El último héroe de la batalla del Ebro Hallado el esqueleto de un brigadista que cubrió la retirada de sus camaradasJunto al soldado, de los pocos hallados 'in situ', quedaron su jofaina de afeitado y un frasco de medicina JACINTO ANTÓN - Barcelona - 25/09/2011 Los restos de Charlie, tal y como fueron hallados en su trinchera, algo muy poco usual.- CSID Aguantó hasta el final, en la última trinchera, disparando, ya sin ninguna esperanza pero dispuesto al más alto sacrificio para dar una oportunidad a sus camaradas de escapar de aquel infierno. Cayó acribillado por la metralla, entre el acre olor de la pólvora y el acerado dolor de las esquirlas de las bombas de mano que desgarraban su carne y sus huesos. Quizá en el momento postrero oyó a lo lejos el grito de triunfo de los suyos al completar con éxito la retirada y percibió al tiempo la rabia y frustración del enemigo burlado al no poder redondear su victoria. Así murió Charlie, el último combatiente republicano de la batalla del Ebro. De esa manera al menos lo imaginan, emocionados con el hallazgo y sus características, los investigadores que encontraron el pasado jueves el esqueleto de un soldado durante la excavación de la línea final de defensa del ejército republicano en los últimos momentos de la célebre batalla. Según las primeras investigaciones, el valiente era casi con seguridad un miembro de las brigadas internacionales, calzaba un 44 y medía más de 1,80 metros, muy alto para un español de la época, así que los investigadores lo tienen por un estadounidense y lo han bautizado como Charlie. El soldado carecía de casco y rifle, sin duda tomados por el enemigo del cuerpo caído, sin embargo, se han encontrado junto a él muchas municiones correspondientes al fusil Moisin-Nagant de fabricación rusa y dos granadas de mano de fragmentación de procedencia polaca. El esqueleto llevaba puestas aún las trinchas. Antes de morir, ese aciago día de noviembre de 1938, Charlie había disparado buena parte de sus balas y el esqueleto ha aparecido rodeado de casquillos. Especialmente emotivo es el hallazgo del macuto del brigadista, con su escudilla y sus útiles de afeitar."No paraba de disparar, le lanzaron una granada que explotó junto a su pie, la metralla le seccionó el fémur, le entró también en las costillas y hemos encontrado una esquirla incrustada en la columna vertebral; es fácil imaginar el atroz dolor de esa muerte". Así explica los últimos momentos de Charlie el responsable de su excavación, Alfredo González Rubial, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). "Ha sido muy emocionante encontrarlo intacto, tal como murió en acción, se ve el gesto al caer en la trinchera". Hubo gente del equipo que no pudo contener las lágrimas, asegura el científico. La excavación de trincheras es algo excepcional y Charlie es uno de los pocos soldados muertos encontrados en el sitio donde cayó. Los investigadores creen que debió quedar medio sepultado por las explosiones que lo mataron y el enemigo se limitó a acabarlo de cubrir arrojando un poco más de tierra. Junto a él quedaron algunas de sus escasas posesiones, la jofaina de afeitado, trozos de jabón, un frasquito de medicina... El soldado, sin insignias ni chapa identificativa, ha aparecido durante el estudio y excavación de una parte de la línea fortificada republicana en la sierra de La Fatarella. La investigación del CSIC -proyecto Arqueología y Guerra Civil- la dirige Rubial con Mari Carmen Rojo, del grupo de didáctica del patrimonio (DIDPATRI) de la Universidad de Barcelona. Colabora la activa asociación patrimonial Lo Riu. La línea defensiva que pasa por Riba-roja, la Fatarella y Ascó la diseñó el teniente coronel Tagüeña, jefe del XV Cuerpo del Ejército, al comprender que la batalla estaba perdida. La concibió como perímetro de seguridad y último núcleo de resistencia del sector centro republicano en el que apoyar la retirada protegiendo la cabeza de puente en el margen derecho del Ebro. Se conserva bastante intacta, con muchos de sus elementos visibles, especialmente casamatas de cemento. Al morir, Charlie defendía una posición desesperada en la zona de los Raimats, cerca de La Fatarella. La línea entra en acción al retirarse el 14 de noviembre los 50.000 soldados de Tagüeña hacia el puente de Flix, cuando ya se ha perdido todo y atrás quedan miles de muertos en lugares que forman parte de la topografía más legendaria de la lucha y el espanto: las sierras de Pàndols y Cavalls, Quatre Camins, Gandesa... El jefe republicano coloca en la línea a sus combatientes con mayor capacidad de combate, entre ellos efectivos de la 15ª brigada internacional en la que aún queda un batallón de estadounidenses. Su misión es aguantar. Y aguantan. 48 horas. Lo suficiente. Hasta que el ejército ha pasado al margen izquierdo del río. La operación es un éxito total (aunque no para Charlie). Los soldados que se quedan protegiendo la retaguardia la palman casi todos. Algunos búnkeres muestran todavía hoy la ferocidad de la lucha: uno recibió un impacto directo de un 88 mm alemán que entró por la tronera reventando la casamata desde el interior. El jueves, mientras se recuperaba un trozo de trinchera empezaron a salir casquillos en cantidades que testimoniaban un combate encarnizado. Apareció entonces una suela de bota. Se pensó que de los años sesenta porque era de caucho. Pero no, resultó ser calzado de la Guerra Civil, y detrás salió una tibia, y un peroné, y luego todo el soldado: Charlie. El esqueleto ha sido excavado con rapidez por la amenaza de lluvias y ahora lo analizaran los forenses. El último combatiente ha abandonado al fin su posición, pero nadie podrá reprochárselo.