidad ya que incluso el más mínimo aumento de tamaño de las lesiones tienen repercusión clínica o incluso puede comprometer la vida del paciente. En estos pacientes está indicado el tratamiento profiláctico con corticoides (prednisona) desde unos días antes a una semana después de la administración de radioyodo. Pacientes con grandes tumores funcionantes pueden liberar una gran cantidad de hormonas tiroideas como respuesta al daño recibido por radiación y provocar una tormenta tiroidea46,47. La depresión transitoria de la médula ósea se presenta en la mayoría de los pacientes como trombopenia y leucopenia (menos evidente, anemia) hacia las 6-8 semanas. Más importante es la depresión permanente de la médula ósea, pero ésta solamente se da en pacientes 85 Tabla 3 COMPLICACIONES DEL TRATAMIENTO CON YODO-131 DEL CDT Gastritis, cistitis, tiroiditis por radiación Síndrome agudo de radiación Sialoadenitis Inflamación y/o hemorragia en las metástasis Tormenta tiroidea Mielosupresión Leucosis Fibrosis pulmonar Transformación anaplásica del tumor Infertilidad que han recibido más de 2 Gy en tejido hematopoyético. Los pacientes más susceptibles de presentar depresión son aquellos que muestran enfermedad metastásica extensa y que han sido tratados con otras terapias mielosupresoras (quimioterapia, radioterapia externa)48. La leucosis es una complicación que ha sido descrita en la literatura con una incidencia del 0,5 % con la mayoría de los pacientes mayores de 50 años y que habían recibido más de 29600 MBq35,49. Cuanto mayor es la dosis y menor el periodo en que se administra, mayor es la posibilidad de desarrollar la leucosis. Por esta causa, las terapias repetidas deben estar espaciadas en al menos un año y en cada una de ellas la dosis en sangre no debe superar los 2 Gy. De todas formas estas recomendaciones no son aplicables a los pacientes con enfermedad progresiva y metástasis yodocaptantes en los que el intervalo entre dosis puede acortarse a 6-9 meses. La neumonitis rádica ha sido descrita en pacientes con metástasis pulmonares difusas tratadas con dosis altas de yodo-131 (algunos pacientes pueden llegar a concentrar más de 3700 MBq en pulmones, por ejemplo un 25 % de la captación de una dosis de 14.800 MBq). EL yodo-131 produce irradiación gonadal a partir de varias fuentes (sangre, vejiga, intestino) lo que indica la posibilidad de daño genético e infertilidad. Un 27 % de mujeres presentan alteraciones menstruales y elevación de la FSH de características transitorias51, aunque sin embargo no se ha demostrado disminución de la fertilidad en varios grupos de mujeres52. De forma similar, se ha descrito disfunción testicular en hasta un 40 % de los pacientes varones. Aquellos que han sido sometidos a terapias repetidas puede desarrollar insuficiencia testicular permanente (elevación persitente de la FSH) en hasta un 37 % de los mismos. En estos pacientes también se ha hallado una correlación Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 355 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides significativa entre la dosis recibida y la elevación de la FSH53. Así pues, la lesión gonadal persistente es más frecuente en el varón y cursa con un riesgo significativo de infertilidad especialmente en pacientes que precisan dosis altas (repetidas) de yodo-131 y presentan enfermedad metastásica extensa. En estos pacientes debe considerarse la posibilidad de recogida y congelación del semen antes de administrar el tratamiento con radioyodo. Finalmente, la transformación anaplásica no parece tener relación directa con la terapia con radioyodo y sería más bien la evolución “natural” de la enfermedad. De esta forma se ha descrito que más de la mitad de los pacientes que presentan transformación anaplásica no han recibido radioyodo28. Situaciones especiales. Tiroglobulina elevada y rastreo con radioyodo negativo Esta combinación de circunstancias se da habitualmente en pacientes