EL REGIMEN DE LA RESTAURACIÓN CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA INTRODUCCIÓN El régimen de la Restauración fue resultado del fracaso de la experiencia republicana. La formación durante el Sexenio del partido alfonsino preparó la llegada al trono de un nuevo monarca, Alfonso XII, el hijo de Isabel II. El principal representante de este sector fue Antonio Cánovas del Castillo, quien diseñó un sistema político basado en la hegemonía de dos partidos: el Conservador y el Liberal. En torno a ellos giró la vida política durante varias décadas. Durante el reinado de Alfonso XII (1875-1885) se configuraron los rasgos esenciales del sistema: la Constitución de 1876 y el turno pacífico de los partidos. Tras la muerte de Alfonso XII, su viuda, María Cristina de Habsburgo, fue nombrada regente y garantizó la estabilidad del sistema mediante el uso del turnismo y del fraude electoral, junto a la existencia de redes clientelares, caciquiles y de patronazgo, sobre todo en el mundo rural. A finales de siglo, el “Desastre del 98”, provocó la crisis del sistema político tras la pérdida de las colonias en las Antillas y en el Pacífico; la aparición del nacionalismo en Cataluña y en el País Vasco y el desarrollo de los movimientos sociales (obreros y campesinos) lo que originó un amplio movimiento de regeneración de la vida política y social. LA CREACIÓN DEL SISTEMA CANOVISTA La restauración de la monarquía borbónica en Alfonso XII fue producto de un concienzudo trabajo preparatorio llevado a cabo durante el Sexenio Democrático y, de forma intensiva, durante el gobierno de Serrano. El objetivo era situar en el trono al hijo de Isabel II, la reina destronada en 1868, y el gran protagonista fue Antonio Cánovas del Castillo. Esta opción se gestó a lo largo de un proceso complejo y de maniobras diplomáticas, la más importante de las cuales fue la abdicación de Isabel II en su hijo, algo que no sucedió hasta junio de 1870. Antonio Cánovas aprovechó el favorable contexto internacional de proclive a soluciones moderadas. Su instrumento básico fue la creación de un partido alfonsino, cuyo primer núcleo estuvo formado por diputados de las Cortes Constituyentes de 1868. Su programa se reducía al liberalismo y a la fidelidad al príncipe Alfonso, pero a partir de agosto de 1873 se fue elaborando un programa conservador con la adhesión a la causa de buena parte del partido moderado. Paz y orden fueron las palabras que resumían ese programa, que atrajo a las clases medias y altas, temerosas de un nuevo experimento revolucionario como el del Sexenio. Al papel de Cánovas en este proceso se ha de sumar el del ejército, protagonista hasta ese momento de la vida política y a quien Cánovas deseaba asignar un papel subordinado al poder civil y someter sus iniciativas al sistema constitucional. El pronunciamiento del moderado Martínez Campos en Sagunto (29-12-1874) no fue bien visto por el político andaluz, que deseaba una restauración de la monarquía por la vía civil. El plan de Cánovas contó también con el apoyo de poderosos intereses en las Antillas, sobre todo en Cuba. Los esclavistas, grandes terratenientes propietarios de mano de obra esclava, presionaron a los gobernadores de las islas para que no aplicaran las reformas de los gobiernos del Sexenio. Para este grupo, revolución democrática, independencia y emancipación de los esclavos eran una sola cosa. El Manifiesto de Sandhurst, en diciembre de 1874 redactado por Cánovas y firmado por don Alfonso en la academia militar donde se formaba, recogía las ideas básicas del proyecto restaurador: Carácter abierto e integrador de la monarquía constitucional, necesidad de que la tradición católica fuera compatible con la libertad y superación de las dos constituciones precedentes: 1845 y 1869. Lee el documento 1 de la página 208 y realiza la actividad 1, 2 y 3 1 El pronunciamiento del general Martínez Campos significó la restauración monárquica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. El nuevo sistema político fue diseñado por Cánovas del Castillo, por lo que se llamó el sistema canovista. Cánovas intentó restablecer el orden anterior a 1868, resolviendo los problemas heredados de la etapa revolucionaria: Consiguió unir a todos los partidos monárquicos, excepto a los carlistas, en la persona de Alfonso XII, para lograr la estabilidad política. Logró el apoyo de la Iglesia que se hallaba distante debido a los ataques recibidos durante