CUANDO NO SABEMOS QUÉ HACER. Juan 21:1-14 Por Santiago Pérez Díaz Después de Jesús resucitar, los discípulos lo vieron y escucharon por dos ocasiones seguidas, en el lugar donde estaban reunidos: el mismo día de su resurrección y ocho días más tarde. A pesar de todo lo sucedido estaban desorientados y no sabían qué hacer. Cuando no sabemos qué hacer, VAMOS AL LUGAR CONOCIDO. Los asombrosos acontecimientos de la crucifixión y la resurrección habían ocurrido en Jerusalén donde se encontraban, pero ellos no eran de Jerusalén y se sentían en un contexto extraño. Todos o parte de ellos se fueron a Galilea, de donde eran nativos. Allí tenían sus familias, y sus anteriores trabajos. Tal vez sentían la necesidad de re-encontrarse con los lugares donde Jesús había enseñado y había realizado muchos de sus milagros. No es malo estar en el lugar que conocemos, pero lo que no es bueno es estar en algún lugar que no sea el que Dios quiere para nosotros. Cuando no sabemos qué hacer, HACEMOS LO QUE CONOCEMOS. Pedro, una vez más tomó la iniciativa y dijo a seis de ellos, “me voy a pescar”, y los seis le siguieron. Estuvieron toda la noche en el intento de pescar, pero nada consiguieron, a pesar de la experiencia de Pedro, de Santiago y de Juan. Dos cosas importantes: Lo que sabemos hacer puede ser usado por Dios para servir a su causa del evangelio. O en muchos otros casos, Dios desea que dejemos lo que conocemos y hagamos cosas nuevas que él nos enseñará. Cuando no sabemos qué hacer, NECESITAMOS UN ENCUENTRO CON JESÚS. ¿Cuántos días estuvieron esos discípulos en Galilea sin saber qué debían hacer? No lo sabemos. Pero sí podemos darnos cuenta que se sentían solos, que les faltaba la presencia de su guía, de su Maestro y Señor. Jesús les apareció en un momento muy oportuno: al amanecer, después de una noche de trabajo sin resultados, cuando estaban cansados. Este encuentro les dio un nuevo ánimo a sus vidas. No hizo faltas muchas palabras de Jesús, ni preguntas de ellos para sentir el calor de su Salvador y Señor. Solamente el Señor Jesucristo llena toda necesidad en la vida de sus discípulos, de aquellos que le han conocido. Cuando tenemos un encuentro con Jesús, LO VAMOS A VER OBRAR A ÉL. Dios obró por medio de este encuentro en el Mar de Galilea. Jesús les señaló dónde echar la red, y la pesca que lograron en poco tiempo fue maravillosa, fue milagrosa. Casi no podían creerlo y casi no podían con la red. Qué gran diferencia entre el esfuerzo de ellos en una noche, y la obra de Jesús en pocos minutos. El Señor Jesucristo tiene interés en obrar en los asuntos comunes de nuestras vidas. Démosle la oportunidad para que lo haga, a su momento y a su manera. Esta pesca suplió necesidades materiales en los discípulos, pero sobre todo, esta pesca permitió un encuentro entre Jesús resucitado y sus discípulos desorientados. Afirmó la fe de ellos y los preparó para el encuentro final donde recibirían la gran comisión: ir por todo el mundo y predicar el evangelio a cada criatura. Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.