XXVIII Domingo Ordinario

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XXVIII Domingo Ordinario
Octubre 12, 2014
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El banquete de bodas en el Evangelio de hoy es el de Jesús, porque él es el hijo del rey, el novio,
que está enamorado de los humanos y que invita a todos al banquete preparado por su Padre.
Jesús se refiere a sí mismo como un novio en el Evangelio de San Mateo, y vuelve a hacerlo en
su parábola de las diez virgenes, la mitad de los cuales estaban bien preparadas, con aceite en
sus lámparas, listas para ser encendidas en el momento apropiado, pero la otra mitad no se
prepararon, sólo al momento de entrar se dieron cuenta que ya era demasiado tarde para asistir
a la boda. La imagen del banquete de la boda es muy atrevido, destacando la intimidad del amor
al que Jesús nos llama.
Juan, el discípulo amado, vio esta verdad como algo fundamental, y en el evangelio él comienza
a hablar del ministerio de Jesús, en un banquete de bodas en Caná y en el Libro del Apocálipsis
alcanza su punto culminante en una escena magnífica, en la que Jesús después de haber sido
crucificado, pero ahora victorioso, lleva a su novia, la humanidad redimida, con él para así
disfrutar para siempre la intimidad del amor.
Jesús continúa con esta imagen en las Escrituras hebreas, donde vemos a Dios como un novio
que ofrece su amor a Israel. Cuando los profetas esperaban con mucha ansia el momento en que
el pueblo y Dios, vivieran en una comunión constante de amor, utilizaron la imagen de un
banquete - una fiesta de bodas. El Salmo Responsorial de hoy habla de Dios preparando un
banquete para nosotros.
Esta Misa que celebramos ahora es el banquete. Esto es, como decimos antes de la comunión
"el Banquete del Cordero", donde nosotros, discípulos de Jesús, venimos para escuchar a Jesús
deciendono palabras de amor en la Liturgia de la Palabra, y venimos a recibir a Jesús quien se
da a sí mismo por nosotros, y para nosotros, en la Liturgia de la Eucaristía.
En el Evangelio aquellos que fueron invitados encontraron excusas para no asistir. Estaban
demasiado ocupados. Ellos tenían otras prioridades. Lo mismo pasa en la actualidad. Podemos
encontrar todo tipo de excusas para no venir a la Eucaristía cada domingo. Hoy estamos
invitados a detenernos y pensar a lo que hemos sido invitados. Nosotros tenemos hambre y sed,
y Dios quien nos ama, nos invita a estar en una unión concebible mas cercana aquí en la tierra.
Jesús, el Novio de nuestras almas, quiere entrar en lo profundo de nosotros.
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Todos reconocemos que la Iglesia necesitó una reforma en el siglo Catorce. La forma en que
ocurrió, destrozó el cristianismo occidental. Entre otras cosas, todo el sentido de la Eucaristía se
puso en duda. En un intento de proteger a las personas de los estragos de la enseñanza errónea,
la Iglesia insistió en asistir a misa bajo pena de pecado mortal. Esta era una manera de mostrar
al pueblo la gravedad y la obligación de asistir a misa los domingos. No asistir a misa con la
comunidad, cuando no había ninguna verdadera excusa, era una señal de una ruptura de nuestra
relación con Dios y con los demás.
La Iglesia sigue insistiendo en la importancia de asistir a misa. Es importante que nosotros
vengamos al banquete de bodas y no nos alejemos. Es importante para nosotros personalmente
y es importante para la comunidad. Nosotros necesitamos amor - Nosotros necesitamos el amor
de Dios y, como dijo Jesús: "Si no coméis de la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros...”.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: "Los fieles están obligados a participar en la Eucaristía
los días de precepto, a no ser que esten excusados por una razón seria... Los que
deliberadamente faltan en esta obligación cometen un pecado grave "(n.2181). El Catecismo
continúa diciendo (n.1380), citando al Papa Juan Pablo Segundo: "La Iglesia y el mundo tienen
una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No
escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y
abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración".
Para no asistir a la Misa, debe existir una muy buena razón y no como actuan los del Evangelio
de hoy, que encontraron excusas triviales para no asistir al banquete de bodas.
Por increíble que parezca, algunas personas rechazan la invitación para asistir al banquete. O
bien lo ignoran por completo o se involucran tanto en sus propias preocupaciones que no tienen
tiempo para ello.
Este es el caso no sólo en la parábola, sino también en nuestro mundo de hoy. Una invitación
al banquete, que celebramos en cada misa dominical no parece ser tan atractivo, como un evento
deportivo, la película de estreno, algún asunto social o simplemente tener un par de horas más
de sueño. Y ofrecemos nuestras disculpas diciendo: lo siento no puedo ir.
Qué lástima! Parece que hemos olvidado que todo tiende hacia el final; la vida misma se está
moviendo hacia el tiempo del banquete eterno. Todos nuestros planes, todos nuestros intereses,
todas nuestras distracciones cesarán. Sólo el banquete eterno permanecerá. ¿Hemos rechazado
la invitación para asistir?
Incluso cuando decidimos asistir a nuestra celebración dominical, debemos de hacerlo con una
participación plena y activa. Tenemos que orar en voz alta, tenemos que unir nuestras voces a
las canciones, y tenemos que participar en esta fiesta de la celebración liturgia totalmente con
el cuerpo, la mente y el corazón.
No es sólo asistir a un banquete de bodas. Es una invitación al amor. Cuando llegamos, nos
estamos comprometiendo a responder al amor de Jesús y de mantener los frutos de este amor
en nuestra vida. Ese es el significado de llevar el traje de boda que escuchamos en el evangelio
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de hoy. Jesús nos invita a asistir a misa cada semana y a recibirlo en la Eucaristía y luego tratar
de convertirnos en lo que hemos recibido, para tener una vida de santidad, de amor y de caridad.
Este fin de semana se celebra "Acción de Gracias", donde le damos gracias a Dios por todos sus
regalos y bendiciones especialmente por la abundante cosecha de la tierra que nos alimentarán
durante el frío y oscuro invierno que esta por llegar.
La misma palabra Eucaristía significa "Acción de Gracias" y nosotros estamos invitados a unirnos
para dar gracias, no sólo en un fin de semana en el otoño, sino todos y cada fin de semana del
año. Nosotros nos unimos a este banquete para dar gracias, y nos vamos de aquí, despues de
haber recibido el rico alimento en este banquete, para compartirlo con aquellos en nuetros hogar,
en nuestro lugar de trabajo, y con todas las personas necesitadas en todo el mundo. Que rico
alimento es el amor de Jesús.
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