el periodo revolucionario. Consiguió el apoyo del ejército reincorporando a los mandos que habían sido retirados del ejército durante el sexenio y dio prioridad a la guerra carlista y a la guerra de Cuba, intentando resolver ambas, cosa que consiguió en muy poco tiempo. Sin embargo el ejército debía quedar al margen de la política. El objetivo era dejar en manos de los partidos todo el proceso político. Convocó elecciones para reunir las Cortes que pudieran elaborar una constitución. Estas elecciones supusieron el triunfo de la mayoría conservadora que dirigía Cánovas del Castillo La Constitución de 1876 La Constitución de 1876 es un texto breve, solo 89 artículos, que surgió de una síntesis entre las dos constituciones precedentes, las de 1845 y 1869. Fue elaborada por una comisión de expertos convocada por Cánovas en 1875, que redactaron un anteproyecto con notables aportaciones del mismo Cánovas. La forma en que se elaboró muestra su espíritu de partida: el pacto, lo que explica su durabilidad, estuvo vigente hasta 1923, cuando el general Primo de Rivera instaura la Dictadura y la deja en suspenso. Sus rasgos esenciales eran: La soberanía compartida rey-Cortes, al entender que ambas instituciones forman parte de la constitución histórica de España, es decir de sus costumbres y su historia. El derecho de sufragio se dejaba pendiente al no precisar el sistema de votación. Dos leyes electorales definirían este derecho que primero fue censitario y luego universal. Las Corte serían bicamerales con dos Cuerpos Colegisladores: Senado y Congreso. La Corona retomaba amplios poderes: potestad legislativa junto con la Cortes y derecho de veto. Se proclamaba la confesionalidad católica del Estado y se le encomendaba el mantenimiento del culto, pero se introducía la libertad religiosa, aunque limitada a las manifestaciones privadas. Realizaba una amplia declaración de derechos. Lee el documento 3 de la página 211. Identifica el documento y señala las ideas principales Los mecanismos del sistema político: Bipartidismo y turnismo El proyecto político de Cánovas defendía un sistema en el que la monarquía fuera su base y los partidos políticos un instrumento a su servicio. Para ello era necesario formar nuevos partidos que, superando la etapa anterior, creasen un muro frente a los radicalismos republicanos y carlistas. Esos dos partidos que luego se turnaron en el poder, fueron el Conservador, presidido por Cánovas, y el Liberal, presidido por Sagasta. Ideología Líder Bases sociales Composición 2 Partido Conservador Defensores del orden social y público, de los valores establecidos por la Iglesia y de la propiedad Cánovas del Castillo Burguesía latifundista y financiera, aristocracia y jerarquía católica Liberales moderados, unionistas y parte de los progresistas Partido Liberal Abogan por las reformas sociales, la educación y un cierto laicismo Sagasta Burguesía industrial y comercial, profesiones liberales y funcionarios y clases medias Parte de los progresistas, demócratas y exrepublicanos moderados El turnismo o turno pacífico fue otro de los elementos fundamentales del sistema de la Restauración. Su origen estuvo en la exigencia de Sagasta de que el rey llamase a gobernar en el año 1881 a su partido como alternancia al de Cánovas. La cesión del rey a esta petición instauró el precedente del relevo pacífico en el poder, y alejó el riesgo de pronunciamientos y motines. Se rompía así con lo que había sido la práctica del reinado de Isabel II, que se fundamentó en el monopolio del gobierno por los moderados, por lo que los progresistas solo tenían la vía del levantamiento para alcanzar el poder. Lo normal en este relevo era que antes existiese un cierto desgaste del gobierno y que la oposición presionase para que se produjera el cambio, Pero en la práctica esto no era lo esencial: se instauró un acuerdo tácito de que los dos partidos que apoyaban la monarquía de Alfonso XII se turnarían en el poder, mediante la manipulación del proceso electoral, de un verdadero fraude que permite hablar de democracia puramente formal o sistema liberal sin democracia. El sistema del turno seguía estos pasos: El rey llamaba a gobernar a uno de los dos grandes partidos del sistema: si gobernaba el Liberal, llamaba al Conservador y viceversa. Es decir, el primer paso era contar con el apoyo de la corona. Como el régimen de la Restauración era un sistema parlamentario se hacía preciso que el nuevo gobierno