FACTORES DE ROMANIZACIÓN EN EL TERRITORIO DE LA ACTUAL ANDALUCÍA 1. INTRODUCCIÓN Se entiende por romanización el proceso de asimilación del modo de vida romano por los pueblos sometidos. En Hispania fue desigual: más rápido y profundo en el sur, más tardío y menos intenso en el norte. Hispania quedó incorporada al Imperio Romano tras un largo período de conquistas 1 1 En el año 218 a.C. un ejército romano capitaneado por Cneo Escipión desembarca en Hispania por Ampurias (Tarragona), no con intención de conquistarla, sino para frenar el avance de los cartagineses. Pero Roma ya había puesto el pie en la Península, y su huella nunca se borraría. Acabada la primera guerra Púnica, (264-241 a.C.), Roma exigió de Cartago, como indemnización de guerra, una fuerte suma de dinero del que Cartago, arruinada por la guerra, carecía. Los cartagineses, gobernados por la influyente familia de los Barca, decidieron buscar la solución a sus problemas en la península Ibérica, donde ya tenían colonias desde mucho tiempo antes. En el año 237 a.C. Amílcar Barca, su hijo Aníbal y su yerno Asdrúbal, al frente de un poderoso ejército, llegan a Gades (Cádiz), donde instalan su base de operaciones. Roma, alarmada, envía una embajada para conocer los planes de Amílcar y recibe como respuesta, según el historiador Dión Casio, que se había visto obligado a traer la guerra a España para poder terminar de pagar las deudas contraídas con los romanos. Muerto Amílcar, le sucedió en el mando su yerno Asdrúbal, que continuó la expansión del poder cartaginés y fundó la ciudad de Cartago Nova (Cartagena). Viendo Roma el auge que estaba tomando Cartago, firmó con ella, en el año 226 a.C., el tratado del Ebro, por el que Cartago se comprometía a no sobrepasar en sus conquistas el río Ebro. La toma de Sagunto por Aníbal (219 a.C.) motivó el comienzo de la segunda guerra Púnica, al considerar los romanos que los cartagineses, con el ataque a Sagunto, habían incumplido el tratado. Cuando Aníbal llegó con su ejército a Italia, tras haber cruzado a pie los Alpes con su famoso escuadrón de elefantes, Cneo Escipión desembarcó en Ampurias (218 a.C.) y poco después lo hizo su hermano Publio. Ambos generales llevaron a cabo una rápida penetración hacia el sur, pero murieron en un enfrentamiento con los cartagineses (211). Vino a reemplazarlos Publio Cornelio Escipión, quien con una política generosa logró atraerse a los jefes locales que antes habían ayudado a los cartagineses. En el año 209 a.C. tomó Cartago Nova y poco después (206) Gades, y acabó con la presencia cartaginesa en Hispania. Una vez expulsados los cartagineses, Roma quedó dueña de todo el sur y el este peninsular y Escipión fundó, como base de operaciones, la primera ciudad romana de Hispania: Itálica. Comenzó a continuación la ascensión hacia el norte, a lo que los hispanos respondieron generalmente con las armas, en una lucha bastante desigual, pues frente a un ejército bien organizado y disciplinado, ellos presentaban uno desunido, desorganizado y falto de disciplina militar. Sólo algunos lograron ofrecer un frente común y con un mínimo de organización militar: los lusitanos y los celtíberos. Guerra contra los lusitanos. El pretexto de la guerra fueron las continuas incursiones que los lusitanos, impulsados por la escasez de tierras de cultivo, hacían en las tierras del sur, controladas ya por los romanos. El año 151 a.C. Sulpicio Galba prometió a los lusitanos un reparto de tierras, pero cuando éstos acudieron, desarmados, a recibir el lote prometido, a unos los asesinó y a otros los cogió prisioneros y vendió como esclavos. Entre los que lograron escapar se encontraba Viriato, que, mediante el sistema de guerrillas, infligió severas derrotas al ejército romano, hasta que fue asesinado por tres de sus más directos colaboradores. Guerra contra los celtíberos. Numancia. El otro obstáculo al que tuvieron que enfrentarse los romanos fue la resistencia que les ofrecieron los celtíberos, quienes, refugiados en la capital de los arévacos, Numancia (Soria), soportaron durante 20 años el acoso de los romanos. Finalmente, Escipión Emiliano, tras sitiarla con la intención de rendirla por hambre, la conquistó 1 iniciado durante la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.). Tras este enfrentamiento entre romanos y cartagineses, los romanos llevaron a cabo distintas divisiones administrativas del territorio: En el año 197 a.C., Hispania queda