con varios años de seguimiento normal (rastreos negativos, tiroglobulina indosificable). Ante esta circunstancia, algunos autores son partidarios de la administración de dosis terapéuticas de yodo-131 que Punto Clave 11 La complicacione más frecuente del tratamiento con yodo-131 es la insuficiencia gonadal en varones y la más grave es la aplasia medular. permite localizar y tratar los focos productores de tiroglobulina38,55-57. Los pacientes tratados empíricamente de este modo muestran generalmente alguna localización en el rastreo posterapéutico y una caída de los niveles de tiroglobulina en el seguimiento (raramente normalización). Sin embargo, parece (al menos desde el punto de vista teórico) razonable tratar de localizar el lugar de las presuntas metástasis con alguno de los variados trazadores oncológicos de que disponemos (Talio-201, Tc99m-MIBI, F-18-FDG). Estos trazadores permiten realizar un rastreo de cuerpo entero con una sensibilidades y especificidades variadas que dependen del trazador (una sensibilidad entre el 70 y el 90 % para el talio y mibi y superior al 90 % para la glucosa-FDG) y de las características del paciente (tipo tumoral, extensión)58-62. 356 Estas técnicas son más útiles en la evaluación de pacientes que han sido sometidos previamente a ablación, o a tratamientos con yodo-131, que hayan eliminado todo el tejido tiroideo normal. Dada la mejor calidad de la imagen ofrecida por los derivados tecneciados (MIBI), éstos detectan más lesiones que el talio-20159. La captación de F-18-FDG en el cáncer de tiroides parece presentar una relación inversa con la capacidad de las células de captar yodo-131. Un 94 % de los tumores no yodocaptantes, fijan FDG. Esto indicaría que cuanto más desdiferenciada está la célula, más elevado es su metabolismo60. Un paciente puede presentar simultáneamente lesiones yodo-131 negativas-FDG positivas y yodo-131 positivas-FDG negativas. Así pues, el método de elección que ofrece mejor rendimiento diagnóstico parece ser, hoy por hoy, la PET con FDG. En situaciones en que no esté disponible esta técnica, la que ofrece mejores prestaciones es el rastreo con MIBI-Tc20,62. Si se puede localizar el tumor y ver su extensión (por el método que se elija), el paciente se puede beneficiar de una terapia adecuada, sea quirúrgica (lesiones accesibles) o de radioterapia externa. Los pacientes que presentan tiroglobulina elevada sin poderse detectar ninguna anormalidad deben ser sometidos a rigurosa vigilancia clínica, pero creemos que NO deberían ser sometidos a tratamientos empíricos con yodo-131, a pesar de que en algunos casos se ha realizado. Se somete al paciente a una dosis de radiación sin las mínimas garantías de que se consiga un efecto terapéutico eficaz además del peligro de que algunas lesiones reciban dosis subletales de radiación que conseguiría el efecto de desdiferenciar más a la célula20. SITUACIONES ESPECIALES. PAPEL DE LA TSH HUMANA RECOMBINANTE RHTSH Como ya se ha comentado anteriormente, para una correcta detección tanto del tejido tiroideo residual normal como del neoplásico, se precisa un Punto Clave 12 En pacientes con tiroglobulina elevada y rastreo negativo debe intentarse localizar los focos neoplasicos con otros radiotrazadores. No parece justificado el tratamiento empírico con yodo-131 en estos pacientes. Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 86 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides estimulación por la TSH endógena. Para ello es preciso retirar el tratamiento sustitutivo durante 3 o 4 semanas provocando por lo tanto un estado de hipotiroidismo relativamente prolongado (1 a 2 semanas) que puede ser más so menos mal tolerado dependiendo del paciente. Durante este periodo de elevación de la TSH se puede producir un crecimiento rápido de las metástasis cerebrales o de las que comprometen la médula espinal o la vía aérea pudiéndose incluso convertirse en una amenaza vital