contara con el respaldo de las Cortes. Para ello el rey disolvía las Cortes y se convocaban nuevas elecciones, que se manipulaban para que obtuviera mayoría el partido que debía formar gobierno. La consolidación del turnismo tuvo lugar en la etapa de la regencia de María Cristina (1885-1902), especialmente tras el llamado Pacto de El Pardo, que estableció el acuerdo entre Cánovas, Sagasta y la regente de turnarse en el poder con el fin de asegurar la propia monarquía ante la doble amenaza carlista y republicana. Este sistema tuvo una consecuencia positiva y fue que, durante este periodo, el ejército abandonó la vida política y, de esta forma, desaparecieron los pronunciamientos, como el único remedio para conseguir llegar al poder por parte del partido de la oposición. Sin embargo, las consecuencias negativas fueron la generalización del fraude electoral y del caciquismo. El fraude electoral y el caciquismo La ley electoral de 1878 eliminó el sufragio universal masculino. Se justificaba la reforma conservadora por la necesidad de educar al electorado y de introducir cambios que limitaran la injerencia gubernamental. Pero en la práctica, su aplicación resultó poco eficaz. Le daba mucho poder a los ayuntamientos, que debían elaborar el censo electoral, y a los alcaldes, que revisaban el proceso electoral. El proceso por el que se fabricaban los resultados electorales era el siguiente: aprovechando la estructura centralizada del Estado, el ministerio de la Gobernación elaboraba el encasillado (con el nombre del futuro parlamentario en cada «casilla» del mapa electoral) y luego se negociaba en las provincias los candidatos por distrito. Después, los gobernadores civiles se encargaban de controlar a los electores, de forma que votaran al candidato designado previamente. Para ello daban instrucciones a los alcaldes, nombrados por dichos gobernadores, y contaban con la ayuda de los caciques locales, individuos o familias que por su poder económico controlaban su zona. Si este proceso resultaba insuficiente se falsificaban los resultados electorales. La manipulación directa de los resultados electorales recibía el nombre de pucherazo. En última instancia, el propio Gobierno disponía en el Congreso de mayoría en las comisiones que daban por buenas las actas electorales, pudiendo anular a capricho aquellas que fueran desfavorables. El proceso electoral estaba, pues, en manos del Gobierno, no de los electores. El turnismo y el fraude electoral se mantuvieron sin variaciones hasta la segunda década del siglo XX. Lee el siguiente documento. ¿Qué práctica electoral describe el texto? 3 El falseamiento de las elecciones "Entre nosotros reina la farsa en toda su desnudez, una completa farsa especial y exclusiva de las elecciones españolas. Ya se trate de un sufragio universal o restringido, no hay sino un solo y único elector: el ministro de la Gobernación, el cual, ayudado por los gobernadores de las provincias y por un ejército de funcionarios de toda clase, sin olvidar a los altos dignatarios de la Magistratura y de la Universidad, prepara, ejecuta y lleva a cabo todas las elecciones desde su despacho, bien situado en el centro de Madrid. Se confeccionan las listas de electores poniendo algunos nombres reales entre una serie de nombres imaginarios y, sobre todo, nombres de difuntos que en el acto de la votación están representados por empleados subalternos vestidos con trajes civiles. El autor de estas líneas ha visto en muchas ocasiones cómo su padre, a pesar de llevar muerto muchos años,, acudía a depositar su voto en la urna, en la persona de un barrendero o de un sabueso de la policía vestido para tal ocasión con un terno prestado [...] VALENTÍ ALMIRALL. España tal como es, 1886 LA PRÁCTICA POLÍTICA. EL REINADO DE ALFONSO XII Y LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA El reinado de Alfonso XII comenzó con una hegemonía política abrumadora del Partido Conservador, pero en los últimos años el Partido Liberal también accedió al gobierno, con lo que se inició la práctica por turno de partidos. La presidencia de Cánovas se prolongó desde 1876 hasta 1881, conocida como «dictadura canovista» por el autoritarismo de su política. Su objetivo era doble: garantizar la consolida monarquía recién restaurada y construir un sistema político fuertemente centralizado. En efecto, la política educativa exigió a los profesores universitarios que jurasen fidelidad al gobierno y se atuviesen