dividida en dos provincias, la Citerior y la Ulterior. Esta división fue modificada por Augusto el 27 a. C., quien divide la Ulterior en Bética (con capital en Corduba) y Lusitania, y cambia el nombre de la Citerior, que pasa a llamarse Tarraconense. Es necesario advertir que el territorio de la actual Andalucía no coincide exactamente en sus límites con la provincia romana de la Bética, ya que la zona de Sierra Morena y el sudeste de la región pertenecían a la Tarraconense. Esta división durará hasta la época de Caracalla (principios del siglo III d.C.), que separa la Gallaecia de la Tarraconense. Finalmente Diocleciano (fines del siglo III d.C.) llevó a cabo una nueva reorganización de Hispania, creando la Cartaginense y añadiendo a la diócesis de Hispania una sexta provincia, la Mauritania (norte de África). Divisiones de Augusto, Caracalla y Diocleciano. el año 133 a.C. Dominados los arévacos y los lusitanos, la frontera de los territorios sometidos quedó fijada en el río Duero. Guerras cántabras y astures (29-19 a.C.). Con la llegada de Octavio Augusto al poder, el único territorio hispano no sometido a Roma era el norte de la Península, ocupado por los cántabros y los astures. Octavio decidió tomar personalmente el mando de las tropas, pero, enfermo, se retiró a Tarragona y posteriormente regresó a Roma, dejando el mando de las operaciones a Agripa, que en el año 19 a.C. acabó con la resistencia. Tras casi dos siglos, Hispania entera estaba bajo el poder de Roma. 2 2. FACTORES DE ROMANIZACIÓN El proceso de romanización de la actual Andalucía se inició pocos decenios después de la conquista romana de Hispania 2, tal y como testimonia el geógrafo griego Estrabón. Los factores que contribuyeron a la rápida e intensa penetración de la cultura romana en nuestra región fueron los siguientes. 2.1. EL EJÉRCITO. Su presencia en la Península fue constante y numerosa desde el primer momento, y es sin duda alguna uno de los principales factores de romanización por varias razones. Por un lado, para muchos indígenas la vía más fácil de promoción social fue el servicio como tropas auxiliares en las legiones, donde podían alcanzar incluso la ciudadanía romana3. Por otra parte, los campamentos militares permanentes (castra) dieron lugar a que en sus proximidades se formaran núcleos de población que rápidamente adquirieron usos y costumbres romanas4. Finalmente, muchos soldados romanos o itálicos, al licenciarse, optaron por asentarse en Hispania como colonos. Así nació Itálica (206 a.C.), primera ciudad 2 Frente a las otras dos provincias, dependientes del gobierno del emperador, la Bética quedó bajo la influencia y el control directo del Senado, que encargaba su gobierno a un procónsul. Este hecho demuestra su elevado nivel de romanización. 3 El derecho romano reconoce distintas categorías para los habitantes del imperio, dependiendo del grado o tipo de ciudadanía; este hecho determina los derechos y obligaciones de los hombres libres que habitan en territorio romano: a) Cives: hombres libres con derecho de ciudadanía romano. Como ciudadanos tienen un nombre propio (praenomen), un nomen de familia y un cognomen o sobrenombre. Gozan de los siguientes derechos: Ius suffragii: derecho a voto en las asambleas. Ius honorum: derecho a presentarse a las magistraturas. Ius commercii: el derecho a efectuar contratos legales y tener propiedades. Ius connubii: el derecho a contraer matrimonio con otro ciudadano romano, a tener los derechos de pater familias y a que los hijos de tales matrimonios sean considerados ciudadanos de Roma. Ius actionis: derecho a recurrir a los tribunales de justicia en caso de litigio. Ius migrationis: el derecho a preservar el nivel de ciudadanía cuando se viajaba o reubicaba a otra ciudad de estatus comparable. b) Latini: en un principio eran ciudadanos pertenecientes a las ciudades del Lacio conquistadas por Roma; posteriormente gozaron de esta consideración el resto de ciudades de Italia (a las que se concedió, no obstante, la ciudadanía romana en el 89 a.C.) y otras ciudades del imperio. Gozaban normalmente del ius commercii y, en algunos casos, del ius connubii y el ius suffragii. Los primeros Latini podían obtener la ciudadanía romana si se trasladaban a Roma y renunciaban a la ciudadanía local. Más tarde, cuando la ciudadanía latina se extendió a otras zonas del imperio (como Hispania), podían alcanzar la ciudadanía romana si desempeñaban un cargo o magistratura en sus ciudades. c) Peregrini: último grado dentro de los habitantes del imperio. Eran hombres libres, pero carecían de derechos públicos o privados dentro del ordenamiento jurídico romano. 