- Música - Hallelujah El vino nuevo de la Palabra se nos ofrece en la gratuidad del Amor. El Espíritu Santo es quien nos ayuda a acoger esta Palabra dirigida a cada una de manera única, en correspondencia a la sed que nos abre al don de la escucha del Verbo de Dios. Nuestra relación con el Señor se enraíza en la Palabra: ofrecida, acogida, saboreada en la oración silenciosa que se hace “diálogo de amistad” con el Padre que nos la da. Palabra encarnada, generadora de vida, sobretodo, si es compartida en la gratuidad y en la fuerza que encierra. Palabra que configura las relaciones que tejen el “verdadero Amor”. Como dice Santa Paula: “Desde que se abrieron los cielos y descendió a la tierra el Verbo de Dios, ésta quedó iluminada y el hombre conoce en que consiste el verdadero Amor” (C. 274, 2). Concédenos, Señor, la liturgia del silencio interior que, en cada hora, nos permite sumergirnos en el Verbo, permitiendo que, en nuestras vidas, El realice la misión que el Padre le confió: «Como desciende la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelve allá, sino que empapa la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semiente al sembrador y pan para comer, así será mi Palabra, la que salga de mi boca, que non tornará a mi de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié» (Is 55 10 – 12). Recordemos lo que nos dice nuestro Documento de Espiritualidad: «La experiencia espiritual es personalizada pero non aislada, pues la comunidad donde la Palabra puede ser compartida e confrontada con la vida. Requiere, por tanto, que cada persona y la comunidad descubran, en la escucha de la oración y de la vida el modo propio y único con que Dios le habla. En ese camino, nacerá e crecerá su relación personal y única con Cristo, que irá ocupando siempre más el centro de su vida hasta la intimidad, conformación y transformación en El». Jesús nos aseguró: «Si permanecéis en mi Palabra, seréis en verdad discípulos míos» (Jn 8, 31). R/ Tua Palavra ouvi, bem fundo o que eu senti, eu nunca vou saber dizer o que entendi. Mas sei que Te encontrei, sei bem que Te escutei e tudo o que era em mim falou de Ti! La Palabra, que un día, fue dicha a María y acogida en la escucha y en entera adhesión, tomó cuerpo en el seno de la Virgen de Nazaret. Una larga gestación que la hacía meditar en su corazón el misterio que jamás sus acabaría de abarcar, permitió el Padre entregar al mundo, que tanto amó, a su Verbo Encarnado. Como a María, también a cada una de nosotras al Padre nos dice – de modo personal, único y siempre nuevo – a Palabra que espera encontrar en nuestra vida espacio y acogida… siempre que dejamos que las anunciaciones abran camino a las encarnaciones del Verbo, se realiza la Palabra de Jesús: “Mi Madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” ( Lc 8, 21). Cuando la acogida de la Palabra se vive alrededor de la mesa de este «maná», que nos es constantemente ofrecido, la Palabra compartida alcanza una nueva dimensión: se vuelve - Palabra para el mundo -. La fecundación, de que nos habla el Profeta Isaías, en la certeza de que la Palabra enviada por Dios no regresa a El sin haber hecho germinar nueva vida, llega a alcanzar dimensiones insospechadas: no tenemos que «verlas», ni «tocarlas» porque creemos que la fuerza que ella tiene da fruto abundante. La tierra se hace «altar» en la celebración de la Palabra. Cada una de nosotras “medita en su corazón” la/s Palabra/s que, en estos momentos han tenido mayor resonancia… Después, en pequeños grupos de tres, compartimos. A continuación, cada grupo enriquecerá, con una breve comunicación, la gran mesa de la Palabra… En la comunicación - oración compartida de los grupos - se intercalará la siguiente frase: A Palavra é viva e, se a vens escutar,/ terás a certeza de a saber falar! (bis) Agradecemos la riqueza de la Palabra compartida, al iniciar nuestro día de trabajo, con una oración de Karl Rahner: Oh Dios, Tu pronunciaste tu eterna Palabra sobre la Creación y sobre nuestra existencia, para que tu eterno Misterio se hiciese, para nosotros, proximidad inefable y escondida, y centro del Mundo! Nosotros contemplamos tu Palabra pronunciada en el Mundo, nosotros contemplamos Aquel que es el Corazón del Mundo, nosotros contemplamos el Corazón de tu Hijo en la tienda que le ofrecemos en medio del pueblo que camina hacia Ti. 12 Todo halla en El su verdadera esencia y se reconoce como Amor compartido. Todo es reconducido al Misterio que es Amor consumado en el don recíproco que nos hacemos unos a otros . Tu Palabra es la oración que Te confiamos, Dios, fuente de vida y de Amor, Dios, nuestro Padre y nuestro Señor. R/ Eu vim para que tenham vida, disseste Tu, Senhor. E a Vida em abundância é dom do teu Amor! Recogemos, en un breve momento de silencio, la gracia de este encuentro contigo y de unas con otras en Ti. Que tu Palabra sea luz en nuestro camino de hoy… EL VINO NUEVO DE LA PALABRA Cada una de nosotras se levanta y coge el ‘rótolo’ de la Palabra… La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros… Y de su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia… - Canto final: R/ Reza, vive em busca do Senhor,/ reza e põe n’Ele a tua esp’rança. Deixa a sua voz falar em ti, / e ser luz brilhando mundo além. Faz da vida toda um dom de Deus, / com amor e confiança. Com a oração tudo se vence, Com ela se operam maravilhas. A minha vida é busca do Senhor, Meu coração se abre à sua Palavra! R/ Jn 1, 14-16 CAPÍTULO GENERAL XX ROMA, OCT.– NOV. 2009