en sus explicaciones a lo establecido. Esta medida llevó a desposeer de cátedras a varios catedráticos, como Giner de los Ríos, junto a otros que fundaron en 1876 la Institución Libre de Enseñanza. El recorte de libertades se plasmó en medidas de control de la libertad de expresión y de imprenta. La libertad de reunión quedó regulada por la ley de junio de 1880 que establecía una división de partidos en legales e ilegales. Esta ley fue derogada en 1881 por el Partido liberal de Sagasta. La ley electoral de 1878 marcó el carácter selectivo y autoritario del sufragio. Esta etapa de gobiernos de Cánovas también permitió concluir conflictos pendientes desde la etapa del Sexenio: la guerra carlista y la sublevación cubana. El conflicto carlista, centrado en el norte, se saldó con la derrota Carlos VII y la ley por la cual se abolían los fueros de las provincias vascas. Con esta tercera derrota el carlismo entró en una fase de decadencia y reajuste interno, pero la solución canovista dará lugar al fuerismo y al nacionalismo vasco en los años noventa. La guerra cubana, iniciada en 1868, terminó con la firma de la Paz de Zanjón (1878), que ponía fin al conflicto. España abolió la esclavitud, concedió una amplia amnistía y se comprometió a futuras reformas políticas que luego no se cumplieron. El problema estallaría de forma definitiva a partir de 1895. Tras la petición al monarca de la necesidad de un cambio en el poder, Alfonso XII optó por la alternancia, y de esa forma Sagasta formaba gobierno. La llegada al gobierno del Partido Liberal de Sagasta en febrero de 1881 supuso la puesta en práctica de derechos y libertades, surgidos durante el Sexenio y que el Partido Conservador había postergado. Las líneas básicas del gobierno liberal, que aún era visto por las clases conservadoras como heredero del radicalismo democrático, fueron: 4 Una ley de 1882 amplió el sufragio, pero el incumplimiento de su promesa de conseguir el sufragio universal propiciaría la crisis y la vuelta al poder del Partido Conservador en 1885. Libertad de imprenta. La ley de imprenta de 1883 sustituyó a la de 1879. Suprimió las legislaciones especiales que limitaban la libertad de la prensa, lo que favoreció la libertad de expresión. Instrucción. La reforma educativa planeada por Sagasta no se llevó a cabo en plenitud, ya que, aunque permitió que los profesores miembros de la Institución Libre de Enseñanza volvieran a sus cátedras, no se redujo la creciente presencia de la Iglesia en el sistema educativo. El gobierno de Sagasta finalizó en 1883, a causa de una doble crisis: un enfrentamiento diplomático con Francia tras una visita de Alfonso XII a Alemania; y la sublevación militar republicana del verano de 1883, que fracasó y fue reprimida. La última etapa del reinado de Alfonso XII dio el gobierno a Cánovas. El rey moría el 25 de noviembre de 1885 y se abría un nuevo período, el de la regencia de su viuda María Cristina de Habsburgo-Lorena. La regente María Cristina ocupó el cargo hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII, nacido en mayo de 1886. Aunque fue una etapa de continuidad del sistema surgido en el marco de la Constitución de 1876, varios aspectos destacan en estos años: la ebullición social, los problemas económicos, la inestabilidad política, el surgimiento del nacionalismo y la pérdida de las últimas colonias en 1898. El fallecimiento de Alfonso XII había puesto en peligro todo el sistema la Restauración. Cánovas creía que su muerte suscitaría una rebelión republicana y carlista y que este peligro podía ser más fácilmente contenido por los liberales que por su propio partido. Por esta razón los protagonistas de la Restauración se pusieron de acuerdo para estabilizar la situación política. Se llegó a un acuerdo de turno pacífico en el poder, en el llamado Pacto de El Pardo, por el que Cánovas cedía el gobierno al Partido Liberal. Con este turno pacífico el sistema se consolidaba, mientras que la regente se mantuvo al margen del juego político. De esta forma la continuidad quedaba asegurada con la regencia de la reina viuda, la cual garantizaba la sucesión de su hijo, el futuro Alfonso XIII El «gobierno largo» de Sagasta (noviembre 1885-julio 1890) fue el de mayor duración de toda la Restauración. El nuevo gobierno emprendió una serie de reformas legislativas de carácter claramente liberal. Estas reformas fueron las siguientes: La ley de asociaciones de 1887 legalizó los sindicatos