4 Es el caso de la ciudad de León, nacida a raíz del establecimiento en la zona de la Legio VII (de ahí su nombre). 3 propiamente romana en Hispania, fundada por Escipión para los soldados heridos en sus luchas contra los cartagineses. Muchas de las grandes ciudades de la actual Andalucía5 tienen su origen en colonias romanas: Corduba (Córdoba), Hispalis (Sevilla), Urso (Osuna), etc. 2.2. LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN La construcción de las vías romanas, por las que discurrían las legiones, y tras ellas el comercio, fue un importante factor de romanización. Las calzadas romanas en la Bética y sur de la Tarraconense son conocidas principalmente por un famoso itinerario6, el Itinerario Antonino (s. III d.C.). Destacaban sobre todas la vía Augusta, también llamada vía Heraclea, construida ya desde época republicana, que iba desde los Pirineos a Cádiz bordeando la costa y por el interior, a través de Guadix, hasta Córdoba y Sevilla, y la vía de la Plata, que partía de Gades e Itálica y se dirigía hacia Astorga pasando por Emérita. Había también multitud de vías secundarias que ponían en comunicación entre sí las ciudades más importantes. Muchas de estas calzadas se han conservado en pleno uso hasta época muy reciente. También era frecuente, y muchas veces más rápido y seguro, el tráfico marítimo y fluvial (el Guadalquivir era navegable hasta Sevilla). Para salvar las dificultades del terreno se vieron obligados a construir puentes, verdaderas obras de ingeniería que todavía hoy, como el de Córdoba, siguen prestando el servicio para el que fueron construidos 7. La zona siempre fue un importante foco del comercio marítimo, debido a la extensión de sus costas, con puertos como el de Gades, Malaca, Carteia (cerca de Algeciras) y Sexi (Almuñécar). 5 Así como otras muchas no andaluzas como Emerita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza), Asturica Augusta (Astorga) o Pax Augusta (Badajoz), todas ellas fundadas por Augusto. 6 El equivalente actualmente a una guía de viajes. Señalaba las distancias en millas desde Roma y los principales albergues en el camino. 7 Otros destacados en Hispania son los de Alcántara, Mérida, Salamanca, etc. 4 Puente romano de Córdoba 2.3. LA ORGANIZACIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA El tipo de organización con la que se encuentra Roma al entrar en contacto con el sur peninsular es el de un conjunto de ciudades independientes, en el que prevalecen núcleos los urbanos costeros de origen fenicio. Como hemos visto Roma nuevos anteriormente, organizó los territorios ocupados en unidades administrativas denominadas provincias. Ya en la época de Augusto, cada provincia se encuentra dividida en conventus, núcleos administrativos con fines de administración de justicia, si bien debieron tener también funciones de reclutamiento o recaudación de impuestos. En la Bética había cuatro conventus: Gades, Corduba, Hispalis (Sevilla) y Astigi (Écija) (cf. imagen). Cada conventus estaba a su vez dividido en civitates, unidades administrativas más pequeñas que tenían diferentes estatutos jurídicos: 5 • Libres y federadas (foederatae). Gozaban de autonomía por concesión romana en el primer caso o por haber firmado un pacto (foedus) con Roma en el segundo; no pagaban impuestos y tenían independencia para gestionar sus asuntos internos, pero no los de política exterior, cuya gestión dependía de Roma. • Sometidas o estipendiarias. Conservaban su organización administrativa pero, por haber sido sometidas por las armas, debían pagar un tributo (stipendium). • Colonias. Ciudades fundadas por ciudadanos romanos; tenían la misma organización que Roma y gozaban de una situación privilegiada. • Municipios. Gozaban de privilegios similares a los de las colonias; eran ciudades indígenas a las que se les hicieron extensivos los derechos de ciudadanía por una concesión legal. Mapa de la Bética Según Plinio el Viejo (s. I d.C.), en la época de Augusto existían 175 ciudades en la Bética, de las que 9 eran colonias romanas, 10 municipios de derecho romano, 27 de derecho latino, 6 ciudades libres, 3 federadas y 120 estipendiarias. Destaquemos que las ciudades sometidas eran mayoría frente a las libres y federadas y que, de las