IMPRIMIR IMPRIMIR ARTICULO SOCIEDAD SOCIEDAD «La familia española ha quedado abandonada a su suerte», dice Javier Elzo «La escuela vive en una crisis continua, cada Gobierno se ha empeñado en cambiarla» El sociólogo habla mañana en el Aula de Vocento sobre educar en la sociedad actual GERARDO ELORRIAGA/BILBAO «Los gobiernos escandinavos se han dado cuenta de que no se puede dejar exclusivamente la educación y cuidado de los hijos a los padres, sin dotarles de apoyo, mientras que aquí la familia ha quedado abandonada a su suerte, dejada de la mano de Dios», lamenta Javier Elzo. En el caso vasco, el sociólogo asegura que la Ley de Servicios Sociales, aprobada por el Parlamento de Vitoria en 1982, «ha permitido respirar, pero para los hijos resulta más complicado». Hace falta primar a aquellos padres que se preocupan por la formación de sus descendientes, dice Elzo. «Hay que incentivar a aquéllos que se han quedado en casa, por ejemplo, sin detrimento de su posterior inserción laboral. Se precisa un apoyo administrativo real, no limosnas». Sobre esas políticas y las dificultades para asumir la formación de los adolescentes, hablará el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto en un nuevo encuentro del Aula de Vocento, mañana a las ocho de la tarde, en el Salón El Carmen de Bilbao. El acto cuenta con la colaboración de la ONG Acción Familiar Vizcaína y el Comité Vasco de Unicef. Javier Elzo. Publicidad El experto asegura que la estructura de la familia se ha transformado radicalmente, sobre todo por la inserción laboral de la mujer. «La madre ha salido de casa, pero el hombre no ha entrado». La transmisión de valores a los hijos se ha producido desde la figura materna y esto ya no es posible, explica Elzo. «No digo que tengamos que volver al pasado, pero hay que admitir que la educación ahora es más complicada». Las prioridades El resultado es que el número de nacimientos se reduce y los niños crecen solos, «bajo influencias diversas». El grupo de amigos y los medios de comunicación, sobre todo aquéllos específicamente dirigidos al público joven, ejercen una gran influencia. «Las empresas les venden productos, pero no recogen ningún modelo educativo». El ámbito académico cuenta con sus propios problemas. «La escuela vive sumida en una crisis continua, cada Gobierno se ha empeñado en cambiarla y los profesores, mientras tanto, se queman». El sistema de enseñanza «ha pasado del lema de la letra con sangre entra a la permisividad total y hay que recuperar la disciplina, pero, en la actualidad, los maestros de secundaria se las ven y desean para poner orden y conseguir el respeto de los alumnos». Elzo apuesta por «repensar la familia», asumiendo los cambios estructurales. «No podemos volver a aquel modelo capaz de asimilar todo tipo de problemas, desde el paro de uno de sus miembros a la incapacidad física de otro, el cuidado de los mayores y, por supuesto, la educación de los pequeños. Y no se puede culpabilizar a la mujer». Él llama a la responsabilidad de la Administración regulando las jornadas de trabajo para que sean compatibles con la vida familiar, por ejemplo, y también recaba la responsabilidad de los padres, a menudo delegada en otros. «Se ha producido una enorme dejación, sobre todo en las clases medias altas y altas. Han de establecer sus prioridades y tomarse en serio las más personales». La comunicación con los hijos es, en su opinión, una necesidad perentoria. «Debemos colocarla en el centro de las preocupaciones e implicarnos cuanto antes». Aunque no quiere caer en el catastrofismo, apunta las dificultades para la integración social de quienes han crecido sin dirección o, incluso del riesgo del alcoholismo. También destaca la caída experimentada por el asociacionismo de cualquier tipo entre los muchachos y el reconocimiento explícito de que los reclamos comerciales se han convertido en su razón de ser. «Todos les incitan, también los padres. ¿Cuántos regalos reciben en Navidad o en su cumpleaños? ¿Y el derroche innecesario y absurdo que se produce en la Primera Comunión? Ya ni siquiera les hacen ilusión. El problema radica en la sociedad, hecha para el consumo». Subir