para el paciente. Los pacientes con cuadros de insuficiencia renal, hepática, respiratoria, cardiaca, etc bien compensados en estado de eutiroidismo pueden descompensarse fácilmente y empeorar su cuadro clínico de forma irreversible. Por ejemplo, el hipotiroidismo produce una caída en la filtración glomerular y en el flujo plasmático renal efectivo que en pacientes con una función renal en el límite, puede suponer una caída en insuficiencia renal manifiesta63. Para evitar estos problemas, actualmente disponemos de la TSH recombinante humana que puede utilizarse con finalidad diagnóstica en los pacientes que no presentan suficiente elevación de la TSH endógena tras supresión del tratamiento sustitutivo, en los pacientes que toleran mal el estado hipotiroideo y aquellos que son susceptibles de sufrir una complicación desencadenada por el hipotiroidismo64. El protocolo de utilización supone la inyección intramuscular de 0,9 mg de rhTSH los días 1 y 2, el día 3 se administra la dosis trazadora y el día 5 se obtiene la imagen diagnóstica. Asimismo, debe determinarse los parámetros hormonales T4libre y TSH y la tiroglobulina sérica, basalmente y los días 3 y 5 como mínimo. En un estudio realizado en 127 pacientes comparando el resultado del rastreo bajo estado de hipotiroidismo y tras la administración de rhTSH, en 106/127 pacientes los hallazgos fueron totalmente concordantes. De los 21 casos discordantes, en 18 el rastreo en estado de hipotiroidismo detectó más lesiones, (en los tres casos restantes se detectó mayor número de lesiones en el rastreo post rhTSH). Esta discordancia, a favor del rastreo en estado de hipotiroidismo se atribuye a la mayor biodisponibilidad del yodo en estado de hipotiroidismo65. En un estudio multicéntrico con 220 pacientes, Haugen66 encuentra concordancia entre las dos técnicas (inducción de hipotiroidismo-TSH endógena 87 y rhTSH) en 195/220. De los discordantes en 8 (4 %) el rastreo post rhTSH mostró una mayor extensión, mientras que en 17 (8 %) el número de las lesiones detectadas fue superior en estado de hipotiroidismo. Los niveles de tiroglobulina, estableciendo un límite de corte a 2 g/L, un 22 % la presentaban elevada bajo tratamiento con levotiroxina. Tras la administración de rhTSH la tasa de positividades se elevó a un 50 %, mientras que en estado de hipotirodismo un 54 % la presentaban elevada. Estos datos se refieren a pacientes con enfermedad limitada a la región cervical. En pacientes con metástasis, un 80 % presentaban tiroglobulina elevada basalmente y todos ellos (100 %) tras la administración de rhTSH o en hipotiroidismo inducido. Así pues concluyen que la utilización de rhTSH junto con el rastreo corporal total con radioyodo y la determinación de la tiroglobulina sérica detecta un 93 % de los pacientes con lesión residual en lecho tiroideo y un 100 % de los pacientes con metástasis. TRATAMIENTO DE RECIDIVAS-METASTASIS CON RHTSH La alteración del metabolismo inducida por el hipotiroidismo (provocado al retirar el tratamiento con levotiroxina) produce cambios en la biodistribución del yodo que conduce a una mayor biodisponibilidad del mismo. Dicha mayor biodisponibilidad que parece estar relacionada con la disminución de la filtración glomerular que se da en el estado de hipotiroidismo y que produce un alargamiento de la vida media biológica del yodo. Este punto también tiene suma importancia en caso que se quieran tratar metástasis o recidivas tras la administración de rhTSH: el alargamiento de la vida media biológica del yodo en estado de hipotiroidismo significa un mayor período de permanencia del yodo dentro de la célula lo que equivale a una mayor dosis de radiación celular. Si no producimos el estado de hipotiroidismo (es decir, si utilizamos rhTSH), la dosis que reciben las células tumorales es menor y teóricamente, al menos, cabe la posibilidad de administrar dosis subletales20,63. De esto se deduce que la utilización