tres federadas de toda la provincia, una era la ciudad de Malaca. No obstante, como hemos visto antes, esta situación fue cambiando paulatinamente, en una progresiva transformación de las ciudades indígenas en municipios romanos. El apoyo a determinadas facciones romanas en casos de conflictos civiles podía ser un medio 6 para alcanzar un status de privilegio. Este podía otorgarse a título individual, como es el caso del gaditano Lucio Cornelio Balbo, quien recibió la ciudadanía romana de Julio César y fue el primer no itálico que alcanzó el consulado de Roma (año 23 a.C.); o a ciudades enteras, como Gades, y posiblemente Itálica y Corduba, tras la guerra civil entre César y Pompeyo, durante la que mostraron su apoyo al primero. Sin embargo, el momento culminante de este proceso de municipalización llega con la dinastía de los Flavios, cuyo primer emperador, Vespasiano, concede el derecho de ciudadanía latina a toda Hispania (años 73-74 d.C.). Esta concesión imperial quedó plasmada municipales en distintas dictadas leges por Lex Flavia malacitana el emperador Domiciano (81-96 d.C.); de estas conservamos importantes testimonios, como la Lex Flavia Malacitana (descubierta en 1851 en la zona de El Ejido), por la que nuestra ciudad pasó de ciudad federada a municipio de derecho latino. A partir de este momento las ciudades de Hispania adoptan internamente la organización política romana y reciben los beneficios del derecho latino. Esta organización es conocida gracias a las leyes mencionadas: cada ciudad tenía un senado o consejo de los decuriones (compuesto por miembros nombrados vitaliciamente y elegidos entre la oligarquía de la ciudad); una asamblea popular (formada por los ciudadanos con derecho de ciudadanía); y dos duoviri (similares a los cónsules romanos), elegidos anualmente y encargados del poder ejecutivo; estos tenían como ayudantes a dos ediles. Tal y como recogen estas leyes, se ofrecían importantes privilegios a las clases dirigentes locales; el más importante, el derecho de ciudadanía romana para todos aquellos que desempeñaran un cargo público en la administración local y para toda su familia. Estas prerrogativas constituían un factor importante que aceleraba el proceso de romanización. 7 2.4. LA TRANSFORMACIÓN URBANÍSTICA Buena parte de la Hispania meridional, como destacan Estrabón y Plinio, contaba con un importante desarrollo urbano, potenciado por Roma como factor de civilización. Sin embargo, como hemos visto anteriormente, es a finales de la época republicana y a comienzos de la imperial, cuando la política augústea reorganiza el territorio e impulsa el fenómeno urbano. Como muestra de esta nueva situación las ciudades se llenan de templos, termas, basílicas, edificios para espectáculos, fuentes y arcos que se adornan con estatuas, lujosas domus y multitud de inscripciones que contribuyen al movimiento propagandístico del emperador, la familia imperial y los miembros de la oligarquía local. En Andalucía se conservan restos arquitectónicos de gran importancia: ITÁLICA, ciudad de fundación republicana que el emperador Adriano transforma de forma drástica mediante la construcción de una nueva ciudad (Nova Urbs); encontramos restos de la ciudad, con su red de alcantarillado, casas y mosaicos, diseño ortogonal de las calles; teatro, anfiteatro con gran capacidad de espectadores; termas, así como restos de un templo dedicado al emperador Trajano divinizado. En BAELO CLAUDIA (costa de Cádiz, cerca de Tarifa, en la playa de Bolonia) tenemos vestigios de los principales edificios de una ciudad romana: foro, basílica, teatro, templos, termas, necrópolis… Teatros romanos en la provincia de Málaga: ACINIPO (cerca de Ronda) y MÁLAGA, ambos de época augústea. Yacimientos de TORROX: mosaicos, hornos y necrópolis. CARMONA destaca por su importante necrópolis y OSUNA (antigua ciudad de Urso) por placas de bronce con leyes inscritas, teatro y necrópolis. La típica estructura de la casa señorial romana, centrada en el atrio y ampliada en su parte trasera con el peristilo, está recogida en los restos conservados en Andalucía de villas romanas, tanto rústica como urbana. Ya hemos mencionado los restos de Itálica; destaca también la VILLA ROMANA DE MARBELLA. 