VIAJE A BÉLGICA (III) DIAS DE OTOÑO OTO O EN BÉLGICA B LGICA CON CERVEBEL Y HALCÓN VIAJES 3ª Parte Nuestro destino era Gante. Así que nos dirigimos hacia allí, no sin antes parar en uno de los muchos cementerios de la I Guerra Mundial que pueblan la zona. Cada cementerio es de soldados del mismo país, los gastos de su mantenimiento corren a cargo del país del que procedían los soldados. Mi intención era describiros el Essex Farm Cemetery 1915-1918, echando la vista atrás sobre el conflicto que arrasó esa zona. Nuestra amiga Mar Rubio de Málaga, que nos acompañaba en el viaje, colabora en el blog www.cultopia.es y a la vuelta escribió un articulo que reproduzco con su permiso y mi admiración. Un Cementerio de la I Guerra Mundial en Ypres (Bélgica) A veces nada mejor que un pequeño viaje para desconectar unos días y disfrutar de la cultura de otro país… ¡o eso creía yo! He podido escaparme unos días para visitar alguna de las ciudades más bonitas de Bélgica (Brujas, Amberes, Gante y Bruselas) y durante el desplazamiento entre la Abadía trapense de Saint Sixtus a Gante, y para mi sorpresa, pasamos por el Cementerio de Essex Farm en Ypres (Ieper), al pie de la misma carretera. Este fue un alto en el camino de los que no te esperas y no llevas previsto pero que no desaprovechas, un cementerio de la I Guerra Mundial no puede verse todos los días. Durante la Primera Guerra Mundial, Ypres estuvo rodeada por las tropas alemanas por tres de sus lados. Al principio el ejército francés fue el encargado de defender esta línea aliada hasta mediados de abril de 1915. Los franceses que fallecieron fueron los primeros en enterrarse en estas tierras pero fueron trasladados a un cementerio militar francés después de la contienda. El ejército británico tomó el relevo en abril de 1915, extendió la línea frontal y ocupó la zona trasera y la orilla occidental del canal Ypres-Yser. Sólo unos días más tarde, el ejército alemán lanzó un ataque con gas mostaza, comenzando la Segunda Batalla de Ypres; por primera vez se usaba este gas venenoso como armamento químico en una batalla (debido a lo cual a este gas también se le conoce como iperita). La nube tóxica se extendía hacia las tropas francesas gracias a una suave brisa, permitiendo a la infantería alemana avanzar sobre territorio aliado en tan solo unas horas. Sin embargo, durante las siguientes cuatro semanas, fuerzas aliadas de Bélgica, Francia y Gran Bretaña lucharon para contener el avance alemán consiguiendo recuperar el terreno que habían perdido al norte de Ypres. La batalla terminó el 25 de mayo de 1915 y fue entonces cuando la artillería de campaña canadiense estableció una pequeña estación, cerca de Essex Farm para atender a los aliados heridos en las cercanías, y todas los fallecidos británicos que murieron cerca fueron enterrados en este cementerio, un total de 1.199 enterramientos de los cuales sólo 102 no están identificados. En su origen, el puesto médico británico que se encontraba aquí era simplemente una serie de trincheras excavadas al oeste del canal, pero poco a poco con los años, la guerra se prolongó y el ejército británico estableció una Estación Avanzada (ADS) en una serie de refugios de hormigón, estos proporcionaban una mejor protección contra el fuego enemigo de artillería o contra bombardeos aéreos. Después de la guerra estas estructuras quedaron inundadas e inaccesibles hasta los años 90, que fueron adquiridas por la ciudad de Ypres, para restaurarlas posteriormente, permitiendo el acceso y visita a las mismas. Un panel informativo situado fuera, describe los usos de cada una de las cámaras de los bunkers, y sus pequeñas dimensiones pueden dar una idea de las lamentables condiciones en las que el personal médico tuvo que asistir a los innumerables heridos de la Guerra, hecho agravado enormemente por los