Las Fuerzas Armadas, el conflicto armado y la transición

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Las Fuerzas Armadas, el conflicto armado y la
transición
Luis Eduardo Celis
Analista en temas de conflicto armado y construcción de paz
Estas semanas han sido especialmente intensas para las Fuerzas Armadas y
de manera particular para el Ejército Nacional. Se han puesto en evidencia
temas delicados que han sido motivo de un importante debate público,
investigaciones de la Fiscalía General y remociones en la cúpula militar, son
temas de la mayor gravedad y deben ser tratados con rigor, se juega mucho
para andar con ligerezas.
En un conflicto armado tan largo que estamos en proceso de cerrar vía
diálogos y negociaciones, las situaciones de actuaciones irregulares o
abiertamente ilegales, hechos que deben ser establecidos por la Fiscalía y de
ser del caso, tratados en los estrados judiciales, vuelve la pregunta por el
desempeño y profesionalismo con el que actúan las instituciones encargadas
de la seguridad y la defensa.
El Ejército Nacional ha llevado el peso de la confrontación armada, su
desempeño ha sido hibrido, hay destacamentos que han actuado de manera
correcta y su desempeño ha sido profesional; acatado al respeto y la legalidad
e igualmente ha habido partes en abierta complicidad con ilegales y su
comportamiento a deshonrado el honor militar y traicionado el mandato dado
por la sociedad de protegerla; defenderla para atacarla y actuar de manera
abierta criminal, eso se puede corroborar con la cifra de cuatro mil militares
procesados y condenados por la justicia en los últimos quince años y los doce
mil que tienen abiertos procesos judiciales por asuntos que van desde
corrupción hasta las mayores faltas a los Derechos Humanos y crímenes de
lesa humanidad.
Grandes retos afronta el Ejército Nacional para ser una institución respetada,
apreciada y apoyada por la nación, son muchas las dimensiones en que debe
superar su desempeño para ponerse a tono con una sociedad que busca un
orden de convivencia y posibilidades reales de afirmar que vivimos en un
Estado social y de derecho, para lo cual hay mucho trecho por recorrer y donde
el enorme reto de garantizar una transición del autoritarismo, la barbarie y una
sistemática violación de los Derechos Humanos a una dinámica de convivencia
de calidad, sin violencias, exclusiones ni coerciones, es y ha sido el reto de la
Colombia contemporánea.
Reconocer que hoy tenemos un Ejército degradado en la confrontación, que a
su interior sigue incorporando visiones de la “guerra fría”, viendo enemigos
internos en corrientes de pensamiento político, no es una calumnia ni una
paranoia izquierdista, es la dura realidad, afirmar que al interior del Ejercito
Nacional, hay una amplia red de corrupción y grandes negocios, no es una
calumnia, afirmar que debemos trabajar por un pleno aconductamiento del
Ejercito al poder civil, que hoy no es así, no es más que la constatación de
problemas estructurales y no meros hechos aislados o “manzanas podridas”,
reconocer y aceptar la realidad para transformarla, es el mejor camino.
Siempre queda la duda y la pregunta es pertinente: ¿este Ejército, estas
Fuerzas Armadas, se oponen y conspiran contra el proceso de paz que lidera
el presidente Juan Manuel Santos? hay muchos hechos que podrían inclinar la
balanza hacia un sí, pero no es fácil la respuesta, hablamos de instituciones
complejas donde conviven dinámicas de respeto y profesionalismo con
dinámicas de criminalidad y violación abierta a los derechos y las libertades
ciudadanas, pensando con el deseo, uno podría afirmar, que las Fuerzas
Armadas colombianas, han venido en un proceso de cualificación, respeto y
mayor responsabilidad, pero los déficits y las dificultades no son pocas y la
tarea por ganar confianza y respeto en la sociedad, son enormes.
Estamos en el momento del cierre del conflicto armado, de más de medio siglo,
su sentido final, es democratizar la sociedad colombiana, garantizando un
cierre que reconozca y establezca responsabilidades y ponga los derechos de
las víctimas como prioridad para desde el acuerdo construido y respaldado por
las mayorías nacionales que aspiramos a trabajar por una democracia de
calidad, y unas posibilidades de vida digna se abra un nuevo momento para la
sociedad colombiana.
Los hechos de las últimas semanas, los escándalos de interceptaciones muy
posiblemente ilegales y de actos de corrupción, son nuevos hechos en un
cúmulo grande de temas y dinámicas por corregir y sancionar, dando por
supuesto las debidas garantías y los posibles mecanismos de justicia
transicional por establecer, a los cuales, con su especificidad y sobre la base
de reconocimientos y apego a la verdad deben poder acceder miembros de las
Fuerzas Armadas.
Hay mucho por hacer desde las Fuerzas Armadas, el gobierno y muchas
instituciones para que podamos contar con ejércitos y cuerpos oficiales
respetados y apoyados por la sociedad, tarea enorme en que hay que seguir
actuando.
Cerrado el conflicto armado, debemos en su debido momento volver a ver
doctrina, prioridades y tamaño de las Fuerzas Armadas, hay que prepararse
para ese proceso.
Edición N° 00388 – Semana del 21 al 27 de Febrero– 2014
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