Autocomplacencias Álex Covarrubias Valdenebro*

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Autocomplacencias
Álex Covarrubias Valdenebro*
Armando López Nogales, se promovía como el gobernador “más deportista de México”. Manlio Fabio
Beltrones usaba el slogan de que con él Sonora iba por más progreso. Rodolfo Félix Valdés argumentaba
estar dando a la entidad las armas para el futuro que su personalidad trashumaba. O sea, decía sin
importarle la exposición al albur, las armas de la “experiencia” y la “solidez”.
Todos implicaban que con ellos la entidad se encontraba en el pináculo de su historia. Y que con ellos y
gracias a ellos le había llegado el tiempo a los sonorenses de levantar la abundante cosecha ganada con
tanto esfuerzo. Algo así como que, al estilo dictado y enseñado por el ridículo López Portillo, había
llegado el tiempo de prepararnos para administrar la abundancia.
Nada de eso ocurrió, por supuesto. Ni Sonora estaba en la cima de nada, ni ellos estaban re-escribiendo
la historia regional en forma alguna. No al menos en la dirección que lo proponían. En los noventas
(década en la que López Nogales y Beltrones compartieron su mandato) la entidad terminó por rezagarse
en el concierto de estados de la Frontera Norte: Se cerraba la década creciendo a una tasa menor de la
mitad de las tasas de avance económico registradas en los sesentas (3 versus 6.2%); Sonora perdía
importancia en la aportación a la generación de riqueza del País (3.2 en los sesentas, 2.0% en los
noventas); y Sonora se convertía en la entidad fronteriza que menos aprovechaba los beneficios del TLC
firmado con Norteamérica.
Para completar la panorámica de lo que fue el ejercicio de López Nogales en sus años restantes (20002003) el Servicio de Estudios Económicos de BBVA-Bancomer aportó respuestas. Entre 1998 y 2004
Sonora engrosó las filas de los estados que perdieron en su aportación a la riqueza del País, medido por
el Valor Agregado Bruto Intercensal generado.
De ahí que lo único que resultó claro a la postre es que en manos de ellos Sonora pudo declararse en
posesión de muy buenos gobernadores promotores. Sí, pero de gobernantes promotores de su imagen.
De nada le sirvió a la entidad saber, por ejemplo, que López Nogales era el ejecutivo más amante del
beisbol y del basquetbol del País. Tampoco le sirvió de gran cosa el progreso y la modernidad que tanto
le gustaba presumir a Beltrones. Pero ellos sí recibieron los frutos de invertir abundantemente en la
promoción de su imagen. Uno y otro concluyeron sus mandatos con una más que aceptable calificación
entre la sociedad sonorense, medida en términos de aprobación y gusto de su ejercicio. A pesar de que la
entidad en tanto se desteñía con costuras económicas cada vez más deshilachadas y empleos de
insuficientes a simples de baja calificación.
Tal fue el estilo que crearon de gobernar. Podían advertir que las arcas públicas no tenían recursos para
invertir en obras de agua o para soportar un aumento de salarios a los maestros, pero no reparaban en
gastos al momento de aflojar la cartera a un cortejo de publirrelacionistas gacetilleros, locutores
gatilleros, y editores de pasquines sensacionalistas que se encargaban de recetarnos con los paraísos
colmados de oportunidades que se estaban generando para todos.
Sirva esta memoria para proponer sobre las grandes necesidades que tiene Sonora de ser vista con lentes
diferentes. Los lentes de la información, la razón, la objetividad y el profesionalismo. Las cualidades
que, sin embargo, cualquier cantidad de escritores y comunicadores locales desconocen.
Sirva también para advertir cómo, a la mitad del camino, el gobierno de Eduardo Bours requiere como
pocos estudios y espacios de diálogo que se avoquen a desentrañar más precisamente dónde está Sonora;
qué ha hecho y qué pude hacer su Gobierno; y qué estrategias y acciones potenciar, frente a las que haya
que criticar y buscar desechar por su naturaleza claramente regresiva. Todo en perspectiva de que la
entidad pueda capitalizar más de sus realidades presentes. Y mucho menos de esa tendencia tan propia
de algunos de sus actores, de vivir de quimeras guajiras o de sus mitos rancheros, tan sólo útiles para un
pasado que fue y prometía, pero que difícilmente retornara.
Habrá que lamentar que en esta tarea tampoco ayuda el estilo del gobernador Bours, pues ha resultado
igualmente proclive a invertir en una imagen que magnifica logros, mientras minimiza realidades
adversas.
Así, ciñéndonos en este espacio a los asuntos puramente económicos, es evidente que durante su
administración se ha reactivado la economía y el empleo. Después de venir de cuentas negativas en los
dos últimos años de Armando López N., con Bours la entidad crece 2.7 en el 2003, 5.5 el 2004 y 3.5% el
año pasado. Pero en verdad, los números y los resultados no son tan buenos como se supone o se
promueve. O como el gobernador quisiera. Estas tasas apenas han sido ligeramente superiores a las del
País en su conjunto e inferiores a los de otros estados fronterizos.
Por otra parte, si volteamos a nivel de América Latina, el conjunto del hemisferio creció mucho mejor
que México y que el mismo Sonora en los últimos dos años. Esto es, a tasas de 6 y 4.5% entre 20042005. Lo que trato de subrayar es que ni México ni Sonora han logrado nada extraordinario en estos
años presentes. En tanto otros países y regiones de América lo hicieron mucho mejor que nosotros.
Échese un vistazo por ejemplo a países y entidades del Cono Sur y de la Comunidad Andina, ya no
digamos de Norteamérica. Y si bien no son estrictamente comparables las realidades locales con las
nacionales y las continentales, vale la pena vernos en diferentes espejos a fin de ser capaces de
reconocer exactamente nuestra fisonomía.
Por algo la leyenda recuerda: Los espejos de casa son siempre autocomplacientes. Esconden los
pequeños defectos que a veces son o se convierten en verdaderas grietas. Los ajenos, no. Son espejos
que viven de -y sirven para- desengañar a los foráneos.
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