Tan explosiva, vibrante, atrevida y moderna como lo fue hace décadas FICHA TÉCNICA: Título original: West Side Story Nacionalidad: EEUU Año: 1961 Dirección: Robert Wise y Jerome Robbins Guión: Ernest Lehman (basado en la obra de Arthur Laurents, que se basa en una concepción de Jerome Robbins, inspirada por una obra de William Shakespeare) Producción: Robert Wise Dirección de Fotografía: Daniel L. Fapp Montaje: Thomas Stanford Dirección Artística: Boris Leven Música: Leonard Bernstein y Stephen Sondheim Diseño de Vestuario: Irene Sharaff Coreografía: Jerome Robbins Reparto: Natalie Wood (María), Richard Beymer (Tony), Russ Tamblyn (Riff), Rita Moreno (Anita), George Chakiris (Bernardo), Simon Oakland (Lt. Schrank), Bill Bramley (Oficial Krupke), Tucker Smith (Ice), Tony Mordente (Action), Eliot Feld (Baby John) Duración: 151 min. (Color) Oscar 1961 (34ª ed.): SINOPSIS: Mejor Película (Robert Wise, productor) Mejor Director (Robert Wise, Jerome Robbins) Mejor Actor Secundario (George Chakiris) Mejor Actriz Secundaria (Rita Moreno) Mejor Dirección de Fotografía (Daniel L. Fapp) Mejor Montaje (Thomas Stanford) Mejor Dirección Musical (Johnny Green, Saul Chaplin) Mejor Dirección Artística (Boris Leven) Mejor Diseño de Vestuario (Irene Sharaff) Mejor Sonido (Fred Hynes, Gordon E. Sawyer) En el West Side de Nueva York se disputan la hegemonía dos bandas de jóvenes: los Sharks, todos ellos procedentes de Puerto Rico, y los Jets, de ascendencia anglosajona. Estos últimos están comandados por Riff, una vez que Tony abandonó la pandilla para llevar una vida normal y poder trabajar. Por otra parte, Bernardo, que es el jefe de los puertorriqueños, convive con su hermana, María, recién llegada de la isla. Una noche, en un baile, coinciden los dos grupos y están a punto de provocar una violenta pelea HOJA INFORMATIVA Nº 23 Mayo 2004 COMENTARIOS: Durante la década de los treinta, el cine musical ya había alcanzado sus más altas cimas de la mano de nombres míticos como el coreógrafo y realizador Busby Berkeley y el director Mark Sandrich. En los cuarenta las mejores obras vinieron del talento de Vincente Minelli, mientras que los años cincuenta verían en Stanley Donen y Gene Kelly a sus máximos artífices. Aquellos años de esplendor del cine musical dejaban ver coreografías siempre impresionantes, fastuosos despliegues que poco caso hacían de una trama por lo regular simple y en ocasiones apenas hilvanada para el lucimiento de las verdaderas estrellas de la función: los números musicales. Ahora bien, las escuetas tramas y la saturación ad infinitum de cantos y bailes desplegados a las primeras de cambio, llevó al cine musical a un hartazgo en el que pocas películas ofrecían alguna novedad. Así, en medio de ese declive del cine musical, aparece en el año de 1961 West Side Story (titulada anodinamente Amor sin Barreras con motivo del estreno de la película en España). Creado por lo que el letrista Stephen Sondheim describió como “una concatenación única de gente” (Leonard Bernstein -música-, Stephen Sondheim -letras-, Arthur Laurents -libreto-, Jerome Robbins idea original y coreografía-), el musical West Side Story (Historia del Lado Oeste -la zona oeste de Manhattan-) ya se convirtió en un éxito absoluto cuando fue estrenado en 1957 en los teatros de Broadway; llegando, años más tarde, a constituirse en todo un fenómeno con su traslación al cine. La historia es en realidad una puesta al día de Romeo y Julieta, el clásico de Shakespeare, en la que las familias de los Montesco y los Capuleto son sustituidas por las pandillas de los Jets (neoyorquinos) y los Sharks (puertorriqueños). Como en la obra shakesperiana, en medio de un mar de odios, confusiones y riñas (aquí por el dominio del territorio de un barrio al oeste de Nueva York) se desarrolla una historia de amor entre María (Julieta), la hermosa y joven hermana de Bernardo -jefe del clan Shark- recién llegada de Puerto Rico, y Tony (Romeo), un yanqui ex miembro de los Jets y el mejor líder que ha tenido la pandilla, quien ahora ha decidido rehacer su vida fuera de las calles. Al igual que en el clásico, el amor entre Tony y María es poco menos que imposible, teniendo ambos que entablar una lucha personal en contra de los prejuicios étnicos. En ese sentido, la historia (fundamentada en el sólido guión de Ernest Lehman) sirve también como pretexto para evidenciar dos problemas sociales que comenzaba a dar dolores de cabeza a las autoridades estadounidenses de la época: el pandillerismo juvenil y los constantes problemas con las comunidades de inmigrantes. Además, West Side Story estableció un modelo a seguir para el cine musical (que aún no ha sido superado), pues no se había hecho antes una película así: una West Side Story historia trágica con música y baile. En ese sentido, el filme supuso una estableció un modelo auténtica revolución en el género de los musicales. Sus canciones, completamente a colación con el momento de la historia, poseen un efecto draa seguir para el cine mático que potencia la propia emoción de la historia de fondo. También la musical ingeniosa ingeniosa coreografía del legendario Jerome Robbins va más allá del espectáculo caleidoscópico, es decir, cada uno de los movimientos es una puesta en escena de una pelea, cada baile maneja una pulsión de violencia que se desarrolla in crescendo, desde la secuencia inicial de la cinta hasta la violenta cita bajo de un puente, donde los personajes se encuentran en una danza de furia y muerte. Robert Wise estuvo igualmente a la altura para dar a la cinta el equilibrio perfecto, pues más allá de los números musicales también las escenas de poderosos diálogos, la mayoría de ellos de una carga dramática pocas veces vista en el género, hacen que la tensión dramática avance de manera fluida. West Side Story es, sin duda, una obra de arte redonda en todos los sentidos, vigorosa como historia romántica y como obra musical, que se mantiene tan explosiva, vibrante, atrevida y moderna como atrevida lo fue hace décadas.