obreros y permitió la celebración en 1888 de los congresos fundacionales de la Unión General de Trabajadores (UGT). La ley de sufragio universal de 1890 estuvo envuelta en la polémica, su aprobación no condujo a la democracia, pues se mantuvo el fraude electoral. La reforma del ejército fue otro de los asuntos que abordó el gobierno de Sagasta. La escasa eficacia de su organización, más pensada para mantener el orden público que para la defensa exterior, hacía necesario un cambio al que eran reacios los altos mandos militares. Las reformas del ministro Cassola con la Ley Constitutiva del Ejército buscaban acomodar esas fuerzas armadas a su tiempo, siguiendo el modelo del ejército prusiano. Pero la ley, después de debatirse en el Congreso en 1887-88, acabó siendo retirada y el ministro dimitió. La política exterior, de la mano del ministro Segismundo Moret, intentó dar mayor presencia a España en las relaciones internacionales. Se crearon embajadas en las principales ciudades europeas (Londres, Berlín, Roma o Viena) y España formó parte de la Triple Alianza dirigida por la Alemania de Bismarck, pero tuvo escaso peso en la división colonial que siguió al «reparto» de África tras el Congreso de Berlín (1884-85). En julio de 1890, Sagasta tuvo que abandonar el gobierno a causa de la división interna en su partido. Entre 1890 y 1898 no se introdujeron novedades en el funcionamiento del sistema del turno pacífico. Pero en la etapa final de la década surgieron tres problemas que desembocarán en la crisis de 1898: la situación de las colonias, la cuestión social y el auge de los regionalismos convertidos en nacionalismos. Durante esta década se afirmó la estabilidad del sistema, pues las reformas legislativas de los liberales fueron respetadas por los conservadores cuando llegaban al poder. Dentro del Partido Conservador, la figura de Francisco Silvela significó el intento de introducir una «regeneración» de la vida política española, alejada de las prácticas corruptas comunes hasta entonces, pero fracasó en su intento. Solo tras el asesinato de Cánovas y el desastre de 1898, las tesis regeneracionistas de Silvela se abrieron camino en la política española. 5 LA OPOSICIÓN AL SISTEMA POLÍTICO La oposición republicana Tras el fracaso de la Primera República, el republicanismo español dejó de ser un proyecto único, varias fueron las orientaciones republicanas: el republicanismo moderado de Castelar, el más radical de Ruiz Zorrilla y Salmerón y el Partido Federal de Pi y Margall, el más definido y el único que se mantendría unido hasta 1931. El papel social del republicanismo fue mayor que su representación parlamentaria, se convirtió en seña de identidad de amplias capas populares, en pugna con el ascenso del socialismo y el anarquismo. El movimiento obrero Mientras los republicanos ejercieron una oposición exclusivamente política al régimen de la Restauración, el movimiento obrero se opuso frontalmente a todo el sistema. Organizado durante el sexenio revolucionario entre las dos tendencias, anarquista y socialista, adquirió madurez y desarrollo regional durante la etapa de la Restauración, a pesar de un decreto de 1874 que disolvía estas asociaciones, por lo que tuvieron que pasar a la clandestinidad. En 1879 Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), como partido de clase que defendía los derechos del proletariado. Tras el fin de la clandestinidad, los socialistas pudieron difundir su programa. Legalizado en 1881, por el gobierno liberal de Sagasta. A partir de 1883, el PSOE combinó el ideario revolucionario marxista, con medidas más realistas, como la participación en la vida política. En 1886 apareció el semanario El Socialista, pronto convertido en diario. La crisis económica de 1887 provocó el cierre de fábricas y el aumento del paro lo que obligó a los socialistas a organizar una asociación de carácter económico: la Unión General de Trabajadores (UGT), fundada en Barcelona, en 1888. Los socialistas obtuvieron escasos resultados electorales hasta que iniciaron un acercamiento a los republicanos. En 1910, se formó la coalición republicano–socialista, que produjo un gran crecimiento en sus filas y permitió conseguir el primer diputado socialista: Pablo Iglesias. Lee el siguiente documento. Identifica el texto y señala las ideas principales. Programa del Partido Socialista Obrero Español Considerando que la sociedad actual tiene tan solo por fundamento el antagonismo