de la rhTSH para tratamientos de enfermedad residual o de metástasis no ofrece las mismas garantías que el método tradicional de provocación del hipotiroidismo, por lo que, a Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 357 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides excepción de casos muy especiales, no parece aconsejable utilizarlo. Punto Clave 13 El rastreo tras la administración de TSH recombinante humana puede usarse con finalidad diagnóstica en pacientes que toleran mal el hipotiroidismo o que son susceptibles de desarrollar complicaciones desencadenadas por éste. CONCLUSIÓN Tras muchos años de experiencia tenemos en la actualidad una comprensión bastante profunda del Carcinoma Diferenciado de Tiroides, tanto de la enfermedad como del papel que juegan el estadiaje, la cirugía, el yodo-131 y la tiroglobulina en el manejo de la enfermedad. La determinación de la tiroglobulina nos permite detectar un subgrupo de pacientes con enfermedad metastásica precoz u oculta que pueden beneficiarse de una terapia más agresiva. La introducción de la rhTSH permite una evaluación eficaz de los pacientes con mala tolerancia al hipotiroidismo, con enfermedades debilitantes que pueden agravarse al retirar la terapia sustitutiva o en estadios muy avanzados. Queda todavía por definir cúal sería su pape en el tratamiento de recidivas o metástasis. El papel tradicional del rastreo con yodo-131 probablemente experimente un cambio en los próximos años reservándolo para cuando la tiroglobulina indique de la presencia de enfermedad. BIBLIOGRAFÍA 1. Franssila KO. “Is the differentiation between Papillary ans Follicular Thyroid Carcinoma Valid?”. Thyroid 1973;32:853-5. 2. Mato JA, Rueda, Guitian R. “Guía del Carcinoma Diferenciado de Tiroides”. Http://www.sgenm.com. 3. Mazzaferri EL. “Management of a Solitary Thyroid Nodule”. N Engl J Med 1990;328:553-65. 4. Caruso D, Mazzaferri EL. “Fine-Needle Aspiration in the Management of Thyroid Nodules” Endocrinologist 1991;1:194-202. 5. American College of Endocronology. “Clinical Practice Guidelines for the Management of Thyroid cancer” Http://www.tsh.org/ ptinfo/guidecan.html. 358 6. Soh EY, Clark OH. “Surgical Consideratios and Approach to Thyroid Cancer” Endocrinol Metabol Clin North Am 1996;25: 115-39. 7. Mazzaferri EL, Jhiang MJ, Boice JD. “Long-Term Impact of Initial Surgical and Medical Therapy on Papillary and Follicular Thyroid Cancer” Am J Med 1994;97:418-28. 8. Scheumanna GFW, Gimm O, Wegener G. “Pronostic significance and Surgical Management of Locoregional Lymph Node Metastases in Papillary Thyroid Cancer” World J Surg 1994; 18:559-68. 9. Katz AD, Bronson D. “Total Thyroidectomy. Indications and Results of 630 cases”. Am J Surg 1978;136:450. 10. Edmons CJ, Hayes S, Kermde JC. “Measurements if Serum TSH and Thyroid Hormones in the Management and Treatment of Thyroid Cancer with Radioiodine” Br J Radiol 1997;50:799. 11. Krishnamurthy GT, Blahd WH. “Radioiodine Therapy in the Management of Thyroid Cancer” Cancer 1977;40:195. 12. Maheshwari YK, Hill CS, Hayne TP. “Iodine-131 Therapy in Differentiated Thyroid Caarcinoma” Cancer 1981;42:664. 13. Beierwaltes WH “The Treatment of Rhyroid Carcinoma with Radioactive Iodine” Semin Nucl Med 1978;8:95. 14. Hurley JR, Becker DV. “The Use of Rradioiodine in the Management of Thyroid Cancer” En: Freeman LM Eds. Nuclear Medicie Anual. Raven Press New York. 1983; p. 329. 15. Waxman A, Ramanna L, Chapman N “The Significance of I-131 Scan Dose in Patients with Thyroid Cancer” J Nucl Med 1981;22:861-5. 16. Jeevanram RK, Shah SH, Sharma SM. “Influence of Initial Large Dose on Subsequent Uptake of Therapeutic Radioiodine in Thyroid Cancer patientets” Nucl Med Biol 1986;13:277-9. 17. Park H. “Stunned Thyroid after High Dose of I-131 Imaging” Clin Nucl Med 1996;17:501-2. 18. O’Mara RE, Klieger P, Cholewinski S. “ Thyroid Stunning After 5 mCi of I-131 for Whole Body Scanning” Eur J Nucl Med 1997;25:152-64. 