EL QUINTO SOL. Por Belisario Betancur. I.- INTRODUCCION.- Los Milenios. El paso de un milenio a otro milenio estuvo siempre circundado de tremendismo apocalíptico. Hace algo más de veinte años se celebró en la Biblioteca Nacional en Madrid, el primer milenario de una hermosa obra que se conserva como ejemplar único en la catedral de Gerona, en Cataluña, “El Apocalipsis” del Beato de Liébana : libro en el cual, en pergamino medieval con trazos mozárabes y la imaginación de los pintores del año 975, en riguroso latín se anticipaban los hechos catastróficos que ocurrirían al terminar el primer milenio. Eran los tiempos del estado teocrático en el que los planes de Dios constituían la planeación del desarrollo, como puede confirmarse en la catedral gótica de Aquisgrán, en Alemania, en cuyo coro se conserva una silla también gótica, de piedra, que servía de oratorio a Carlomagno al regreso de sus triunfantes batallas, a fin de invocar la inspiración del Espíritu Santo para sus prospectos de gobierno, que eran los planes de Dios, por tanto sin necesidad de consulta con el pueblo. Con respecto al tramonto del segundo al tercer milenio, los futurólogos Khan y Phelps han previsto toda suerte de cataclismos políticos y de la naturaleza, guerras, inflación, enfermedades inimaginables, superado lo cual allá por el año dos mil treinta, la humanidad recibirá el premio de una situación de serenidad, justicia y abastecimiento, reflexión y plenitud, si es capaz de idear los mecanismos para avanzar creativamente por ese sendero de procela, confusión e incertidumbre. Y en los informes al Club de Roma que preside el científico español Ricardo Díez Hochleitner, Los límites del crecimiento, de hace un cuarto de siglo, y Más allá de los límites de hace cinco años, los profesores Denis y Donella Meadows, con asesores científicos de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, sostienen que allá por el año 2020 la humanidad descenderá a un crecimiento cero, a menos que cambie su comportamiento frente a la madre tierra mediante la solidaridad mundial. Pues bien, al terminar el segundo milenio, en América Latina cruzamos por un trayecto de confusión e incertidumbre, pero estamos creando los mecanismos para despejar las sombras y para ver la luz al otro lado del túnel. Está naciendo allí un nuevo Nuevo Mundo, que tiene su eje focal en las Universidades y Centros Académicos, sociales e intelectuales cosmovisión de este trayecto de la historia. en una Quien se adentre en la realidad actual, difícilmente puede escapar a un sentimiento de perplejidad. Un poco más allá de esa sensación, comienza la búsqueda ansiosa de respuestas para las interrogaciones que se atropellan y acumulan, en una región plena de problemas y al mismo tiempo llena de riquezas inexplotadas; región inmensa que todavía se encuentra en los días finales de la creación del mundo, juntando las aguas de ríos como lagos que caminan, para producir energía eléctrica barata de origen hídrico ; y separando esas mismas aguas para irrigar sus vastos territorios y convertirlos en praderas fértiles. II.- AMERICA LATINA, un mito. Escéptico y obcecado, Bertrand Russell advertía en uno de sus últimos libros, que el ser humano es la especie animal más interesante de la tierra, pero al mismo tiempo la más irritable e irritante : el filósofo británico llegaba a esa conclusión al observar la distancia entre el avance técnico y el avance moral de la humanidad. La cual, decía, cuanta mayor capacidad científica y tecnológica muestra, mayores desatinos comete contra la dignidad del ser humano. Es perceptible que si Russell viviera se asombraría con el progreso de la ingeniería genética y con los avances espectaculares de la informática, pero lo irritaría el hecho de que el planeta gaste en armas más de un millón de dólares cada minuto, porque no existe respeto a las categorías metafísicas que garantizan la dignidad de los seres humanos. Hace poco se presentó al mundo en una pequeña ciudad de Tailandia en el sureste asiático, una estremecedora exposición de material de guerra cuyos compradores principales son los países pobres. América Latina estaría entre las causas sociológicas de enfado del filósofo. Si se compara la posición de América Latina entre las dos grandes guerras del siglo que fenece, se percibe que ha perdido peso en los asuntos mundiales. III.