Embajadora antártica No pudo contener las lágrimas al ver cumplido su sueño: una misión en la Antártida. La médica sanducera Silvana Benítez integró la dotación uruguaya en la pasada invernada antártica, cuidando de la salud del grupo y los visitantes y cumpliendo un rol en relaciones públicas. Se enamoró de la Antártida y siente orgullo de haber cumplido un papel como representante uruguaya en ese suelo, por cuya protección y conservación continuará trabajando. Texto: Lorena Castellano Rivero La médica Silvana Benítez Castro (30), que estudia el postgrado en Salud Ocupacional, deseaba trabajar en el extranjero pero sabía que era difícil. Hasta que su inquietud la impulsó a abrirse camino y llegar hasta la Antártida. “Me han dicho varias personas que tengo un espíritu muy aventurero, y creo que es cierto. No es fácil trabajar como médico en el extranjero, entonces empecé a buscar qué oportunidades tenía de conocer otros lugares. Un día me decidí a buscar, porque sabía que existían las misiones a la Antártida. Entré en la web del Instituto Antártico Uruguayo y escribí a recursos humanos diciendo que era soltera, no tenía hijos y que si precisaban un médico para la base, estaba dispuesta a ir. El e-mail pasó por otras unidades y al presidente del instituto, general (Antonio) Montaldo, le agradó, y se lo pasaron al entonces jefe de personal, coronel Waldemar Fontes, quien fue después el jefe de base”. Mantuvo una reunión con Fontes, y si bien había otras personas en la lista, el hecho de no ser militar fue una traba que logró superar. “Terminé ingresando a la Fuerza Aérea 48 horas antes de volar a la Antártida. Me tomaban el pelo diciéndome que tenía más horas de vuelo que de ingreso a la fuerza”, comentó entre risas. De hecho, su personalidad entusiasta y abierta ayudó en su ingreso pues el buen relacionamiento es importante a la hora de ser aceptado en una misión de estas características. Experiencias heladas Silvana partió a la Antártida el 7 de mayo y regresó el 21 de diciembre, por lo que experimentó la invernada, la época más desafiante en el continente. La impresión inicial fue una mezcla de interrogantes, miedo y ansiedad. “Cuando volaba, me preguntaba: ¿Dónde me estoy metiendo? ¿A dónde estoy yendo? Mirás a tu alrededor y ves 50 personas y te preguntás: ¿quiénes son estos tipos en quienes yo estoy depositando tanta confianza?”, señaló. Pero al llegar al suelo antártico, fue grande su emoción e incluso inmortalizó el momento de su primera pisada en una fotografía. “Se me caían las lágrimas, no podía creer que estaba allí”, recordó. En ese momento también supo lo que era una ventisca y el frío antártico. “Había una ventisca, 29 grados bajo cero de sensación térmica cuando llegamos. El jefe me preguntó si me animaba a ir en moto hasta la base. El aeropuerto chileno está a 4 kilómetros de la base uruguaya. Por supuesto que le dije que sí, pero había cometido el error de no ponerme el pantalón de frío porque pensé que iba a tener tiempo de cambiarme o que simplemente iba a subir a un vehículo y no lo iba a necesitar. Error. No tenía los guantes de frío, tenía solo los de polar. Tampoco me había puesto el gorro. Todo pensando que subiría a un vehículo para ir a la base. Me fui a la moto y fue impresionante. Ese fue mi primer contacto con el frío, me congelé”, relató entre risas. Más allá de esa experiencia inicial, asegura que tomando las medidas necesarias --tres capas de abrigo-- no hay peligros con las bajas temperaturas. “Tenés que descuidarte mucho para que ocurra un accidente. Te tenés que cuidar y lo hacés”, dijo. Disfrutó plenamente de recorrer los diferentes lugares. Adquirió abrigo especial y le sacó el máximo de provecho. “No podés salir mal preparado porque allá el tiempo es sumamente inestable. Salís con un tiempo bastante bueno, nunca está excelente, y te Quinto Día /3 puede agarrar una ventisca o una niebla, y no sabés donde estás pisando. A Mafalda (Fernanda Silvera) le pasó que iba caminando y desapareció. Cayó como un metro para abajo. Es todo nieve, pero ya conocés el terreno y rodás; no corrés el riesgo de caer en una grieta. Además, el glaciar en invierno es seguro, sobre todo los lugares que nosotros recorremos porque van glaciólogos alemanes y marcan cuáles son los lugares más peligrosos. Siempre las normas de seguridad al extremo, nadie comete imprudencias porque de vos dependen y vos dependés de los demás, entonces no podés complicar a tus compañeros. Pensás en tu propio bienestar y seguridad y en no complicarle la vida a los demás”, afirmó. Lo más impactante para Silvana fue caminar sobre el mar congelado. “Llegué y era mar, pero después empezó a congelarse. Un día se congelaba y después se iba todo, según el viento. Pero después se congeló totalmente. Las caminatas sobre el mar