8 Las costumbres en las comidas también fueron adoptadas, y no fueron ajenos los pueblos de la zona a los gustos de la urbe, ya que varias de las más famosas factorías de salazón de pescado y de fabricación de "garum" (salsa para acompañar los platos de comida, muy apreciada y bastante cara, hecha a base de las vísceras y restos de diversos pescados) se hallaban en la zona sur de la Bética: Málaga (en la zona del teatro romano), Almuñécar, Baelo Claudia, etc. ITÁLICA: 1. Trazado ortogonal de la Nova Urbs 2. Domus y mosaicos 3. Anfiteatro (arena y fosa bestiaria) 4. Detalle de mosaico de la casa de los pájaros 5. Teatro 9 1. Baelo Claudia: restos de la basílica y estatua del emperador Trajano 2. Teatro romano de Málaga 3. Teatro romano de Acinipo (Ronda la Vieja) 4. Necrópolis de Torrox 2.5. LA LENGUA Y LA CULTURA Otro importante factor de romanización fue la lengua latina8. El territorio de la actual Andalucía adoptó rápidamente y por completo el uso del latín en la vida diaria y como vehículo de propagación de la cultura, hasta el punto de que, según testimonios de la época, había olvidado sus lenguas maternas. El aprendizaje de esta lengua se hizo, en principio, de viva voz, mediante el trato con los soldados y colonos procedentes de Italia y Roma. 8 De la gran variedad de lenguas prerromanas que existían en la Península sólo logró sobrevivir el vascuence; las demás, en un proceso lento y desigual, fueron sustituidas por el latín, que les resultaba más cómodo y práctico en sus relaciones comerciales, culturales y sociales. 10 Conforme fue avanzando el proceso de romanización, se fueron abriendo algunas escuelas, sobre todo en la Bética (Cádiz, Córdoba, Écija), a semejanza de las existentes en Roma. En el siglo I el latín está ya prácticamente generalizado9 y el número de escritores nacidos en España que ocupan un lugar destacado en la literatura latina es el mayor de todas las provincias del Imperio. Y dentro de Hispania, será la Bética la provincia que, merced a su profunda romanización y formación cultural, ofrecerá mayor número de ejemplos de personajes que llegan a intervenir activamente en la vida cultural y política romanas: Una de las familias que dio brillo a la literatura latina fue la de los Séneca, natural de Córdoba: Séneca el retórico; su hijo Lucio Anneo Séneca, filósofo, tragediógrafo, preceptor del emperador Nerón e importante dirigente imperial; su sobrino Lucano, autor de La Farsalia. En Cádiz sobresalen la familia de los Balbos (senadores) y Columela, amigo de Séneca y autor de los más importantes libros sobre agricultura del mundo romano. De Itálica son originarios dos emperadores, Trajano y Adriano, de gran trascendencia histórica, que llevaron al Imperio a su mejor momento en cuanto a expansión y estabilidad política (finales s. I d. C.-comienzos s. II d. C.). Estos personajes son un claro ejemplo de las posibilidades de éxito político, social y cultural que el proceso de romanización y la integración en la organización romana ofrecían a las oligarquías locales. 2.6. LA RELIGIÓN La religión prerromana tuvo escasa pervivencia precisamente por la intensa romanización de la zona. En numerosos casos los dioses preexistentes se sincretizaron o asimilaron con las nuevas divinidades romanas. Todos los dioses de la religión romana recibieron culto en Hispania. El dios más venerado fue Júpiter, seguido de Diana. Por lo que respecta a la Bética, se conservan en Baelo Claudia los tres templos dedicados a la tríada capitolina: Juno, Júpiter y Minerva, y hay noticias de templos en la provincia de Huelva y en Cádiz. También en la Bética han 9 El conocimiento del latín que tenían los habitantes de la región lo demuestra el hecho de que, cuando César reunió en Córdoba a los jefes de las poblaciones que le habían ayudado en su lucha contra Pompeyo, empleó el latín sin necesidad de intérprete. 11 aparecido imágenes de los dioses romanos, como Diana, Venus y Mercurio, algunas de ellas procedentes de Itálica y presentes en el Museo Arqueológico de Sevilla (cf. imágenes). En Cádiz estaba el santuario más famoso de Hispania, el Herakleion, dedicado a Hércules, que reemplazó el culto a Melkart en dicho templo, antigua deidad fenicia que, en un claro ejemplo de sincretismo religioso, se identificó con el héroe griego. En época imperial nuestra región se unió al culto al emperador; se conservan restos y estatuas que testimonian este hecho. Así, en Itálica, el templo situado en el foro de la Nova Urbs estaba dedicado al dios Trajano (el emperador originario de esta ciudad), y en Málaga hay restos epigráficos que evidencian el culto al emperador Tiberio y la familia imperial. 12