de clases; Que éste ha alcanzado en nuestros días su mayor grado de desarrollo, como bien claro lo revela el cada vez más reducido número de los inmensamente ricos y el siempre creciente de los inmensamente pobres; Qué la explotación que ejercen aquéllos sobre éstos es únicamente a la posesión de los primeros de la tierra, máquinas y demás instrumentos de trabajo; Que dicha posesión está garantizada por el poder político en manos de la clase explotadora, es decir, de la clase media. (…) Que esto no se puede conseguir más que de un solo modo: aboliendo las clases y con ellas los privilegios y las injusticias que actualmente reinan y creando en su lugar colectividades obreras unidas entre sí por la reciprocidad y el interés común; Que las transformaciones de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera es la base firme y segura en que ha de descansar la emancipación de los trabajadores 6 Que la poderosa palanca con que éstos han de remover y destruir los obstáculos que a dicha transformación de propiedad se opongan ha de ser el Poder político, del cual se vale la clase media para impedir la reivindicación de nuestros derechos. Por todas estas razones, el Partido Socialista Obrero Español declara que su aspiración es: Abolición de clases, o sea, emancipación completa de los trabajadores. Transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera. Posesión del poder político por la clase trabajadora. Y como medios inmediatos para acercarnos a la realización de este ideal, los siguientes: Libertades políticas. Derecho de coalición o legalidad de las huelgas. Reducción de las horas. Prohibición del trabajo de los niños menores de nueve años, y de todo trabajo poco higiénico o contrario a las buenas costumbres, para las mujeres. Leyes protectoras de la vida y de la salud de los trabajadores. Creación de comisiones de vigilancia, elegidas por los obreros, que visitarán las habitaciones en que éstos vivan, las minas, las fábricas y los talleres. Protección a las Cajas de socorros mutuos y pensiones a los inválidos del trabajo. Reglamento del trabajo de las prisiones. Creación de escuelas gratuitas para la primera y segunda enseñanza y de escuelas profesionales en cuyos establecimientos la instrucción y educación sean laicas. Justicia gratuita y jurado para todos los delitos. Servicio de las Armas obligatorio y universal y milicia popular. Reformas de las leyes de inquilinato y desahucios y de todas aquellas que tiendan directamente a lesionar los intereses de la clase trabajadora. Adquisición por el Estado de todos los medios de transporte y de circulación, así como de las minas., bosques, etc., y concesión de los servicios de estas propiedades a las asociaciones obreras constituidas o que se constituyan al efecto. Y todos aquellos medios que el Partido Socialista Obrero Español acuerde según las necesidades de los tiempos Alejandro OCINA, Gonzalo H. ZUBIAURRE, Victoriano CALDERÓN, Pablo IGLESIAS, Madrid, 9 de julio de 1879 El anarquismo fue la ideología obrera más influyente en la Restauración. En esta etapa se centró en la captación de seguidores y en la acción terrorista, por lo que los anarquistas fueron clandestinos y perseguidos. La mayor difusión tuvo lugar durante la regencia de María Cristina, especialmente entre el campesinado andaluz y los obreros de la industria catalana. Su oposición a toda forma de poder, la acción violenta y el ataque a las instituciones del estado hicieron del anarquismo una amenaza al poder establecido. Los anarquistas andaluces, tras la ruptura con la mayoría anarquista, formaron sociedades secretas, como la llamada la Mano Negra que, acusada de unos asesinatos, llevó a la detención de cientos de personas en Cádiz, Jerez y Sevilla. Estas minorías extremistas provocaron la persecución de todo el movimiento andaluz, que se debilitó. A principios del siglo XX, se dejaba la acción revolucionaria para aceptar una acción colectiva de todo el proletariado por la vía sindical. La aparición y desarrollo de los nacionalismos periféricos. Uno de los fenómenos más relevantes de la Restauración fue la aparición de los nacionalismos en Cataluña, País Vasco y Galicia. Cataluña. Hacia 1830 había surgido un movimiento cultural y literario llamado la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana. Este movimiento evolucionó hacia las corrientes progresista y republicana, culminando en la creación del Centro Catalán (1882): organización que