6 Aquellos que hayan tenido la oportunidad de arribar al Alto Valle

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Luces&Bichos
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Darío Fernández • Técnico INTA • dfernandez@correo.inta.gov.ar
Liliana Cichón • Técnico INTA • lcichon@correo.inta.gov.ar
Silvina Garrido • Técnico INTA • sgarrido@correo.inta.gov.ar
sanidad
Aquellos
que hayan tenido la oportunidad
de arribar al Alto Valle en algún
vuelo nocturno durante los últimos veinte años, seguramente
estarán de acuerdo en reconocer que la vista ha cambiado
notablemente. Varios años atrás se podían divisar a lo lejos,
desde Villa Regina a Cipolletti, pequeños núcleos luminosos de
las ciudades rodeados por una espesa oscuridad. Este paisaje
sólo se interrumpía llegando a la ciudad de Neuquén, donde la
populosa capital lograba imponer la luz sobre las sombras.
Como contrapartida, actualmente lo que se puede observar
desde las alturas, en una noche despejada, es totalmente diferente a lo que se veía unos años atrás. Muchas son seguramente las causas que produjeron este cambio, ya que nadie
puede negar que el inexorable y necesario avance de la electrificación rural haya tenido mucho que ver, acercando a las
chacras las comodidades que merecen sus habitantes. Sin
embargo, también han proliferado los barrios privados que
avanzan sobre las tierras productivas, algunas industrias -la
mayoría de ellas afortunadamente relacionadas con la producción frutícola-, caminos vecinales y, hasta en algunos casos,
explotaciones petroleras.
Tampoco se puede dejar de mencionar un fenómeno social
que ha aumentado en las últimas décadas, como es la inseguridad y la necesidad de los productores de protegerse de alguna manera de este flagelo. Este hecho ha obligado a instalar en
las chacras más de un reflector para iluminar los alrededores
de las casas, galpones, lugares donde hay bombas de riego,
depósitos de bins y otros implementos.
sanidad
Las causas enumeradas y seguramente algunas más que
se podrían incluir, han cambiado el paisaje nocturno del
valle en su conjunto y, como siempre, los cambios traen
beneficios en algunos casos e inconvenientes en otros.
Los avances tecnológicos que nos permiten tener una
mejor calidad de vida, pueden en ocasiones producir
consecuencias no deseadas en otros habitantes que
comparten su espacio con nosotros. Este es el caso para
muchos animales nocturnos cuya vida se ve influenciada
por la proliferación de luces, como por ejemplo los
pequeños roedores y principalmente los insectos.
En general, los insectos nativos del área, es decir de la
meseta patagónica, se ven afectados en forma negativa
ya que en muchos casos son atraídos por las luces,
abandonando sus lugares habituales de alimentación y
reproducción, lo cual incide en sus capacidades de
supervivencia. Este efecto sobre la fauna autóctona no
ha sido estudiado en detalle en la región, pero sí existen
datos en otros lugares del mundo que dan una idea de
los perjuicios provocados.
Por otra parte, también hay insectos que se ven favorecidos por la presencia de luces, ya que ésta extiende
notablemente el tiempo durante el cual pueden estar
activos, alimentándose, reproduciéndose e incrementando sus poblaciones. Este es el caso de los insectos de
hábitos crepusculares como la carpocapsa, que como
todos sabemos, es por el momento la plaga más importante que afecta a la fruticultura del valle.
Los insectos en general y la carpocapsa en particular,
utilizan los mismos mecanismos de reconocimiento de la
luz que los seres humanos, aunque con algunas diferencias. Los seres humanos no somos capaces de distinguir longitudes de onda corta (desde el azul al ultravioleta), mientras que la mayoría de los insectos sí lo pueden
hacer. Sin embargo, los lepidópteros (grupo al que pertenece la carpocapsa) están especialmente adaptados a
esta parte del espectro luminoso y son prácticamente
ciegos a las longitudes de onda larga, en las que predominan los colores anaranjados y rojos.
La reproducción de la carpocapsa normalmente ocurre
en el rango de 0-150 lux y se detiene en total oscuridad
o por encima de este valor máximo. Intensidades de luz
entre 0 y 150 lux ocurren a partir de media tarde hasta
que oscurece totalmente. La presencia de luces en
zonas cercanas a los árboles frutales donde vive la carpocapsa, puede prolongar este período de actividad
durante toda la noche, incrementado la capacidad de
reproducción y proliferación de esta plaga.
Los tipos de fuentes de luz más usadas en el alumbrado
público y en predios privados son la incandescente,
mercurio y sodio.
Lámparas Incandescentes. Son las lámparas comunes que emiten únicamente un porcentaje pequeño de la
energía total en la región visible; la mayor proporción de
la energía es infrarroja y una cantidad muy pequeña en
la región ultravioleta. La distribución espectral se ubica
entre 380 a 780 NM, es decir que prácticamente posee
un componente de longitud de onda en todos los colores del espectro.
Lámparas de Mercurio. La luz emitida por las lámparas de vapor de mercurio está desplazada fuertemente
hacia la región ultravioleta y visible. El espectro del mercurio consiste en cuatro líneas cuyas longitudes de onda
en el espectro visible son 408, 436, 546 y 578 NM y dos
en la región ultra-violeta 334 y 365 NM; por tanto, la luz
producida por una fuente de mercurio es blanco azulada, en la cual no existe virtualmente radiación roja.
Como se explicó, el color azul y la parte no visible del
espectro en el ultravioleta es el más atractivo para la carpocapsa. Este hecho ha causado problemas de control
de la plaga en las cercanías de lugares intensamente iluminados con este tipo de luces.
Lámparas de Sodio. Las lámparas de vapor de sodio
de alta presión emiten luz amarillo- anaranjada, con producción de energía radiante visible en dos longitudes de
onda 589 y 600 NM, en la región amarilla del espectro.
Las de baja presión tienen prácticamente el mismo color,
aunque con algún componente con menor longitud de
onda. Sin embargo, ambas lámparas, desde el punto de
vista de la tenencia de longitudes de onda en el espectro visible, son prácticamente monocromáticas.
Posible solución
En la búsqueda de alternativas para esta problemática,
las luces de sodio se presentan como una variante de
interés que puede disminuir notablemente los
efectos negativos de la iluminación nocturna.
Este tipo de luces emite en longitudes de
onda más cercanas al rojo, siendo casi imperceptibles o mucho menos atractivas para la
carpocapsa que las luces de mercurio o las
incandescentes. Por otra parte, son más seguras
y menos contaminantes que las de mercurio, las que
presentan un alto riesgo tanto en su fabricación, su
manejo, como ante la eventualidad de un accidente, por
los ampliamente conocidos efectos de sus vapores en la
salud de todos los organismos vivos.
Por lo dicho, sería deseable que tanto en la ampliación
de la actual traza de la Ruta Nacional 22, en las nuevas
calles rurales que se iluminen, como así también en los
nuevos barrios que se construyan, se instalen luminarias
de sodio para mitigar los efectos de la contaminación
lumínica. Si bien algunos municipios de la zona ya lo
están haciendo, sería recomendable que todos comenzaran a reconvertir, en la medida de sus posibilidades,
las luces de mercurio u otras actualmente instaladas
hacia luces de sodio, comprometiéndose con la principal producción del valle, la fruticultura. >x<
Fruticultura&Diversificación
Nº522007
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