Andalucía por sí, para España y la humanidad. Es el lema de Andalucía que aparece en el escudo de nuestra comunidad. A mi me gusta porque, en estos tiempos que vivimos de separatismos y confrontación política, supone un buen ejemplo de cómo se puede reivindicar la idea de una región autónoma integrada a la vez dentro de algo más grande, como es el estado español, o incluso una idea más grande aún, el conjunto de todos los seres humanos del planeta. El 28 de febrero, los andaluces celebramos el dia de Andalucía rindiendo homenaje a nuestros símbolos: la bandera verde y blanca; el escudo, con la figura del dios clásico Hércules entre sus columnas; el lema al que antes me referí, y el himno de Andalucía, por todos conocido. Al rendir homenaje a esos símbolos, lo hacemos también al hombre que los propuso, hace ya casi cien años, en una asamblema del andalucismo regionalista celebrada en Ronda en 1918, un malageño universal de nombre Blas Infante. Blas Infante, considerado padre del andalucismo, del que se cumplen precisamente 130 años de su nacimiento este año, nació en 1885 en el pueblo de Casares, en Málaga. Fue notario de profesión (aunque ejerció también de escritor, periodista, historiador y antropólogo), y, ejerciendo su labor por distintos pueblos de la Andalucía profunda, quedó fuertemente impresionado al observar las pésimas condiciones de vida de los jornaleros andaluces, panorama que le animó a comprometerse en una lucha para cambiar esto desde la política. Heredero del regionalismo y federalismo, defendió la existencia de Andalucía como una región española diferente del resto, en la que los andaluces pudieramos decidir sobre nuestros propios asuntos. Participó en la Asamblea de Ronda donde propuso la bandera y escudo actuales de Andalucía, y en la firma del Manifiesto andalucista de Córdoba de 1919, en el que se reivindicaba una democracia autónoma andaluza. Tras muchos proyectos encaminados a buscar una identidad propia para nuestra región, fue a partir de 1931, con la llegada de la Segunda República, cuando los anhelos federales y autonomistas encontraron un potente impulso durante el bienio progresista. En 1933 Blas Infante propuso que la melodía de un himno religioso que cantaban los segadores de algunos pueblos andaluces se convirtiera en el himno de Andalucía, pero con una letra distinta, escrita por él mismo, que se convertiría en el himno actual de nuestra comunidad. También en ese año, en enero de 1933, de nuevo en Córdoba, se aprobó en una asamblea un anteproyecto para un estatuto de autonomía para Andalucía, en la línea de los estatutos que se estaban realizando en Cataluña, País Vasco y Galicia. Con la llegada de gobiernos conservadores al gobierno de la república, estos proyectos se paralizaron, cobrando un nuevo impulso con la victoria del frente popular en 1936, pero por poco tiempo. El golpe militar contra la república en julio de ese año echó por tierra las esperanzas autonomistas, así como echó a una cuneta el cuerpo de Blas Infante, fusilado en agosto de 1936 en una carretera de Sevilla, como tantos otros defensores de las libertades en nuestro país. Será con la muerte del dictador Franco a partir de 1975, y con el triunfo del proceso de transición política que nos conduciría de nuevo a tener una constitución democrática en 1978, cuando los andaluces tengan la oportunidad de hacer realidad los sueños de Blas Infante. La constitución de 1978 dió la posibilidad a las regiones de constituirse en comunidades autónomas, con un distinto grado de autonomía y concesiones. A las regiones de Cataluña, País Vasco y Galicia, al tener idioma propio, se les presupuso un mayor grado de autonomía de partida en el texto constitucional, al ser consideradas "regiones históricas". Y es aquí donde viene la razón por la cual celebramos un 28 de febrero de todos los años el día de Andalucía: porque fue un 28 de febrero de 1980 cuando los andaluces salieron en masa la calle a exigir, por referéndum, la concesión de un estatuto de autonomía plena para nuestra comunidad, por la vía del artículo 151 de la constitución, del mismo modo que las consideradas comunidades “históricas”, como Cataluña y el País Vasco. Este año se cumplen 35 años de ese día, en el que, no solo deberíamos homenajear nuestros símbolos o recordar la figura de Blas Infante, sino además reivindicar al pueblo andaluz como un gran pueblo, legado de importantes figuras de las ciencias, las artes y la historia; alegre y trabajador, creativo a la vez que culto, comprometido y solidario. Viva Andalucía y sobre todo, vivan los andaluces.