numerosos bombardeos de artillería, ya que durante gran parte de la guerra las líneas delanteras estuvieron a menos de dos kilómetros de distancia. Uno de los personajes más famosos de la zona es John McCrae, un canadiense nacido en Ontario en 1871, que se licenció en medicina en Toronto en 1898. Al estallar la Primera Guerra Mundial, se alistó y fue enviado al extranjero en septiembre de 1914, con la artillería de campaña canadiense. Estuvo en Essex Farm y en mayo de 1915 escribió el famoso poema “In Flanders Fields” después de que uno de sus amigos fuese asesinado y enterrado rodeado de amapolas. Este poema, “En los campos de Flandes“, fue publicado por primera vez en Punch en diciembre de ese mismo año, y desde entonces sigue trasmitiéndonos el sacrificio de aquellos que lucharon. Cuando John McCrae falleció en en enero de 1918, su obituario en The Times recogía que “el volumen de su obra era pequeño, pero su poesía había obtenido un lugar duradero en antologías modernas”. La amapola por supuesto se ha convertido desde entonces en uno de los principales símbolos de recuerdo para muchos países, utilizadas por la Legión Británica, entre muchos otros. Puedes encontrar más información sobre la vida de John McCrae en la página web de Veteranos de Canadá. En los campos de Flandes En los campos de Flandes se agitan las amapolas entre las cruces, hilera sobre hilera, que marcan nuestra morada, y en el cielo cantan valientes las alondras, en vuelo silencioso entre los fusiles allá abajo. Somos los muertos; hace pocos días vivíamos, caíamos, contemplábamos la luz del amanecer; amábamos y éramos amados, ¡y ahora yacemos en los campos de Flandes! Proseguid la lucha con el enemigo: Os arrojamos, con nuestras manos exangües, la antorcha; que sea vuestra y la alcéis. Si perdéis la fe en nosotros, los muertos, ¡no podremos dormir, aunque crezcan las amapolas En los campos de Flandes! En Gante, nuestro hotel era el NH Gent Belfort. Después de la visita a la habitación y dejar nuestros equipajes, salimos para disfrutar de la ciudad y, por supuesto, de los locales recomendados u otros. Nuestra primera visita fue al Manteca, ya que se encuentra a dos calles del hotel. La sencilla fachada, con dos escaparates situados a cada lado de la puerta con los marcos azules y un toldo bastante deteriorado por el sol, dan sensación de sencillez que, a su vez, es lo que vas a encontrar en el local, varias hileras de mesas flanqueando la entrada y la barra al fondo. El café Galgenhuisje fue nuestro próximo destino. Decir pequeño es poco, bajando varias escaleras llegamos al local con la minúscula barra al fondo. Hemos dejado atrás a la izquierda unas escaleras de madera que conducen a la planta superior que caben una docena de personas. Este lugar tiene la particularidad que era donde los reos de muerte pasaban su última noche antes de ser ejecutados en la horca. Saliendo a la izquierda y cruzando la calle, descubrimos en la fachada, una puerta que da acceso a una calle de un metro de ancho aproximadamente. Al fondo se encuentra, pasando por la terraza, un amplio local lleno de mesas con la barra a la derecha, es Hot Club de Gand un local cuyo objetivo es promover la música acústica en vivo. El local estaba abarrotado, tuvimos suerte de encontrar en la barra un sitio apretado, había un concierto de jazz. Un rato muy agradable. Saliendo del callejón a la izquierda, delante del puente del canal, se encuentra otro bonito local que ya comenté en escritos anteriores, es Waterhuis aan de Bierkant. Realmente, es una zona recomendada, ya que no solo están los locales que menciono si no que también podemos encontrar muy cerca Graslei que de noche tiene un encanto especial ya que es una calle que corre a lo largo del canal. A la izquierda Graslei Fin de la tercera parte de Días de otoño en Bélgica