pretendía sensibilizar a la opinión pública para conseguir la autonomía. En 1891, otro grupo de intelectuales fundó la Unió Catalanista de tendencia conservadora. Su programa quedó fijado en las Bases de Manresa. Este grupo propugnaba la abstención política frente a los que defendían la intervención, la crisis del 98 les haría participar en la política nacional. En 1901 se crea la Liga Regionalista, primer gran partido del nacionalismo catalán. País Vasco. La supresión de los fueros vascos tras la tercera guerra carlista y el proceso de industrialización que favoreció una intensa inmigración, generó un movimiento amplio de transformación de la sociedad tradicional vasca. 7 En este contexto, es en el que se desarrolla la figura de Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco en 1895 (PNV), cuya ideología se fundamentaba en los principios de la raza vasca, de los fueros y de la religión católica. El nacionalismo vasco atacaba tanto a la burguesía vasca, que no había defendido las tradiciones, como a la clase obrera socialista por españolizar a la sociedad vasca. Galicia. Movimiento muy minoritario comparado con el nacionalismo catalán y vasco. Su regionalismo fue débil y tardío pese a contar con una sociedad mucho más homogénea y mucho más arraigada la lengua y las tradiciones. Además, otra gran diferencia con el resto de los nacionalismos era su carácter rural: la inmensa mayoría de la población era campesina y, por lo tanto, tenía una débil burguesía. De todos modos, resurgió el uso literario de la lengua gallega. Otros nacionalismos fueron el valenciano y el andaluz. Éste último en la Asamblea federal de Antequera llegaría a redactar un proyecto de constitución federal para Andalucía sin mayores efectos CONCLUSIÓN A finales de siglo, la realidad social y económica de España era bien distinta de la de los comienzos de la Restauración. Sin embargo, la clase política no había iniciado una clara transformación de las estructuras políticas a pesar de las medidas avanzadas adoptadas por Sagasta: el caciquismo y la corrupción se mantenían. El atraso seguía siendo una realidad en las grandes zonas del interior de España y en la zona sur, frente a los avances industriales del cinturón de Bilbao; del desarrollo minero de Asturias y de la industria textil de Cataluña. Además, ciertas regiones agrícolas como el Levante y área del Guadalquivir, habían iniciado una agricultura de exportación que suponía grandes beneficios. Esta realidad económica y social tan contrastada con esa clase política, que seguía siendo una oligarquía en Madrid y que no se dio cuenta de los nuevos problemas que en España se habían iniciado, provocó el agravamiento de las diferencias económicas y mayores tensiones sociales entre los españoles. Esta situación tan difícil empeoró con el último episodio de nuestra política exterior: la pérdida de las últimas colonias en 1898 tras una derrota rápida frente a Estados Unidos. La pérdida de Cuba, Puerto Rico, Islas Filipinas y emplazamientos en el Pacífico significó la derrota del ejército español, mal llevado por la clase política, que no se había preocupado de modernizar su equipamiento ni su instrucción. Será a partir de ahora, enemigo de la política liberal como sistema y de los políticos en general. Aspecto totalmente nuevo en la vida nacional, ya que el ejército durante el siglo XIX creía en la política y había participado en los distintos partidos políticos como líderes. Este nuevo aspecto se verá reflejado en los oficiales del ejército del siglo XX, que seguirán dando golpes de estado para implantar, no el régimen moderado o progresista, sino un sistema dictatorial, caso de la Dictadura de Primo de Rivera (1923) y de la posterior del general Francisco Franco en 1936. Esta crisis política final provocará una crisis de identidad nacional que se reflejará en la labor literaria de la 1 Generación del 98 y del Regeneracionismo desde el punto de vista político. Realiza una composición sobre el régimen de la Restauración y el sistema canovista a partir del siguiente documento. 1 Corriente política y cultural de crítica al sistema de la Restauración, cuyos ejes básicos eran la dignificación de la política, la modernización social y la superación del atraso cultural. Fue un examen de conciencia, un balance llevado a cabo por intelectuales y políticos del tránsito del XIX al XX. Sus defensores más activos fueron políticos como Francisco Silvela y Antonio Maura. 8