Ya tenemos protocolo. ¿Y ahora qué?

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Ya tenemos protocolo. ¿Y ahora qué?
CEF-004
Ya tenemos protocolo. ¿Y ahora qué?
Habían pasado casi dos años desde que la familia Solanes con ilusión había dedicado
esfuerzos durante muchos meses para elaborar un Protocolo Familiar entre todos: Juan
Solanes, 74 años y cabeza de familia, su esposa Margarita de 70 años, y sus tres hijos: Silvia
de 40 años, Carla de 37, y Antonio de 35.Todos ellos estaban casados y algunos tenían ya
hijos pequeños. Con el paso del tiempo desde que finalizaron el Protocolo Familiar se habían
ido olvidando del mismo. Al principio, habían logrado celebrar alguna reunión inicial de
Consejo de Familia, pero no hubo continuidad en las mismas. En la empresa continuaban con
la dinámica habitual de estar volcados en el día a día: Juan como Gerente, y su hijo Antonio
como Director Comercial. Aunque lo habían intentado varias veces no lograban dar
continuidad a reuniones con un formato de tranquilidad suficiente para hablar del futuro del
negocio en los próximos años.
También trabajaba en la empresa Claudio, el marido de Silvia. Ésta, le había conocido cuando
él ya trabajaba en la empresa siendo el responsable del departamento administrativo en el que
entró de administrativo cuando era muy joven.
La empresa familiar la había fundado el padre de Juan a partir de una cantera que pudo
convertir en vertedero industrial. Juan había desarrollado la empresa en el sector de
tratamiento de residuos, llegando a ser la empresa de referencia en su entorno regional y
dando en la actualidad empleo a casi 300 personas.
Con anterioridad a la elaboración del Protocolo Familiar, Juan había donado a su yerno
Claudio, un 10 % de las acciones de la empresa familiar, ya que le tenía toda la confianza en
base a su trayectoria, entrega, lealtad y responsabilidad durante todos los años que llevaba
trabajando en la empresa. Claudio se había hecho a sí mismo en la empresa en la que empezó
a trabajar de joven sin estudios. A lo largo de estos años había ido haciendo cursos puntuales
en administración y contabilidad. También llevaba los aspectos financieros y bancarios de la
empresa. Juan había manifestado que en lo que respecta a la empresa se fiaba más de Claudio
que de su hija Silvia que apenas conocía la empresa. Silvia era maestra en un parvulario.
Carla no trabajaba en la empresa. Dedicaba media jornada a administrar un patrimonio
inmobiliario y financiero propiedad de sus padres y que estaba separado de la empresa, y el
resto de su tiempo a las labores del hogar.
El resto de acciones (90%) continuaban en propiedad de Juan (50%) y su esposa Margarita
(40%) la cual no conocía directamente los temas de la empresa. Juan no había decidido cómo
Caso preparado por Alfonso Chiner, colaborador científico, bajo la supervisión del Profesor Josep Tàpies, como base de discusión en clase
y no como ilustración de la gestión, adecuada o inadecuada, de una situación determinada. Septiembre de 2010.
Este caso se ha escrito con la colaboración de la Cátedra de Empresa Familiar, IESE.
Copyright © 2010, IESE. Para pedir otras copias de este documento, o un documento original para reproducirlo, diríjase a IESE Cátedra de Empresa
Familiar a cef@iese.edu.
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Última edición: 20/12/10
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llevaría a cabo la sucesión de la propiedad entre sus tres hijos. Tampoco se sentía presionado
por sus hijos ya que estos no eran nada materialistas y habían manifestado que les parecería
bien cualquier decisión que su padre tomara al respecto. Era una familia austera, trabajadora y
compartían la generosidad como valor familiar. Dedicaban tiempo y recursos a distintas obras
sociales. La familia se reunía habitualmente y la relación personal entre ellos era buena.
Recientemente Juan había tenido que ser intervenido de urgencia por un problema de corazón
y aunque se recuperó bien de la operación, por consejo médico debía bajar el ritmo de trabajo
y tenía que empezar a delegar en la empresa responsabilidades del día a día. Juan se
preguntaba si todo el tiempo y los esfuerzos dedicados a elaborar un Protocolo Familiar bien
hecho habían servido para algo, y si realmente estaban avanzando en una buena línea para
dar continuidad a su empresa familiar. No estaba tranquilo ya que intuía que había que
trabajar algunos aspectos para clarificar el futuro. ¿Cómo se iba a desenvolver su hijo Antonio
en el futuro?¿quién mandaría en la empresa cuándo él no estuviera?¿en caso de discrepancia
entre su hijo y su yerno qué pasaría?¿cómo resolverían los conflictos? ¿podrían aportar entre
los dos suficiente impulso estratégico al negocio para hacerlo crecer y permitir que todos los
hermanos fueran accionistas? ¿cómo debía repartir las acciones del negocio?¿y el resto del
patrimonio?¿mantendrían sus hijos los valores de ayuda social que tanto él como su esposa les
habían inculcado desde pequeños?
Por si un guión le podía ayudar a decidir qué pasos debía dar, Juan se puso a escribir en un
papel un resumen de los principales contenidos que habían acordado en el Protocolo Familiar,
y que eran los siguientes:
VALORES DE LA FAMILIA
Se habían explicitado una serie de valores que la generación actual había recibido de sus
padres y los habían hecho suyos y se esforzaban por vivirlos: el esfuerzo y el trabajo bien
hecho, la honradez y la ética en los negocios, la ayuda social, etc.
MODELO DE EMPRESA FAMILIAR
La empresa se había definido como una empresa de Trabajo Familiar en la que podían trabajar
miembros de la familia, y se habían establecido unos requisitos de entrada para los miembros
de la siguiente generación (los nietos de Juan) exigentes tanto en el nivel académico (estudios
universitarios, idiomas, etc.), como en experiencia profesional previa (mínimo de 5 años de
trabajo fuera de la empresa familiar, etc.)
ORGANOS DE GOBIERNO
Se había decidido la creación de órganos para el buen gobierno tanto de la familia: un
Consejo de Familia, como de la empresa: un Consejo de Administración.
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PROPIEDAD
Respecto a la sucesión en la propiedad del patrimonio empresarial los hijos de Juan quisieron
que se indicara expresamente que aceptaban, respetaban y les parecía bien cualquier forma de
reparto que éste decidiera en el futuro. Y Juan quiso incorporar en el Protocolo Familiar y así
se hizo, que el reparto se haría con un criterio de equidad entre los tres hermanos.
Como la empresa no había repartido dividendos nunca (siempre se había reinvertido todo el
beneficio) se consolidó este criterio para los próximos años, aunque se incluyó la posibilidad
de que se pudiera establecer un dividendo en el futuro mediante acuerdo por consenso de
todos.
Se acordó que el patrimonio propiedad de Juan y su esposa y no afecto a la empresa familiar
serviría para pagar unas rentas anuales a éstos, que se fijaron en el Protocolo Familiar.
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