- En la búsqueda. El ritmo de cambio de la región latinoamericana, es de una aceleración increíble y diferente al de los países desarrollados. En cincuenta años hemos experimentado la sacudida de las tres grandes revoluciones industriales de la era moderna. Con todo, el pensamiento y la praxis social y económica de los países avanzados, no revela las dimensiones sustanciales de lo que somos. Entre nosotros no son válidos los supuestos del orden, nuestras sociedades requieren ser reglamentadas y empiezan a serlo, la estabilidad es apenas la norma teórica, pues América Latina está aún en la búsqueda de cauces para orientar sus energías y desde luego desbordando y rompiendo todos los esquemas consuetudinarios. Y los modelos de desarrollo, hasta el presente han excluído la dimensión humana del mismo desarrollo. Digámoslo una vez y otra vez como en un ritornello. Esto no es asunto de callar : existe tal relación entre democracia y desarrollo, entre libertades políticas y capacidad de hallar correctivos a decisiones técnicas incorrectas, que debe hablarse de lo limitadas que son las consideraciones puramente económicas del desarrollo, sin que se tengan en cuenta los contextos sociales. Porque lo cierto es que la mayoría de los líderes latinoamericanos, suele desconocer la realidad social de nuestros países, o imaginarla a medias, falseada por categorías que pueden ser apropiadas para otras latitudes, pero insuficientes para comprender al conquistador, al esclavo, al indígena o al inmigrante que llevamos dentro los latinoamericanos. También puede hablarse de la evidencia de un conocimiento acumulado que no incita siempre al obrar. Suena paradojal, pero entre nosotros los latinoamericanos no sería contradictorio decir que pecamos por falta de investigación y afirmar al mismo tiempo que estamos sobrediagnosticados, que somos una región sobrediagnosticada. Porque lo que suele estar ausente, es el vínculo entre pensamiento y práctica. recuérdese que el mundo moderno comenzó cuando se descubrió Y ese puente. “Saber es poder” : en esa equivalencia fundaban los escolásticos sus motivaciones y fundaba Bacon la confianza en la sociedad naciente. En América Latina, por el contrario, suele ser común el síndrome de la esquizofrenia y el divorcio entre el mundo de las ideas y el mundo de las realidades, la antítesis entre utopía y el reino de este siglo. Una constante temática de la nueva narrativa latinoamericana, por ejemplo, muestra que el conocimiento cierto y previo de la inminencia de la muerte, no sirve para evitarla, pero ni siquiera para prevenirse hacia ese evitarla. El saber no mueve a la voluntad. La tragedia previsible se convierte en espectáculo : le divertiría a Bertrand Russel percibir que estamos más cerca del “homo esquizofrénicus” que del “homo sapiens”. La base de unión entre el saber y el poder, es la libertad. Y ésta en buena medida ha sido vocación de América Latina. El autoritarismo, la violencia, los exilios interiores o exteriores tan comunes en América Latina en el siglo pasado y todavía en este siglo, son expresión de una grave carencia en nuestro desarrollo, que no puede ser eludida en un acercamiento hacia el futuro: la brecha casi siempre abierta entre los intelectuales y el establecimiento político. Por ausencia de mayor fortaleza en nuestras democracias, América Latina ha corrido el riesgo de perder lo más preciado para consolidar su destino: los intelectuales lúcidos, los intelectuales con percepción del momento histórico, del cruce de caminos en que se actúa. Lo cual venturosamente está siendo corregido por el certero liderazgo asumido por la Universidad Latinoamericana. Y los nuevos modelos de desarrollo están exaltando estos temas que Raul Prebisch, el gran maestro de los economistas latinoamericanos, pugnó por no mantener callados: ¿Cómo conciliar el orden con la libertad en la región? ¿Cómo restringir el autoritarismo y estimular la controversia y la tolerancia ? ¿Cómo afianzar a plenitud la rectoría de quienes elaboran el saber, de quienes se aproximan al conocimiento? ¿Cómo brindarles la máxima libertad para que bajo ella se enriquezcan la utopía y la técnica ? IV.