• 1. Tras la II Guerra Mundial . Como consecuencia de la Guerra, gran parte de Europa quedó arrasada. La población civil quedó mermada por el desastre y sus viviendas se habían convertido en ruinas y en lugares insalubres. Las pérdidas para los habitantes europeos fueron, sin duda, muy cuantiosas pero, tal vez el factor que hacía que las previsiones de recuperación a corto−medio plazo del viejo continente no fueran muy claras, era el tener que volver a la "normalidad" en el ámbito productivo y económico. Recuperar el ritmo de crecimiento y el auge financiero medianamente favorable del que Europa gozaba antes de la guerra se preveía como un obstáculo difícil de superar para una serie de países que se vieron destrozados de la noche a la mañana. E.E.U.U., aprovechando su victoria en la Guerra y su consolidación como una de las grandes superpotencias, creó la "doctrina Truman", llamada así porque fue el presidente Truman quién la ideó. Esta doctrina consistía en crear un plan de ayudas, tanto económicas como financieras, para todos aquellos lugares del mundo donde el totalitarismo se impusiera a las libertades individuales y en cualquier sociedad donde el hambre y la pobreza estuvieran presentes. En concreto, la recuperación de Europa mediante donaciones y préstamos fue conocida como "Plan Marshall", política más localizada de la "doctrina Truman" y, posiblemente, la más importante cualitativa y cuantitativamente. • 2. Intenciones del "Plan Marshall". Las razones que llevaron a E.E.U.U. a tomar esta postura intervencionista fueron varias y pueden tener distintos matices. Por una parte, el general Marshall explicaba en su discurso sus intenciones de apoyo al desarrollo de la economía y de defensa de la democracia en los países afectados por la devastación de la Guerra. Reconoce que este interés en apoyar la reconstrucción de Europa es, en parte, para evitar que una nueva crisis en el concierto internacional afectara otra vez a E.E.U.U., siendo ya conocedores de lo peligroso que esto podría ser para su economía. También hace hincapié en su lucha contra el hambre y la pobreza y en que su propósito no es, ni mucho menos, sacar provecho de tan desastrosa situación. Sin embargo, no debemos olvidar que estas buenas intenciones podrían llevar implícitas otras de diferente carácter. Para ello, separemos las dos razones principales que animaron y llevaron a E.E.U.U. a comenzar el "Plan Marshall". • Evitar que la economía mundial se derrumbara. De sobras eran conocidas las posibles consecuencias que podría tener una nueva crisis de orden mundial. No debemos olvidar lo que ocurrió en 1929, cuando la bolsa de Nueva York experimentó una caída en picado, lo que arrastro a todo el país a una gravísima crisis. Una de las varias razones que se dieron para que esto sucediera fue la incompleta recuperación que Europa sufría tras la Gran Guerra. Ante este precedente, el gobierno estadounidense consideró factible la posibilidad de ayudar en la reconstrucción de la vieja Europa. Para ello, puso a disposición de los gobiernos europeos el "Plan Marshall". Desde luego, las ayudas no fueron proporcionales ya que, por ejemplo, el Reino Unido recibió unos 7.500 millones de dólares entre donaciones y préstamos, frente a los 5.000 de Francia o los 1.500 de Yugoslavia. No parece que el Reino Unido necesitara tan elevadas cifras, siendo que apenas fueron bombardeadas sus ciudades, mientras Bélgica e Italia estuvieron en el corazón de la batalla y, aparentemente, esto conlleva un mayor gasto para llevar a cabo su reconstrucción. 1 A pesar de que E.E.U.U. apoyó a toda la Europa que no estaba bajo influencia soviética, principalmente destinó sus ayudas económicas a los países que más le interesaba, bien porque estos países presentaban un mercado importante para los estadounidenses o por la afinidad o las relaciones favorables que con ellos mantenían. • Evitar expansión comunista por Europa. El final de la Guerra supuso para la U.R.S.S. una victoria absoluta. Con su última campaña contra Hitler en un intento de reconquista por el este, la Unión Soviética consiguió recuperar todo el territorio que había perdido ante los alemanes e incluso superarlo. En el reparto de Europa, que se llevó a cabo en la Conferencia de Yalta en 1945, la U.R.S.S. se anexionó algunos territorios que perdió durante la guerra, y obtuvo la tutela sobre otros Estados del este, como Rumania, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, la RDA, etc, las que luego serían las llamadas "democracias populares". Además, también obtuvo una parte de la dividida ciudad de Berlín, que fue repartida entre estadounidenses, ingleses, franceses y rusos. Sin duda, la situación del régimen de Stalin gozaba de buena salud. Como un episodio más de la "guerra fría" entre E.E.U.U. y U.R.S.S., las tensiones en centro−Europa suponían una amenaza para la democracia, el liberalismo y el capitalismo. Estados Unidos temía que la expansión soviética se ampliara más allá de lo acordado en las conferencias. La situación europea no era favorable y su inestabilidad podría haber sido propicia para levantamientos populares de carácter socialista y, por qué no, para una Revolución similar a la rusa. Como defensores acérrimos del liberalismo, los norteamericanos ejercieron su influencia sobre