19. Bajén MT, Mañé S, Muñoz A. “Effect of Diagnostic Dose of 185 MBq I-131 in Postsurgical Thyroid Remnant” J Nucl Med 2000;41:2038-42. 20. Reynolds JC, Robbins J. “The Changind Role of Radioiodine in the Management of Differentiated Thyroid Cancer” Semin Nucl Med 1997;27:152-64. 21. Beierwaltes WH, Rabbani R, Dmuchowski C. “Ablation of Thyroid Remnant with I-131 in 511 patients” J Nucl Med 1984;24:1287. 22. Maxon HR, Englaro EE, Thomas SR. “Radioiodine-131 Therapy for Well Differentiated Thyroid Cancer- A Quantitative Radiation Dosimetric Approach: Outcome and Validation in 85 patients” J Nucl Med 1992;33:1132-6. 23. Varma VM, Beierwaltes WH, Nofal MM. “Treatment of Thyroid Cancer. Death Rates after Surgery and after Surgery Followed by Sodium Iodide” JAMA 1970;214:1437. 24. McCowen KD, Adler RA, Ghald N. “Low Dose Radioiodine Trhyroid Ablation in Postsurgical patients with Thyroid Cancer” Am J Med 1975;61:52. 25. Ramacciotti C, Pretorius HT, Line BR. “Ablation of Non-Malignat Thyroid Remnants with Low Doses of Radioactive Iodine” J Nucl Med 1982;23:483. 26. Synder J, Gorman C, Scaloni FR. “Thyroid Remnant Ablation: Questionable Pursuit of and Ill Defined Goal” J Nucl Med 1983;24:659. 27. Mazzaferri EC, Young RL. “Palpllary Thyroid Carcinoma: A 10 Years Follow-up Report of the Impact of Therapy in 576 Patients” Am J Med 1981;70:511. Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 88 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Mora J. Diagnóstico y tratamiento del carcinoma diferenciado de tiroides 28. Mazzaferri El, Young RL, Oertek JE. “Papillary Thyroid Carcinoma: The Impact og Therapy in 576 Patients” Medicine 1977;56:175. 29. Simpson WJ, Pozarella T, Carruthers J. “Papillary and Follicular Thyroid Cancer: Impact of Treatment in 1578 Patients. Int J Radiat Oncol Biol Phys 1988;14:1063-75. 30. Crile G. “The Endocrine Dependency of Certain Thyroid Cancers and the Danger that Hypothyroidism May Stimulate their Growth” Cancer 1957;10:1119. 31. Ozata M, Suzuki S, Miyamoto T. “Serum Thyroglobulin in the Follow-Up of Patients with Trerated Differentiated Thyroid Cancer” J Clin Endocrinol 1994;79:98-105. 32. Spencer CA, Wang CC. “Thyroglobulin Reassessment Techniques Clinical Benefits and Pitfalls” Endocrinol Metab Clin North Am 24:841-63. 33. Mazzaferri EL, Jhiang SM. “Long Term Impact of Initial and Surgical Therapy on Papillary and Follicular Thyroid Carcinoma” Am J Med 1994;97:418-28. 34. DeGroot LJ, Kaplan EEL, McCormick M. “Natural History, Treatment and Course of Papillary Thyroid Carcinoma” J Clin Endocrinol Metab 1990;71:414-24. 35. Maxon HR, Smith HD. “Radioiodine-131 in the Diagnosis and Treatment of Metastasic Well Differentiated Thyroid Cancer” Endocrinol Metab Clin North Am 1990;19:685-718. 36. Samaan NA, Schultz PN, Hickey RC. “The Results of Various Modalities of Treatment of Well Differentiated Thyroid Carcinoma: A retrospective Review of 1599 Patients” J Clin Endocrinol Metab 1992;75:714-20. 37. Samaan NA, Schultz PN, Hayne TP. “Pulmonary Metastases of Diferentiated Thyroid Carcinoma: Treatment Results in 101 Patients” J Clin Endocrinol Metab 1990;60:376-80. 38. Schlumberger M, Arcangioli O, Pickarski JD. “Detection and Treatment of Lung Metastases od Differentiated Thyroid Carcinoma in Patients with Normal Chest X-rays” J Nucl Med 1994;97:418-28. 39. Maxon HR, Thomas SR, Samaratunga R. “Dosimetric Considerations in the Radioiodide Treatment of Macrometastases and Micrometastases from Differentiated Thyroid Cancer” Thyroid 1997;7:183-7. 40. Benua RS, Cicole NR, Sonenberg M. “The Relation od Radioiodine Therapy of Metastasic Well-Differentiated Thyroid Carcinoma” J Nucl Med 1995;36:15P. 41. Leeper RD, Shimaoka K. “Treatment of Metastasic Thyroid Cancer” Metabol Clin North Am 1980;9:383-405. 42. Leeper RD. “Thyroid Cancer” Metab Clin North Am 1985;69: 1079-96. 