congelado fueron lo más grandioso. Después se descongeló de un día para el otro: viene la marea, levanta el hielo y lo parte, después viene un viento del Norte y lo empuja y se lo lleva. Ver el mar descongelado en octubre fue una sensación de angustia, llegaba la primavera y se acercaba la hora de irme”, recordó Silvana, a quien el invierno antártico simplemente le “encantó”. Le maravilló además poder ver 4/Quinto Día los animales en su hábitat natural: “Somos nosotros los seres extraños y no autóctonos, ellos están en su lugar, les pertenece a ellos. Más allá de que siempre tratás de no violar el Protocolo de Madrid, pero los ves. Ellos se atraviesan, vienen los pingüinos o alguna foca por la base. En las caminatas, siempre te los encontrás, sobre todo en la costa, y aprendés a distinguirlos”. La camaradería entre los miembros de las distintas bases es algo que se destaca en la Antártida. Se reúnen para fechas especiales, comparten lo que tienen y se mantienen unidos. Si bien no es obligatorio, se procura que el médico hable inglés pues se trabaja en red con las demás bases para brindar apoyo en casos de emergencias: “Las evacuaciones siempre se resuelven con otro médico. Siempre contás con el resto”. Una jornada en la base En el invierno los miembros de la Base Científica “Artigas” se levantan 8 y 30 porque solamente hay seis horas de luz y se deben aprovechar. “Siempre tenés una tendencia más a la melancolía en esa época, se enlentecen un poco las actividades. Está estudiado que la actividad mental y física disminuye por la carencia de luz solar, entonces adaptándonos un poco a las 8 y 30 nos estábamos levantando. Desayunábamos y a uno le tocaba hacer la limpieza de todos los lugares comunes, comedor, cocina y baño. Mientras, cada cual se ocupaba de sus tareas, manteniendo el funcionamiento operativo de la base”, explicó Silvana. Además, los integrantes de la base participan en actividades planificadas. “El jefe de base siempre está planificando cosas, ya sea una caminata o una actividad intelectual o plástica. Ayudar en la cocina también y leer. A las 12 y 30 era la otra llamada, para almorzar. El que se encargaba de la limpieza ese día, se ocupaba también de poner la mesa, después retirar y lavar. De tarde, hasta las 5 nos ocupábamos de actividades y después cada cual hacía lo que quería: leer, mirar televisión, jugar”, añadió. En verano se levantan una hora más temprano. “Es al revés, casi no hay noche, entonces se hacen más actividades. Llegué a casi no tener noche en diciembre. Pero en el mes de enero es cuando realmente no hay noche, es luz todo el día. Tienen muchísimas más actividades por los vuelos que están recibiendo casi en forma continua y el barco que viene con la descarga. Debido a esas actividades, se extiende un poco más la jornada laboral. Pero en el invierno la base mantiene un funcionamiento operativo mínimo”. La sanducera tuvo a cargo la atención médica de la dotación, como de las visitas y turistas, pero su tarea felizmente fue bastante escasa. “Tuve sí varios pacientes, pero consultas que se podían resolver. Sí tuve uno un poco más complicado con medicación intravenosa durante varios días con antibióticos. Ahí recurrimos a esa herman- dad con otras bases para prestarnos medicación”, comentó. Mientras, en su tarea de relaciones públicas, acompañó al jefe de la misión, organizó actividades y se ocupó del relacionamiento con las visitas y los miembros de las demás bases. La dotación es un grupo de alta performance, donde cada cual cumple con sus tareas específicas. “Es un grupo muy particular. No somos un grupo de amigos, sino de compañeros de trabajo y cada cual hace lo que tiene que hacer y de la mejor manera porque nadie más lo puede hacer por él. Es su responsabilidad única. Claro que puede pedir ayuda, apoyo, o puede ayudarlo sin que lo pida”, destacó. Extrañar la familia es lo lógico, sin importar dónde se esté y cuán cómodo se sienta allí. “Se extraña porque son tus afectos, es la gente que mejor te conoce. Siempre se extraña pero es llevadero. Si estás en un ambiente cálido, en un ambiente humano que te satisface y te sentís cómoda, se hace mucho mejor la estadía”, dijo. Recordó que incluso uno de sus compañeros, Hugo Monzón, se encontraba en la misión cuando nació su hijo. También hubo nacimientos de sobrinos y nietos. “En esos momentos, todos hacíamos brindis y festejábamos. Éramos una familia en ese momento y agradecíamos poder compartirlo con los compañeros”, acotó. Sin embargo, regresar “fue terrible”. “Es difícil. A todos les pasa, les cuesta venirse porque cuesta dejar el lugar. Uno no tiene que experimentar ese sentimiento de propiedad porque no nos pertenece, uno va a cumplir una misión que es para todos, y alguien va a venir a hacer lo que estaba haciendo y tengo