FICHA TEÓRICA. Bibliografía: De la Vega, J.C., Diccionario Consultor Político, Tomos rojo y azul, Librograf ed., Buenos Aires, 1991. Fernández de Madrid, M. T. y otros, Historia del mundo contemporáneo, Mc.Graw Hill, Madrid, 1999. LIBERALISMO El liberalismo político nace en las luchas contra las monarquías absolutistas y el símbolo de su instauración es la Revolución Francesa de 1789. John Locke, Montesquieu, Voltaire Rousseau son los principales representantes de la doctrina liberal. El liberalismo político reivindica para el individuo su derecho a la libertad y la igualdad en contraposición con los principios de la monarquía que establecían privilegios transmitidos por herencia. El advenimiento del liberalismo político introduce en el gobierno la división de los poderes(ejecutivo, legislativo y judicial), el sufragio, la libertad a elegir y ser elegido en funciones de gobierno; la libertad de expresarse y de obrar como se quiera con el único límite impuesto por la libertad de los otros. El liberalismo también introduce el principio de la seguridad personal a través del Hábeas Corpus. Todas las libertades actuales son impuestas por este sistema: inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia, libertad de circulación, etc. En el orden público, el liberalismo sostiene la libertad de prensa, religiosa de asociación. Ésta última da base a la formación de los partidos políticos que representan la esencia del sistema liberal. De acuerdo con su funcionamiento, los gobiernos tienen una duración limitada y los ejercen los partidos en representación del pueblo, que expresa su decisión por medio del sufragio. Esta situación le da a los gobernantes un carácter provisional ya que están obligados a someter sus actos de gobierno periódicamente al juicio del electorado. El liberalismo económico sostiene como dogma “ Laissez faire, laissez passer” (dejad hacer, dejad pasar). La primera de estas propuestas se refiere a la libertad de producción, y la segunda se refiere a la libertad de comercio que plantea la desaparición de las barreras aduaneras entre las naciones y la libre circulación de las riquezas. En 1776, el escocés Adam Smith establecía las bases del liberalismo económico con la publicación del libro Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Esta obra postulaba: Crítica de las posiciones económicas vigentes: la riqueza de un país no residía, como se pensaba, en la acumulación y atesoramiento de metales preciosos(mercantilismo, ni tan sólo en la producción agraria(fisiocracia). La riqueza de las naciones dependía de la capacidad productiva total de cada país, entendida como la suma de los trabajos y esfuerzos individuales de los habitantes en todas las parcelas productivas: agricultura, industria y comercio. La riqueza generada por la producción nacional repercutiría en el bienestar de sus habitantes. La formación de capital procedía del ahorro y de los beneficios obtenidos de la diferencia entre el precio de coste(materia prima, trabajo, energía...) y el precio de venta. El mercado fluye según el acuerdo individual del productor y el consumidor(ley de la oferta y la demanda). Tanto estas relaciones como las de producción –entre capital y trabajo- debían ser libres y estar basadas en el mutuo acuerdo, resultado de la búsqueda del propio interés de cada parte. El Estado no debía intervenir en la economía, sino que su función estaría dirigida a garantizar el orden jurídico y los derechos individuales, la defensa del país y el mantenimiento de las estructuras básicas de transporte y comunicaciones mediante la realización de obras públicas. El funcionamiento espontáneo de la actividad económica implicaba la supresión de todas las normas que regulaban y dificultaban el intercambio en el Antiguo Régimen. Y debía permitirse el librecambio entre las naciones. Las coincidencias entre liberalismo político y liberalismo económico eran totales. Ambas concepciones imaginaban el Estado o las naciones como una suma de individuos (sin tener en cuenta las clases). Basaban sus formulaciones en la defensa de las libertades individuales y de derechos e intereses particulares que, en un sistema de desigualdad manifiesta, favorecen siempre a los poderosos. Dueños de los medios de producción y representados en las instituciones públicas, los burgueses dominaron la vida social imponiendo sus valores(orden, libertad, progreso). Durante el siglo XIX, los teóricos del movimiento obrero señalaban lúcidamente que el Estado liberal no representaba a la nación, sino tan sólo a la burguesía. CONSERVADURISMO Resulta tarea difícil caracterizar al conservadurismo ya que no está expresado por una teoría política sistemática ni, menos aún, responde a un sistema filosófico que interprete al hombre o al mundo. Es por ello que la historia de las ideas políticas y sociales es parca en incluir nombres que representen a lo que no sin esfuerzo y vacilación podríamos llamar ideología conservadora. Esto es coincidente con la poca disposición que tienen los conservadores para intentar sistematizar sus ideas. La consecuencia lógica es su afición al pragmatismo que les permite moverse sutilmente en las aguas turbulentas de la actividad política y lograr éxitos relativos en su defensa y