- El diálogo socrático. En las premisas anteriores descansa buena parte de las situaciones subversivas que sacuden algunas áreas de nuestro continente, salidas de ensoñaciones que, frustradas, degeneran en guerrillas y terrorismo. Porque nuestros sueños no son unívocos y se expresan con lenguajes contradictorios, en ocasiones violentos, lo que conduce a la existencia de movimientos guerrilleros delirantes y de terrorismo sin límite. En los conflictos armados de América Latina obran factores o agentes subjetivos, personales, y factores o agentes objetivos, impersonales. Los primeros, son los representantes del establecimiento -entre ellos, los gobiernos- y los que se levantan en armas para combatirlos a fin de reemplazarlos o al menos de lograr reivindicaciones ideológicas y mejoramientos concretos en la calidad de la vida de la comunidad. Los segundos, los factores impersonales o agentes objetivos -como la dependencia, las carencias de infraestructura social, la violación de los derechos humanos-, sirven de caldo de cultivo a los movimientos guerrilleros. Porque la insatisfacción popular expresada en guerrillas con un telón de fondo idealista, puede convertirse delirantemente en terrorismo, al igual que toda situación hostil represada. El terrorismo es el flagelo de las democracias de Occidente, al igual que mecanismo desesperado de algunas áreas guerrilleras : es el espanto de la gobernabilidad. En sus ritos macabros niega lo que la democracia consolida en el desarrollo. La democracia afirma lo social, afirma lo real y afirma al ser humano en su dignidad; el terrorismo atenta a la vez contra lo social, contra lo real y contra la dignidad de aquel ser humano. Los partidos democráticos encuentran substancia en los grupos sociales, en las aspiraciones y reivindicaciones de estos grupos, que traducen en ideas y proyectos; los terroristas rompen todo vínculo con los grupos sociales y sellan su ruptura con las ideas y con el juego ideológico, porque se mueven en el delirio del irracionalismo. La democracia reconoce que la realidad social está compuesta por pluralidad de entidades y fuerzas que incluyen la división de poderes, su operación coordinada y la separación relativa del orden político y el económico, la multiplicidad de esferas y organismos socio-económicos, de agrupaciones y sectores sociales. Los terroristas niegan que la fenomenología social sea una realidad compartida, que el Estado es un poder compartido, que la vida socio-económica es concierto de fuerzas; y sellan con sangre su voluntad de omnipotencia que no puede tener curso en lo real. El catálogo de sus juicios de valor sobre los principios democráticos, es más largo: en lugar del trabajo político entre las masas, quieren espectáculo; en vez de propaganda y difusión del pensamiento y la opinión, se dirigen a un público al que se busca fascinar con la alucinación del terror. Como los demonios de ciertas teogonías, los terroristas se limitan a escribir no donde la democracia dice sí. Por eso no es extraño que los regímenes totalitarios sean inmunes al terrorismo. Pues bien, aún reconociendo la magnitud del desafío que el terrorismo plantea a las democracias y a su gobernabilidad, hemos de recordar que sólo existe guerra civil allí donde la revolución armada compromete a una parte significativa de la población; y hemos de reconocer que los terroristas extraen su rabia destructiva, de su aislamiento de los grupos sociales. V.- El sentido de libertad. Por eso la democracia latinoamericana no puede ser una entelequia. Quienes propugnan por la democracia y quieren conservarla, han de cuidar que no termine en mera ficción. De allí que deba enriquecerse cada día con el entorno, porque de su ejercicio permanente surgen su razón de ser y el grado de credibilidad que afiance su vigencia. Gobernabilidad y democracia resultan compatibles en América Latina, en la medida en que estén unidas por el sentido racional de libertad, pero también por el respeto al derecho ajeno y al nuevo pero añejo deber de la preservación de la naturaleza. El ejercicio de la libertad por fuera de tal marco de referencia hace imposible cualquier esquema de gobernabilidad. Karl Popper colocó en la primera categoría de enemigos de la sociedad abierta, a los falsos dogmatismos en todos los campos del conocimiento: no hay, según él, ninguna institución en la sociedad humana, que no sea resultado de la transacción entre partes que aceptaron recíprocamente la validez de sus razonamientos. VI.