que dejarlo en las mejores condiciones para que esa persona lo pueda hacer. Pero te cuesta porque te encariñás. Te encariñás con tus compañeros también”, admitió. Comparó la experiencia a tener un sueño que, al despertar, nadie a su alrededor lo vivió: “Viviste algo cargado de emociones y sentimientos, de aprendizaje y experiencias que te mueven en tu interior. Cuando volvés, todo siguió girando igual y todo lo que viviste parece que sucedió en un mundo paralelo a la vida real. Nosotros decimos que es regresar a la vida real”. Proyecto antártico Existe la posibilidad de regresar a la Antártida en una nueva misión, aunque siendo médico es difícil debido al multiempleo. Si bien profesionalmente significó “un medio paso para atrás” para Silvana, pues perdió la guardia fija, la experiencia valió la pena. Además, la misión fue una oportunidad laboral más pues continuará trabajando en el Comando de la Fuerza Aérea en la base “Boisso Lanza”. “Ahora sí voy a hacer el curso de recluta y me presentaré cuando haya un llamado para ascender a alférez. Ya que ingresé, voy a hacer la carrera para no perder el vínculo pues siendo militar siempre están surgiendo oportunidades como estas. Tengo la idea de hacer alguna investigación médica. Siendo médico de las Fuerzas Armadas es otra situación para presentar un proyecto de investigación para seguir vinculada, porque me quedé enamorada de la Antártida. Quiero seguir trabajando por la permanencia uruguaya en la Antártida”, aseguró la sanducera. El proyecto implica “ordenar cosas que ya existen: son los datos de consultas nuestros, compararlos con los chilenos, coreanos y demás. Estuve conversando con los médicos de las otras bases y les pareció interesante. Estaría bueno saber si realmente todos estamos haciendo las mismas cosas, unificar los criterios entre las distintas bases porque las formaciones de cada uno de los médicos son diferentes, porque tenés médicos asiáticos, latinoamericanos, europeos”. La tarea será difícil pero es interesante iniciarla. Para llevarla a cabo, los médicos deberán recolectar los datos con las mismas variables para interpretarlas de la misma forma. “Es interesante porque la península Fildes, de la isla Rey Jorge, es un caso muy particular en la Antártida: es el sector más densamente poblado por la cantidad de bases. En el verano es el sector más visitado por turistas. Entonces las particularidades epidemiológicas son distintas a las de la base Amundsen-Scott, que está en el medio del polo. Es diferente del continente americano y también del resto de la Antártida porque nosotros venimos del Hemisferio Sur y recibimos turistas del Norte con sus patologías nórdicas, sobre todo infecciosas como gripes. También los pacientes añosos de los cruceros turistas, que son octogenarios. Si bien nuestra base no aloja turistas, realizan un recorrido de unas horas”, detalló. Embajadores antárticos Nuestro país cuenta con la Base Científica “Artigas” y la Estación Científica Antártica “Ruperto Elichiribehety” (Ecare), que resultan como embajadas en el suelo antártico. “Uruguay tiene el privilegio de ser un miembro consultivo del Tratado Antártico y eso implica tener voz y voto en todas las decisiones que conciernen al continente blanco. Hoy día, cumpliendo con el Tratado Antártico, no se extraen las riquezas y minerales, pero el día que se haga, si se hace --ojalá no se haga nunca-- formaremos parte de quienes administren esos bienes”, resaltó Silvana. Uruguay también participa en las actividades científicas que se desarrollan, a través de convenios internacionales. Citó el proyecto Ozono de Fuerza Aérea Uruguaya, que integra una red mundial para el monitoreo de la capa de ozono. “Las dotaciones que van cada año son el soporte logístico a los científicos que trabajan en la base, se deben a ellos. Durante el verano es de intensa actividad. En invierno es de funcionamiento mínimo”, añadió. Silvana se siente orgullosa de que Uruguay tenga este privilegio y de haber sido parte de una misión uruguaya en la Antártida, continente del que se enamoró y por ello está dispuesta a continuar colaborando para su conservación y protección. Quinto Día /5 Revista semanal de EL TELEGRAFO - Año XIV - Nº 916 / Paysandú, domingo 21 de febrero de 2010 Enamorada de la Antártida La médica sanducera Silvana Benítez integró la dotación uruguaya en la pasada invernada antártica, cuidando la salud del grupo y cumpliendo un rol en relaciones públicas. Así se enamoró de la Antártida. Además de las inolvidables experiencias vividas en el continente helado, la profesional destacó el privilegio que tiene Uruguay al ser un miembro consultivo del Tratado Antártico. Págs. 3 a 5 La guardiana del Riohacha 6y7 Un sanducero vela por la salud mental neoyorquina 8y9 Espejito, espejito mentiroso 10 y 11