conservación del sistema. Desde esta óptica se puede ensayar una definición de conservadurismo: representa el conjunto de ideas, posiciones políticas o actitudes encaminadas a preservar el sistema político y económico, asegurando su funcionamiento a la vez que intenta organizar una eficaz oposición y contención de las presiones innovadoras. Esta definición es algo rígida ya que no contempla, por lo menos en lo que se refiere a sus escritos y manifestaciones públicas, la predisposición favorable a un cambio moderado, y siempre que sea necesario, que manifiestan algunos sectores conservadores. Para entender mejor el carácter de esta corriente política es necesario situarla históricamente tanto en lo que se refiere a su aparición como a su posterior evolución. Pese a que puede afirmarse sin lugar a dudas que el espíritu conservador existió en todas las épocas, su aparición como corriente definida, se ubica en un momento preciso de la evolución de la humanidad. Hace su aparición como oposición al pensamiento liberal que surge en el siglo XVIII en Europa. El iluminismo levanta la bandera de la razón contra la autoridad, de la luz contra las tinieblas. Cuestiona las tradiciones en las que se basa el autoritarismo para poder mantener su hegemonía y sus instituciones, y le opone la razón, instrumento del que debe valerse el hombre para su autorrealización. Tambalea, de esta manera, todo el ordenamiento autoritario que había permanecido libre de cuestionamientos; peligra la autoridad –hasta ese momento incontrovertible- de la Iglesia; se derrumban los resabios de un antiguo régimen ya caduco por el avance de las nuevas condiciones históricas. Frente a esto, y como reacción, comienza a delinearse el pensamiento conservador que, anteriormente, por ausencia de las circunstancias señaladas, no había tenido necesidad de expresarse: apela al sentido común y a la moderación; invoca la historia y sus tradiciones para intentar detener el avance de las nuevas ideas; reniega de las doctrinas nacientes acusándolas de no ser producto de las experiencias sino de mentes acaloradas; denuesta a los que denomina el “populacho” negándole condiciones y autoridad para participar en la conducción del estado y, por fin, reivindica la necesidad de preservar el orden establecido para evitar que la sociedad se sumerja en el desorden caótico. Es necesario distinguir dos clases de conservadurismo. Uno es el reaccionario, que no admite ninguna posibilidad de cambio e intenta restaurar las condiciones abolidas por los acontecimientos innovadores. Es esencialmente contrarrevolucionario y la libertad, evolución y realización humanas carecen para él de todo significado, importándole únicamente las tradiciones y la conservación, a ultranza, de todo lo establecido. El segundo el conservador, sin aditamentos, no se opone al cambio, sino que lo acepta pero cuando es realmente inevitable. Frente a los apresuramientos erige la barrera de la lentitud, tamiz en donde se deberá comprobar el carácter indispensable de las nuevas propuestas. Esto asegura, en su concepción, que el cambio se desarrolle dentro del marco de al tradición, valor que debe mantenerse pues representa una especie de cimiento sobre el que se debe ir construyendo el edificio social. En las sociedades subdesarrolladas el conservadurismo se da en prácticas reaccionarias, pese a que formule en innumerables ocasiones un ideario que aparenta lo contrario. ACTIVIDAD Analiza los siguientes documentos. Identifica a qué corriente de pensamiento pertenece cada uno de ellos. Fundamenta. 1. “Cuando se dice que el hombre ha nacido para la libertad, se dice una frase que carece de sentido(...) El monarca pueblo es el más duro, el más despótico y el más intolerable de todos los monarcas.” De Maistre: Estudio sobre la soberanía. 2. “Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común a la persona y los bienes de cada asociado, y por lo cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca sin embargo más que a sí mismo y permanezca tan libre como antes. Tal es el problema fundamental, cuya solución da el contrato social”. (...) “Esta persona pública que se forma así, por la unión de todas las demás, tomaba en otro tiempo el nombre de ciudad, y toma ahora el de República” (...) J.J. Rousseau: El Contrato Social(1762) 3. “El problema del gobierno posible en la América antes española no tiene más que una solución sensata: ella consiste en elevar nuestros pueblos a la altura de la forma de gobierno que nos ha impuesto la necesidad; en darles la aptitud que les falta para ser republicanos; en hacerlos dignos de la República, que hemos proclamado, que no podemos practicar hoy ni tampoco abandonar; en mejorar el gobierno por la mejora de los gobernados; en mejorar la sociedad para obtener la mejora del poder, que es su expresión y resultado directo.” J. B. Alberdi: Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina.(1852) 4. “En vuestros antiguos estados teníais todas estas ventajas; pero habéis preferido actuar como si no hubierais formado nunca una sociedad civil y como si tuvierais que comenzar todo desde la base. Comenzasteis mal porque empezasteis a despreciar todo lo que os pertenecía”. E. Burke: Reflexiones sobre la Revolución Francesa(1790)