Europa, tanto financiera como política y social, para frenar las posibles tentaciones socialistas que la situación pudiera ofrecer para las frágiles economías de Europa Occidental. La U.R.S.S., como es natural, no aceptó ni vio con buenos ojos la intromisión de E.E.U.U. en los asuntos europeos y se mostraba hostil ante el "Plan Marshall". Pero no debemos olvidar que la influencia que la U.R.S.S. tenía sobre las "democracias populares" era de un carácter similar, incluso más férreo, casi imperialista. En resumen, se trata de otro enfrentamiento indirecto durante la llamada "guerra fría" entre las dos superpotencias de cada bloque hegemónico, socialista y capitalista, que durante años mantuvieron con la intención de llegar al poder absoluto. • 3. Consecuencias del "Plan Marshall" y conclusiones. Desde nuestra perspectiva histórica, podemos ver las consecuencias que este plan ha supuesto para la situación de la economía actual. Es más, algunas de ellas las sufrimos directamente, y de otras podemos hacernos eco cada día en las noticias. Para percatarnos, será mejor que las analicemos por separado. • Reconstrucción europea. A pesar de lo complicado que era comenzar de nuevo y crear una sociedad moderna a partir de un montón de ruinas y de una población desolada por la Guerra, Europa se ha convertido en una potencia muy importante de nuevo. Para mantener este crecimiento, y aumentarlo, se creó la U.E., Unión Europea que propone la unión económica, social y política a medio−largo plazo, para hacer frente de forma más segura al poder que Estados Unidos mantiene en todos los ámbitos. La Europa de ahora no tiene nada que ver con la de la posguerra. Europa se ha modernizado y ha alcanzado un nivel de vida impresionante si la comparamos con hace 50 años. Estas mejoras han sido gracias a la ayuda norteamericana. Sin embargo, E.E.U.U. no hizo este esfuerzo económico con la única intención de alma caritativa, sino que los 2 cobros de los intereses de los préstamos que hizo, han sido y aún están siendo cobrados por los estadounidenses desde Europa. Esta dependencia económica de Europa ante E.E.U.U. durante décadas, supone que la influencia norteamericana sobre el viejo continente sea bastante notoria. • Hegemonía de E.E.U.U. y dependencia del resto del mundo. La influencia de Norteamérica se puede notar en cualquier ámbito. En el plano cultural, el inglés se declara como segundo idioma por excelencia entre la población de habla no inglesa. Nuestra vida social también ha cambiado, trastornando nuestros hábitos alimenticios con las hamburguesas. Y no olvidemos el campo de las tecnologías, donde inventos y empresas norteamericanas copan el mercado. E.E.U.U. no se ha convertido en la primera potencia mundial sólo como consecuencia del "Plan Marshall", ni mucho menos, pero ha supuesto un elemento más en ese camino hacia el poder hegemónico del mundo. A pesar de las buenas intenciones que el presidente Truman puso en su proyecto intervencionista y los resultados positivos que, en un principio, parece que dio la puesta en marcha de la "doctrina Truman", existe una realidad bien distinta que es preciso tener en cuenta. Esta política intervencionista, si bien, en palabras de los dirigentes estadounidenses, se comenzó con la intención de acabar con la pobreza y el totalitarismo en el mundo, algunos resultados pueden hacernos ver que o aquellas previsiones no se cumplieron, o el verdadero interés "yankie" era bien distinto. En todo caso, eso es lo de menos. Lo importante es cómo son las cosas ahora. Aquellas ayudas que el gobierno de Estados Unidos inició en una campaña solidaria con otros países, no fue más que la publicidad demagógica con la que creyó quedar libre de posible culpa para lanzarse a la conquista del mundo. Podríamos considerar este hecho como el retorno a la fiebre colonialista del siglo XIX, pero en este caso, los colonizadores serían los norteamericanos. Si nos fijamos, muestra algunas similitudes con el colonialismo europeo: fase superior del capitalismo y búsqueda de excusas para justificar la conquista de nuevos territorios. Sin embargo, la diferencia es que el imperialismo "yankie" no declara a los territorios que explota como colonias de la metrópoli, por lo que parece que se suaviza esta situación. Aún así, las diferencias son mínimas, ya que muchos territorios son explotados descaradamente por E.E.U.U. y en otros ejerce una influencia menos atroz, pero no menos importante. Los principales territorios de los que el neoimperialismo norteamericano se aprovecha son los de América Latina. Tanto en la economía como en la política, E.E.U.U. se ocupa de manipular, de acuerdo a sus conveniencias, la producción o el régimen de cualquier Estado latinoamericano. Tampoco hay que olvidar los enclaves asiáticos donde Estados Unidos ejerce también su control. • 4. Conclusión. Opinión personal. Tal vez E.E.U.U. fuera pieza clave para la recuperación europea tras la Guerra; puede que le debamos nuestra calidad de vida a sus ayudas económicas y tal vez le debamos la democracia a las dos abominables bombas atómicas que fríamente lanzó sobre Japón. Pero no debemos dejarnos engañar por las apariencias que hacen de E.E.U.U. el perfecto Estado y no quedarnos ajenos ante el imperialismo del que somos y son muchas personas víctimas. 3