43. Thomas SR, Samaraatunga RC, Sperling M. “Predictive Estimate of Blood dose from External Counting Data Preceeding Radioiodine Therapy for Thyroid Cancer” Nucl Med Biol 1993;20:157-62. 44. Golden AN. “The Use of Radioactive iodine in Thyroid Carcinoma” Eur J Cancer Clin Oncol 1088;24:339-43. 45. Allweis P, Braunstein GD, Katz A. “Sialoadenitis Following I-131 Therapy of Thyroid Carcinoma” J Nucl Med 1984;25: 735-58. 46. Kasay K, Takeuchi R, Miyamoto S. “Metastasic Thyroid Cancer Presenting as Thyrotoxicosis: Report of Three cases” Clin Endocrinol 1994;40:429-34. 47. Cerletty JM, Cistwan WJ. “Hypertiroidism Due to Functioning Metastasic Thyroid Carcinoma: Precipitation of Thyroid Storm with Therapeutic Radioactive iodine” JAMA 1979;242:269-70. 48. Leeper RD. “Controversies in the Treatment of Thyroid Cancer: The New York Memorial Hospital Approach” Thyroid Today 1982;5:1-4. 89 49. Britton R, Sachmechi I, Benegalrao Y. “Leukemia After a Small Dose of Radioiodine for Metastasic Thyroid Cancer” J Clin Endocrinol Metab 1993;77:1423-6. 50. Rall JE, Alpers JB, Lewallen CG. “Radiation Pneumonitis and Fibrosis: A complication of Radioiodine Treatment of Pulmonary Metastases from Cancer of the Thyroid” j Clin Endocrinol 1957;17:1263-76. 51. Raymond JP, Izembart M, Maliac V. “Temporary Ovarian Failure in Thyroid Cancer Patients after Thyroid Remnant Ablation with Radioactive Iodine” J Clin Endocrinol Metab 1989;69: 186-90. 52. Cesara D, Rubello D, Saladini G. “Pregnancy after High Terapeutic Doses of Iodine-131 in Differentiated Thyroid Cancer: Potential Risks and Recommendations” Eur J Nucl Med 1993;20:192-4. 53. Pacini F, Gasperi M, Fubazzolo L. “Testicular Function in Patients with Differentiated Thyroid Carcinoma Treated with Radioiodine” J Nucl Med 1994;35:1418-22. 54. Robbins J, Merino MJ, Boile JD “Thyroid cancer: A Lethal Endocrine Neoplasm” Am Inter Med 1991;115:123-47. 55. Clark OH, Hoelting T. “Management of Patients with Differentiated Thyroid Cancer Who Have Positive Serum Thyroglobulin Levels and Negative Radioiodine Scans” Thyroid 1994;4:501-5. 56. Pineda JD, Lee T, Ain K. “Iodine-131 Therapy for Thyroid Cancer Patients with Elevated Thyroglobulin and Negative Diagnostic Scan” J Clin Endocrinol Metab 1995;80:1488-92. 57. Maxon HR. “The Role of I-131 in the Treatment of Thyroid Cancer” Thyroid Today 1993;16:1-9. 58. Carril JM, Quirce R, Serrano J. “Total-Body Scintigraphy with Tallium-201 and Iodine-131 in the Follow-up of Differentiated Thyroid cancer” J Nucl Med 1997;38:686-92. 59. Miyamoto S, Kasagi K, Misaki T. “Evaluation of Technetium-99m-MIBI Scintigraphy in Metastasic Differenciated Thyroid Carcinoma” J Nucl Med 1997;38:352-6. 60. Fein V, Lietzenmayer R, Hanke JP. “Fluorine 18-FDG and Iodine-131 Uptake in Thyroid Cancer” J Nucl Med 1996;37:1468-72. 61. Loberboym M, Murthys S, Meckanick JI. “Thallium-201 and Iodine-131 Scintigraphy in Differentiated Thyroid Carcinoma” J Nucl Med 1996;37:1487-90. 62. Grunwald F, Menzel C, Bendar H. “Comparison of FDG-18-PET with Iodine-131 and Tc99m-SESTAMIBI in Differentiated Thyroid Cancer” Thyroid 1997;7:327-36. 63. Park SG, Reynolds JC, Brucker-Davis F “Iodine Kinetics During I-131 Scanning in Patients with Thyroid Cancer: Comparison of Studies wht Recombinant Human TSH vesus Hypothyroidims” J Nucl Med 1996;37:5p. 64. Rudawsky AZ, Freeman LM. “Treatment of Scan Negative Thyroglobulin Positive Metastasic Thyroid Cancer Using Iodine-131 and Recombinant Human TSH” J Clin Endocrinol Metab 1997;32:11-4. 65. Ladenson PW, Braverman LE, Mazzaferri El. “Coparison of Administration of Recombinant Human Thyrotropin with Withdrawal of Thyroid Hormone for Radioactive Iodine Scanning in Patients with Thyroid Carcinoma” N Eng J Med 1997;337:888-96. 66. Haugen BR, Paccini F, Reiners C. “A Comparison of Recombinant Human Thyrotropin and Thyroid Hormone Withdrawal for the Detection of Thyroid Remnant or Cancer” J Clin Endocrinol Metab 1999;8:3876-85. Rev. Esp. Med. Nuclear, 2003;22(5):349-59 359