- El desafío de la pobreza. Es cierto que los avances tecnológicos han permitido saltar altas talanqueras, venciendo enfermedades, multiplicando cosechas, inundando de bienestar cientos de millones de hogares y colmando de luces las ciudades . Sinembargo, la concentración del ingreso mundial ha llegado a extremos desafiantes. En América Latina, por ejemplo, al finalizar la década de los noventa, el 10% de los hogares más ricos está percibiendo el 40% del ingreso total de la región, mientras el 20% más pobre tiene que contentarse con menos del 4%. Podrá darse un cuadro mayor de ingobernabilidad potencial para el milenio que asoma? Lo más negativo es el agravamiento en los niveles de pobreza, lo cual representa un indicio premonitorio sobre la reaparición de resentimientos de clase. Pretender que la lucha de clases ha desaparecido con la caída de los regímenes militares, resulta ilusión peligrosa. El acento triunfalista pone en peligro lo que con sindéresis y autocrítica se ha ganado para el desarrollo y para la justicia social. Porque resultará quebrantando la base de los nuevos aires que se respiran: la gobernabilidad. VII.- La crisálida. América Latina ha superado la pesadilla militarista afirmando su libertad, sin lograr todavía que en la mente del ciudadano común se fije la relación entre democracia y mayor bienestar. Ha habido que aceptar la simultaneidad entre el proceso democrático, y duras políticas de ajuste que para sectores de clase media y popular, significan aplazar el disfrute de un bienestar mínimo. Paradójicamente una de las más positivas experiencias del proceso político en Latinoamérica, está en la inyección de esperanza que la democracia participativa ha dado a la legión de los desposeídos. Que es lo que escapa a veces a los analistas del proceso latinoamericano. Poca atención se ha brindado, por ejemplo, a los casos de México y Bolivia donde centenares de miles de grupos solidarios que resolvieron asumir por autogestión la solución de sus necesidades básicas insatisfechas, están recibiendo apoyo multinacional para derrotar la pobreza. Es ese uno de los puntos claves de los cambios en América Latina : la reconstrucción de la cultura cívica; la puesta en marcha de mecanismos de solidaridad colectiva con el motor de la Universidad, la cual impulsa una conciencia de superación en torrentes de profesionales, académicos, empresarios, sindicalistas, activistas religiosos y políticos. Una movilización sin antecedentes de partidos políticos y legitimadores sociales, ha irrumpido en todos los ámbitos contra la corrupción. Un combate sin tregua contra la burocracia ineficiente se adelanta en casi todos los países de la región, al tiempo que misiones de estudio modelan un nuevo estado eficiente, austero y moderno. Y donde quiera, guerra a la inflación como mecanismo económico y disciplina gubernamental con vigencia del estado de derecho. Esta acuarela parecería la descripción de la isla utopía de Tomás Moro soñada por el pensador inglés cerca a las costal del Brasil. Y parecería, igualmente, un libreto en contradicción con algunas de mis pesadumbres anteriores. Pero es la descripción de una nueva realidad que empieza a convertirse en un resplandor regional. Diríase que la decrepitud de no pocas de las formas políticas tradicionales, ha hecho reventar la crisálida de la recuperación de la moral y despertar las imaginaciones innovadoras. Estamos, por tanto, en la víspera de una gran fiesta: gobiernos, organizaciones no gubernamentales y la inmensa legión de actores que forman la sociedad civil en Latinoamérica, se están transformando en el objetivo central de la coooperación para el desarrollo entre Europa y América Latina. VIII.- El tesoro de la integracion. Lo más latinoamericano es la idea de integración, pues está en el comienzo de la historia independiente de América Latina, desde Bolívar, San Martín, O’Higgins, Morazán, Juárez y Martí. La paradoja consiste en que la globalización, hija de la integración cuya filosofía es latinoamericana, haya sido puesta en marcha con retardo y parsimonia, mientras los latinoamericanos nos alejábamos los unos de los otros cantando himnos de nostalgia por la integración. En cambio, después de la segunda guerra mundial Europa llega a la certeza de que la manera de sobrevivir es la de integrarse y lo hace de inmediato partiendo, sin decirlo, de esa visión de Bolívar. Tal es el nuevo Nuevo Mundo que es la América Latina frente al tercer milenio. Es el quinto sol del Popol Vuh, Biblia indígena de los mayas, que ilumina la nueva edad de nuestra América.